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enero 30, 2016

El Baldón: Mexicano desprecia a Mexicano

José Miguel Cobián | 30 enero de 2016
Tribuna Libre.- Llevo un buen tiempo reflexionando sobre la razón por la cual el mexicano desprecia al mexicano.  Primero pensé que se trataba de un asunto de los funcionarios sintiéndose superiores al resto de la población, pero después, poco a poco me fui convenciendo de que no es un asunto de jerarquías en la burocracia, también en el resto de la población se refleja el desprecio de los mexicanos por los mexicanos, a un nivel tan grave, que tal parece que no entendemos lo que como compatriotas deberíamos de significar el uno para el otro.

Los ejemplos abundan.  El más claro y contundente es el desprecio de los criminales por el resto de los mexicanos, desprecio que se ve reflejado de manera permanente en sus acciones, que no merecen mayor comentario.   Pero también lo vemos en las autoridades, como es el caso de la policía federal, baste un par de ejemplos: En la principal arteria vial del país, la carretera que va de la ciudad de México al puerto de Veracruz, hay zonas dónde predominan los asaltos, una es la zona de Esperanza a Ciudad Mendoza, y otra la zona que va de la desviación de la Usbi en Ixtaczoquitlán al inicio del puente de Métlac en Fortín, (tramo que no mide más de un kilómetro).  Allí, gracias a que las reparaciones provocan embotellamientos de mas de hora y media, los delincuentes asaltan una noche si y otra también a los automovilistas que van solos en sus vehículos. Los delincuentes tienen la ventaja de que van caminando y con ello tienen mucha mas movilidad que los automóviles y camiones de pasajeros y carga bloqueados por el permanente embotellamiento.  A pesar de que en esa zona asesinaron hace poco a un soldado, ni la policía federal ni el ejército mueven un dedo para defender y proteger a la despreciada ciudadanía que noche a noche es víctima de los atracos, que en su mayoría realizan personas foráneas.   

Intente obtener una licencia de la empresa que tiene la concesión en Veracruz y se llama Cosmocolor. Vivirá usted en carne propia el desprecio de un particular por su persona. Ni las doce, o veinticuatro horas que pierda usted, ni su persona le interesan al propietario o a los que allí atienden.  Filas y horas, para realizar un trámite que se puede hacer por internet, pues no hay ni siquiera una prueba que valide sus aptitudes como conductor.  Allí sentirá el desprecio de un particular por los ciudadanos de Veracruz.

Intente hacer entender a un policía corrupto que no está usted dispuesto a caer en sus trampas… Quien esto escribe tardó tres horas y media discutiendo con un policía del estado de México, que insistía en que el vehículo que yo manejaba tenía dos bajas diferentes, y que eso era delito. (una verdadera estupidez pero no me dejaba ir, y quería llevarme ante el ministerio público, con quien supongo estaba coludido).  Esos policías y agentes de tránsito, en particular los del estado de México, son temibles y conocidos a nivel nacional, por sus abusos, y sobre todo por el desprecio que sienten por el resto de los mexicanos.  Quien reflexione, sabrá que también sus superiores, llegando hasta el gobernador del estado Eruviel Ávila sienten un absoluto desprecio por la población en general, a la cual, sus policías no protegen sino que extorsionan y abusan.

Intente usted dar de baja una tarjeta de crédito y sentirá el desprecio de los empleados del banco que le harán dar mil vueltas para lograr su objetivo.  Lo mismo se puede decir de cuando usted desea cancelar un contrato de telefonía celular.  Horas enteras perdidas para lograr cancelar algo, un trámite al que usted tiene todo el derecho del mundo.

Y no se diga de asistir a una consulta con un abogado, o a un taller mecánico. O cualquier trato con prestadores de servicio de todo tipo.  Usted de antemano sabe que corre el riesgo de sufrir el desprecio del abogado, del mecánico, del prestador de servicios en general, pues lo verán como una fuente de ingresos, e inventarán problemas para poder cobrar lo más posible.  Y si no me cree, asista usted a una agencia de autos, en particular los americanos que son los que más caro cobran sus servicios.  Allí se dará cuenta del desprecio que usted sufre y también del que sufren los empleados de la automotriz.  A usted le cobran hasta quinientos pesos la hora del trabajador, y a él le pagan cuando tiene suerte, la mitad de esa cantidad pero por ocho horas de trabajo.

Y que me dice del internet. El servicio es malo y caro. Allí también se siente el desprecio de la empresa que le proporciona el servicio. Rara vez se preocupan por que usted esté bien atendido, su línea funcionando a la perfección, y los megas prometidos de velocidad sean los que le llegan.  

Cuando hay un accidente en las carreteras, la rapiña llega de inmediato, con total desprecio del dolor de las víctimas y del daño patrimonial al propietario del vehículo y de la mercancía.

No se diga del desprecio que sienten muchos médicos con sus pacientes. Inventando operaciones (un veterinario mató a varios perros míos así, hasta que me dí cuenta, y viene a colación porque ejerce la medicina, pero con desprecio para sus pacientes y para los dueños de sus pacientes).   Dos famosos oncólogos de Orizaba inventaron a una persona muy cercana para mí, que estaba mal operada, cuando la técnica utilizada era la más moderna, y gracias a que no les hizo caso, sigue viva, sin necesidad de haberse sometido a las operaciones que ellos sugerían, en mucho se le agradece al Dr. Mario Cerón de Córdoba por haber sido honesto, lo cual debiera ser lo normal, pero en México acaba siendo algo muy raro.  Par de seres despreciables (los oncólogos orizabeños) para quienes el dolor de los pacientes y sus familias no les merece más que desprecio.

En México despreciamos al otro. Lo usamos para llegar a nuestro verdadero dios que es el dinero. Con absoluto desprecio para los humanos que son usados para obtenerlo.

Llegando a estas alturas, yo me sigo preguntando ¿Por qué los mexicanos despreciamos a los mexicanos? Mas allá de la discriminación de cualquier tipo.  Y no sólo existe el desprecio por los mexicanos actuales sino también por las futuras generaciones, por la naturaleza y por el propio país…  No cabe duda que el peor enemigo de un mexicano es otro mexicano. Hablamos mal de los demás y sobre todo de las autoridades y del país. Sin comprender que nos denigramos a nosotros mismos. Pero así, cuando menos, liberamos un poco de nuestra frustración por el desprecio del que somos víctimas.


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