Para los gobernantes, los ciudadanos que reclaman sus derechos elementales son sólo molestos pedigüeños
Aquiles Córdova Morán | 08 julio
de 2016
Tribuna Libre.- Desde que tomó
posesión como nuevo gobernador del estado de Morelos, los antorchistas se
acercaron a las oficinas del Lic. Graco Ramírez para presentar un pliego de
demandas elementales, todas ellas legítimas y de la absoluta responsabilidad
legal de ese nivel de gobierno si nos atenemos a la Constitución General de la
República. Sólo a manera de breve información para los posibles lectores,
enumeraré las más destacadas y urgentes, insistentemente reiteradas y, desde
luego, no atendidas ni menos resueltas hasta la fecha.
1.- Reconocimiento
oficial para una escuela de nivel medio superior que ha cubierto ya todos los
requisitos exigidos por la normatividad correspondiente, a pesar de lo cual
lleva varios años laborando sin su correspondiente regularización.
2.- Terrenos para
vivienda de 400 familias sin techo. Esta demanda cumple ya tres años de
antigüedad y, a pesar de que el año pasado el Secretario General de Gobierno
firmó el compromiso de resolverla, sigue esperando solución.
3.- Dotación de un
albergue estudiantil en la ciudad de Cuernavaca para jóvenes hijos de familias
pobres del interior del estado que desean continuar sus estudios en la capital.
4.- 70 proyectos
productivos para núcleos campesinos urgidos de un ingreso seguro para el
sustento de sus familias. La documentación exigida en estos casos fue entregada
en tiempo y forma. Con propósito semejante se solicita fertilizante para apoyar
la producción de 2 mil pequeños productores.
5.- La perforación
de dos pozos para dotar de agua a las comunidades de Achichipico y de San
Marcos, pertenecientes a los municipios de Yecapixtla y de Totolapan
respectivamente.
6.- Tres puentes
vehiculares para poblaciones aisladas y 15 obras de electrificación para otras
tantas comunidades que han carecido desde siempre de este servicio.
Hasta aquí la
reseña de las demandas.
Como ocurre
siempre, tampoco en Morelos se ha hecho esperar la acostumbrada campaña
mediática que, lejos de informar con exactitud y veracidad la problemática
planteada y los verdaderos motivos de la protesta pública de los antorchistas,
se ha lanzado con todo entusiasmo (muy seguramente alentada y recompensada por
el propio Gobierno) a tratar de generar rechazo, condena e incluso odio abierto
en contra suya y de su lucha legítima exagerando hasta la caricatura los
“trastornos y el caos vial” que provocan sus marchas y mítines, presentando a
sus líderes como impostores, chantajistas y vivales que medran con las
necesidades de la gente, y a la propia masa que reclama lo suyo como
“borregos”, “flojos” y molestos e importunos pedigüeños que, en vez de ponerse
a trabajar, todo lo esperan de “papá gobierno”. Para intentar de desintoxicar,
aunque sea en pequeña medida, a la opinión pública, queremos añadir a lo ya
dicho las precisiones siguientes.
1ª) Todas las demandas
aquí enumeradas (y otras que omitimos por razón de espacio) han sido
reconocidas como legales, legítimas y justas por el gobierno morelense, y una
prueba contundente de esto es que, en las pocas ocasiones en que hemos podido
dialogar con los funcionarios respectivos, nunca nos han dicho que estemos
pidiendo algo fuera de la ley o ajeno a sus competencias. 2ª) Desde el primer
día del actual gobierno hemos procurado, hasta el límite de lo que aconsejan la
mesura y la prudencia y de lo que la propia naturaleza de las demandas admite,
evitar las manifestaciones públicas masivas, sabedores de las molestias y
trastornos que ocasionan al público. En su lugar, hemos ensayado todos los
recursos gestionarios, tocando todas las puertas, soportado todo tipo de esperas,
humillaciones, engaños y burlas que han tenido a bien recetarnos los señores
del gobierno. Por tanto, si finalmente hemos tenido que salir a la calle a
gritar nuestro descontento, ello se debe a que el gobierno “izquierdista” de
Graco Ramírez no nos ha dejado otra opción. Tenemos que reiterar en voz alta,
para que lo escuchen todos los ciudadanos morelenses y los medios de
comunicación que aún conserven el respeto debido a su profesión, que resguardar
y respetar los “derechos de terceros”, por ejemplo, el derecho al libre
tránsito, no es responsabilidad solo de quienes protestan, sino también, y de
manera irrenunciable, del gobierno y todos sus funcionarios, los cuales pueden
evitar los trastornos viales y de todo tipo por el sencillo expediente de atender
y resolver las demandas legítimas de sus gobernados. Si no lo hacen, como
ocurre en este caso, son ellos los únicos responsables de las molestias que
sufren los ciudadanos.
Como resultado de
nuestro penoso esfuerzo, primero de oficina en oficina y luego saliendo a la
calle a correr todo tipo de riesgos, penurias y ataques mediáticos, por fin, el
lunes 4 de julio logramos hablar con el Sr. Gobernador y varios de sus
Secretarios. Parecía que, ahora sí, nuestras justas demandas serían escuchadas
y resueltas, pero una vez más nos llevamos un chasco. El Gobernador ofreció
alguna alternativa para regularizar el plantel mencionado antes, misma que
nosotros aceptamos; prometió revisar la disponibilidad de terrenos urbanos para
dotar a las 400 familias sin vivienda; prometió que la próxima semana se
entregaría fertilizante a 2,050 productores y que empujaría los proyectos
productivos, además de cubrir las indemnizaciones a muchos campesinos
damnificados que esperan desde hace un año, y rechazó tajantemente la petición
de un albergue para estudiantes de bajos recursos. Llegados a este punto, el
señor se levantó de la mesa alegando otros compromisos, se retiró sin precisar
quién continuaría la reunión en su lugar y sin siquiera comprometer una minuta
con los supuestos acuerdos alcanzados. Así, el Gobernador salió por una puerta
y sus Secretarios por otra, dejándonos a los antorchistas con la casi seguridad
de que fuimos víctimas de una tomadura de pelo más.
Para concluir, no
creemos ocioso aclarar a los morelenses y a todo el país que los Antorchistas,
vimos el arribo al poder de un “hombre de izquierda” con cierta esperanza de un
cambio favorable hacia los más necesitados. Pensamos que, si bien no era
sensato esperar un milagro que cambiara todo de raíz de un día para otro, sí
encontraríamos al menos, en este “revolucionario” como él mismo se define, un
mejor trato y una mayor comprensión y buena voluntad hacia nuestros
sufrimientos y carencias seculares. Confiados en eso, nos acercamos al nuevo
gobierno con respeto, con mesura y procurando ser todo lo racionales,
explicativos y comprensivos que pudiéramos, para merecer un trato recíproco de
la parte oficial. Los hechos se han encargado de sacarnos del error: Graco
Ramírez y sus funcionarios nos han tratado peor que todos los gobiernos
anteriores con quienes hemos tenido necesidad de tratar. Esos mismos hechos nos
están gritando que estábamos y estamos en lo cierto cuando hemos dicho que los
partidos políticos solo se diferencian entre sí por el color de su emblema y de
su propaganda, pero que, ya en el poder, actúan todos exactamente de la misma
manera, que todos aplican la ley del embudo: la parte ancha para ellos y sus
padrinos de las clases altas y, el tubo, la parte estrecha, para el pueblo que
con su voto los encumbró en el poder desde donde ahora lo ofenden y zahieren.
Queda probado, además, que Antorcha tiene razón cuando afirma que lo que el
país necesita no es un cambio de partido sino de clase en el poder y cuando
llama al pueblo a entender esto y a organizarse en sus filas para alcanzar esa
meta. Y no solo para eso, sino también para hacerse oír y reclamar con éxito
las justas demandas de sus afiliados ahora mismo, tal como lo está mostrando el
Napoleoncito que gobierna en Morelos. Aquí, como en muchos otros lugares,
Antorcha está siendo obligada a mostrar toda su fuerza y solidaridad con los
humillados y ofendidos de nuestro país. Y lo haremos puntualmente. Por lo
pronto, 20 mil antorchistas desfilarán por las calles de Cuernavaca el 25 de
julio, y el “caos” que eso provoque, correrá por cuenta del gobernador Graco
Ramírez. Que conste.