*La
acusan de beneficiar empresas y medios que luego pasaron a ser de su propiedad.
Xalapa, Ver. | 27 abril de 2017
Tribuna Libre.- Tras una publicación en su contra donde la
señalan de presuntos desvíos de recursos públicos, Gina Domínguez, ex vocera de
Javier Duarte ahora preso en Guatemala por delincuencia organizada, rompe el
silencio, y habla de Javier Duarte, y su círculo cercano.
A través de su columna Razones de Estado,
bajo el título “El Juego que todos jugamos”, Gina Domínguez cuenta su versión
de que ocurrió en el primer círculo cercano de Javier Duarte, tras la derrota
electoral del 2016, en donde el PRI perdió la gubernatura del estado.
“La madrugada del 6 de junio, el círculo
íntimo de Javier Duarte y Karime Macías fue citado a cónclave, Alberto Silva,
Erick Lagos, Arturo Bermúdez y Luis Ángel Bravo acudieron presurosos a la cita;
el encuentro tuvo como ejes de la conversación dos tópicos: endilgar culpas a
los ausentes en particular al candidato derrotado “yo no perdí, perdió Héctor
Yunes” (el estribillo que repetiría el Gobernador por días), y encontrar la
manera de salvar el cuello ante la llegada del enemigo mortal del régimen”.
La ex vocera de Duarte de Ochoa relata que
durante la reunión, “muchas fueron las propuestas, unas lógicas y maduras,
otras locas y atrevidas, ninguna cuajó.
Fiel a su estilo, Duarte decidió hacer lo que
quiso, sin escuchar consejos buenos, malos o peores, y sólo Karime Macías
consiguió mantener su avasalladora influencia”.
Según Gina Domínguez, “en el mes de agosto
del año pasado, ya con la crisis política encima, Javier Duarte, y su familia
acompañados de la hermana de Karime y su esposo decidieron ir a Houston, a
revisar y amueblar sus casas en Woodlands, en preparación a su salida del país
al término del gobierno; para despistar a su sucesor, volaron en avión privado
a la frontera y cruzaron por carretera al vecino país”.
En ese viaje, dice la vocera, “cuán grande
sería la sorpresa del entonces gobernador que los agentes migratorios
norteamericanos les impidieron el paso, y además les confiscaron las visas a
ambas familias. Ahí supo Javier Duarte que era el principio de un final que
nunca anticipó”.
Después de la revisión de los agentes
estadounidenses, según Gina Domínguez, el ex mandatario estatal habría cerrado
su comunicación, “limitó al mínimo su círculo de confianza, sólo tenían acceso
a él, Karime, la familia de ella, sus abogados, Flavino Ríos, los operadores de
la Secretaría de Finanzas, Alberto Silva y Erick Lagos”.
“Abandonó la Casa Veracruz y se trasladó a
vivir a una residencia en el Club de Golf de donde escapó cuando se percató que
el famoso acuerdo para que dejara la gubernatura y se enfrentara a Miguel Ángel
Yunes – con el respaldo del gobierno federal- había sido una tomadura de pelo
para dejarlo sin fuero y poder actuar legalmente en su contra”.
A decir de Gina Domínguez, con la asunción
del poder de Miguel Ángel Yunes Linares al gobierno de Veracruz, “se puso de
moda el juego de la habitación del pánico, donde el nuevo mandatario se
convirtió en el actor principal de este distractor del terror: sabe jugarlo,
disfruta hacerlo y siempre ha sido su principal arma política”.
“En medio de esta compleja maraña, sin red de
protección, abandonados por el Gobierno Federal y sabidos de sus graves
conductas, los integrantes del equipo íntimo de Javier Duarte beneficiarios
directos de su poder sin límites, luchan salvajemente por evadir sus
responsabilidades políticas y las penurias legales que les persiguen”.
En su columna “Razones de Estado”, Domínguez
se extraña de que “poco o nada se dice de los mayores operadores políticos de
Javier Duarte: Erick Lagos y Jorge Carvallo (ambos diputados federales en este
momento)”.
Y le dedica un apartado especial a Alberto
Silva Ramos, también ex vocero de Javier Duarte y ahora diputado federal. Sobre
él menciona:
“Desde el primer día de su arribo a
Comunicación Social, Alberto Silva se dio a la tarea de desacreditar mi
gestión, utilizó todos los medios a su alcance para ello. Me responsabilizó de
decenas de agravios –a cual más falsos— a muchos medios de comunicación y a
muchos comunicadores respetables”.
Gina relata que cuando lo confrontó, él
siempre negaba realizar campañas en su contra: “Jamás, amiga, jamás. Soy un
caballero.” Somos amigos, somos compañeros de trabajo y ambos servimos a
Javier”, le decía.
“El Cisne como le gusta le llamen, suele
utilizar a algunos medios para generar desprestigios y para distraer la
atención. Todos los que lo conocen saben que a eso se ha dedicado en los
últimos 20 años y que así ha logrado construir su “reputación”, señala la ex
vocera de Duarte.
Según Gina Domínguez, “Alberto Silva quien
fuera el primer denostador y operador de la campaña en contra de Miguel Ángel
Yunes Linares, hoy intenta engañar al Gobierno del Estado para evitar que su
gestión al frente de Comunicación Social sean revisadas”.
En la parte final de su columna, a ex vocera
habla del reportaje de Animal Político, en donde el periodista Israel Roldán
habla sobre supuestos pagos y operaciones que se habrían realizado durante su
gestión en Comunicación Social.
“Como
siempre he dicho, de frente y sin ocultarme ni refugiarme en nadie, quienes
tuvimos una responsabilidad pública estamos obligados a rendir cuentas, y por
supuesto las autoridades competentes determinarán si hubo o no conductas
ilícitas y de haberlas, hacer comparecer a los presuntos responsables”.
De acuerdo con el portal Animal Político,
Gina Domínguez utilizó su cargo de vocera en el gobierno de Javier Duarte para
beneficiar con contratos y convenios a una empresa de medios que luego pasó a
ser de su propiedad y a tres radiodifusoras que ahora controla editorialmente.
La empresa Servicios Especializados de
Comunicación en Imagen S.A. de C.V. (SECI) –creada en 2008 y que en 2015 pasó a
ser de su propiedad– recibió al menos 17.2 millones de pesos entre 2013 y 2016.
Y tres radiodifusoras solicitaron a Domínguez 21 millones de pesos, a pesar de
que aún no contaban con permiso para operar. http://www.e-veracruz.mx