Luis
Ignacio Lujano Rivera* | 24 febrero de 2018
Tribuna Libre.- El antecedente de los partidos políticos
surge entre los ingleses y posteriormente, durante la Revolución Francesa, como
una necesidad de reconocer “el derecho a participar en política” en el régimen
de la monarquía y el parlamento.
Como forma de gobierno se ha ido imponiendo
la democracia a otras maneras de gobernar, pero al mismo tiempo, muchas veces
quienes ejercen el poder, han caído en la demagogia.
En sí, en la época contemporánea, los
partidos políticos deben ser, la misma sociedad organizada para acceder a
puestos de elección popular.
Pero la ambición de mantener el poder, como
medio para alcanzar la riqueza y viceversa, nos ha llevado a nivel mundial a
que los partidos que originalmente tenían una vocación ciudadana, ahora, en su
mayoría son entes hegemónicos que monopolizan el poder y se reparten las
candidaturas y los cargos públicos entre los integrantes de los grupos
políticos y cuando les hace falta integrar mujeres por la paridad de género,
colocan en dicha posiciones a sus hijas, esposas o concubinas.
De una manera muy profesional explica Javier
Loaiza, director de la Escuela de Gobierno “Tomás Moro”, en su libro “Partidos
de Ciudadanos: Cuarta Generación de Organizaciones Políticas para el Siglo
XXI”, lo que han sido los partidos de
primera, segunda, tercera y cuarta generación, quienes en esa evolución no dejan
de mantener su interés en ser partidos de masas y de amplio clientelismo
político, en un ambiente de populismo desmedido, que engaña a los electores y
en muchos de los casos, les compran la voluntad, aprovechando la pobreza que
los propios gobiernos generan.
Asimismo el presidencialismo ha caído en
decadencia, porque en algún momento la fortaleza del Estado era esa figura de
líder, por el que pasaban todas las decisiones, pero todos obedecían; donde se
respetaban a las instituciones y eso las fortalecía; y donde prevalecía el
Estado de Derecho.
Hoy ninguna de las tres pervive y eso trae
como consecuencia que todo esté de cabeza, lo que nos obliga como ciudadanos a
tomar acción, a fin de que recuperemos a los partidos, que son nuestros, que
los ciudadanicemos de nueva cuenta.
La Reforma de los Partidos es una tarea y
reto impostergable, pues de ello depende que podamos “Refundar a la República”
como dijera alguna vez Porfirio Muñoz Ledo.
Ahora en México como en muchos otros países,
los intereses de los “dueños” de los partidos dan al traste con las ideologías
que enlodan, con tal de obtener el poder y engañar a la gente con un populismo
barato de que les resolverán la vida, cuando eso sólo Dios.
A la fecha, sólo podemos observar un puntito
de luz entre la oscuridad de la demagogia de los partidos y ese es, un Partido
nuevo, ciudadano con cobertura sólo en el Estado de México y es el Partido Vía
Radical que emerge como el único partido de izquierda en México; póngale
atención.