María Elena Fisher | 29
febrero de 2016
Tribuna Libre.- Veracruz está
inmerso en la sucesión gubernamental, que para los ciudadanos significa renovar
sus esperanzas y para los candidatos constituye una lucha cruenta y sucia para
ganar el poder, que es la variable fundamental en la instancia política[i]. El poder entendido como capacidad de dominación
pareciera ser el fin de la mayoría de los candidatos y no el medio para lograr
una sociedad integrada.
En esta contienda
de suyo brusca, violenta y hasta grosera el pueblo aplaude porque el chisme de
las agresiones se difunde y vende, así que hay escasas muestras de
generosidad entre candidatos, porque los discursos políticos van dirigidos
generalmente a las vísceras (como el hígado y el corazón) y no a la razón y el
intelecto; como si ignoraran que se pueden conjugar ambas estrategias y que con
las dos se ganan votos.
En estos tiempos
electorales los candidatos construyen la agenda setting y encabezan el debate
público que influye en las preferencias electorales: el quid del asunto es
determinar con exactitud qué quiere el público elector y a qué sectores dirigir
cada discurso.
Se trata de cuidar
las formas que son fondo, decía el ideólogo Tuxpeño, aunque tampoco
hay una exigencia de que se conviertan en Lores los Comunes, sino de que
los aspirantes proyecten también la imagen pública que un futuro gobernador
debe construir desde su campaña.
Además, la campaña
sirve para que el ciudadano los conozca un poco y pueda tomar la mejor
decisión, pues no podríamos elegir a un saqueador porque su actitud perniciosa
se multiplicaría a la ene potencia en todos los tramos de la administración;
tampoco a un acomplejado que destila frustraciones y toma decisiones
enfermizas; o a un bueno para nada, un pelele, un soberbio o alguien sin
llenadera, o… Así que un tema importante para el ciudadano será elegir,
seleccionar al candidato para este bienio, porque de su voto dependerá que se
reparen los cimientos de Veracruz, o nos sigamos quejando sin actuar.
Estamos de acuerdo
en que la creciente inseguridad y el saqueo han dejado en la pobreza espiritual
y material a los veracruzanos, pero no se ha escuchado a Héctor, ni a Miguel ni
a Cuitláhuac, los auténticos candidatos (los otros son de chocolate) hacer
propuestas claras y concretas sobre cómo van a abordar y avanzar en la solución
de los pendientes en salud, educación, desempleo, drogadicción, migración,
producción agrícola, en las pensiones del estado, o la enorme deuda que
heredaremos y que se podría reducir con la estricta aplicación de la ley.
Será necesario
entonces revertir, desandar los caminos de la docena de impunidad (despotismo y
arbitrariedad) y acaso desde el alemanismo, donde inició la adoración a Hidalgo
–que rima con algo– para encontrar pronto las vías del desarrollo social y
material. Los candidatos no pueden perder el tiempo en infiernitos, y ¡aguas!
con las promesas irrealizables, frivolidades y broncas inútiles, porque el
tercero podría llegar a primero si la sociedad emite un voto de castigo como
respuesta al hastío que producen las estrategias agresivas y sin ofertas
políticas viables.
Por supuesto que a
una campaña insípida hay que ponerle sabor al caldo, pero tanto sabor indigesta
y harta, lo que haría voltear al electorado en otra dirección, cansados y
decepcionados como están los ciudadanos de sus políticos.
Circula un
comunicado de prensa de Miguel Yunes en el que anuncia que atenderá y resolverá
el tema de las pensiones del IPE. De eso se trata, de intentar soluciones y
encontrar la mejor forma de resolver en lo local este problema mundial, que
aquí se ha recrudecido, acaso por malos manejos.
Los candidatos
deben convencer para ganar votos, para eso son las campañas, pero también los
ganarán al perfilar su mini gobierno con propuestas y la aportación intelectual
de sus militantes.
Pero volviendo al
principio, esta mini gubernatura necesita constituirse en parteaguas, en el
antes y después, en el alfa y omega, en el día soleado después de la larga y
tormentosa noche que hemos vivido; es necesario que el futuro gobernador
tenga altas expectativas y no sólo la de alcanzar el poder por el poder mismo.
Veracruz necesita un líder después de tanta frivolidad, despotismo y desdén; una
persona firme, sensata, que no prometa imposibles y que su meta sea la
reconstrucción de Veracruz.
¿Utopía? ¿Realismo
cuasi mágico? ¿Posibilidad? ¿Responsabilidad social?
Dependerá de los
candidatos, de su ética, de su formación política, compromiso, visión de
futuro, del respeto que tengan de sí mismos y hacia los ciudadanos, y del
respeto que obtengan de los ciudadanos como efecto boomerang.
Este
bienio será difícil: pocos meses y mucho trabajo de rescate; más grilla
que política; infinidad de intereses personales y escasa
solidaridad social, grandes expectativas para tan poco tiempo.
[i] Para Kaplan el poder “es la capacidad de acción fundada en la violencia
virtual, desencadenable en cualquier momento, que tienen algunos seres para
coaccionar, influir y dirigir a otros, a fin de tomar e imponer decisiones
sobre las personas y las cosas”.