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Candidata a diputada local pluri * Del
PRI, al PRD, al Verde, al partido de AMLO
* Y la militancia… en la luna *
Gersaín brinca al yunismo azul * Sergio
Pitol: murió un grande * Cabildo anula
elección en Villa Allende * Violó la
ley * Los Quintanilla y los matones
Tribuna Libre.- Por el drenaje electoral, vía la lista
plurinominal de Morena, va Mónica Robles de Hillman por el hueso que en sus
días de poder Javier Duarte le obsequió, incrustada en el Congreso de Veracruz
para alzar la mano, guardar silencio, avalar el desgobierno, el saqueo, la
impunidad. Ya reinició la succión.
Ya pasó por el PRI, donde lo menos relevante
fue el atraco a Coatzacoalcos, siendo alcalde su esposo, Ivan Hillman Chapoy,
él ejerciendo 2 mil millones de pesos sin dejar huella ni algo digno, ni una
sola obra qué recordar, sino la destrucción de un parque del DIF, que Mónica
Robles presidía, para erigir ahí su capricho ambiental, el Parque Quetzalli,
que retiene bajo control con un comodato vil, amañado, ventajoso, asociada con
Fidel Herrera Beltrán, el detestado ex gobernador, pagando la nómina de sus
empleados el ayuntamiento, y los servicios, y el mantenimiento. Un agravio
social.
Se le arrimó al PRD. Su madre, Roselia
Barajas Olea, esposa del periodista José Pablo Robles Martínez, tampoco se ganó
un voto para ser diputada. Inserta en la lista plurinominal de 1997, pudo
acceder al Congreso federal, sumada a la masa, perdida en el montón, tan
transparente que nunca se vio, pegada a Cuauhtémoc Cárdenas cuando el hijo del
general era el caudillo de la izquierda mexicana y desechándolo cuando había
que sangrar a Andrés Manuel López Obrador.
Usó al Partido Verde. Repudiada por el
priismo y más aún por las huestes de Gloria Corrales de Osorio, que en público
y en privado le expresaba su rechazo, fue candidata a diputada local de la mano
del ex gobernador Javier Duarte. Entró por la puerta trasera, a propuesta del
PVEM, mancomunada con el PRI, a riesgo de provocar una derrota hasta que
Marcelo Montiel negoció su respaldo y el de sus bases para garantizar que la
llegada de Joaquín Caballero Rosiñol no se diera entre escándalos mediáticos y
andadas de Diario del Istmo, el consorcio del Clan de la Succión.
Hoy es Morena. A contrapelo del morenismo que
la ve priista, que la observó ajena al pueblo en los tiempos en que desde las
páginas de Diario del Istmo y el resto del consorcio —Imagen de Veracruz,
Imagen del Golfo, DI Noticias, Llave— se entendía con gobernadores, alcaldes,
legisladores del PRI, tras los contratos de publicidad y los negocios, Mónica
Robles arrebata una candidatura para regresar al Congreso estatal.
Siendo diputada por Coatzacoalcos —priista y
verde—, fue una mansa legisladora del duartismo, aprobando cuentas públicas,
renegociación de créditos bancarios, leyes abusivas, la deplorable complicidad
que permitió a Javier Duarte, su amigo, perpetrar el peor atraco a las finanzas
de Veracruz.
Discrepó en lo inocuo, en lo estéril, en lo
irrelevante. Avaló la carga letal al erario, los miles de millones que el
Congreso de Veracruz dejó pasar, la quiebra financiera de la que nunca se
saldrá.
Advenediza en Coatzacoalcos, sin raíces, sin
amor por la tierra que nunca llegó a representar, Mónica Robles de Hillman vio
correr la violencia en 3D, el poder de los cárteles, la sangre derramada por
los inocentes, la connivencia del jet-set con los capos, la mancuerna del que
ostenta fortuna y el que la llega a robar.
Vio esa película en las páginas de Diario del
Istmo, reseñando en sus páginas el arranque del Golden Bull, el gimnasio del
Comandante H con los Chagra, los Rodríguez, los Ortiz, los Negros que sí se
rajan, los Sosa, los Arriola, sin advertir ni husmear, ni presentir que un
crimen, el del Berna Cruz Mota, y la venganza que arrojó cuatro niños
brutalmente asesinados junto con sus padres, desataría la cacería del jefe
zeta, su captura, su vinculación a proceso, su juicio, las ejecuciones de
miembros de su banda, el encarcelamiento de otros sicarios y secuestradores.
Y todo comenzó cuando por la exposición
pública, por el regodeo en las páginas de sociales y deportivas, por la
creencia del narco que como ya tiene en la bolsa a los jefes políticos, a los
hombres de dinero, a los medios de comunicación, ya es el dueño del poder
total.
Y en esos días de dolor y miedo, de violencia
brutal, Mónica Robles calló.
Si nada siente por Coatzacoalcos, si sólo usa
al PRI, al PRD, al Verde, al duartismo, antes a Fidel Herrera Beltrán, qué
podría pregonar.
Hoy es obradorista; mañana, si fracasa el
Peje en su intento de ser presidente, será anayista o meadista, priista o
panista, según arroje la elección del 1 de julio.
No pudo ser candidata suplente a la Senaduría
por Veracruz porque ni El Peje la quiso ahí. Haría formula con Rocío Nahle
García, la coordinadora de Morena en la Cámara de Diputados y, en los hechos,
su súbdita en el Clan de la Succión, pero el riesgo de perder aumentó.
Expuesta aquí, en INFORME ROJO, exhibida su
intención de llegar con Rocío Nahle al Senado y relevarla cuando ésta
solicitara licencia para integrarse al gabinete del Dios Peje, de ganar la
elección presidencial, provocó una reacción de repudio al interior de Morena… y
fuera de Morena también.
Medido el rechazo, evaluado el impacto que
tendría en la cuota de votos para Morena, el voto de castigo, el voto
diferenciado, los capos del pejepartido desecharon la propuesta.
Mónica Robles no suma; resta y divide.
No apareció en la lista de candidatos de
Morena a diputaciones federales de mayoría ni en su lista plurinominal. Tampoco
en la del Senado ni en la de candidatos uninominales al Congreso de Veracruz.
Se le reservó la posición 6 en la lista de
pluris para la Legislatura estatal, a media tabla. Sólo si Morena obtiene una
votación superior a los 600 mil votos, la matriarca del Clan de la Succión
podría ser diputada.
Pero Mónica Robles es corrosiva. Y quita
votos.
En su feudo, Diario del Istmo, es detestada. Sus
empleados han sentido su mano férrea. Unos se han ido a cambio de migajas,
columnistas y reporteros negociando 20 años de servicio a cambio de un plato de
lentejas. Otros, los que acudieron a las leyes y llevaron al Clan de la Succión
a los tribunales, lograron mejor liquidación.
Sabrá uno qué es peor: si la sumisión de
Mónica Robles y el Clan de la Succión al priismo, al duartismo, a la fidelidad,
o la voracidad infinita, el apetito voraz por tener, más que por ser.
Su bandera, desde 1983, cuando Robles
Martínez y su primera familia legaron a Coatzacoalcos, ha sido la izquierda.
Si, una izquierda simulada. Es una izquierda de palabra, de dientes hacia
afuera, pregonando igualdad, justicia, oportunidad para todos y harta libertad
de expresión.
Han servido las letras, el papel y la tinta
para obtener prebendas, publicidad y negocios. Le han servido al Clan de la
Succión para amasar fortuna con cargo al erario, apretando al hombre de poder
que se resiste a ceder.
Una cosa es la libertad de expresión —contaba
el ex vocero chirinista Miguel López Azuara— y otra la libertad de extorsión.
Su otra cara, la cara real, es la complicidad
con los grupos de poder, priistas o panistas, la vieja guardia del PRI, el
alemanismo trasnochado, los cachorros de la corrupción, o el proyecto azul de
foxismo y el calderonismo con los que se les vio coquetear. Lo suyo, diríase
mil veces, es succionar.
Concita Mónica Robles el repudio de todos,
priistas y no priistas de abajo, el panismo de hoy, un sector del PRD y un buen
sector de la sociedad.
A la sola mención que Mónica Robles estaría
en la boleta electoral, fuera con Rocío Nahle o como candidata a diputada
federal o local, el repudio de las huestes de Morena se dejó sentir. Y algunos
comenzaron a negar el vínculo de los Robles con el pejepartido.
Decíase en las redes sociales, entre
morenistas de corazón, entre ilusos que siguen negando la realidad, que los
Robles no tendría cabida en Morena ni Morena se dejaría manejar.
Hoy tienen que callar.
Por el drenaje electoral, la vía
plurinominal, con la venia de AMLO, Mónica Robles se les coló.
Sus votos servirán para treparla al poder,
tener cómo nutrir al Clan de la Succión, a sus medios, a sus enclaves en
alcaldías y gobiernos con el empuje de los pobres y los ingenuos, los que nunca
llegarán a tener.
Por el drenaje político va Mónica Robles de
Hillman por el hueso que en sus días de poder Javier Duarte le obsequió.
Ya comenzó a succionar a Morena.
Y Morena burló al morenismo.
Archivo muerto
Algo críptico, Gersaín Hidalgo Cruz avizora
un voto, el suyo y el de su gremio, los empleados municipales contra Morena. Le
llama “voto de castigo”. Y tiene un por qué. Morena y su alcalde en
Coatzacoalcos intentó el colapso sindical a partir de una reingeniería
administrativa que, en sí, fue un vulgar recorte salarial y un reajuste de
personal, hurgando en la nómina para hallar “aviadores” y haciéndose de la
vista gorda con los empleados pagados por el ayuntamiento pero asignados al
Centro Ambiental Quetzalli, del capricho-obsesión de Mónica Robles de Hillman,
una matriarcas del Clan de la Succión, los dueños de la diputada federal Rocío
Nahle y, por añadidura, del alcalde Víctor Manuel Carranza. Frenado, replegado,
Carranza falló. Y ahora Gersaín Hidalgo, el líder del Sindicato Único de
Empleados Municipales, advierte que habrá voto de castigo. Y ese voto, si el
gremio sindical sigue la línea, será de 2 mil 500 empleados, más sus familias,
más sus vecinos, más los trabajadores de confianza a los que el alcalde de
Morena también pasó a arder. De paso, Gersaín Hidalgo asesta otro dardo: su
voto para diputación federal es turquesa, color de su partido Nueva Alianza,
cuyo candidato es Sebastián Reyes Arellano, quien fuera el primer diputado
local en dejar a la fracción parlamentaria de Morena en el Congreso de
Veracruz. Hasta ahí todo normal. Lo impensable ocurre cuando Gersaín Hidalgo
sentencia que su otro voto será para el proyecto yunista. “Y mi gobernador
color azul rey como el cielo”. Y así la dejó… Fina su prosa, profundo su
pensamiento, la obra de Sergio Pitol perdurará por siempre. Se fue el maestro,
veracruzano adoptivo, oriundo de Puebla, cuando apenas alcanzaba los 85 años de
edad. Hombres con su talento debieran ser inmortales. Privilegiado de las
letras, supo amalgamar las ideas y la palabra. Premio Cervantes, Premio Xavier
Villaurrutia, Premio Juan Rulfo, Premio Alfonso Reyes fueron algunas de las
distinciones que dan la talla del portento de escritor que fue Sergio Pitol.
Vivió 15 años en Xalapa, su salud deteriorada, inmersa su vida en un conflicto
entre su familia y la Universidad Veracruzana por la tutela de su obra y el
disfrute de las regalías por los libros vendidos. Se fue el 12 de abril,
aquejado por una afasia, incapacidad para hablar o para comprender el lenguaje
oral. Una pérdida irreparable para la literatura universal… Con el voto traidor,
el de Felipe Rodríguez Gallegos, y el de calidad, el del alcalde Víctor
Carranza, se anuló la elección de agente municipal en Villa Allende.
Transgredió así el ayuntamiento de Coatzacoalcos la Ley Orgánica del Municipio
Libre e incurrió el presidente municipal y la mitad del cabildo en abuso de
autoridad. Carranza inclinó la balanza por no reconocer la ventaja del panista
Noriel Prot Álvarez por los hechos de violencia, suscitados tras la persecución
del diputado local suplente, Rodolfo Corpi, a manos del agitador Javier Prot
Cabrera, primo del ex regidor Noriel Prot, imputándole que tenía en poder
boletas electorales que nunca aparecieron. Sin atribuciones, violando la ley,
Carranza anuló el resultado de la elección. Según el artículo 184 de la Ley Orgánica
del Municipio Libre, esa facultad es exclusiva del Tribunal Electoral de
Veracruz. Y seguro que la habrá de invalidar, pero por lo pronto el alcalde de
Morena ya se metió en otro berenjenal con olor a destitución. Y Felipe
Rodríguez —como si fuera chairo ex priista— le ayudó… A unos los despojan, a
otros los engañan y otros más les ponen el dedo. Así son los Quintanilla,
importadores de sicarios centroamericanos, avecindados en Tabasco, traídos para
ejecutar a sus rivales en la disputa de tierras. Su víctima potencial es Gabino
García Cárdenas, sobrino del diputado local Amado Cruz Malpica, coordinador de
Morena en el Congreso de Veracruz. Gabino García los ha destrozado en las
instancias legales, acreditando la certeza legal de los bienes que posee o que
representa. Y como desfogue, cuando ya no hay que pelear, el paso a seguir es
traer a los matones y masacrar a su víctima. Merodean en su hogar. En dos autos
traban vigilancia de 24 horas. Husmean, preguntan, intimidan a testigos clave.
Y la amenaza de muerte latente. Dos testigos van y llevan la versión, el
mensaje, el amago. Ahora los ladrones de cuello blanco también importan
sicarios indocumentados para arrebatar lo que en los tribunales y en la
Fiscalía, pese a las Auroras que destruyen y desaparecen expedientes, no pueden
ganar. Un caso para el fiscal Jorge Winckler…