* Y
ahora, a comer con Javier Duarte * La
crítica y el olvido * La batea de los
priístas * Fortaleciendo a Yunes Linares * Bueno Torio quiere consulta a la base * 600 mil mensuales para Cecil * “Ustedes no tienen llenadera”, les decía
Fidel * Los tres periodistas
pedinches * Ya le bajó Lu-pilla, la
maestra
Mussio Cárdenas Arellano |
26 noviembre de 2015
Tribuna Libre.- No a cualquier precio. Decía Pepe Yunes que
ansiaba ser gobernador pero no a cualquier precio, no por encima de la
dignidad, del disimulo ante la corrupción, del silencio ante la impunidad. Y al
final, parece que sí.
Pontificaba el senador como aquel que en una
gubernatura, la de dos años, se juega la vida, aduciendo que no va con él decir
una cosa y hacer otra, y que no pacta complicidad ni encubrimiento con Javier
Duarte ni con su pandilla, y que no le tiembla la mano para legitimarse
llevando a prisión a los autores del saqueo a Veracruz. Eso pregonaba.
Crecía entonces Pepe Yunes, atado a un
discurso inédito en él. Hacía trizas a Javier Duarte, exhibiendo su fracaso
administrativo, su renuencia a aplicar un plan emergente que redujera el
déficit de 700 u 800 millones de pesos mensuales, acudiendo al ajuste del gasto
público, dejando de lado el dispendio y el despilfarro y entrando en una
auténtica austeridad.
En el discurso rudo, discrepando de su
esencia tersa, Pepe Yunes iba tejiendo una candidatura sólida, imitando el
argumento del diputado panista Miguel Ángel Yunes Linares, la apuesta por la
rendición de cuentas y el castigo para los culpables.
Ese es el discurso que prende a los
electores, se le dijo. Y Pepe Yunes afirmó, de ahí no se bajaría.
Decía Pepe Yunes que habría duartistas en las
cárceles una vez que llegara al poder. Sacudía al priismo y a un sector de la
sociedad donde cunde el hartazgo por el desgobierno de Javier Duarte. Ofrecía
cárcel para quienes habían delinquido y hurtado los recursos del pueblo.
Habló un día del veto del gobernador. Dijo
que si las encuestas lo favorecían y era bloqueado, radicalizaría su posición.
“Estoy dispuesto a soportar la cargada, la
coacción del voto, toda la fuerza del aparato gubernamental, pero si con todo
eso yo les gano la candidatura a la gubernatura, se presenta un veto hacia mi
persona, entonces por dignidad abandonaría el partido o decidiría respaldar a
un candidato de otro partido”, expresó el senador.
Y sus palabras se volvieron un boom, tema
noticioso, relato puntual, cita periodística, crónica de una contienda ríspida,
tirante, amarga, por la candidatura del PRI. Así lo reflejaba la prensa:
“Dijo ser consciente de que él no es el
candidato oficial y lo respeta, pues forma parte de la democracia y de la vida
política en Veracruz, y aclaró que tampoco es su intención que mediante una
presión obtener la candidatura.
“Mencionó que le gustaría que llegado el
momento de que se emita la convocatoria por parte del comité directivo estatal
del PRI haya piso parejo para todos los aspirantes, pero si esto no se
presenta, él aún así decidirá participar con todo.
“ ‘Yo acepto todo, acepto que no soy el
candidato oficial, acepto que no haya equidad en la contienda, acepto que haya la
cargada, pero lo que no estoy dispuesto a aceptar es un veto hacia mi persona,
que aún ganándoles en la mesa o en el juego que ellos digan, finalmente decidan
vetarme’, añadió.
“José Yunes Zorrilla aseguró ser un priísta
convencido y que nunca renunciará a su partido, sin embargo, estimó que el
único escenario en el cual abandonaría al Revolucionario Institucional es que
se presentara un veto hacia su candidatura.
“ ‘Soy una persona que se ha formado en el
partido, que he hecho mi carrera política dentro del PRI y así pretendo
continuar, pero de igual forma por dignidad y honor, no soportaría que una sola
decisión pasara por encima de mí’, refirió.
“Comentó que en este momento él no se
encuentra en campaña, por el contrario, los recorridos que hace por la entidad
veracruzana son para gestionar recursos y obras, así como escuchar los
problemas de los distintos sectores.
“Rechazó estar violando algún precepto de la
ley electoral, pues no realiza proselitismo y únicamente ha respondido a los
medios de comunicación sobre su aspiración política la cual tiene, y llegado el
momento la oficializará ante su partido para competir”.
Si no hay piso parejo, se dijo entonces, si
no hay condiciones para participar, o aún ganando la contienda interna, es
vetado, “por dignidad” se va del PRI y apoyará “al candidato de otro partido”.
Pepe Yunes planteaba la ruptura. Y destacaba
el tema de la dig-ni-dad.
Forzó así la lucha interna. Aventajó a Héctor
Yunes Landa cuando el otro senador, su tío, acudió a Casa Veracruz y recibió el
beso del diablo, la promesa de ser, disponiendo del aparato de poder. Yunes
Landa comenzó a entonces a presumir que sería el candidato del PRI al gobierno
de Veracruz. Era duartista.
Con el argumento de la deuda, Pepe Yunes hizo
pedazos a Javier Duarte. Lo exhibió torpe. Lo mostró incapaz. Destacó el
desastre financiero, el endeudamiento descomunal, la mentira abierta, el
embuste de los 44 mil millones de pesos, según el gordobés, cuando la deuda era
por lo menos del doble. Hoy es el triple.
Cuestionó el minigobierno de dos años, la
trastada del gobernador para desalentar a los Yunes rojos y descarrilar su
proyecto de sucesión. Ahí, por esa treta, marcó la ruptura y con ese argumento
endureció el discurso.
Obligado al diálogo, entendió que el presidente
Enrique Peña Nieto requería de opciones. Y ser opción es dialogar. Y así habló
con Javier Duarte, le ofreció mediar para canalizar recursos a Veracruz.
Pero al tocar las cifras de la deuda, Javier
Duarte lo bateó. Le agradeció que abriera puertas, que gestionara créditos, que
mejorara los términos de la nueva deuda, pero le dejo en claro que en Veracruz
esa chamba es del gobernador. Obvio, las comisiones que dan los bancos también.
Increpó a Alberto Silva Ramos, alias el Pato
de Tuxpan, por su imposición en la presidencia del PRI estatal, por no cuidar
las formas, por ser un capricho del gobernador.
Lo embistió cuando Silva exhibió su misoginia
y agravió a las mujeres aspirantes a candidatas, recomendándoles que primero se
realizaran una prueba antiembarazo.
Lejos de Javier Duarte y su pandilla, Pepe
Yunes creció en la percepción electoral. Si alguien habría de enfrentar a
Miguel Ángel Yunes Linares, virtual candidato de la alianza PAN-PRD, era el
senador peroteño, por su imagen fresca, por su trayectoria sin mancha, por su
nivel de aceptación entre los priístas.
Iba bien hasta que el show terminó.
Finalmente, sometido por la cúpula priísta, entra al redil de la ignominia,
degustando sus palabras, tragando sus críticas, lanzando al olvido aquellas
balandronadas de que no sería candidato a cualquier precio. ¿No?
Había dicho que estaba dispuesto a soportar
la cargada, la coacción del voto, la fuerza del aparato gubernamental, y si aún
así, ganando la candidatura era objeto de un veto, entonces “por dignidad
abandonaría el partido o decidiría respaldar al candidato de otro partido”.
No lo hizo ni lo hará. Este viernes 27 será
el anfitrión de Javier Duarte en el rancho San Julián, en Perote, el feudo
familiar. Y con él, el líder nacional del PRI, Manlio Fabio Beltrones Rivera;
el senador Héctor Yunes Landa; el dirigente estatal, Alberto Silva Ramos, y 70
bichos más. El capo del duartismo comerá con el impoluto.
Se quiebra Pepe Yunes. Come en la misma batea
de quienes han saqueado a Veracruz, la pandilla que desaparece los recursos
federales, que le roba a la Universidad Veracruzana, que se enriquece
impunemente, que acogió a Los Zetas y al Cártel del Golfo, que promociona el
baño de sangre como si fuera atractivo turístico, que halla fosas clandestinas
y las oculta, que lleva el récord de secuestros, que le adeuda a los adultos
mayores, a los becarios, a los empresarios.
¿Qué le queda hacer? ¿Posar la foto, sonreír,
alzarle el brazo al gobernador que apalea maestros y periodistas, que reprime
con una policía criminal, que auspicia el prosigo, los halcones, la policía
vestida de civil para madrear al pueblo?
Así es la unidad en el PRI. Conviven los
candidatos a la cárcel con quienes prometían llevarlos a prisión. Departen los
malos con quienes decían ser los buenos. Sepulta la “unidad” la oferta de
justicia.
¿Qué implica el Pacto de San Julián? Que Pepe
Yunes sea duartista. Que Pepe Yunes sea El Cisne bis. Que Pepe Yunes sea el
símil de Deantes, de Spinozo, de Tarek, de Mota, de Gina, de Nemi, de Bermúdez,
de “Culín”.
Atraído al lodo, Pepe Yunes fortalece
indirectamente a Yunes Linares. Le deja la bandera del encarcelamiento a los
ladrones, la promesa de llevar a prisión a Fidel Herrera, Javier Duarte y sus
respectivas pandillas, de ajustar cuentas, de enfrentarlos a la justicia y
obligarlos a devolver lo que le han robado a Veracruz. El discurso del
encarcelamiento a los pillos del duartismo seguirá siendo azul.
Decía Pepe Yunes que no sería gobernador a
cualquier precio. Parece que sí.
Archivo muerto
Como Juan el Bautista en el desierto, clama
este Juan, el panista: que se abra la elección a la militancia, que no decida
la cúpula nacional, que no se imponga a Yunes azul. Llega Juan Bueno Torio a
Coatzacoalcos e insta a que voten todos, que decidan qué candidato encabezará
la alianza para echar al PRI del gobierno de Veracruz y que se involucren en la
campaña electoral. Cuando hay imposición, dice el ex diputado, ex senador, el
director de Pemex Refinación, los panistas no se acercan a las campañas. Tajante,
sostiene Bueno Torio que no declina por Miguel Ángel Yunes Linares, que el
“destape” del diputado panista es sólo su deseo de ser candidato, nada formal
aún. Sabe que la designación del candidato será de la cúpula, sin requerir del
acuerdo el consejo estatal o de la asamblea estatal del PAN, pero sugiere que
la Comisión Política Permanente se incline por la votación entre la base
panista. Una voz clama en el desierto, la de Juan Bueno, cuando las corrientes
más significativas del PAN orbitan ya en torno a Yunes Linares, le aplauden,
saludan su virtual destape al minigobierno de Veracruz… Se llama Cecil, se
apellida Duarte y es un pillo de lo peor. Homónimo del hermano del gobernador
Javier Duarte, cobra 600 mil pesos mensuales en la nómina del gobierno de
Veracruz. Bajo el concepto de gastos de representación, se apuñala un mundo de
dinero sin dar golpe. Ese tal Cecil Duarte, homónimo del hermano del gordobés,
medra y lucra, no en una ni dos sino en todas las dependencias del gobierno
estatal. Es el nuevo “Negro Cruz”, aquel amigo de la infancia de Fidel Herrera
Beltrán que iba de secretaría en secretaría pepenando billetes, diciendo a
quien lo quisiera escuchar, que él, en los días terriblemente pobres del de
Nopaltepec, fue quien sostuvo sus sueños de hacer política estudiantil,
recibiendo la promesa de que algún día le tocaría cobrar. Y cómo cobró. Cecil,
el homónimo del hermano del gobernador pasa la charola y recoge millones, los
que se les escamotean a proveedores y prestadores de servicio, a la UV y al
IPE, a empleados que ganan una miseria y a quienes derramaron lágrimas cuando
el trabajo terminó… Austeridad en la milpa del compadre, no en la finca del tal
Cecil… ¿Quiénes son esos tres periodistas de Coatzacoalcos a los que con su
habitual franqueza Fidel Herrera Beltrán, entonces gobernador de Veracruz, les
soltó un “no tienen llenadera”, cansado de tanta “gestión”, tanta solicitud,
tanta exigencia, siempre a nombre del gremio? Y el gremio ni en cuenta con lo
que los tres compadres, o los tres vivales, demandaban de Tío Fide. Les dio
dinero; les dio terrenos; los dio como si valieran lo que dicen ser. Y todo a
nombre del gremio. Y el gremio, hasta hoy, sin saber cuánto les dio Fidel. Y
por eso, nada más los veía venir, les soltaba “ustedes no tienen llenadera”. Ni
vergüenza tienen… Ya le bajó Lu-pilla, la de Villas de San Martín. Enfrentada a
los padres de familia, exhibida su ambición, María Guadalupe Pérez Farías ya
matiza sus exigencias, los negocios que teje al amparo de la escuela Veracruz,
que ella dirige. Tras las protestas, tras ser increpada, la maestra Lu-pilla
dice que siempre no, que el que quiera comprar uniforme completo, bien, y el
que no, también; que los libros, pagados desde hace meses, pronto los
entregará; que el cableado del plantel mejor lo recotizará. De sus humores
inaguantables ni quien se acuerde. De sus aires de perdonavidas y el trato
soez, mejor no hablar. Entendieron, ella y su protectora, la regidora Mirna
García Ávalos, que la soberbia y la rapacidad son malas consejeras. Lu-pilla
Perez Farías le bajó, pero no deja de ser quien es. Sábese que el tema de los
maestros sin título, que dan clases violando la ley, ordeñándoles el salario y
asignando horas a sus familiares, seguirá. La prueba está en las boletas de
calificaciones en las que el maestro titular del grupo no figura y en cambio
Lu-pilla Pérez Farías firma por partida doble. Hay más…