"MAYL,
la versión veracruzana de la "señorita Laura"
Tribuna Libre.- El próximo domingo será un día fundamental
para el futuro del país y de nuestro estado. Celebraremos elecciones para
decidir quién será el próximo Presidente de México, y al mismo tiempo, el nuevo
Gobernador de Veracruz.
Como sucedió en la elección local de hace dos
años, el justificado enojo de la sociedad se ha convertido en un argumento para
decidir el sentido del voto de millones de mexicanos. Sin embargo, hemos visto
que esa no es la solución a los problemas; paradójicamente, la democracia le ha
dado a Veracruz el peor gobierno de su historia.
Los veracruzanos votaron por un cambio que
nunca llegó; apostaron a favor de un gobierno que devolviera la honestidad y la
justicia; en los hechos, se mostró incapaz de resolver los graves problemas de
la entidad, intolerante a la crítica y lejano de los ciudadanos, cuyo único
propósito ha sido trabajar por el continuismo para entregar un estado en
llamas. Es la soberbia del fracaso.
A cambio de la justicia prometida –castigar a
los responsables del saqueo a las arcas públicas de Veracruz y recuperar el
dinero robado-, el gobernador Miguel Ángel Yunes Linares ofrece a los
veracruzanos un talk show muy chafa donde él mismo actúa como la célebre
“señorita Laura”, llevando sus locaciones lo mismo a Londres que a los
suburbios de Houston.
Hasta ahora, no ha sido capaz de integrar una
investigación sólida que garantice a los veracruzanos que no habrá perdón y
olvido. Un gobierno responsable no debe sustituir a la justicia con el
escándalo en los medios.
Pero no sólo falló en eso. El gobierno de
Yunes Linares no pudo con la corrupción, la inseguridad, ni con la deuda
pública.
Hasta ahora, la Fiscalía General de Justicia
ha iniciado una cantidad muy importante de procesos pero no ha logrado una sola
sentencia. Los bienes que se ha dicho que han sido recuperados –muchos de los
cuales aún se encuentran en litigio-, no se conoce dónde han ido a parar. Después
de diciembre, conoceremos nuevos casos de corrupción que se han registrado en
estos últimos dos años.
El viernes pasado, el diario Reforma
documentó que en 2017 se registraron 3 mil 367 víctimas de homicidio, secuestro
y extorsión, más del doble de los mil 548 reportados en 2014. De hecho,
Veracruz se mantiene en los primeros lugares en la incidencia de delitos de
alto impacto. El número de muertes equivale a poblaciones enteras de los
municipios más pequeños.
Y la economía está en su peor momento. Según
el diario, sólo se logró un crecimiento económico promedio del 1.25%, uno de
los más bajos del país; adicionalmente, Veracruz es el 5° estado con mayor
deuda pública, al pasar del 3.7% al 4.5% del PIB estatal, es decir, la
reestructuración en realidad nos endeudó todavía más que con Duarte.
La pobreza es tal –aunque el gobierno intente
ignorarla- que al primer trimestre de este 2018, el 51.5 por ciento de la
población de Veracruz que tenía un ingreso laboral, no pudo comprar una canasta
básica. Además, el 23.1 por ciento de los trabajadores de la entidad perciben
un salario mínimo al día, cifra que duplica la media nacional
Quien presumió experiencia y capacidad para
combatir la inseguridad y rescatar la economía, hoy intenta heredar a Veracruz
una mala copia de su fracaso. Las cifras oficiales nos muestran que estábamos
mejor cuando estábamos peor. La soberbia es mala consejera, sobre todo cuando
se ejerce como forma de gobierno.
El próximo domingo, los veracruzanos
tendremos la oportunidad de que no vuelva a suceder. Salgamos a votar sin
miedo, sin utilizar el enojo como argumento y haciendo una reflexión sobre lo
que Veracruz podría convertirse en el futuro inmediato. Dos años han sido
suficientes para conocer el fracaso y sus consecuencias.
Ni la corrupción, la impunidad o la violencia
deben seguir habitando en Veracruz.
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