
*Siete
años más tarde nos encontramos con un PRI herido. Cuenta con seis senadores y
ocho diputados menos que en el año 2000, mientras que el mapa político
electoral ha cambiado de manera dramática: únicamente gobierna en 14 estados,
es decir, la mitad de los que tenía en 1994 o siete menos que hace dos
sexenios. Como sea, el nivel más bajo en su historia.
*Durante
los últimos 17 años, el PRI ha sido dirigido por 11 personas. ¿Quiénes le han
dado mejores resultados? ¿Cómo es su desempeño actual y en qué estado llegará a
los comicios de 2018? Los datos duros responden.
Ciudad de México. | 18 octubre de 2017
Tribuna Libre.- En 1994, el Revolucionario Institucional
volvía a festejar. Cumplía 65 años consecutivos en el Poder Ejecutivo y había
colocado, al hilo, a 15 presidentes de la República desde su fundación en marzo
de 1929. Sin embargo, Ernesto Zedillo Ponce de León sería el último priista en
portar la banda presidencial en años y su partido no regresaría a la residencia
oficial de Los Pinos hasta el 2012, con Enrique Peña Nieto.
Desde la década de los noventa, el panorama
político-electoral ha variado. Hace 23 años, el partido tricolor mantenía su
racha ganadora: el Congreso de la Unión era suyo con una mayoría aplastante de
300 diputados –Acción Nacional (PAN), la oposición más férrea, le seguía con
119 legisladores–; en la Cámara Alta tenía 64 curules –el blanquiazul apenas
tenía 24–, y gobernaba en 28 de 31 estados -hasta la reforma constitucional de
1996, la Ciudad de México permaneció como un departamento administrativo, o bien,
carecía de un gobierno propio-.
Llegado el año 2000, el PRI no era el mismo
dinosaurio hegemónico de siempre. Su presencia en las cámaras había caído,
aunque mantuviera su mayoría con 211 diputados y 60 senadores. Además, la
cantidad de gubernaturas priistas fueron en retroceso al pasar de 28 a 21 en un
sexenio.
En la actualidad, el partido fundado por
Plutarco Elías Calles va en picada: tiene 54 senadores –10 menos que en 1994 y
seis menos que en 2000–; 203 diputados –197 menos que en 1994 y ocho menos que
en 2000–, y 14 gubernaturas, la cantidad más baja en toda su historia.
Este es el PRI que desde agosto del año
pasado lidera Enrique Ochoa Reza, el “cuate” del Presidente quien en 2010
coadyuvó a librar a Peña Nieto de una demanda del Tribunal Electoral del Poder
Judicial de la Federación (TEPJF), por su spot “compromisos cumplidos”. Un
operador político que se ganó la simpatía del Primer Mandatario mexicano, pero
cuyos resultados para el partido, según los datos oficiales, son cuestionables.
¿Qué tipo de presidencia es la de Ochoa Reza?
Y, desde la derrota electoral del año 2000, ¿cómo se han desempeñado los
presidentes nacionales del PRI? SinEmbargo buscó la respuesta en los datos
duros. Esto es lo que encontró.
En los últimos 17 años, el Revolucionario
Institucional ha sido dirigido por 11 personas. Eso considerando la dirigencia
nacional de 21 días de Carolina Monroy, en 2016; y los dos periodos de seis y
15 días de María Cristina Díaz Salazar, en 2011 y 2012, respectivamente.
Durante este periodo, tenemos las dirigencias
de Dulce María Sauri Riancho, Mariano Palacios Alcocer y Pedro Joaquín
Coldwell, que destacaron por sus resultados en las elecciones presidenciales de
2000, 2006 y 2012, tiempo en que el PRI abandonó el poder y regresó para salir
más golpeado que nunca.
Dentro de las “buenas” administraciones,
tendríamos la de Beatriz Paredes Rangel (2007-2011), quien aumentó las
gubernaturas del PRI. Luego le siguen los que quedaron “tablas”, como Roberto
Madrazo Pintado (2002-2005) y César Camacho Quiroz (2012-2015). Y también están
los de los “malos” manejos: Humberto Moreira Valdés (2011), quien dejó el
partido en medio de señalamientos de corrupción; y Manlio Fabio Beltrones
(2015-2016), quien tuvo pésimos resultados en las elecciones del año pasado.
Finalmente queda el PRI de Enrique Ochoa Reza
(2016, y hasta hoy), que este año mantuvo los estados de Coahuila y Edomex,
pero que perdió Nayarit a manos del PAN.
DULCE MARÍA SAURI RIANCHO (1999-2002)
Sauri Bracho fue la segunda mujer, en toda la
historia priista, en liderar el partido tricolor. Su cuadragésima primera líder
nacional llevaba siete meses cuando se suscitaron las elecciones presidenciales
del año 2000, mismas en las que fueron electos 128 senadores y 500 diputados
federales.
En la histórica elección en la que el PAN
corrió al PRI de la silla presidencial, fue Sauri Bracho quien dio la cara por
el partido. Y a pesar de tener la intención de abandonar la dirigencia priista
tras la derrota, empero, permaneció en su cargo hasta 2002. Así lo determinó
entonces el Comité Ejecutivo Nacional (CEN) del tricolor.
El 2 de julio de 2000, la ciudadanía mexicana
dio la victoria al PAN sobre del PRI con una ventaja de 2.4 millones de votos
[6.41 puntos porcentuales en total]. Seis años antes, el Revolucionario
Institucional había conquistado con creces las urnas: 8 millones de votos de
diferencia, es decir, cerca de 23 puntos porcentuales más que el PAN.
El año en que “el gobierno del cambio” del
panista Vicente Fox Quezada se estableció en Los Pinos, las cámaras
legislativas tuvieron mayoría priista. El partido tenía en el Senado la mitad
de escaños que en 1994 [60 en lugar de 119]; y en el Congreso, 89 diputados
menos que entonces [211 en total]. En el caso de las gubernaturas la decadencia
fue paulatina: en el 2000 tenían 21 -siete menos que en el 94-; un año después
18 -perdió Chiapas, Michoacán y Morelos-; y en 2002, al cabo del mandato de
Sauri Bracho, el PRI cerró con 17 gobiernos estatales -el PAN le ganó Yucatán-.
El saldo más bajo hasta entonces.
ROBERTO MADRAZO PINTADO (2002-2005)
En el año 2000, Ernesto Zedillo apoyó a
Francisco Labastida Ochoa como el candidato presidencial tricolor. “Dale un
Madrazo al dedazo” fue la estéril respuesta de Roberto, quien no pasó de ser
precandidato y quien seis años más tarde quedaría en tercer lugar en la
contienda presidencial, en lo que fuera la segunda caída del PRI ante el PAN y
la primera ante el Partido de la Revolución Democrática (PRD). Entonces el
panista Felipe Calderón Hinojosa se quedó con la silla grande.
Derrota aparte, el peso de Madrazo dentro del
partido lo convertiría en su nuevo líder nacional sin la necesidad de tomar
atajos –como lo hizo en la Maratón de Berlín en 2007–. Durante su gestión se
mantuvo “tablas”, pues aumentó el número de diputados priistas en la Cámara
Baja hasta alcanzar los 225 –14 más que en 2002–, mientras el número de
senadores permaneció igual que en el año 2000 [60] –y se mantendría así hasta
2006, cuando el Senado fue renovado–.
En el caso de las gubernaturas, en su primer
año de mandato no hubo cambios y el PRI tenía 17 estados en su bolsillo. En
2003, el tricolor de Madrazo recuperó el Gobierno de Nuevo León aunque perdió
el de San Luis Potosí –quedó “tablas”–. Y al final de su dirigencia en 2005,
cerró con 18 entidades al recuperar Nayarit, que en 1999 le fue arrebatado por
una coalición de marcados contrastes políticos [PAN-PRD-PT-PRS].
MARIANO PALACIOS ALCOCER (2005-2007)
Palacios Alcocer ya había sido presidente
nacional del PRI entre 1997 y 1999. Para entonces el partido ya había perdido
61 escaños en el Congreso de la Unión –239 en 1997 contra 300 en 1994–; y pese
a que las curules del PRI en el Senado se mantuvieran igual hasta el año 2000,
no obstante, entre 1997 y 1999, el PRI perdió los estados de Aguascalientes,
Baja California Sur, Chihuahua, Nayarit, Nuevo León, Querétaro, Tlaxcala y
Zacatecas.
“Borrón y cuenta nueva”, Mariano Palacios
Alcocer retornó para un segundo periodo en medio de múltiples controversias
–porque la reelección no figuraba en los estatutos legales del tricolor–.
Tiempo en que el PRI perdió la mitad de sus senadores –33 a partir de 2007
contra 60 al cierre de 2006- y en que redujo a más de la mitad sus diputaciones
-104 para 2007 en comparación con los 225 al término de 2005–.
En el caso de los gobiernos estatales, los 18
que administraba en 2005 se convirtieron en 17 para 2007 –Guerrero pasó a manos
del PRD–. Sin embargo, la pérdida más aparatosa del partido durante la gestión
del también ex Embajador de México en el Vaticano tendría lugar en 2006, cuando
Felipe Calderón Hinojosa, e inclusive Andrés Manuel López Obrador –en el 2000,
el PRD era la tercera fuerza electoral–, dejaron atrás al otrora partido
hegemónico, que obtuvo 5.7 millones de votos menos que el partido blanquiazul y
5.4 millones menos que el del Sol Azteca.
BEATRIZ ELENA PAREDES RANGEL (2007-2011)
Beatriz Paredes fue la tercera mujer que
lideró el PRI. Durante su administración partidaria, el tricolor recobró 133
diputaciones federales –al cierre de 2007, el partido contaba con 104
diputados; en cambio, 2011 acabaría con 237 legisladores–. Las elecciones para
senadores no se darían hasta un año después de que Paredes hubiera abandonado
la dirigencia nacional.
Sus logros en el ámbito de los gobiernos
estatales también fueron positivos. No en balde, en marzo de 2011, declaró
“misión cumplida” al frente del Revolucionario Institucional. Entonces dijo que
“entrego la estafeta a quien auguramos buen desempeño en la dirigencia priista
–se refería a Humberto Moreira– con la expresión de quien puedo decir ‘misión
cumplida’”.
Entre 2007 y 2011, El PRI de Paredes recuperó
tres entidades federativas [Querétaro, San Luis Potosí y Yucatán] y perdió una
más [Sonora]. Es decir, las 17 gubernaturas que recibió a inicios de su mandato
eran 19 cuando concluyó.
HUMBERTO MOREIRA VALDÉS (MARZO A DICIEMBRE DE
2011)
Corría el 2 de diciembre de 2011, un mes y 15
días antes de que Enrique Peña Nieto recibiera su constancia como candidato
único presidencial del PRI para los comicios de 2012. Ese fue el día en que
Humberto Moreira Valdés, entonces líder nacional del tricolor, dimitió a su
cargo a nueve meses de haberlo ocupado.
En un mitin, Moreira explicó que el motivo de
su renuncia era para evitar “una guerra mediática” que dañara al partido en los
comicios venideros, siendo que confiaba en que Peña Nieto era “la esperanza de
México”. Sin embargo, tuvo que renunciar debido a que, el 25 de agosto de 2011,
la Secretaría de Hacienda y Crédito Público (SHCP) dio a conocer que cuando
Moreira fue Gobernador de Coahuila [2005-2011] dejó una deuda inexplicable de
más de 36 mil millones de pesos [2.8 veces los ingresos disponibles de la
entidad]. En 2005, cuando asumió la gubernatura, la deuda estatal era de 323
millones de pesos.
Más allá de ser el centro de múltiples e
inconclusas acusaciones por corrupción, Moreira Valdés dio pasos grises al
frente del partido: durante las elecciones de 2011 mantuvo Coahuila, Estado de
México y Nayarit, además de ganar algunos comicios locales en Hidalgo. No
obstante perdió las elecciones en Oaxaca. Más allá, no hizo que el PRI avanzara
de manera significativa.
PEDRO JOAQUÍN COLDWELL (2011-2012)
Pedro Joaquín Coldwell milita desde la década
de los setenta en el PRI y llegó a dirigirlo con la venia del Presidente Peña
Nieto y con el apoyo de tres sectores del partido: el obrero, el campesino y el
popular. Su precoz renuncia el 30 de noviembre de 2012 se debió a que el Primer
Mandatario le ofreció el puesto de Secretario de Energía, donde permanece desde
entonces.
Como dirigente del partido mantuvo las 19
gubernaturas priistas conquistadas en 2010. Durante su mandato no hubo grandes
cambios en ese sentido: Puebla al fin tuvo un Gobernador panista y Tlaxcala
regresó al PRI. Además, en el caso del Senado, el tricolor mantuvo sus 33
escaños desde 2006. Sólo en el Congreso, entre 2011 y 2012, el PRI sufrió una
caída al perder 24 curules -pasó de 237 al cierre de 2011, a 213 en 2012-.
Pero no todo fueron malas noticias para
Coldwell. El 1 de julio de 2012 su candidato, Enrique Peña Nieto, ganó las
elecciones presidenciales con más de seis puntos porcentuales –3.2 millones de
votos de diferencia con Andrés Manuel López Obrador–.
CÉSAR CAMACHO QUIROZ (2012-2015)
Llegó en diciembre de 2012 a ocupar la
dirigencia del partido, cuando la victoria presidencial estaba fresca. Dijo
entonces –durante el octogésimo quinto aniversario del PRI– que el partido se
recuperó y que ganó el poder “democráticamente desde la oposición”. Sin embargo
advirtió, “sabemos que ser herederos de grandes logros no garantiza triunfos
venideros” –tenía razón, habría momentos futuros de crisis tricolor–.
Como herencia de las elecciones estatales de
2011-2012, el PRI recuperó Jalisco y Michoacán pero perdió Tabasco. Asimismo,
en 2015, el partido recuperó Guerrero de las manos del PRD y volvió a cederle
Michoacán. Durante esta etapa, el PRI se sumó una gubernatura más y cerró 2015
con 20.
En los plenos, Camacho Quiroz fue testigo de
un repunte en el Senado –en 2012, pasó de 33 a 54 escaños– y de un declive en
la Cámara Baja –en 2015, pasó de 213 a 203 curules–.
MANLIO FABIO BELTRONES RIVERA (2015-2016)
Luego de los malos resultados de las
elecciones del 5 de junio de 2016, en las que estuvieron en juego 13
gubernaturas, Beltrones se vio obligado a dejar la dirigencia nacional del PRI
“para permitir así que una nueva dirección encabece las transformaciones que
nuestro partido requiere y le urgen”, dijo en conferencia de prensa.
Sus resultados fueron parcos. El PRI sólo
pudo ganar en seis entidades federativas –Colima, Hidalgo, Oaxaca, Sinaloa,
Tlaxcala y Zacatecas– por lo que, entre 2016 y 2017, el partido terminaría
gobernando 15 estados, mismos que representaban a cerca del 45 por ciento de la
población nacional.
En contraste, Acción Nacional obtuvo
resultados históricos al ganar en siete entidades –Aguascalientes, Chihuahua,
Durango, Puebla, Quintana Roo, Tamaulipas y Veracruz–, hecho que puso al
partido, por prístina ocasión, al mando de 11 entidades federativas. Inclusive,
el PAN recuperó Nayarit, una entidad que sólo gobernó entre 1999 y 2005.
ENRIQUE OCHOA REZA (2016-PRESENTE)
A una semana de que Manlio Fabio Beltrones
renunciara a la presidencia del PRI, Ochoa Reza fue designado como su
sustituto. Y como primera acción oficial, se dedicó a recorrer los 32 estados
para dialogar con los militantes y simpatizantes del partido.
En poco menos de 12 meses de liderazgo dentro
del PRI, quizá lo más importante de Enrique Ochoa Reza sea la expulsión del
partido de los ex gobernadores de Veracruz y Tamaulipas Javier Duarte de Ochoa
[2010-2016] y Tomás Yárrington Ruvalcaba [1999-2005], además de la suspensión
de derechos partidarios contra Roberto Borge Angulo, ex mandatario de Quintana
Roo.
Más allá de eso, encaró los comicios del 4 de
junio de este año, cuando Coahuila, Estado de México y Nayarit vivieron
elecciones para elegir a su nuevo gobernante. A pesar de que el tricolor
conservó dos de sus bastiones históricos, sin embargo el PAN le arrancó
Nayarit. De ese modo, al cierre de las últimas elecciones, el PRI gobierna 14
gubernaturas –la mitad de las que tenía en 1994–.
Si el Revolucionario Institucional hubiera
mantenido los 20 estados que gobernaba en 2012, de acuerdo con la información
del Instituto Nacional Electoral (INE) al corte de julio de este año,
actualmente el PRI mantendría control político en entidades que en conjunto
concentran a 47.3 millones de electores que componen la lista nominal –quienes
tienen credencial para votar–; o bien, a cerca del 55 por ciento del
electorado. En lugar de ello, el partido debe conformarse con poco más del 43
por ciento de los posibles votantes, o lo que es igual, 37.2 millones de
mexicanos que radican en las 14 entidades gobernadas por el partido.
Un balance realizado por la Unidad de Datos
de SinEmbargo refiere que, los estados que perdió el tricolor de 2012 a 2017
[Aguascalientes, Chihuahua, Durango, Michoacán, Nayarit, Nuevo León, Querétaro,
Quintana Roo, Tabasco, Tamaulipas y Veracruz], comparados con los que recobró
en ese mismo periodo de tiempo [Guerrero, Jalisco, Oaxaca, Sinaloa y Sonora],
le dejan cuando menos un déficit de 10.1 millones de electores.
(sinEmbargo)