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Cuitláhuac García, sin el roce ni el aplomo
* Desmantelará al PRI-AN * Chagra
se ampara para reabrir el Port House *
Ahí se encerraba el Comandante H * Agua
Dulce: regidores yunistas son peones de alcalde de Morena * Fluvio Ruiz a Pemex Exploración y
Producción * Carvajal ya no ve cómo irse
de Mina * De la adicción a la extorsión
Mussio Cárdenas
Arellano | 18 agosto de 2018
Tribuna Libre.- Político de sombras, gusta Eric Cisneros del
relax junto a la piscina del hogar, o de la actuación teatral en un “gobierno
legítimo” que nunca existió, oriundo de un Veracruz del que se desarraigó en un
santiamén y gris, profundamente gris, entre los suyos y entre los demás. Ese es
Eric, el futuro —y verdadero— gobernador.
Será la sombra de Cuitláhuac García Jiménez y
los ojos y oídos de Andrés Manuel López Obrador. Será la voz que decide y el
puño que obliga y pega, o la mano que aprieta, aplicando aquello de que el
poder real, dentro y fuera de Veracruz, no se cuenta sino se ejerce, no se
comparte sino se impone, el que habrá de desmantelar al PRI-AN.
A contrapelo del morenismo que apenas lo
conoce, y también del que le conoce el defecto y la virtud, Eric Patrocinio
Cisneros Burgos tuvo lanzamiento estelar, en Xalapa, frente a palacio de
gobierno, esbozando Cuitláhuac, su presentador, que a quien hay que seguir es a
él.
Bonachón, regordete, cabello ralo, luce ese
día poco propio para su entronización. Ni por accidente se le ocurrió vestir de
manera formal, un saco sport, una corbata, un traje para la ocasión.
Detrás del atril, ese día, habla el
gobernador electo. Cuitláhuac es, pero no parece gobernador. Cuitláhuac es, ese
1 de agosto, el maestro de ceremonias que Eric deseaba tener.
Ahí lo muestra. Destaca quién ha sido y quién
es, sus días en Baja California Sur, al que llegó cuando su padre lo hizo
migrar, dejando su natal Otatitlán, en la cuenca del Papaloapan, donde por
cierto Morena perdió la presidencia municipal; su paso por el servicio público,
sus días asesorando al PRD, a Rocío Nahle, coordinándole una campaña de 2015,
cuando derrotó al PRI e inició la crisis priista que se acentuó con la caída,
el escándalo, el encarcelamiento del ex gobernador Javier Duarte por la quiebra
financiera del gobierno de Veracruz y la complicidad con el crimen organizado.
Eric, el gobernador de facto.
Eric, el patrón del Cui.
Mídase a Eric Cisneros en tres tiempos: el
tesorero de Santa Rosalía —o Mulegé como es el nombre del municipio— y su liga
con dos ex gobernadores de Baja California Sur; el estratega del voto para el
Dios Peje en 2006 cuando Andrés Manuel se durmió presidente y se levantó
derrotado, y su integración al “gobierno legítimo” como subsecretario de
Economía, que fue una charada fenomenal del señor López.
Qué mejor retrato que el que Cuitláhuac
García —el célebre cincuentón que aún vive en la casa de papá— elabora de Eric
Cisneros: orbita entre los allegados al team de López Obrador, operando en campañas
presidenciales, cerca de AMLO, y destacando su paso por Veracruz, ayudando a
diputados y alcaldes a ganar.
Será, pues, el secretario de Gobierno.
Y tendrá todo el poder.
Sí, todo el poder.
Y será algo más: el Big Brother de López
Obrador.
Por él verá, escuchará, decidirá Andrés
Manuel lo que se haga o se deje de hacer en Veracruz, lo que quiera imponer y
decida conceder.
Eric Cisneros milita en el círculo de Leonel
Cota Montaño, ex gobernador de Baja California Sur y ex líder nacional del PRD,
y en el de su sucesor, Narciso Agúndez, más que influyente Cota en el ánimo de
López Obrador.
Allá se formó políticamente. Allá se le
conoce, en Veracruz no.
Pero de que va gobernar, vas gobernar.
Muy formal, Cuitláhuac García cuenta apenas
algo de su historial. Pero no alude a los fangos que pisan los que anhelan el
poder, los tropiezos y los mandobles, el golpe mediático que termina por
mancharle el prestigio y acabarle la honra.
Evade Cuitláhuac el episodio de Santa
Rosalía, cuando Eric el Gris fue tesorero municipal. Inició gestión pero no
culminó. Y le soltaron que tendría que enfrentar la justicia por malversación,
cosa que nunca ocurrió.
Cuitláhuac es generoso pero también
mentiroso.
Omite hablar del descalabro de 2017 en
Veracruz cuando a Morena le falló el pronóstico. Ofertó una cosecha de entre 80
y 90 alcaldías y si acaso llegó a 16. Eso sí, ganó Xalapa y Coatzacoalcos, Poza
y Rica y Minatitlán con su tremendo potencial económico.
Sin el efecto López Obrador, Morena puja.
Veracruz le viene bien a Eric Cisneros. Será
secretario de Gobierno y ya usa la demagogia y el rollo para impactar, la
frase-cliché.
“No influyentismo, no corrupción, no
impunidad”, cuenta Erick El Gris.
Y preconiza sobre la libertad de expresión y
el respeto a los derechos. “Eso incluye a todos los que están en el gobierno”,
refiere.
Y luego el bluff: la Secretaría de Gobierno
convertida en un despacho “abierto e itinerante”. ¿Itinerante? ¿Eric
placeandose por Veracruz?
Grillar hace daño. Daña la neurona, potencia
el embuste, detona la simulación.
Ilustre desconocido, operador en las sombras,
Eric Cisneros no se puede asumir como el artífice de la victoria en la elección
del 1 de julio en Veracruz.
Ni él ni Cuitláhuac García.
Ahí ganó el efecto López Obrador.
Hastiado el pueblo del robo y la impunidad,
el hartazgo hacia el PRI-AN, los gasolinazos, Ayotzinapa, Tlatlaya, las
reformas estructurales, el despotismo de los grupos de poder, cargó su voto
hacia López Obrador.
No porque sea mejor sino porque, como muchos
pregonan, si que éste sea el que me robe, ¿qué?
Así vieran sus fans el reclutamiento de la
mafia del poder en Morena, la bendición de las lacras políticas, las aguas de
la purificación pejista sobre sus otrora enemigos, panistas y priistas,
salinistas y zedillistas, foxistas y calderonistas, todos en torno a López
Obrador, prevaleció la certeza de que el candidato de la izquierda moderada era
mejor opción.
No concentró el voto Cuitláhuac. No le
acarreó votos Eric.
Fueron los votos de castigo lo que disparó a
López Obrador hasta lograr el 53 por ciento de la votación nacional. Su
victoria fue clara y contundente.
Fue ese efecto, no Cuitláhuac, ni Rocío
Nahle, ni Eric Cisneros, lo que hizo ganar a Morena en Veracruz.
Sui generis personaje Eric Cisneros, que en
los días del gobierno legítimo de AMLO, aquella mascarada que mató de risa a
medio México, López Obrador con la banda presidencial en el pecho, el juramento
solemne con el brazo extendido, a sus espaldas el Palacio Nacional y la imagen
del águila juarista, supo seguirle la corriente al Mesías. Y en consecuencia el
“presidente legítimo” lo designó subsecretario de Economía del gobierno
fantasmal.
Será secretario de Gobierno, los ojos y oídos
del Peje en Veracruz, el ejecutor del desmantelamiento del PRI-AN, si es que el
PRI y el PAN se dejan aplastar.
Cuitláhuac, pues, es un accesorio. Eric
concentra el poder.
Ese Eric es el futuro —y verdadero—
gobernador.
Archivo
muerto
Arrendador del Comandante H, Roberto Chagra
Nacif va por el rescate del Port House, el restaurant embargado y clausurado en
el que pasaba horas el jefe zeta. Un amparo, cuya audiencia constitucional
tendrá lugar el 28 de agosto, le permitiría recuperar el célebre y costosísimo
restaurant, donde por cierto los sellos de clausura fueron violados apenas días
después del escándalo derivado de la aprehensión de Hernán Martínez Zavaleta,
producto del crimen del taxista Clemente Martínez, su esposa Martidiana y cuatro
hijos de 3, 4, 5 y 6 años, como una vendetta demencial por el asesinato de
Bernardo Cruz Mota, brazo derecho del H, en julio de 2017. Bajo el número de
expediente 235/2018, Chagra acudió a la justicia federal y cayó —o le
arreglaron que cayera— su caso en el Juzgado Décimo Noveno de Distrito donde
ocurren cosas que van de lo sospechoso a lo reprobable. Su alegato se basa en
la improcedencia de la clausura, previo aseguramiento por parte de la
Subprocuraduría Especializada en Investigación de Delincuencia Organizada
(SEIDO). Por el Port House coqueteaba el H con el jet-set, y en la inauguración
del gimnasio Golden Bull, donde posaron las fotos el Comandante H, la boxeadora
Mariana “La Barbie” Juárez, Beto Chagra, el empresario transportista y
constructor, Ramón Ortiz Cisneros, el restaurantero David Arreola Sam, y el ex
secretario de Gobierno municipal y ex líder estatal del Movimiento Territorial
del PRI, Víctor Rodríguez Gallegos, hoy operador morenista en Cancún, Quintana
Roo, entre muchos que presumían su amistad con el jefe zeta… Alejandro Torruco,
como diría el clásico, no controla ni a sus peones. Y Pepe Mancha, menos. Sus
regidores en Agua Dulce resultaron fieles de toda fidelidad, pero no al PAN
sino a Morena. Alma Esther Santaella y Erick Jiménez Hernández son piezas
azules del alcalde Sergio Guzmán Ricárdez, un avieso transgresor de la ley,
oscuro edil que lo mismo vende bienes inmuebles del municipio sin aval del
Congreso de Veracruz, que infesta la nómina con parentela y amigos, incluso
familiares de periodistas, u oculta el manejo financiero, acusado ante el
Órgano de Fiscalización Superior y la Legislatura, en la mira de una minuciosa
investigación, según documentos entregados al regidor Mario Espinosa Ríos.
Sergio Guzmán se sostiene con los votos del PRI-AN, el de la priista Guadalupe
Martínez Badillo, y los de los panistas Alma Esther Santaella Bandera,
recomendada del ex alcalde Alejandro Torruco Vera, actual titular del sistema
de Educación Tecnológica del gobierno de Veracruz, y de Erick Jiménez,
protegido del líder del PAN, José de Jesús Mancha Alarcón. O sea, los votos del
yunismo azul sosteniendo el actuar turbio del alcalde de Morena. Entiéndese
pues por qué la cosecha de votos en el sur para Miguel Ángel Yunes Márquez fue
de risa. Los pupilos de Torruco y Mancha se visten de azul pero su alma es
Morena. Se arropan en la bandera del PAN y se entregan a la causa del Dios
Peje. Encumbrados por el gobernador Miguel Ángel Yunes Linares, lo suyo ha sido
morderle la mano, sumarse al proyecto Peje y tender puentes hacia Morena en el
sexenio que está por venir… Una voz, la de Ifigenia Martínez, habló por el
cuauhtemismo y por Fluvio Ruiz Alarcón, y demandó para él la dirección de Pemex
Exploración y Producción. Y López Obrador la concedió. Fluvio, oriundo de
Coatzacoalcos, hijo de una apreciada empleada de Pemex que se esmeró en
potenciar su capacidad y talento, es hoy por hoy una de las personalidades con
mayor reconocimiento en el ámbito petrolero internacional. Egresado de la UNAM
donde obtuvo la licenciatura en Física, con dos maestrías y un doctorado en
Economía de la Energía por la Sorbona de París, asesor del PRD en la Cámara de
Diputados, fue quien diseñó el modelo con el que gradualmente se reduciría la
carga tributaria a Pemex para darle mayor viabilidad financiera y, sobre todo,
evitar un colapso que sería catastrófico para el país. Fluvio Ruiz alcanzó su
cenit cuando fue designado consejero profesional de Pemex. Ahora será titular
de Pemex Exploración y Producción, el área más relevante de la empresa
petrolera. No le debe el favor a nadie más que a su preparación y talento. No
llega a PEP por la intervención de las Nahles ni los Teas, ni los santones de
la izquierda descafeinada de México. Cancelada la posibilidad de que Lázaro
Cárdenas Batel pudiera ser titular de Pemex, cargo otorgado finalmente a
Octavio Romero Oropeza, el cuauthemismo pujó para que Fluvio Ruiz Alarcón
alcanzara la dirección de PEP. Y así fue. Alumno brillante, orador espléndido,
se recuerda a Fluvio por su gran aprovechamiento en la secundaria Miguel
Alemán, o por el día en el que le afloró lo anarquista y ante el incremento al
pasaje del transporte urbano, encabezó un contigente que cerró los accesos a
Coatzacoalcos, bloqueando con un par de autobuses las avenidas Zaragoza y
Transístmica a la altura de la Ford, o en sus múltiples entrevistas en que
describe el momento crítico de la industria petrolera nacional, aportando ideas
para hallar la fórmula que haga de Pemex el detonante de la economía nacional.
El 1 de diciembre, junto con la llegada de Andrés Manuel López Obrador a la
presidencia de México, Fluvio asumirá la dirección de Pemex Exploración y
Producción. Es su mérito y de nadie más… Cosa de días, quizá semanas, para que
Rafael Carvajal Rosado deje la secretaría del ayuntamiento de Minatitlán. Se
irá porque nadie está obligado a lo imposible. Y sacar del barranco al alcalde
Nicolás Reyes Álvarez es peor que imposible. Se irá —revela una fuente cercana
a Carvajal Rosado— por la cerrazón del alcalde, que cancela espacios de
negociación con los regidores de oposición, por los exabruptos de Reyes Álvarez
—les imputó a los ediles en sesión de cabildo que quieren cobrar diezmo y
tienen constructoras—, por el nepotismo, por el manoseo de los alfiles de
Morena al interior del ayuntamiento y por el desgaste provocado por los siete
meses de gestión sin un solo resultado. Sábese que Rafael Carvajal volverá al
feudo de Manuel Huerta, el líder estatal de Morena… ¿Quién es ese funcionario
municipal que va de negocio en negocio solicitando su moche, so pena de enviar
inspecciones de alcoholes a fastidiar? Su adicción etílica, dirían los
clásicos, le ha desarrollado el instinto de la extorsión…