José
Miguel Cobián | 30 julio de 2018
Tribuna Libre.- Una vez pasada la fiebre electoral, todos los
que vivimos en este estado nos preocupamos por su futuro, que está ligado a la
personalidad del próximo gobernador.
Lo que se ha visto a la fecha es un cambio
radical de la forma de ser y actuar de los candidatos electos, comparando con
las últimas elecciones de que tenemos memoria, como es el caso de Patricio
Chirinos, Miguel Alemán, Fidel Herrera, Javier Duarte y Miguel Ángel
Yunes.
Yo recuerdo a Patricio Chirinos muy
agradecido con Salinas, pero alejado del pueblo de Veracruz, no sólo a lo largo
del período post electoral, sino también a lo largo de todo su gobierno. En el caso del Lic. Alemán, se le vio como
lo que es, un personaje del jet set internacional, que tenía buenos
administradores a su cargo, pero también terriblemente alejado de la población
de Veracruz. Fidel Herrera conocedor de la política, más sencillo en su
trato siempre disfrutó los baños de pueblo, pero era un hombre que decidía
todo, gracias a su enorme inteligencia disfrutaba de las intrigas de palacio, y
eso permitió que su gente lo aislara de la población, a pesar de ello, se le
vio cercano en tiempos de necesidad. En
el caso de Javier Duarte, también lo vimos alejado del pueblo, no escuchaba lo
que Veracruz decía y quería, al grado de que terminó como terminó. Miguel Ángel por su lado, es fruto del poder,
tiene muchos años en el candelero, y tiene los modos del político mexicano.
Pero a partir de que resultó electo, se comenzó a vislumbrar un futuro de
conflictos para Veracruz, más preocupado por la siguiente elección y el
proyecto de largo plazo, que por el día a día. Alejado también del interés de
los veracruzanos.
Cuitláhuac García es un académico, que fuera
de su cambio de peinado, no ha variado su forma de ser. Sigue muy atento a
sus bases, atiende a grupos olvidados
por otras administraciones y muy necesitados de atención como el de padres de
desaparecidos, y atendiendo también a grupos importantes para Veracruz como es
el caso de asociaciones empresariales en Veracruz, o el caso de los notarios
públicos, a quienes les dejó un agradable sabor de boca, con aires de libertad
y cambio, después de la sensación de riesgo e ineficiencia en el registro
público de la propiedad que deja este bienio.
No podemos echar campanas al vuelo, pero
parece que el nuevo gobierno será sensible a las necesidades de los que menos
tienen. Su prioridad será el bienestar
de los veracruzanos y para ello tendrá que enfrentar problemas muy graves, como
lo son el monto de la deuda pública, el escaso margen de maniobra que tienen
las finanzas estatales, la poca recaudación propia de gobierno del estado, que
evita aspirar a mayores participaciones.
La falta de atención a grupos vulnerables de la sociedad. La crisis en el sector salud que dejará el
gobierno actual, quien pese lo mencionado en propaganda pública, tiene en
condiciones muy precarias a las clínicas de salud estatales. La inseguridad que ha sido creciente desde
hace dos gobiernos, y que se necesita enfrentar con profesionales y no con
recomendados, que respondan ante el gobernador y ante la sociedad, y no por
amiguismo o que respondan a otra autoridad.
El rezago educativo de Veracruz que sigue siendo muy alto, aún para los
parámetros de México. El desarrollo
económico, que es una gran deuda para los veracruzanos, quienes con un estado
tan rico nos desesperamos por la falta de resultados sobre todo en la
generación de empleos bien pagados que tanta falta hacen. Las terribles deficiencias en la procuración
de justicia que convierten a nuestra fiscalía en una de las más ineficientes
del país, en un país dónde la procuración de justicia deja mucho que
desear. El combate a la corrupción,
que hoy está en manos de un fiscal elegido de manera ilegal, que mientras se
logra su dimisión o se le quita legalmente el nombramiento, se perderá un
tiempo precioso que el estado requiere para el combate frontal contra la
impunidad. Y luego todavía con un
sistema de aplicación de justicia corrompido hasta la base, pero dependiendo
del poder judicial que si bien se ha subordinado una y otra vez al ejecutivo,
es independiente y presentará resistencias para volverse un poder eficiente que
atienda a los veracruzanos como la población demanda.
Desconfianza de inversionistas. Cada vez
menos policías estatales, mal equipados y con la mayoría de las patrullas
detenidas por falta de mantenimiento o carencia de recursos para una refacción,
con municipios que no quieren asumir el control de sus policías municipales, y
el estado tampoco invierte en el mando único.
Infraestructura de gobierno en ruinas, con secretarías que usan
computadoras y vehículos del año 2000, -
literalmente chatarra- lo cual merma su capacidad de servir a los veracruzanos
aprovechando los ahorros de tiempo y esfuerzo que generan las nuevas
tecnologías.
El panorama no pinta fácil para el nuevo
gobierno. Tampoco esos problemas son tan graves que sean irresolubles. Hará falta talento, imaginación y nuevas
maneras de hacer las cosas para aprovechar las ventajas que tendrá el estado al
formar parte de un equipo que también desde los pinos tendrá los mismos
objetivos de generar mayor bienestar a la población.
Si sigue siendo un gobierno cercano a la
gente, eficiente, con recursos humanos comprometidos y aplicando los recursos
adecuadamente, puede marcar un hito en la administración pública moderna de
Veracruz. El próximo gobernador viene
de un entorno diferente al de los anteriores.
De la cultura del esfuerzo, de la academia y el trabajo colaborativo, de
la delegación de funciones y sobre todo, de dar resultados. Esperemos por el bien de Veracruz que logre
darlos en los próximos seis años.