Samuel
Aguirre Ochoa | 26 mayo de 2017
Tribuna Libre.- Lo sucedido el pasado martes 23 de mayo, día
en que el empresario italo-argentino, Paolo Rocca, dueño de la empresa
productora de tubos ubicada en el Puerto de Veracruz, Tenaris Tamsa, viene a
demostrar que en México y en el mundo entero quien verdaderamente manda es el
capital, los dueños del dinero. Es decir, unos cuantos individuos que se han
adueñado de los medios necesarios para la producción de los bienes que necesita
la población para subsistir. Este poderoso empresario vino a dar órdenes a la
Secretaría del Trabajo y Previsión Social del Gobierno Federal, así como al
Gobierno de Veracruz, para que de un lado, se desconociera la toma de nota
entregada a José Carlos Guevara Moreno “El Profe”, de fecha 30 de enero de
2017, y de otro, liberar a Pascual Lagunes Ochoa de los delitos graves que
cometió el día 24 de marzo del presente año que dejó como saldo 2 obreros
muertos y 18 heridos de bala.
De acuerdo con la OXFAM, organismo fundado
por varias organizaciones no gubernamentales de 20 países que tienen como
objetivo luchar por reducir la pobreza y la injusticia, ha publicado que 8
personas poseen la misma riqueza que la mitad más pobre de la humanidad que ronda
por los 3 mil 600 millones de personas. Estos 8 grandes capitalistas son: 1.
Bill Gates, dueño de Microsoft; 2. Amancio Ortega, dueño de la empresa española
Inditex y de las tiendas de moda Zara; 3. Warren Buffett, director y principal
accionista de la empresa estadounidense Berkshire Hathaway; 4. El mexicano
Carlos Slim, propietario de grupo Carso; 5. Jeff Bezos, fundador de la empresa
estadounidense Amazon; 6. Mark Zuckerberg, Presidente de la empresa
norteamericana Facebook; 7. Larry Ellison, fundador y director de la empresa
estadounidense Oracle; 8. Michael Bloomberg, dueño de la empresa norteamericana
Bloomberg LP. El señor Paolo Rocca, dueño de Tenaris Tamsa también figura en la
lista de los hombres más ricos del mundo de acuerdo a lo publicado por la
revista Forbes, pues tiene varias empresas en otros países.
Esta situación es profundamente injusta
porque el planeta entero trabaja en provecho de una pequeña élite, cada día más
pequeña pero más rica y poderosa, mientras que más de la mitad de la humanidad
se muere de hambre, de frío e ignorancia.
Ahora bien, para conservar e incrementar sus riquezas, estos
supermillonarios necesitan de ayuda, pues son unos poquitos, mientras que los
pobres son muchos. Para ello han creado un aparato que los defiende, que los
cuida, que se llama Estado o gobierno burgués, conformado por las fuerzas
policiacas de todo tipo, el poder judicial y el sistema de leyes, el poder
legislativo, los medios de comunicación de estado, etc. El Estado burgués tiene
como propósito fundamental mantener a las clases trabajadoras quietas, para que
no se revelen en contra de la injusta distribución de la riqueza nacional, para
que no se revelen en contra de la explotación a que son sometidas por la clase
de los ricos, y llevar a los trabajadores en general a trabajar mansamente en
beneficio de los señores dueños de las fábricas, de las grandes tiendas
comerciales, de los banqueros, de las minas y de los grandes propietarios de la
tierra. Ese es el verdadero propósito del Estado burgués, aunque sus
apologistas digan que su función es impartir justicia a todos por igual.
Estos millonetas y sus ideólogos hablan de
democracia, de que es el pueblo el que elige a los gobernantes. Pero nada más
falso que esto. En México y en la totalidad de los países capitalistas no hay
democracia, a pesar de que se diga lo contrario. Basta con observar cómo en los
procesos electorales de presidente de la República y de gobernadores en los
estados a la población se le presentan tres o cuatro candidatos para que
escojan a uno de ellos. Pero estos candidatos impulsados por los partidos con
registros y ahora los “independientes” pertenecen a la misma clase social, a la
clase rica; todas sus propuestas son muy parecidas y van en el sentido de
defender a los capitalistas. A lo más que llegan es a decir que eliminarán la
corrupción y que quieren un cambio, pero ninguno habla sobre la necesidad de
cambiar el modelo económico neoliberal que, de un lado, concentra la riqueza en
unas cuantas manos y, de otro, crea millones de pobres e incrementa la pobreza.
Todo lo que dicen los ideólogos burgueses y
los gobernantes actuales se viene abajo cuando vemos casos como el de Tenaris
Tamsa, en donde se vio de manera clara, finalmente, quién manda en México.
Mandan los señores del dinero, los que concentran los medios de producción y
distribución de la riqueza nacional, el capital internacional, en este caso
Paolo Rocca, que es uno más de los millonarios del mundo. Por eso, la solución
no está en cambiar de partido en el poder, la solución radica en cambiar de
clase en el poder. Es decir, quien debe gobernar es la clase trabajadora, los
que verdaderamente producen la riqueza en el campo y en las ciudades, los
obreros y los campesinos, junto con los sectores pobres del país. Si no vemos
así el problema, los grandes capitalistas seguirán engañando al pueblo
trabajador, jugando a la democracia, poniendo en el gobierno al partido que a
ellos les convenga, en el entendido que serán su instrumento para seguir
enriqueciéndose. Las campañas son una farsa, pues ganan las elecciones aquéllos
que tienen más dinero para hacer propaganda y comprar votos por diversos
medios.