Coraje en tres actos
Jorge Arturo Rodríguez | 15
abril de 2016
Tribuna Libre.- Vamos de mal en
peor; más malas que buenas, pa’ donde quiera que voltee a ver, ahí está la
maldición, en nuestras narices, enfrentito y duele, cala que no haya visos de
mejoría. México inundado de coraje y, al mismo tiempo, de desesperanza, en el
hartazgo, pero muchos aún en la indiferencia.
En agosto de 2014
apareció el libro Ni vivos ni muertos. La desaparición forzada en
México como estrategia de terror, del periodista Federico Mastrogiovanni,
quien en entrevista señaló que no existen cifras absolutas respecto al número
de víctimas de desaparición forzada en el país pero se cuentan por decenas de
miles, y advirtió de una tendencia por parte del Estado a invisibilizar el
problema, criminalizar a las víctimas y crear un juego de números donde se pierde
la dimensión del problema.
Sostuvo que “las
organizaciones civiles hablan de más de 27 mil, Gobernación de 8 mil, lo que es
muy triste si se considera que no son números, se trata de personas, familias,
todas historias extremadamente trágicas y dolorosas”. Agregó que la única
forma de poner un alto al problema es a través de la participación y el diálogo
entre instituciones y sociedad, “el único actor que puede resolver este
problema es el Estado junto con la sociedad civil, pero es fundamental que los
ciudadanos se enteren de lo que está pasando y exijan justicia”. Entendido,
¿qué hacemos, Quimosabi?
En Purgatorio,
novela de Tomás Eloy Martínez sobre los desaparecidos durante la dictadura
militar argentina, se lee: “En una entrevista con corresponsales japoneses, la
Anguila tuvo que dar una respuesta sobre la epidemia de desapariciones.
‘Primero habría que averiguar si lo que ustedes dicen que existió estuvo donde
ustedes dicen que estuvo. La realidad puede ser muy engañosa. Mucha gente se
desespera por hacerse notar y desaparece sólo para que no la olviden’. Emilia
lo vio en la televisión subrayando las sílabas mientras movía hacia arriba y
abajo la calavera brillosa de su cabeza: Un desaparecido es una incógnita, no
tiene entidad, no está ni vivo ni muerto, no está. Es un desaparecido. Y al
decir no está alzaba los ojos al cielo. No se repita más esa palabra,
siguió, no tiene asidero. Está prohibido publicarla. Que desaparezca y se
olvide”. (Nexos/noviembre 2015). ¿Así de simple? ¿Cuánto nos costará el
chistecito?
Pero no pasa nada.
En el cuento “Pendones”, de Rosa María Alcalá Esqueda, leo: “¡Qué
extraños pendones adornan la ciudad! desde mi ventana los contemplo, sin
dilucidar su contenido. ¡Qué raro! ayer no había. Hoy la ciudad luce desierta.
¿Qué día es? estoy atolondrado, sin saber qué día es, ni a cuál santo
encomendarme. Tengo modorra, quizá duerma otro rato. Prendo la TV, esa maña que
tengo de salir «bien informado». Nada nuevo. Lo de todos los días. Estamos tan
acostumbrados… Los cárteles mataron y colgaron a 35 hombres en avenida central,
para que sepamos que van en serio. Bueno, ahora sé que no son pendones. Estando
todo en orden, ¡a descansar!”
México
desaparecido.
De cinismo y
anexas
Pilón: “…hay otros
temas que seguramente pronto van a ser crisis como el del agua, la basura y la
pérdida de zonas verdes, por eso tenemos que estar preparados para lidiar en el
corto plazo con una región ambientalmente colapsada y en severo riesgo de
que los problemas sean inmanejables”, alertó el maestro Javier Riojas
Rodríguez, de la Universidad Iberoamericana Ciudad de México. (sinembargo.mx).
Sigan pensando su voto. Ni a quien irle