José Miguel Cobián | 29
abril de 2016
Tribuna Libre.- De repente, se me ocurrió preguntar en mi muro de Facebook, que tema
sería el adecuado para escribir esta semana.
La variedad de temas implica también la variedad de preocupaciones de
los amigos que se tomaron la molestia de realizar las sugerencias. Algunas de ellas fueron:
La enorme pérdida económica que está generando la violencia en
Acapulco, violencia que aparentemente a nadie le importa resolver. La ocupación hotelera está llegando a mínimos
históricos, y eso en un puerto dónde el turismo representa la mayor actividad
económica raya en tragedia, como si fuera una zona de desastre. La intención no
es sólo mencionar lo que allí pasa, sino extrapolarlo a nivel nacional, y
analizar los costos de la guerra de Calderón, hoy guerra de Peña, que no se
gana, que no termina, y que sólo causa desastres como la enorme cantidad de
víctimas que algunos centros de investigación y derechos humanos calculan en
más de doscientos mil muertos, un sinnúmero de desaparecidos, a pesar de que
llevamos registrados oficialmente alrededor de 27,000. Sin contar con los heridos, los dañados de
manera permanente, los daños psicológicos de una gran parte de la población, y
también los daños materiales en estados dónde ya no es posible realizar
normalmente la actividad económica. Es
tan grave, que si un enemigo de México hubiera intentado hacer el mayor daño
posible al país, ésta hubiera sido la mejor solución. Hoy todavía sigo pensando que mejor
estábamos con Fox, y con sus índices de criminalidad.
Esos desaparecidos, no se consideran muertos, porque como ya hemos
visto, México es un gran territorio lleno de fosas clandestinas, dónde se
quemaron y trituraron los restos de esos desaparecidos, tanto los que están
registrados, como los cientos de miles que no están registrados en ningún
documento gubernamental. O quizá también en todos esos tanques con sosa
cáustica que permitieron deshacer cientos o miles de cadáveres, que tampoco se
consideran muertos, sino simplemente desaparecidos, sin que nadie investigue su
paradero o denuncie su desaparición.
México están tan aletargado que esos cientos de miles de muertos y esas
decenas de miles de desaparecidos, a nadie importan. Nadie protesta (o muy
pocos), y no vemos activistas ni –sobre todo- a la ciudadanía en general
exigiendo una solución pronta y expedita a este problema. (Servidos Rocío y Raúl)
Don Hassan pide que se comente el hecho de que ahora hay mucha
encueratriz en las redes sociales. Todo mundo se toma fotos provocativas, y en
particular las modelos, artistas y cantantes buscan atraer más seguidores con
fotos más y más atrevidas. Claro que
esto no es nada más un deseo exhibicionista.
He investigado y me he enterado de que los patrocinadores miden la
popularidad de aquéllas que habrán de representar su marca, por el número de
seguidores que tengan en Instagram o en alguna otra red social. Lo cual implica
que para esas chicas (las no amateurs) mientras más seguidores tengan, más
dinero ganan en sus campañas de publicidad.
Las otras, las amateurs, piensan que mientras más enseñen, más fácil
será encontrar pareja. Ahora la foto del escote o de la pompa implica en
realidad lo que un anuncio en otras épocas.
Es como decir, ¨estoy disponible y mira que bien estoy¨.
Felicidades a la ciudad de Córdoba por su cumpleaños. La villa nació
en 26 de abril de 1618, y en dos años cumplirá 400 años de fundada. Razón por
la cual diversos grupos de ciudadanos están comenzando a planear lo que puede
ser una gran fiesta, o un fiasco de conmemoración. Sin embargo es obligación de
los ciudadanos celebrar a su ciudad, no del gobierno municipal, que sólo debe
coadyuvar.
Aída me pide que comente sobre el escaso compromiso de las altas
esferas empresariales de cada pueblo y municipio del país para lograr gobiernos
socialmente responsables. A lo que yo le contesto que debemos incluir en esa
falta de compromiso al resto de la población pues no podemos pensar que la
responsabilidad es siempre del ¨otro¨.
La vigilancia de la acción gubernamental es responsabilidad de todos, y
si nadie quiere vigilarla el resultado son los gobiernos municipales, estatales
y federales que tenemos en nuestro país.
Cada mandatario, alcalde, gobernador o presidente de la República se
siente propietario durante su período de mandato de la ciudad, estado o país, y
de los recursos que se manejen en su administración. Y eso se debe a que nadie
vigila, y mucho menos les hace sentir que esos recursos son del pueblo, por el
pueblo y para el pueblo. Nadie le dice al funcionario el monto máximo de nómina
que puede pagar, nadie vigila los gastos corrientes, mucho menos los presupuestos
de obra pública (que todos conocemos que se elevan como por arte de magia
cuando de gobiernos se trata), y tampoco hay quien le diga al gobernante en que
debe de gastar. En resumen, no hay
ciudadanos, ni entre los empresarios ni entre el resto de la población. Hay
cómplices por acción y cómplices por omisión. Nada más.
Don Francisco me pide que comente que las reservas ecológicas no
tienen la mínima reserva para proteger a los animales que las habitan, dado que
se han convertido en territorios de caza, sin que haya consecuencias. Sólo me
resta afirmar que México es un país de leyes sin ley. Sin autoridad que vigile
la vigencia de las leyes, o con autoridad que mediante módica mordida permite
la violación de las leyes. Debo aclarar
que todas las autoridades son mexicanos por nacimiento y aunque se roten o
cambien de puesto, seguirán actuando igual, pues hay una cultura de ilegalidad
y corrupción en todos los niveles de la sociedad.
De repente me quedo sin espacio, y me falta comentar los Panamá Papers
y su nula investigación en México. De los verificentros que huelen tanto a
podrido, por lo pocos que son, y por el único concesionario. De un libramiento
ferroviario que se prometió y presupuestó hace más de 20 años en Córdoba, y de
cuántas obras estarán igual a lo largo y ancho del país. De los que dejan de ser independientes para
convertirse en diputados plurinominales de los partidos que unos días antes
criticaban y señalaban como indecentes. De la mal llamada fiesta de toros que
debería ser llamada la fiesta de la sangre, y que debería de existir la opción
de que el toro entre entero para poder apostar al toro, en una lucha más
igualitaria. Y también del avance de Donald Trump, al representar una corriente
de pensamiento en Estados Unidos que si bien no es mayoritaria, si tiene muchos
adeptos, con la ventaja de que enfrente tiene a un evangelista fundamentalista
al que incluso los republicanos le temen, por lo radical en sus posturas.
En fin, se nota que la diversidad de temas que interesan es muy grande
y como siempre el espacio y la capacidad de análisis son muy cortos.