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febrero 28, 2016

María Elena Fisher | 29 febrero de 2016
Tribuna Libre.- Veracruz está inmerso en la sucesión gubernamental, que para los ciudadanos significa renovar sus esperanzas y para los candidatos constituye una lucha cruenta y sucia para ganar el poder, que es la variable fundamental en la instancia política[i]. El poder entendido como capacidad de dominación pareciera ser el fin de la mayoría de los candidatos y no el medio para lograr una sociedad integrada.  

En esta contienda de suyo brusca, violenta y hasta grosera el pueblo aplaude porque el chisme de las  agresiones se difunde y vende, así que hay escasas muestras de generosidad entre candidatos, porque los discursos políticos van dirigidos generalmente a las vísceras (como el hígado y el corazón) y no a la razón y el intelecto; como si ignoraran que se pueden conjugar ambas estrategias y que con las dos se ganan votos. 

En estos tiempos electorales los candidatos construyen la agenda setting y encabezan el debate público que influye en las preferencias electorales: el quid del asunto es determinar con exactitud qué quiere el público elector y a qué sectores dirigir cada discurso.

Se trata de cuidar las formas que son fondo, decía el ideólogo Tuxpeño,  aunque  tampoco hay una  exigencia de que se conviertan en Lores los Comunes, sino de que los aspirantes proyecten también la imagen pública que un futuro gobernador debe construir desde su campaña.

Además, la campaña sirve para que el ciudadano los conozca un poco y pueda tomar la mejor decisión, pues no podríamos elegir a un saqueador porque su actitud perniciosa se multiplicaría a la ene potencia en todos los tramos de la administración; tampoco a un acomplejado que destila frustraciones y toma decisiones enfermizas; o a un bueno para nada, un pelele, un soberbio o alguien sin llenadera, o… Así que un tema importante para el ciudadano será elegir, seleccionar al candidato para este bienio, porque de su voto dependerá que se reparen los cimientos de Veracruz, o nos sigamos quejando sin actuar.

Estamos de acuerdo en que la creciente inseguridad y el saqueo han dejado en la pobreza espiritual y material a los veracruzanos, pero no se ha escuchado a Héctor, ni a Miguel ni a Cuitláhuac, los auténticos candidatos (los otros son de chocolate) hacer propuestas claras y concretas sobre cómo van a abordar y avanzar en la solución de los pendientes en salud, educación, desempleo, drogadicción, migración, producción agrícola, en las pensiones del estado, o la enorme  deuda que heredaremos  y que se podría reducir con la estricta aplicación de la ley.

Será necesario entonces revertir, desandar los caminos de la docena de impunidad (despotismo y arbitrariedad) y acaso desde el alemanismo, donde inició la adoración a Hidalgo –que rima con algo– para encontrar pronto las vías del desarrollo social y material. Los candidatos no pueden perder el tiempo en infiernitos, y ¡aguas! con las promesas irrealizables, frivolidades y broncas inútiles, porque el tercero podría llegar a primero si la sociedad emite un voto de castigo como respuesta al hastío que producen las estrategias agresivas y sin ofertas políticas viables.

Por supuesto que a una campaña insípida hay que ponerle sabor al caldo, pero tanto sabor indigesta y harta, lo que haría voltear al electorado en otra dirección, cansados y decepcionados como están los ciudadanos de sus políticos.

Circula un comunicado de prensa de Miguel Yunes en el que anuncia que atenderá y resolverá el tema de las pensiones del IPE. De eso se trata, de intentar soluciones y encontrar la mejor forma de resolver en lo local este problema mundial, que aquí se ha recrudecido, acaso por malos manejos.

Los candidatos deben convencer para ganar votos, para eso son las campañas, pero también los ganarán al perfilar su mini gobierno con propuestas y la aportación intelectual de sus militantes.

Pero volviendo al principio, esta mini gubernatura necesita constituirse en parteaguas, en el antes y después, en el alfa y omega, en el día soleado después de la larga y tormentosa noche que hemos vivido;  es necesario que el futuro gobernador tenga altas expectativas y no sólo la de alcanzar el poder por el poder mismo. Veracruz necesita un líder después de tanta frivolidad, despotismo y desdén; una persona firme, sensata, que no prometa imposibles y que su meta sea la reconstrucción de Veracruz.

¿Utopía? ¿Realismo cuasi mágico? ¿Posibilidad? ¿Responsabilidad social?

Dependerá de los candidatos, de su ética, de su formación política, compromiso, visión de futuro, del respeto que tengan de sí mismos y hacia los ciudadanos, y del respeto que obtengan de los ciudadanos como efecto boomerang.

Este bienio será difícil: pocos meses y mucho trabajo de rescate; más  grilla que política; infinidad de intereses personales y escasa solidaridad social, grandes expectativas para tan poco tiempo. 


[i] Para Kaplan el poder “es la capacidad de acción fundada en la violencia virtual, desencadenable en cualquier momento, que tienen algunos seres para coaccionar, influir y dirigir a otros, a fin de tomar e imponer decisiones sobre las personas y las cosas”.

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