* "Ellas desafían
el dominio de la necropolítica para firmar el derecho sagrado a la justicia”,
expresó Elissa Rashkin.
Xalapa, Ver. | 26 abril de 2017
Tribuna Libre.- Las madres del colectivo Solecito Veracruz,
fueron reconocidas con la Medalla al Mérito de la Universidad Veracruzana (UV),
no solo por haber hallado la fosa clandestina más grande de Latinoamérica (con
255 cadáveres hasta la fecha), también por “su desafío al dominio de la
necropolítica en México”.
“Los integrantes del Colectivo Solecito,
arriesgan sus propias vidas, sabiéndose ignoradas y hasta despreciadas por las
instituciones encargadas de la seguridad; ellas desafían el dominio de la
necropolítica para firmar el derecho sagrado a la justicia”, expresó Elissa
Rashkin, investigadora del Centro de Estudios de la Cultura y la Comunicación.
Encabezados por la rectora de la Máxima Casa
de Estudios del Estado, Sara Ladrón de Guevara, investigadores internacionales
exaltaron los trabajos de las familias que han puesto en jaque a las
administraciones de Javier Duarte de Ochoa y Miguel Ángel Yunes Linares en
temas de violaciones a los derechos humanos.
La premiación se llevó a cabo este lunes 24
de abril en el complejo deportivo Omega, en la Ciudad de Xalapa, durante la
inauguración del Foro Académico Las humanidades en el Siglo XXI, Tradición e
Innovación, que forma parte de la Feria Internacional del Libro Universitario
(FILU), organizada desde 1994.
El premio de las madres de desaparecidos, fue
compartido con Edward L. Gibson, profesor del departamento de Ciencias
Políticas de la Universidad Northwestern, por su aportación en temas del
autoritarismo subnacional en torno a la relación México, Estados Unidos de
Norteamérica (EEUU) y Latinoamérica.
El autor del libro Subnational
Authoritarianism in Federal Democracies (Autoritarismo Subnacional en
Democracias Federales), aplaudió el valor de las activistas a la hora de
abordar temas de inseguridad en Veracruz.
“Yo vivo en el mundo de la teoría y de la
investigación de campo, protegido por instituciones internacionales y
universidades, mientras los integrantes del Solecito operan en los primeros
frentes de la lucha”, compartió el escritor norteamericano.
Por su parte, Sara Ladrón de Guevara, destacó
la labor altruista del colectivo Solecito, “reconocemos a quienes actúan en
nuestro agraviado presente. Vivimos en medio del clima de descomposición
social, de la inhumana e irracional violencia que ha pasado a formar parte de
nuestra vida de todos los días”.
“Hoy más que nunca necesitamos a los que nos
recuerden que no podemos ser felices mientras haya una sola persona que esté
expuesta a ser secuestrada, desaparecida, torturada, asesinada, sin mayor razón
que una la vileza obscena”, abundó Ladrón de Guevara.
Cabe mencionar que, desde la creación de la
ONG Solecito (en el sexenio de Javier Duarte), las madres han documentado más
de 150 casos de desapariciones y desapariciones forzadas en la entidad, donde
reiteran, prevalece un 99 % de impunidad.
De 2006 a la fecha, la Fiscalía General del
Estado (FGE) confirmó haber recibido alrededor de mil 459 denuncias por el
delito de desaparición forzada, aunque solo 33 policías están sujetos a
proceso, y ninguno ha recibido sentencia condenatoria.
Lo anterior, comprueba una efectividad de la
Fiscalía menor al uno por ciento del total de las averiguaciones contra
funcionarios del Estado. “Hay un rezago y omisiones bárbaras”, reconoció Luis
Eduardo Coronel Gamboa, Fiscal Especializado en Atención por Denuncias de
Personas Desaparecidas.
El colectivo veracruzano también ha promovido
entre las familias de personas desaparecidos exámenes gratuitos de ADN para
confrontarlos con los cadáveres no identificados que terminan en los Servicios
Médicos Forenses de la entidad. Tan solo en 2016 recaudaron 376 muestras
genéticas en 48 horas de labores.
La doctora en estudios de comunicación,
Elissa Rashkin, fue la encargada de leer una semblanza del colectivo Solecito,
dijo ser para ella un honor no deseado, pues “esta medalla proviene de una
situación que nunca debió existir”.
“En Veracruz, los campos productivos, objetos
de intensas luchas de tierra y el derecho a trabajarla, se han vuelto
cementerios en un grado casi inconcebible. Ninguna guerra ha sido declarada y
los gobernantes siguen asegurando que todo está bajo control. La muerte ha
dejado de ser una visita ocasional para convertirse en la presencia reinante de
la cotidianidad”, abundó Elissa Rashkin.
Alberto Javier Olvera Rivera, investigador
del Instituto de Investigaciones de Histórico – Sociales de la UV, también
abonó al trabajo empírico de las activistas, “no solo son una pieza fundamental
para la propia democratización de nuestra universidad, sino que también
producen un conocimiento”, sostuvo.
Olvera Rivera, Premio Martin Diskin, otorgado
por La Asociación de Estudios Latinoamericanos, en mayo de 2014, reconoció que
la labor de las madres puso al descubierto los índices de violencia en la
entidad, “algo que la propia academia no había logrado”.
Madres de desaparecidos, “un frente al
sistema corrupto de procuración de justicia”
“El Solecito surge como una muestra
contundente a las omisiones y negligencias que imperan en el corrupto e inepto
sistema de investigación y procuración de justicia que tenemos en México”,
expresó Rosalía Castro Toss, madre de Roberto Carlos Castro Casso, desaparecido
el 24 de diciembre de 2011 en la ciudad de Cardel.
La también catedrática de la Universidad
Veracruzana, fue una de las tres activistas que recibieron la presea en
representación del colectivo Solecito. Los demás, continuaron con sus labores
en el predio de Colinas de Santa Fe, Veracruz, donde hasta la fecha han sido
exhumados 255 cadáveres, repartidos en 127 fosas clandestinas.
El estrado también fue ocupado por Marcela
Zurita Rosas, madre de Dorian Rivera Zurita, desaparecido en Córdoba, el 11 de
octubre de 2012. “Vivimos con la ilusión
de que vivimos en un país con un estado de derecho, sin embargo, impera una
impunidad de 99 por ciento”, abundó.
En tanto, Basilia Bonastre, madre de Arturo
Figueroa Bonastre, desaparecido desde noviembre de 2012, concluyó el discurso
diciendo: “Colinas de Santa Fe es la afirmación de que no vivimos en el México
que queremos”.
“Somos madres solas, diciéndoles a
autoridades y delincuentes en sus caras cobardes, nos creían derrotadas, nos
querían sumisas y se tropezaron con mujeres guerreras. Nos quitaron lo que más
quisimos y con ellos se robaron nuestro miedo”, participación que fue
reconocida por los presentes con aplausos.