Tribuna Libre.- La mañana del jueves doce de abril del 2018,
una noticia corrió muy rápido en el centro histórico de Xalapa, en la calle de
José María Pino Suárez, dejaba de latir el corazón de una de las plumas más
grandes de Hispanoamérica, Sergio Pitol Demeneghi. Pasaban los minutos y la
noticia se confirmaba, en una primera instancia de boca en boca. Los primeros
en llegar fueron los amigos fotógrafos de la prensa local, y hasta que salió la
sobrina a confirmar el deceso del maestro y amigo.
En
el verano de 1983, es el poeta Miguel Andrade Huerta, editor de la editorial
amate, que publicó unos seis libros, e integrante del consejo consultivo del
Instituto de Intercambio Cultural México-URSS “José Mancisidor”; un servidor
era el responsable de la Biblioteca del instituto, que llevaba el nombre del
escritor kirguiz,Chinguiz Aitmatov. Se
había organizado un curso taller sobre la literatura soviética, con el
diplomático Sergio Pitol. Eran sus años
de su estancia en la capital de la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas,
Moscú. Recuerdo que tan sólo el anuncio del regreso del amigo y escritor causó
mucha expectativa entre ellos: Mario Muñoz, Raúl Hernández Viveros, Carlo
Antonio Castro, Luis Arturo Ramos, Lorenzo Arduengo, por citar algunos; por motivos
ajenos no se puedo realizar el
curso-taller. Pero sirvió para empezar a leer los primeros cuentos del
escritor. Aclaro, la escritura de Pitol, no fue fácil para joven de 17 años, en
esos días estaba descubriendo también la
literatura de Sergio Galindo.
Sergio
Pitol, fue un eterno peregrino de aquí o
de allá, desde de su nacimiento, en la ciudad de Puebla, el 18 de marzo de
1933; sus padres veracruzanos de
nacimiento de origen italianos. Desde la población de Potrero, donde es educado
por la abuela, ante la orfandad materna. Hasta el día de su muerte fueron muchas ciudades como
naciones que fueron testigas de su
crecimiento y formación, Córdoba, ciudad de México, Xalapa, La Habana,
Caracas, Nueva York, Londres, París, Ginebra y, Roma, Pekín,
Varsovia, Belgrado, Barcelona, Bristol, Inglaterra, Varsovia,
Budapest, Moscú, Praga, Xalapa, don dos grandes estancias, la primero
1967 y la segunda en 1992, donde ha
vivido los últimos 26 años ininterrumpidamente. Ya sus cenizas descansaran en
la ciudad de Querétaro.
Para
nuestra ciudad de Xalapa, Sergio Pitol, ha sido un caballero de fina estampa,
por nuestras calles del Centro Histórico, como por las instalaciones de la
Universidad Veracruzana, en los conciertos de la Orquesta Sinfónica de Xalapa.
En las tradicionales ferias de libros celebradas anualmente, en presentaciones
de libros, y en apoyo en causas sociales. Siempre vestido con una elegancia
perfecta. Acompañado por su amado perro. Otras cosas que hemos extrañado en sus
últimos años, la sonrisa, los saludos, su palabra siempre acertada. Verlo
caminar comprando La Jornada, el País; sus largas horas tomando café.
Contestando el saludo a propios y extraños. En pocas palabras ya era un
xalapeño más de la ciudad. Además su presencia entre nosotros le dio lustre a Xalapa a nivel internacional,
confirmando que vivía en la Atenas Veracruzana. Ya Luis Ayala, en libro Los
Ilustres Xalapeños, 2017, pág 186. Dejó
asentado que Pitol, es xalapeño, es
decir universal.
La
vida de Sergio Pitol, fue la mejor novela pensada y escrita por el mismo. Cada
uno de los personales dejan huella y como también sus momentos. La muerte, era
el único capitulo que nos faltaba leer y vivir. A pocos minutos de morir, ya en
su centro histórico de Xalapa, el rumor se confirmaba , y los recuerdos de los
citadinos, evocamos cualquier relación con el Premio Cervantes 2005. En la
Biblioteca Central de la Ciudad 1092- Biblioteca de la Ciudad, se colocó un
moño negro, en memoria del escritor, traductor, diplomático, pero sobre todo del
amigo. Por la noche, me presente ante el féretro, para decir adiós maestro; en
la sala cinco de la funeraria Bosques del Recuerdo, se reunieron, familiares,
académicos, artistas, funcionarios universitarios y del gobiernos federal y
estatal, sus amigos, aunque no todos. Como pasó en 6 de enero de 1996, en
el velorio de la otra gloria nacional,
Gonzalo Aguirre Beltrán, el rumor de que asistiría el Presidente Ernesto
Zedillo Ponce de León, ese día de gira en el Puerto de Veracruz, aquí también el rumor ó más bien la broma era
la presencia del Presidente Enrique Peña Nieto, el mismo que no se ha destacado
por ser un buen lector de libros. Puede saludar al Dr. Pedro Hipólito Rodríguez
Herrero, alcalde de la Ciudad de Xalapa,
acompañado de la Dra. Rosio Córdoba.
Viernes por la mañana también se presentó a título personal el diputado
local de la LXIV legislatura local, José Luis Enríquez Ambell, quien como alto
funcionario del gobierno de Miguel Alemán Velasco; tuvo la oportunidad de
conocer a Sergio Pitol y leer algunas de su novelas Con su sobrina Gabriela Demeneghi, muy
discretamente rezó un rosario por el eterno descanso de su tío. Su muerte,
logró llamar la atención de los candidatos presidenciales del proceso electoral
2018, que por medio de twitter, mandaron sus condolencias.
El
final de la novela Sergio Pitol
Demeneghi, no deja un buen sabor de
boca. Porque no lo escribió él, sino
extraños acontecimientos en los últimos años. En todas estas horas hasta
su cremación, los únicos fieles amigos los reporteros y fotógrafos de la prensa
local.