Tlacotalpan, Ver. | 04 febrero de 2016
Tribuna Libre.- El tradicional
paseo de la Virgen de La Candelaria por las aguas del río Papaloapan congregó a
una multitud de fieles, que acompañaron desde tierra el periplo de la patrona
de los tlacotalpeños.
Un torrente humano
cobijó la imagen de La Candelaria, que transitó desde su Santuario las calles
principales de la localidad hacia el muelle El Almendrito, a las orillas de un
plateado afluente de las mariposas.
Con cantos y
oraciones mezcladas, la imagen, traída desde Barcelona en 1776, fue recorriendo
lentamente las estrechas y adoquinadas callecitas de La Perla del Papaloapan,
cuyo contingente iba encabezado por jaraneros ataviados de blanco.
El sol, en lo
alto, un prolongado grito amarillo que se deshacía en lenguas de fuego, hacía
fruncir seños y humedecer pieles, pequeñas toallas se frotaban en brazos y
frente para secar el sudor del breve camino.
Con lo intenso de
la luz solar, los edificios encendieron sus colores, amarillos vibrantes,
verdes chillantes como la piel de las iguanas tiernas, haciendo resplandecer el
espacio por donde la divinidad era trasladada en brazos de los nativos.
La Virgen fue
descendida al río en medio de los almendros ribereños invernales, los
feligreses que tuvieron oportunidad abordaron pequeñas lanchas para
acompañarla. Con sombreros de ala ancha para taparse del sol, gafas oscuras y
chaleco, fueron parte de la tradición. El sol, en lo alto, seguía haciendo
resplandecer las aguas del Papaloapan.
La cabellera
dorada de la imagen flotaba en el aire al ritmo del viento y los sones que
algunos músicos le tocaban desde la orilla. A su paso, la también patrona de
los navegantes recibía saludos y vivas de sus hijos, apostados en largas filas
a las orillas.
Decenas de
embarcaciones fueron su séquito, ida y vuelta. Miles de plegarias, con fervor
se elevaron al cielo cuenqueño para agradecer un año más de vida y de parabienes.