José Miguel Cobián | 27 agosto de 2016
Tribuna Libre.- La influencia de las series americanas se
hace sentir, sobre todo en la juventud mexicana. Ellos piensan que los
mexicanos somos importantes para alguna autoridad. Fuera del SAT, no tengo la mínima referencia
de que le interesemos a nadie más. Y por
ello, vivimos casi de milagro en este país, gracias al concepto de cardumen:
¨Somos tantos que esperamos que lo malo le pase a otro¨.
Paso a explicarme, y le voy a poner un
ejemplo y otro y otro, hasta acabar el espacio. Comencemos con la seguridad en
los transportes públicos. Cualquier persona que use un transporte urbano o un
autobús para trasladarse de una ciudad a otra, habrá vivido la experiencia de
choferes que no tienen la mínima idea de cómo se debe de manejar con
precaución, personas que llegan a ese trabajo por necesidad pero sin ninguna
capacitación. Esos mismos choferes que son responsables de muchísimos
accidentes al año, recibieron su licencia de manejo sin la mínima evaluación
por parte de nadie. Si a eso le añade la
nula supervisión de los vehículos de transporte público, sabrá que es normal
que haya graves accidentes, ya que las condiciones físicas y mecánicas de los
autobuses en algunos casos son equivalentes a chatarra ambulante.
Lo mismo sucede con los vehículos de
transporte de carga. Es sabido en todo México que muchos de los choferes se
drogan para aguantar las largas y tediosas jornadas de trabajo. Esos mismos
choferes son los que manejan trailers de doble remolque, esos que tantos
accidentes han causado, y que están prohibidos en todos los países
civilizados. En México no están
prohibidos porque ni somos un país civilizado y también porque muchos políticos
son también transportistas y a ellos les conviene ahorrar el salario de un
chofer, y la compra de otro tracto camión para mover ese segundo remolque. Así,
las influencias, el dinero y la necesidad son más importantes que las vidas de
los mexicanos en las carreteras y ciudades.
¿Y que decir de los automovilistas? Cuántos
reciben cada año la licencia de manejo sin conocer un mínimo tanto de
reglamento de tránsito como de manejo defensivo. Esa irresponsabilidad de las autoridades
también genera accidentes, heridos, seres humanos dañados de por vida, y
también muertes.
Aprovechando que estamos en el tema de los
vehículos automotores. Otra situación
que indigna es la falta de reglamentos que exijan un mínimo de seguridad en los
automóviles que se venden en México. Una
vez más hago referencia a países civilizados, en los cuáles se obliga a las
armadoras a que los autos tengan un mínimo de medidas de protección y
seguridad, por ejemplo, frenos ABS, cinturones de seguridad de tres puntos
tanto para pasajeros delanteros como traseros, bolsas de aire, asistente de frenado,
control de estabilidad y algunas otras ayudas electrónicas. Lamentablemente en México se comercializan
vehículos que en otros países están prohibidos, por su falta de medidas de
seguridad. Uno de ellos es el Tsuru, que
ya va a desaparecer del mercado, pero que se utiliza como taxi en todo el país,
exponiendo la vida de conductores y pasajeros, tan sólo porque las armadoras
han logrado acuerdos con el gobierno de México para no encarecer sus vehículos
con medidas de seguridad, sin importar si los mexicanos que adquieran y usen
esos autos corran graves riesgos.
Si a estas alturas no está usted convencido
de que un mexicano no le importa a nadie, salvo amigos y familia, siga leyendo
y seguirá el mal sabor de boca.
Usted piensa que los alimentos que come,
tienen un mínimo de supervisión por parte de la secretaría de salud. La
realidad es muy diferente, la SSA no tiene capacidad humana, ni laboratorios y
en última instancia, ni el interés en vigilar la calidad sanitaria de los
alimentos de consumo humano o animal.
Así que recordando a un buen amigo ya fallecido, le diré que cuando
usted mira su queso de hebra, no sabe que cosa lo está mirando desde el queso
de hebra. Así, los mexicanos
sobrevivimos a alimentos de mala calidad, contaminados e incluso en mal estado,
sin ninguna posibilidad de saber si algo nos hará daño en el corto o largo
plazo.
Hace poco se midió la concentración de plomo
en la ciudad de Xalapa, y estaba por encima de los niveles permitidos y
considerados sin riesgos para la población, pero tampoco eran niveles demasiado
riesgosos… Pero… nadie hace nada por combatir la contaminación de ese metal
pesado, no sólo en Xalapa sino en todas las ciudades grandes, en particular la
cdmx. Es sabido que no todos los humanos
resistimos la acumulación a largo plazo de plomo y otros metales venenosos, así
que muchas de las enfermedades crónicas y mortales se deben a la contaminación,
no sólo del medio ambiente, sino también del agua que diariamente bebemos. Y seguro ya adivinó, a nadie le importa ni
ninguna autoridad hace nada por remediarlo.
No sólo no importamos a nadie los mexicanos
actuales sino que los mexicanos del futuro son todavía despreciados con mayor
énfasis. La total falta de cuidado del
medio ambiente, y el tremendo nivel de ignorancia a nivel nacional provocan que
a las siguientes generaciones les heredemos un medio ambiente cada vez más
degradado. Las consecuencias serán
graves, muy graves, y para muestra un botón: El Pico de Orizaba ha perdido la
mayoría de sus glaciares y el Jamapa está a un 50% de su nivel normal. Es decir, todas las cuencas que se alimentan
del Pico de Orizaba van a sufrir por faltante de agua en el futuro, y eso, …..
¡ Sí ¡ ¡ Adivinó ¡ A nadie le importa. Ni la pérdida de bosques, ni la biodiversidad
perdida, ni la terrible contaminación de aguas y ríos por parte de la mayoría
de los municipios del país. Y no importa
porque en nuestra ignorancia, a los pobladores (no me atrevo a llamarlos
ciudadanos) no nos interesa y por ende, no genera votos una acción a favor del
medio ambiente.
Si el mexicano importara, tendría educación
pública de calidad. Tendría servicios médicos de calidad, y no tanto faltante
de medicinas y equipo, que a su vez provoca muertes innecesarias, pero muy
reales. Tendríamos en general un nivel
de vida de calidad, con policías que nos cuiden en lugar de coludirse con la
delincuencia (o ser ellos mismos los peores delincuentes). Tendríamos una
procuración y administración de la justicia pronta y expedita. Tendríamos incluso un mejor nivel económico,
pues la corrupción e impunidad nos cuesta a todos, no sólo en lo que pagamos,
sino en las oportunidades que México pierde como país para generar empleo
gracias a una inversión extranjera y nacional que no llega a nuestro país,
porque no hay confianza en su futuro, ni en las autoridades, ni certeza
jurídica. Por todo esto, y por mucho más que ya no alcanza el espacio para
mencionar, reitero mi afirmación de que el mexicano no le importa a las
autoridades mexicanas, pero tampoco le importa al mexicano, pues permitimos
todos, que esto pase.