¡Green,
Go!
Tribuna Libre.- Hace más de un siglo, el presidente Porfirio
Díaz acuñó una de sus frases más famosas: “Pobre México. Tan lejos de Dios, tan
cerca de los Estados Unidos”, refiriéndose a la compleja relación política,
social y diplomática entre ambos países. Esta percepción no ha cambiado mucho.
A la lógica histórica de que los Estados no
tienen amigos sino intereses, en este momento se suma la desafortunada
coincidencia de Donald Trump, un presidente norteamericano que refleja –y
defiende de manera ignorante y despótica- un nacionalismo absurdo en un país de
inmigrantes, lo que ha promovido un creciente ánimo de discriminación racial y
la amenaza de una guerra comercial que pondría en riesgo la frágil economía
internacional.
En ambos casos, los primeros afectados han
sido los propios estadunidenses, sin embargo, las decisiones de su gobierno han
tenido un serio impacto en la mayoría de los países del mundo. Nuestra calidad
de vecinos ha dado lugar a que México haya tenido que adoptar, como pocas veces
en su historia, una posición diplomática muy enérgica frente a las decisiones
que lastiman la buena vecindad.
El inicio de la construcción del famoso y
deleznable muro como línea divisoria –amenaza que se ha cumplido como forma de
legitimar un gobierno ineficaz y titubeante-, el despliegue de elementos de la
Guardia Nacional a la frontera y una actitud desafiante en el proceso de
renegociación del Tratado de Libre Comercio, obligaron al gobierno de México a
hacer una pública y legítima defensa de los intereses nacionales.
El mensaje del Presidente Enrique Peña Nieto
a Donald Trump y su gobierno no sólo definió al exterior nuestra condición como
país estratégico en la comunidad internacional, sino que logró un gran consenso
de unidad nacional al interior de nuestro país. Como nunca, sectores económicos
y sociales, partidos políticos y hasta los aspirantes a la Presidencia de la
República, dejaron atrás sus intereses personales y diferencias ideológicas
para otorgar un respaldo absoluto al Presidente.
Como lo dijo el Presidente Peña, Donald Trump
no debe descargar sus frustraciones en contra de los mexicanos. “Si sus
recientes declaraciones derivan de una frustración por asuntos de política
interna, de sus leyes o de su Congreso, diríjase a ellos, no a los mexicanos”,
ha sido tal vez la frase más contundente expresada por un mandatario mexicano
en muchas décadas.
Y le dio una clase de la historia de Estados
Unidos que seguramente desconoce. Evocando las palabras de John F. Kennedy,
reiteró que México no tiene miedo a negociar, pero que nunca vamos a negociar
con miedo.
Hasta ahora –y así lo hemos hecho en el
Senado de la República, donde tenemos una gran responsabilidad con nuestra
política exterior-, los esfuerzos del gobierno de México se han dirigido a
construir una relación institucional, de respeto mutuo y beneficio para ambas
naciones. Por ello, y coincido con el presidente, hay algo que a que todos,
absolutamente a todos los mexicanos nos une y nos convoca: la certeza de que
nada, ni nadie está por encima de la dignidad de México
En general, los Estados Unidos nunca han sido
los mejores vecinos de nuestro país. Su gobierno ve en México una amenaza
permanente a su seguridad nacional –promovida por ellos mismos con una política
criminal de venta indiscriminada de armas- y un país sumiso al que puede
alinear a sus intereses. Las diferencias entre nuestras economías y sociedades,
han hecho de esta vecindad una ardua y compleja lucha para garantizar una
interdependencia que respete nuestra autonomía.
Es cierto también que hay muchos sectores
sociales en Estados Unidos que no piensan ni actúan como su gobierno. A través
de las Casas Veracruz, un proyecto que he impulsado durante varios años para
apoyar a los veracruzanos migrantes que radican en aquél país, he encontrado a
grupos de personas y muchas autoridades norteamericanas que no comparten esta
visión autoritaria, proteccionista y excluyente.
La actuación del presidente Enrique Peña
Nieto frente a la arrogancia e intervencionismo norteamericano ha sido
destacado en México y en el mundo. Mostró decisión y liderazgo; al tiempo que
definió lo que debe ser la relación bilateral en el futuro.
Por ello, no tengo, duda que en esta causa:
estamos unidos mexicanos. Y si el gobierno de Estados Unidos insiste en
lastimar nuestra relación, entonces, “Green, Go”.
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