Aquiles Córdova Morán | 26
enero de 2016
Tribuna Libre.- En todo el mundo hay cada día más la
conciencia de que los poderosísimos y muy penetrantes medios modernos de
comunicación e información son todo, menos vehículos neutrales y desinteresados
al servicio de la verdad. Se sabe ya que la impresionante maquinaria mediática
del planeta es propiedad de unos cuantos magnates que se sirven de ella para
moldear a la sociedad de acuerdo con sus intereses económicos y políticos, de
tal manera que jamás pueda constituir un peligro serio para tales intereses.
Carlos Santamaría, un analista maduro, serio, y normalmente bien informado,
acaba de publicar en el portal de noticia Russia
Today lo siguiente: “Actualmente un grupo muy importante de periódicos
digitalizados, televisivos, radiales, se ha conformado como una organización
política no formal aunque efectiva definitivamente, cuyo objetivo básico no es
difundir noticias sino realizar propaganda a favor de grandes conglomerados
económicos y militares con el fin de distorsionar la realidad para convencer
que privatizar el mundo y el alma es una tarea moderna, necesaria y legítima,
independientemente del caos o afectación que puede provocar al mundo”. Para tal
efecto, dice, “…se emplea la distorsión de la verdad con imágenes e
interpretaciones absolutamente alejadas de lo sucedido” (…), y que “a través de
los efectos periodísticos se crean nuevas realidades que pese a no ser ciertas
se trasladan a la conciencia del espectador-lector” como si lo fueran.
Santamaría da dos ejemplos. El primero son
las imágenes de tanques soviéticos invadiendo Ucrania que circularon en su
momento por el mundo entero, tanques e invasión que nunca existieron y que
fueron “creados” a partir de “juegos infantiles” “traspasados a lo visual”. El
segundo ejemplo es el “descubrimiento” de una “comisión internacional” de que
el avión malasio derribado en Ucrania fue “alcanzado por un elemento que lo
hizo caer”, versión que se dio y se difundió mundialmente “sin explicar
científicamente la procedencia, responsabilidad, actuación de la fuerza aérea
de Ucrania”. (Russia Today, 18 de
enero de 2016). Y hay decenas de ejemplos más, como el niño ahogado y arrojado
por el mar a las costas de Turquía, las ejecuciones de prisioneros occidentales
por miembros del Estado Islámico o los famélicos hambrientos de Madaya en el
norte de Siria, todas imágenes trucadas o escenas montadas al efecto, como lo
ha demostrado sin lugar a dudas el análisis profesional de las mismas. La
inmensa mayoría del pueblo, todos los que carecemos de poder económico y
político y que tampoco somos dueños, por lo mismo, de ningún medio de
comunicación, nos hallamos absolutamente indefensos, inermes ante las
acometidas de tan avasalladora maquinaria del engaño y la manipulación.
Hace ya varios meses que Huitzilan de Serdán,
un municipio de la Sierra Norte de Puebla de mayoría indígena, sufre una
violenta campaña mediática que bien puede ser ejemplo vivo y actual de lo
dicho. En la década de los setentas y parte de la de los ochentas, Huitzilan
vivió bajo un régimen de terror impuesto por la famosa UCI (Unión Campesina
Independiente), una temible gavilla de maleantes que comenzó como un grupo que
luchaba por el reparto de la tierra acaparada por los caciques (principalmente
las familias Aco y Bonilla) y que acabó, armada y pagada por éstos, asesinando
a sus antiguos compañeros. La UCI, como ella misma recuerda cada vez que les
conviene o alguien la incita, cometió más de cien asesinatos que incluyeron a
niños, ancianos y mujeres (es testigo todo el pueblo de Huitzilan), aunque
ahora se los achacan a los antorchistas amparados por la cobertura mediática y
las influencias de sus protectores en turno. Este grupo de asesinos sin
entrañas y sin rastro de humanidad, que asesinaba en pleno día y prohibía
levantar el cadáver de la víctima (que era devorado por los perros ante el
dolor impotente de sus deudos), permaneció oculto en el más absoluto silencio
por más de cinco años, a pesar de que los huitziltecos pidieron ayuda al
gobierno de Puebla, al gobierno de la República y a la Secretaría de la Defensa
Nacional (hay constancia escrita de todo esto). Sólo el Movimiento Antorchista
Nacional se atrevió a responder a su llamado de auxilio, un gesto de audaz
solidaridad que le ha valido la vida de varios de sus mejores hombres en la
Sierra Norte poblana (uno de ellos, Ignacio Gómez Cipriano, presidente
municipal en funciones, fue asesinado por orden de Jerónimo Aco, quien estuvo
varios años en la cárcel convicto de ese cobarde crimen), el odio mortal de la
UCI y la permanente guerra de lodo de los medios que la protegen.
Gracias a su camaleonismo político, que le ha
permitido disfrazarse de todos los colores ideológicos y de los distintos
partidos, la UCI no sólo ha logrado evitar el justo castigo a sus horrendos
crímenes, sino incluso ser defendida y presentada como víctima por ONGs
“defensoras de derechos humanos” que desconocen todo de Huitzilan y de la
gavilla de asesinos que protegen, y por partidos políticos que creen poder usar
a esa gentuza para derrotar al antorchismo y comenzar su desmantelamiento en
todo el Estado de Puebla. Primero fueron los colaboradores del Centro de
Derechos Humanos Fray Francisco de Victoria los que acusaron a Antorcha de
“violaciones graves a los derechos humanos en Huitzilan de Sedán”; luego tomó
por su cuenta el ataque un ex párroco de Huitzilan, el cura José..., que se ha
puesto al frente de un grupo de incondicionales que se quejan sin ninguna
prueba de que ha sido violada su libertad de cultos. Al frente y como cerebro
local de estos quejosos, está Alonso Aco, un caballero cuyo solo apellido diría
mucho a cualquier persona medianamente enterada de los asuntos de Huitzilan y,
finalmente, se ha sumado abiertamente a la guerra de exterminio contra Antorcha
el diario poblano La Jornada de Oriente,
cuyo carácter faccioso y falta de escrúpulos profesionales ha sido
reiteradamente denunciado por los antorchistas poblanos.
Desde que Antorcha gobierna en Huitzilan, no
sólo disminuyeron hasta desaparecer los asesinatos y el terror; el municipio
entero, antes modelo de atraso, de insalubridad, de ignorancia, de carencia
total de servicios, de falta de abasto suficiente y barato que agravaba el
hambre en la población, hoy es el primero de toda la región en todos esos
factores del bienestar social, y ésta es un verdad tan evidente y conocida,
incluso por los funcionarios del gobierno poblano, que se hace materialmente
imposible exagerarlos para hacerse propaganda pero también negarlos o
disminuirlos por mucha capacidad de mentira y mala fe que se pongan en ello. Y
el progreso de Huitzilan no sólo es material; es también cultural y espiritual,
de modo tal que no hay en toda la Sierra Norte poblana otro municipio con un
índice delincuencial tan bajo, ni donde se respeten más los derechos humanos y
todos los derechos y libertades consagrados por la ley. Así lo acepta el
gobierno antorchista y así lo exige una población cada vez más educada y
demandante.
Y sin embargo, la guerra mediática de que
hablo sostiene exactamente lo contrario, de tal suerte que parece un diálogo de
sordos o que hablamos de realidades distintas, sin ninguna relación entre sí.
Nada de eso. La explicación es más sencilla: la campañita de lodo no busca
descubrir ninguna verdad ni defender a ningún inocente, sino simplemente
defenestrar a Antorcha en Huitzilan aprovechando la elección que viene. En este
contexto, cobra especial significado el último ataque de La Jornada de Oriente firmado por el reportero Martín Hernández
Alcántara. Ahí se recoge esta frase de Alonso Aco: “Por último les decimos (a
los antorchistas, aclaro yo) con todo el respeto que se merecen: cuídense
mucho, no vaya a ser que alguien (sic) de ustedes aparezca por ahí muerto o mal
herido para inculpar a otros”. Parece increíble que un periódico de circulación
legal, hecho por profesionales, dé cabida a una amenaza de muerte tan obvia y
descarnada, claramente constitutiva de delito ya sin meter en cuenta su posible
futura consumación. ¿Quién alienta o permite tan arrogante exhibición de
prepotencia e impunidad? ¿Es MORENA aliada con un cura de la “teología de la
liberación”, como sugiere la intervención del Centro de Derechos Humanos Fray
Francisco de Victoria? ¿Es la UCI azuzada por algún partido político (sin
excluir al PRI)? ¿Es la oligarquía poblana más conservadora apoyada por gente
del gobierno del estado? Quienquiera que sea, se está moviendo en un terreno
abiertamente ilegal y violando flagrantemente los derechos constitucionales del
Movimiento Antorchista Nacional, que se defenderá con todo de tan brutal como
injustificada discriminación política y social. Por este medio, demandamos al
señor Gobernador de Puebla, Dr. Rafael Moreno Valle, la rápida y decisiva
intervención de su gobierno para frenar la escalada antes de que alcance el
punto de no retorno. Después todo saldrá sobrando.