* El
alcalde y el informe * Año de errores y
mentiras * Que renuncie, le piden * Interpelaciones y finanzas enfermas * Un acta de cabildo falsa * Y el cabido no aprueba los estados
financieros * Iván y Edel en
Vinísimo * Pinta para magistrado * Los muertos de Cuitláhuac * Aquel levantón al director de Ingresos * Y el alcalde aflojó
Mussio Cárdenas
Arellano | 19 diciembre de 2018
Tribuna Libre.- De su gente —la clase
media, el empresariado, el jet set—, el alcalde oye condenas y escucha
reclamos. Y de los otros, el pueblo al que desgobierna, la interpelación y el
agravio, la voz que se eleva y el grito de quien discrepa, la ira de los que
creyendo en la Cuarta Transformación terminaron asumiendo la vil decepción.
Primer año, don Víctor Carranza, y el fracaso es real.
Vapuleado, llega a su informe sin más
argumento que el embuste y la mentira, las palabras huecas —“gran trabajo”,
“gran gobierno”, “gran proyecto”— y las proclamas de finanzas sanas en un
ayuntamiento, el de Coatzacoalcos, marcado por el derroche, el desfase
presupuestal, los recursos que no alcanzaron para cubrir aguinaldos y
prestaciones laborales y la urgencia de acudir a un crédito bancario para
evitar el conflicto sindical.
Son finanzas enfermas, graves, y otro poco en
grado terminal.
Habitante del mundo irreal, Víctor Manuel
Carranza Rosaldo presume una obra pública que sólo existe en su imaginación.
Reconstruir bardas de escuelas, remozar salones de clases, impermeabilizar
techos de mercados, pintar paredes, no es obra pública; es mantenimiento a lo
que ya dio de sí.
Tapar baches, que en breve vuelven a estar
igual; levantar losas quebradas, que son dejadas por meses así; pavimentar una
que otra calle, que no aligeran el problema vial, es derroche e inversión
inútil.
Un año después, la obra pública es
deplorable. Ejerce un presupuesto anual de mil 300 millones de pesos, varios
cientos destinados a obra y desarrollo, y nadie se explica en qué bolsillo van
a parar.
Víctor Carranza revienta en lo político, en
lo financiero, en lo social y en lo moral.
Hará once meses inició el conflicto sindical.
Y pronto volverá a estallar.
Su gobierno arrancó con una mentira
fenomenal: una reingeniería administrativa aliviaría la estrechez económica. Y
sólo él lo creyó.
Días después inició el show. Pagó sueldos a
destiempo, recortó salarios, canceló plazas de confianza, sobre todo las
sindicales, tildó a parte del personal de “aviadores” y ofreció que con menos
gastos de nómina se lograría la plenitud financiera.
Enmudeció al filtrarse la nómina del Parque
Quetzalli, un espacio ecológico municipal entregado en comodato —o robado, para
ser más claros— a Mónica Robles Barajas, esposa del ex alcalde Iván Hillman
Chapoy, y acreditarse que es pagada por el ayuntamiento. Esa se la tuvo que
tragar.
Embustero nato, Víctor Carranza apretaba al
gremio sindical al tiempo que atestaba de personal de confianza el
ayuntamiento, los de la cúpula con salarios de privilegio, él con 72 mil pesos
mensuales, otros de a 60, 50, 40 mil pesos a mes. Sólo entre 96 trabajadores de
alto nivel, la nómina asciende a 3.5 millones de pesos.
Hay mil 200 empleados sindicalizados y mil
100 de confianza, inexpertos, buenos para el mitin, la porra y la matraca pero
sin idea de las tareas que habrían de desempeñar en el ayuntamiento.
Carranza capotea líos en los tribunales. Lo
abruman las demandas laborales y las acciones del Sindicato Único de Empleados
Municipales. Lo alcanza el fantasma de los laudos, el riesgo de reinstalación y
los emplazamientos a huelga.
Le gritan títere en las calles, en los
mítines, en la prensa, en los parques y en la iglesia piden que lo exorcicen.
Títere de Rocío Nahle, la infausta senadora con licencia, hoy titular de la
Secretaría de Energía. Títere de la inexperta política que lo vendió como una
revelación y resultó una decepción.
Nahle tuvo culpa y la fanaticada de Morena
también. Alertados de lo que podría ocurrir, no supieron ver ni quisieron
escuchar. El engendro de Rocío Nahle apuntaba al fracaso que hoy es.
Títere de todos, al iniciar su campaña a la
alcaldía, Víctor Manuel Carranza colocó ratoneras a las puertas de la
presidencia municipal. Fue una señal. Combatiría la corrupción. Y auguraba días
de cárcel, días negros, días de miedo para su antecesor, el priista Joaquín
Caballero Rosiñol.
Un año después, Caballero ríe y vuelve a
reír. Y su pandilla también. No hay acción legal. ORFIS —Órgano de
Fiscalización Superior— deja impune la obra amañada, el fraude de los pozos de
agua, los cuartos adicionales de la Sedatu que le fueron observados por la
Auditoría Superior de la Federación, la mano sucia de Guillermo Ibarra, el
socio de Caballero en la compañía Perconsa por la que enfrentaron hace 15 años
un lío judicial con orden de aprehensión.
Un año va y el alcalde derrocha en forma
demencial. A la prensa afín —Diario del Istmo y el consorcio del Clan de la
Succión, los Robles y los Hillman— le regala casi 2 millones de pesos al mes.
Es dinero tirado en prensa-basura, que no informa y lo que publica carece de
credibilidad.
Carranza no paga para difundir acciones sino
por orden de su patrona, Rocío Nahle, la autora del caos que es Coatzacoalcos.
Paga para evitar golpizas. Paga para evitar que su atropellada vida en Pemex,
acusado de corrupción y luego librado de culpas, sea el circo que todos quieren
ver.
Su desaseo financiero es brutal. Pregona
finanzas sanas y sus finanzas gozan de cabal enfermedad. Diríase que son un
cáncer en fase terminal.
Son tan sanas que al octavo mes de gestión la
regidora independiente, Adriana Herrera, le dibujó lo que finalmente es: se
había agotado el 80 por ciento del presupuesto para saldar salarios y
terminaría mal.
Hoy anda tras un crédito emergente para
solventar aguinaldos y prestaciones laborales de fin de año. Y si no lo
obtiene, el conflicto estallará.
Lo moral y lo ético es igualmente deplorable.
Su suplente y a la vez secretario del ayuntamiento, Miguel Pintos Guillén,
certificó un acta de cabildo falsa para conculcarle sus derechos al titular de
un comodato de una cancha de pasto sintético en la Unidad Deportiva Miguel
Hidalgo, quien promovió un amparo para evitar la construcción ahí del Parque
Central, un negocio de 60 millones de pesos provenientes del Programa de Apoyo
a Municipios y Medio Ambiente de Pemex.
Por ese delito, la Fiscalía de Veracruz ya
emprendió acciones contra el secretario Pintos.
Horas antes del informe de gobierno, Carranza
alcanzó su clímax. Agobiados por la inseguridad, la impunidad de los malosos,
el secuestro y la extorsión, el cobro de piso, los asaltos, las ejecuciones,
los comerciantes y empresarios decretaron un cierre de actividad. Fueron dos
horas. De ahí armaron un mitin. Exigían que Víctor Carranza diera la cara. Y el
alcalde huyó.
“Sin no puede, que renuncie”, gritaban en el
pasillo del palacio municipal que conduce a la presidencia. Y el edil nunca
apareció.
Se dispersaron. Se fueron. Quedaban unos
cuantos comerciantes, la clase media, el jet set, cuando alguien advirtió a
Carranza que el peligro había pasado. Y confiado llegó.
Lo tomaron casi por asalto. Lo obligaron a
escucharlos. Al pie de las escalinatas del palacio municipal oyó reclamos. Qué
podía informar al pueblo si en un año nada ha hecho por Coatzacoalcos. Qué decir si el gobierno no existe y el hampa
gobierna a placer.
Un día después, con los suyos, su informe de
actividades fue el caos. Lo interpeló un teniente retirado. Lo empañó.
Aplaudían, lo secundaban, condenaban el fiasco de administración municipal.
Otro día más y llegó lo peor: nueve ediles de
15 que conforman el cabildo rechazaron los estados financieros de noviembre.
Aducen falta de información. Perciben tretas y corruptelas, datos ocultos,
derroche, malversación. Y hasta tres de Morena le votaron en contra.
Carranza resultó un fiasco. Atropellando a
todos, jodiendo el erario, consintiendo hasta el uso de un acta de cabildo
falsa, habría de confirmar que Rocío Nahle se equivocó y el costo político será
enorme.
Diría
El Justo, el fracaso está consumado.
Archivo
muerto
Trepados en la Cuarta Transformación, dos
ácidos personajes botaneaban y libaban hasta perder la razón. Uno, con las
trazas del ínclito Iván Hillman Chapoy; el otro, con la inmensa figura de Edel
Álvarez Peña. Y eran ellos. Hará 10 días, en Vinísimo, el restaurant donde se
aparta la mancha política de Xalapa para urdir sus tretas, el infumable ex
alcalde de los Robles en Coatzacoalcos y el presidente del Poder Judicial de
Veracruz fumaron la pipa de la paz, aderezada con viandas, ensaladas, escamole,
cortes de carne, platillos exóticos, mucha risa, mucho, licor. Viene Iván de
una familia que atesora tierras a mansalva o con la firma notarial —Juan, su
padre; Yohan, su hermano, y él mismo son notarios en Coatzacoalcos— dan fe de
actos que rayan en lo ilegal. Políticamente Iván es nada y se cuelga de su
matrimonio con la ex diputada priista, hoy de Morena, Mónica Robles; o sea, es
fidelista, duartista y rémora del Clan de la Succión. Edel Álvarez fue alcalde
del otrora Puerto México —o Coatza— y terminó con un descalabro político cuando
sucumbió en la elección de diputado federal, en 1994, traicionado por Marcelo
Montiel y Carlos Brito que lo dejaron sin grupo político hasta que Roberto
Madrazo, en 2006, lo sacó del inframundo y lo hizo presidente del PRI en Veracruz
sólo para dar lástima y perder la elección presidencial. Revivió de nuevo de la
mano de Miguel Ángel Yunes Linares, en cuyo gobierno —gobierno panista— fue
encumbrado a la presidencia del Tribunal Superior de Justicia, planchando pares
que antes lo denostaron y llegaron a expresar que “cualquier pendejo podría ser
magistrado”. Ahora ve la mano de Yunes y sin chistar la muerde, pues esa virtud
sí que se le da. Ahora acuerda con Iván Hillman su arribo al Poder Judicial,
primero como magistrado, luego, quizá, siendo su sucesor… Sábado de muertos, el
1 diciembre. Domingo de más muertos, el día 2. Y así por dos semanas, cuando ya
suman más de 70, cuando comparando las cifras del primer mes de Miguel Ángel
Yunes con el mismo período de Cuitláhuac García, el disparo es de más del 122
por ciento. Son los primeros muertos de Cuitláhuac García, el pase inaugural de
su sexenio, sintiéndose desde palacio que la espiral de violencia que no cesa,
sufriendo el vendaval de muerte que no amaina. A unos los mataron en la
carretera El Naranjal-Coetzala; a otros en la carretera federal
Córdoba-Veracruz. Unos se hallaban en una combi; otros desmembrados en bolsas
de plástico. Uno más fue ubicado en un campo de futbol y ahí los sicarios le
vaciaron sus armas. Dos días, seis muertos. Y de entonces para acá, los
ejecutados de Coatzacoalcos, los levantados en Coatzacoalcos, las narcomantas
en Coatzacoalcos. Y el asalto a los hogares, al de Omar Béjar, el veterano
radiodifusor, alma de Grupo ACIR, o el ataque al doctor Guerrero y a su
familia, también en su domicilio, hospitalizados él y su familia. Hoy el crimen
organizado y la delincuencia común se saben impunes. Hoy, el gobierno, la
policía, el Poder Judicial, alcaldes y todas las estructuras de mando se
observan arrinconadas, temerosas, rebasadas, sobre todo rebasadas. Van 17 días
del gobierno de Cuitláhuac García. Es la inercia de la violencia que viene del
duartismo y que apenas si se pudo contener en el yunismo y que hoy se desborda
con el nuevo gobernador. A costa de la tranquilidad de la sociedad, y el baño
de sangre, se cala a la Cuarta Transformación. Son los primeros muertos de
Cuitláhuac. Y lo que habrán de venir… Listos los nuevos rectores de
tecnológicos estatales en el sur. Va al de Coatzacoalcos —ITESCO— Edgar Iván Gutiérrez
Jaimes; al de Nanchital —UTS— Julio Sandría Reynoso; al de San Andrés Tuxtla,
Cutberto Solís Domínguez, y al de Las Choapas —ITLCH— Francisco Córdoba
Montero, cuñado del jefe de la Oficina de Gobierno de Veracruz, Esteban Ramírez
Zepeda, el ex secretario incómodo del gober Cuitláhuac García Jiménez. Algo así
como el nepotismo en su acepción más vulgar. Ahí, como en el duartismo y en el
yunismo, habrá contratismo subterráneo, remodelación de oficinas, moche por la
renta de los comedores para alumnos, maestros y personal administrativo. Llegan
al edén; llegan a tomar la fruta prohibida. Uno de ellos, Julio Sandría, es un
caso especial. Es ingeniero químico con maestría en Inteligencia Artificial y
un doctorado en Tecnologías de Información y Análisis de Decisiones de la
Universidad Popular Autónoma del Estado de Puebla (UPAEP). Es Coordinador
Académico en el Instituto de Robótica de Xalapa, A.C. (iRoX) y catedrático en
la Universidad de Xalapa. Académicamente, pues, no tiene queja. Habrá que ver
si viene a destruir la telaraña de corrupción o a sembrar de robots la UTS…
¿Que por qué se desplomó la recaudación municipal en el ámbito de los giros
negros? ¿Que por qué las cantinas, los teibol dans, los depósitos de licor y
cerveza, ya no cumplen con su contribución a la Tesorería de Coatzacoalcos?
Pues porque ahora esas son cuotas que se le pagan al crimen organizado y allá
de aquel que se las quiera regatear. Recuérdese el levantón al ex director de
Ingresos, Elías Omri Gutiérrez Gordillo. Un calentón y el alcalde Víctor
Carranza aflojó el cuerpo y se dispuso a cooperar…