Ciudad de México. | 24 diciembre de
2016
Tribuna Libre.- El exgobernador de Veracruz,
Javier Duarte, se esconde desde noviembre en Centroamérica. Errante, como
profesional del escapismo, salta de un país a otro usando pasaportes falsos
para tratar de eludir su captura, mientras se hospeda lo mismo en casas
rentadas que en hoteles de cinco estrellas.
Agencias de seguridad
mexicanas confirmaron a El Financiero que durante su fuga el expriista ha
estado, al menos, en las capitales de Guatemala y Costa Rica, en donde fue
detectado tan recientemente como la semana pasada en las cercanías de una zona
de lujo de San José, ciudad en donde su extesorero –Vicente Benítez– posee
varias propiedades.
Fuentes de inteligencia de
alto nivel detallaron a este diario que “toda la información disponible” apunta
a que Duarte viajó primero a la ciudad de Guatemala, a principios de noviembre,
cuando ya había sido expulsado del PRI y se le perseguía para responder por el
desvío millonario de recursos en Veracruz.
Desde entonces y hasta hace
unos días, ha vivido a salto de mata, escabulléndose de manera continua,
asistido por la suerte, sus recursos millonarios, filtraciones de información o
una mezcla de las tres.
En su huida, el expriista no
ha sido un blanco fácil. En Guatemala, por ejemplo, brincó a lo largo de
noviembre por distintos puntos de la capital, hasta llegar a una residencia
rentada en la calle Cero B, en la colonia El Maestro, en la clasemediera zona
15, cerca del centro comercial Oakland. Cometió un error: una comunicación suya
a México fue interceptada.
Pero para llegar a ese punto
y volver a saber de la existencia de Duarte fueron necesarias varias semanas de
silencio total, tiempo durante el que el exgobernador de Veracruz, en efecto,
desapareció. Las agencias de seguridad perdieron su rastro a mediados de
octubre, poco antes de que fuera expulsado del PRI y de que un juez girara una
orden de aprehensión en su contra por el desvío de recursos públicos.
No fue sino hasta hace unos
días, a finales de noviembre, que el monitoreo que se mantiene de manera
permanente sobre su familia permitió detectar que se había comunicado desde el
oriente de la capital guatemalteca. Fue una reaparición breve. Antes de que
pudiera ser organizado cualquier operativo, ya estaba en otro punto de la
ciudad.
Para una de las escalas de
su exilio, Duarte eligió algo muy diferente del fausto al que estaba
acostumbrado. Aunque dista de ser una barriada y tiene una caseta de seguridad
a la entrada –un lujo del que no goza la mayoría de los habitantes de
Guatemala–, la colonia El Maestro es un enclave insípido en el que lo poco
destacable de sus casas es la afición a los muros altos y videocámaras de
seguridad. Su principal ventaja, según dicen sus guardias, es la discreción.
“Quien no quiera ser visto
aquí entra con marbete (tarjetón) sin que nadie sepa”, dijo un oficial a la
entrada del complejo habitacional, en el que ingresan y parten de forma
continua camionetas con vidrios polarizados. “Ni nosotros sabemos quiénes son los
que rentan las casas”.
De acuerdo con los
funcionarios de inteligencia consultados –que pidieron el anonimato por no
estar autorizados a hablar del tema– Duarte ha entrado y salido del radar
oficial con inusitada velocidad a lo largo de las ocho semanas y pico que ha
durado su huida. No sólo cambia de comunicaciones constantemente, sino que ha
usado diferentes identidades y pasa poco tiempo en un mismo sitio.
Los laxos controles
migratorios de Centroamérica, en donde prácti-camente se pasa de un país a otro
sin problemas, han jugado a su favor: apenas la semana pasada había brincado
otra frontera, pese a que la Interpol giró una ficha roja y se le busca en más
de 180 países. Que su rostro sea uno de los más reconocibles –más en una región
en donde la televisión mexicana es muy vista– tampoco ha obrado en su contra.
Pero lo que eventualmente
puede pesarle son los hábitos. Otra comunicación suya fue interceptada a
finales de la semana pasada en Costa Rica. En esta ocasión y tras ocho semanas
de evasión, Duarte recaló en un sitio más afín a sus viejas costumbres. Fue
detectado brevemente en el hotel Real Intercontinental, uno de 5 estrellas con
seis restaurantes, dos bares, dos albercas y spa, muy cerca de las tiendas más
lujosas de San José.
Coincidencia o no, Duarte ha
tenido vínculos con este país. A media-dos de este año, medios locales
revelaron que su extesorero, Vicente Benítez, posee propiedades por hasta 25
millones de pesos en distintos puntos de territorio costarricense.
Consultados al respecto, los
gobiernos tanto de Guatemala como de Costa Rica declinaron ofrecer comentarios
respecto a la posible presencia de Duarte en ambos países. http://www.revistarepublica.com.mx/