José Miguel Cobián | 27 noviembre de 2015
Tribuna Libre.- La pregunta del
título es algo que todos nos hemos preguntado, o nos han preguntado alguna vez
en la vida. Fuera de las preguntas fundamentales de ¿quién soy? ¿de dónde
vengo? ¿Por qué estoy aquí? ¿Por qué debo de morir? O las preguntas más
inmediatas que muchos seres humanos se hacen día con día como: ¿Comeré mañana?
¿Seguiré vivo mañana? ¿Mi familia estará segura? ¿Si me esfuerzo tendré una
mejor vida? ¿ Tengo algún futuro mejor? ¿Igual? ¿Peor?...
En lo personal
siempre me ha preocupado el futuro de la humanidad. De pequeño me angustiaba
día tras día en razón de la posibilidad de que un idiota en Moscú o en
Washington condenara a la humanidad a una guerra nuclear provocando la
extinción masiva del género humano.
Hace unos días platicando
un amigo muy brillante y amante de la ciencia, me decía que su preocupación va
en el mismo sentido, pero tiene otro origen: Cualquier persona que busque
tendencias de crecimiento de la población en google, podrá entender que la
tendencia de crecimiento tiende al infinito mientras que la tierra es un
planeta finito.
Esta preocupación
me regresó la tendencia paranoica de estar pensando que la propia humanidad
camina hacia su destrucción, ya sea por el solo hecho de la sobrepoblación o
por los efectos de la misma.
Experimentos en
animales sociales como las ratas, muestran un incremento en la agresividad
cuando se saturan los espacios habitables. Parece que todas las especies tienen
un límite más allá del cual, comienzan a destruirse entre ellas mismas.
El crecimiento
desmedido de la población, ha convertido en un infierno enormes zonas del
planeta. Debido a que los satisfactores no son suficientes, o son monopolizados
por un pequeño sector de la población, y eso provoca una enorme frustración y
descontento en el resto. Esto sucede a pesar de que el nivel de bienestar es
muy superior hoy que en épocas anteriores, pero la diferencia es que todos
aspiramos a más y muy pocos lo logramos.
Los jóvenes
musulmanes europeos que decidieron inmolarse en Paris para matar a sus propios
compatriotas son un claro ejemplo de hijos y nietos de migrantes que no han
sido aceptados ni han logrado ocupar un lugar en una sociedad que todos
consideramos de bienestar, y son esas frustraciones las que los han llevado a
esos actos extremos de barbarie.
Ver los millones
de migrantes sufriendo por encontrar un mejor lugar para vivir, ya sea en
Europa o en Estados Unidos es una muestra clara de que el ser humano buscará el
bienestar aún a costa del riesgo de su propia vida.
Por otra parte,
está claro que tarde o temprano los países con mayor poderío militar o con
mayor bienestar serán incapaces de absorber esas hordas de migrantes, y
cerrarán sus fronteras. Lo cual va a genera más hambre y guerras, por la
ambición de unos de tener lo que los otros ya tienen y gozan.
Esto sin contar
además que siendo finitos los recursos del planeta, llegará un momento en que
las guerras serán (como siempre) por motivos económicos, es decir por el
control de esos recursos, que pueden ser tierras fértiles o incluso el agua
potable. Tal como hoy vemos que hay guerras por el petróleo.
Las religiones que
promueven el crecimiento indiscriminado de la población de sus fieles, tarde o
temprano tendrán que cambiar su filosofía, o quizá simplemente habrá también guerras
de religión para buscar ver si los cristianos o los judíos o los musulmanes son
los que sobreviven e imponen su fe al resto del planeta.
En todos los casos
el panorama es apocalíptico y quizá no le toque a nuestros hijos, pero sí
podrán verlo nuestros descendientes, antes de que termine este milenio.
Lo más grave es
que la solución está al alcance de la mano. Los países ricos y poderosos pueden
apoyara los más pobres e inestables, para que generen crecimiento económico, y
sus poblaciones no tengan que emigrar, sino que sean felices en su propia
patria. Las religiones podrían cambiar su enfoque en bien de la humanidad, que
es lo que les debiera de importar, por encima de sus propios dogmas y
creencias. Los gobiernos podrían estimular planes de control natal, para cuando
menos lograr una estabilización de la población mundial, y lo más importante,
cambiar la filosofía del género humano, modificar la tendencia a la ambición
personal, por el bien de todos, pero cuando hablamos de todos, tenemos que
entender que todos, somos todos los seres humanos que habitamos este planeta
tierra, sin importar raza, color de piel, o creencia religiosa.
La humanidad debe
evolucionar y para ello debe de combatir la ignorancia y el fanatismo, además
de impedir y rechazar el abuso de los poderosos… Sé que suena muy difícil pero
es la solución más fácil para que el bienestar alcance a la mayoría de los
seres humanos, y no sigamos caminando directamente hacia la extinción de la
raza humana.
La ayuda no va a
llegar desde el espacio exterior, ni tampoco de alguna figura sobrenatural. O
lo resolvemos nosotros mismos y cuidamos nuestro entorno, o llegaremos a un
punto de no retorno. Ya comenzamos con el calentamiento global….