“El
autoritarismo y la decadencia de un gobierno a seis meses de su inicio”
Héctor Yunes Landa | 30 mayo de 2017
Tribuna Libre.- El autoritarismo exhibido por el actual
Gobernador del estado de Veracruz es una muestra clara de que ha perdido la
noción del tiempo y la circunstancia en las que le toca gobernar, y cuya
consecuencia ya lastima a todos los veracruzanos.
La autoridad se gana y fortalece la
democracia. El autoritarismo surge de la frustración al no poder convencer ni
generar consensos, esto impulsa al gobernante a tratar de imponer su voluntad
en contra de toda lógica y rompiendo el orden jurídico, social y político.
Olvida intencionalmente la función para la que fue electo; esta convencido que
no hay que convencer, solo vencer o, peor aún, someter a la voluntad personal
los que deben ser asuntos públicos.
Así ha sido desde el inicio de este gobierno.
Primero, ha trascendido, que logró imponer al Titular del Poder Judicial,
“advirtiendo” y “sugiriéndoles” a jueces y magistrados “la opinión del
Gobernador” sobre quién debía ser elegido Magistrado Presidente del Tribunal,
rompiendo de origen el necesario equilibrio de poderes en un estado urgido de
justicia.
De igual manera procedió con la aprobación de
su “Plan de Reestructuración de la Deuda”. Nunca hubo una propuesta coherente,
pública y consensuada para presentar al Poder Legislativo; solo contó la
“Voluntad Soberana” del Gobernador. Ante la actitud digna del Congreso Local
–incluso de diputados de su propio partido- el Gobernador despotricó, amenazó y
habló de hacer una purga en los grupos parlamentarios. Tres días después los
diputados aprobaron la reestructuración, en un proceso legislativo lleno de
dudas sobre su legalidad.
Sin contar que pocas semanas, el “Fiscal
Maduro”, Winckler, cumpliendo órdenes de su jefe, agravió de nueva cuenta al
Poder Legislativo llamando a los diputados “corruptos”, tratando de aprovechar
la percepción de desprestigio que políticos deshonestos han provocado, para ganar
popularidad ante la falta de resultados del Gobierno. Con el mismo propósito,
reiteró la amenaza conferida por el mandatario estatal de sacar una lista de
300 ex duartistas que irían a la cárcel. Sólo quedó en eso.
El Gobierno de Veracruz ha abandonado la
legalidad y la transparencia. Hasta hoy nadie sabe qué se ha hecho con el
dinero que ha llegado al erario estatal, tanto por el ahorro de la
reestructura, por el nuevo préstamo de varios miles de millones y lo
“recuperado” por el “vómito negro” impuesto a varios cómplices y ex
colaboradores de Duarte.
Los desatinos del Gobernador Yunes Linares
rayan en la esquizofrenia, quizá motivados por la frustración de que nada ha
podido cumplir. La situación económica y de inseguridad está peor cada vez y,
por otro lado, AMLO, su obsesión, ante ello, sigue creciendo, a pesar de la
auto asumida misión de Miguel Ángel de frenar, incluso a huevazos, su
crecimiento.
Tan sólo en estos últimos días provocó dos
hechos muy peligrosos para Veracruz. Primero, la detención de Pascual Lagunes
-líder reconocido tanto por la autoridad laboral federal como por la propia
empresa- mediante un Winckleriano proceso fast track. Esta detención fue con el
evidente propósito de levantar la popularidad del, candidato del PAN/PRD en el
puerto de Veracruz, y lograr a toda costa imponer a su dinastía monárquica en
el puerto.
La arbitraria detención motivó que los
obreros salieran a la calle y se declararan en huelga. Ante las pérdidas
económicas, tuvo que venir el Presidente del Consejo de Administración, Paolo
Rocca, para advertir que la empresa se iría de Veracruz si no se resolvía de
inmediato el problema. De hecho, hay indicios de que ya han trasladado personal
de confianza a su planta en Estados Unidos. El mensaje para los inversionistas
ha sido terrible.
El segundo, es un lamentable episodio en
demérito de la civilidad política y el orden institucional de Veracruz. Un
gobernador no puede destinar su tiempo, su investidura y los recursos del
Estado para actuar como un actor involucrado en el actual proceso electoral. La
acusación que ha hecho Andrés Manuel López Obrador no sólo por su activismo
partidista sino por su responsabilidad en la agresión que sufrió durante un
mitin realizado en Huatusco, habla de que el gobierno de Veracruz está en las
manos equivocadas.
Todos sabemos quién se la ha pasado
agrediendo a Andrés Manuel; también sabemos todos, quién utiliza esas prácticas
para denostar públicamente a sus adversarios: es el mismo que hace años, siendo
secretario de gobierno mandó grupos de travestis a burlarse del ingeniero
Cuauhtémoc Cárdenas, cuando éste era candidato presidencial.
Lo grave es que hoy, Veracruz requiere de un
gobernante que se dedique de tiempo completo a resolver sus problemas más
graves y no a operar ilegalmente para ganar elecciones. El gobernador que
necesitamos no existe; en cambio, tenemos un líder partidista que busca
alcanzar mayor poder para disimular la crisis institucional y la pérdida
absoluta de legitimidad por la que atraviesa.
Estoy convencido que esta no fue la apuesta
de los veracruzanos. Todos desean que salgamos de la crisis y detener el
deterioro económico en el que nos han sumido las autoridades, las de antes y
las de ahora. Es urgente detener esta caída.
Por eso hay que votar este domingo 4 de
junio, para ejercer nuestro derecho y frenar la insensatez que hoy lastima a
Veracruz, suscitada por un Gobernador que intencionalmente ha olvidado la tarea
para la que fue electo. La desgracia que sufrimos con Duarte no puede hacernos
permitir a alguien peor en todos los sentidos.
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