* Los
pasos perdidos de la secretaria * “Error
de cálculo” y van 100 muertos * Tres
pifias en palacio nacional * Audio
evidencia a Cuitláhuac * Requiere
magistrados para tumbar al fiscal *
Morena: alcalde quiere expulsión de la síndica
* Acusa nepotismo * Carranza y
sus familiares en nómina * Viola Ley de
Protección de Datos Personales
Tribuna Libre.- Una y otra vez, Rocío Nahle siente que el
fuego hiere. Arde en las brasas del combate a la ordeña de gasolina, arrollada
por el cierre de ductos y el desabasto, por la estrategia fallida, la
negligencia, los calcinados de Tlahuelilpan, la compra de pipas sin licitación,
o cantinfleando cuando, mínimo, algo coherente debía explicar.
Toda maltrecha, habla y divaga. O se entrampa
en excusas difíciles de tragar. O dispara argumentos, no razones, intentando
atenuar el impacto de una crisis detonada —vaya ironía— por la embestida contra
la corrupción.
De patética ignorancia, el “cerebro
energético” del Dios Peje —así la define la revista Forbes— despertó del mundo
tuitero, el limbo en que pululaba, cuando el desabasto del combustible y la ira
social comenzaban a horadar los cimientos de la Cuarta Transformación.
Nahle zambullida en el Twitter y el Mesías
atisbando su Armagedón.
Dilapidaba sus tiempo en Twitter, el domingo
6, dilucidando si su corazón latía por los Pumas o los Tiburones, dos
intermitentes equipos de futbol, imaginando que si el combate al huachicol se
complicaba sería el infierno del agrónomo que despacha como director de
Petróleos Mexicanos, Octavio Romero Oropeza, cargo sobre el que rocío Nahle
centró siempre su ambición.
Su error fue suponer que el conflicto por el
desabasto de gasolina quedaría en el ámbito de Romero Oropeza cuando que la
cabeza del sector es la titular de Energía. Y a partir de ahí comenzó a arder.
Diez días antes, el 27 de diciembre, el
presidente Andrés Manuel López Obrador inició su cruzada contra el robo de
combustible. Citó cifras. Expresó que el daño a México es de 60 mil millones de
pesos por año; que lo sabían los ex presidentes, que lo consentían, que lo
ejecutaban los funcionarios de Pemex, que ese cáncer debía ser extirpado. Y
tenía razón. Y el aplauso fue general.
Pero el 6 de enero, Rocío Nahle evidenció que
no es lo mismo la grilla que el ejercicio del poder, ni el grito de campaña, el
insulto y la descalificación cuando se asume el gobierno y ya no se puede
fallar.
Aquel 6 de enero le tocó felpa. Ella volátil,
etérea, pillada en la hora tuitera cuando el desastre sacudía al gobierno de la
salvación nacional, miles sin combustible, miles varados en el Bajío, porque
así, según el Evangelio de San Andrés Manuel, cerrando los ductos, se combate a
los señores del huachicol.
Pronto sintió el embate de la prensa seria,
dejando sin habla a Morena, al equipo de López Obrador, a sus fans y a quienes
conocen sus alcances, sus taras y limitaciones.
Hubo un “error de cálculo”, expresó Rocio
Nahle y ahí reventó al Peje.
Decía el Mesías que a la mafia huachicolera
se le enfrenta con táctica. Y para que dejen de robar combustible, hay que
limitar el suministro. Y así concluyó que debía parar el flujo que corre por el
ducto que va de Salamanca a León.
Comenzó el desabasto y el presidente presumió
el primer logro: se desplomó el robo de combustible en un 57 por ciento. Y
llamaba a resistir.
Obvio, con un ducto sin producto qué se
podían robar.
Visitaba los medios la secretaria de Energía.
Pregonaba que la estrategia se ajustaba a lo previsto. Avizoraba que seguiría
así mientras fuera necesario.
Pero el reclamo iba en aumento.
Llamada a comparecer a la Cámara de
Diputados, junto con el director de Pemex, Octavio Romero Oropeza, dijo que sí
y luego que no. Ahí quedaron sus sillas vacías en la Comisión de Permanente. Y
el desaire también.
Siendo diputada federal por Morena, y su
coordinadora, de 2015 a 2018, sus desplantes fueron proverbiales. Soez en el
trato, engreída, soberbia, fustigaba con adjetivo lacerante al funcionario que
tenía a su alcance.
Aprendido el guión, Nahle basaba su
estridencia en la ignorancia de los demás. Machacaba en la corrupción del
peñanietismo, en el saqueo, en los contratos leoninos, en las compras amañadas,
en la violación a la ley, en el fracaso de la reforma energética. Era el show
de Lady Rollo.
Pero hoy no tiene qué decir.
Tres veces ha llevado al ridículo a López
Obrador en su conferencia mañanera. Una, cuando el Dios Peje le solicitó
documentos en los cuales apoyar sus dichos y la secretaría de Energía los
olvidó. Otra, cuando le empapeló las láminas con las que AMLO daría una
explicación. Una más, cuando un reportero le pidió explicar cómo es que el
efecto de gravedad generó un disparo de varios metros en la fuga de gasolina en
el ducto en Tlahuelilpan, Hidalgo, del que robaban combustible los pobladores
hasta que un estallido acabó con la vida de un centenar.
Debe haberse macheteado el Diccionario de la
Real Academia de la Lengua Cantinflesca para dar una explicación que nadie
entendió. Mezcló el producto con el ducto, la presión con la densidad, el
boquete con el chorro, generando risas y sorna, memes y videos, y al final ni
ella supo qué quiso decir.
A sus espaldas, López Obrador sólo la
escuchaba. Su mirada traslucía asombro y desconcierto, cierto malestar.
Endurecía el gesto mientras las sonrisas advertían que la secretaria de Energía
ignora lo elemental.
Tlahuelilpan es ya el infierno de la Cuarta
Transformación. Ahí los muertos son víctimas de sí mismos, de su vocación
ilegal, de la proclividad al robo de combustible y del atropello a la ley.
Fueron por gasolina que se fugaba de un
ducto, tomando lo que es de la nación, y una chispa detonó los miles de
combustible, devorando a hombres, mujeres, niños, ancianos que se hallaban en
el lugar. Son 100, amén de los desaparecidos y los heridos.
AMLO no provocó el siniestro pero su plan de
combate a la ordeña de ductos sí. Su estrategia es suspender el flujo, que los
huachicoleros no tengan qué robar. En Tlahuelilpan tenían 10 días sin
suministro y muchos no se abastecen en gasolineras sino en los depósitos donde
se comercia el producto robado a Pemex. Una buena parte de la población está
inmiscuida en ese delito.
La estrategia, dicen el Mesías y Rocío Nahle,
es la correcta. Pero la estrategia ya acusa un centenar de muertos. Tarde o
temprano serán los muertos de la Cuarta Transformación.
Sacralizada por sus fans, una masa que le
cree a ciegas, y por una prensa voraz, de a tanto el cuadratín, la línea y el
párrafo, el elogio y el silencio, Rocío Nahle resulta un fraude.
Sólo quien no conoce su historia, sus
necedades, sus tesis, creen en su capacidad. Reina del barbarazo, todo lo echa
a perder.
Pero lo suyo es el show.
Con disfraz de petrolera se ha confeccionado
un historial de lucha que no se ajusta a la realidad. Vestía uniforme de Pemex
pero no laboraba en Pemex. Constituyó la Unión Nacional de Trabajadores de
Confianza de la Industria Petrolera cuando ya la paraestatal no le daba un
turno.
Con casco de Pemex subió a Tribuna en la
Cámara de Diputados, asumiéndose petrolera sin serlo, arguyendo contra la
fallida reforma energética, hablando del saqueo, de la entrega de los bienes al
capital extranjero, de los apátridas, de la innegable corrupción. Sí, pero
Rocío Nahle no era petrolera.
Su primeros años laborales los vivió en
Pemex. Luego emigró a la industria privada. Trabajó para Resistol. Es química
con diplomado en petroquímica, sin maestría, sin doctorado, sin buenas notas en
el proceso de producción. Su rango fue el de instrumentista y nada más. Así lo
resume el curriculum que la describe en el portal de la Cámara de Diputados
cuando tuvo a su cargo la coordinación de Morena.
Hoy ya no es oposición. El tiempo de imputar
quedó atrás. Hoy consiente la compra de 500 pipas par el transporte de gasolina,
con un monto de casi mil 700 millones de pesos, sin licitación, con el
argumento de la emergencia, dolosamente fraguada la emergencia cuando se
suponía que la estrategia para combatir la ordeña de ductos debió contemplar,
con tiempo, a adquisición de unidades para abastecer las gasolineras.
El tiempo de arengar y dramatizar se esfumó.
Hoy, como gobierno, debe solucionar. Y en el combate a la ordeña de ductos, el
robo de combustible, la estrategia falló.
Hoy, Rocío Nahle arde en el huachicol.
Archivo muerto
Es su voz y lo admite. Se oye a Cuitláhuac
García apresurar la imposición de magistrados para consumar la destitución del
fiscal Jorge Winckler. Un audio registra los dichos del gobernador de Veracruz,
inmiscuido en la embestida al fiscal del yunismo, trasluciendo el temor a que
el Tribunal Superior de Justicia rechace la separación del cargo, ordenada por
el Congreso local de mayoría morenista. Dice Cuitláhuac: “La otra parte
importante aquí es que todavía existe también el mecanismo de juicio político,
(contra el Fiscal Estatal) nada más que ese mecanismo de juicio político, ese
procedimiento inicia en el Congreso y termina en el Tribunal. O sea, si los
diputados, la mayoría de los diputados, también por mayoría calificada decide
que procede el juicio político contra el fiscal, tiene que ser destituido,
quien determina si tiene razón, eh, los diputados o no, es una Sala del
Tribunal que se llama Sala Constitucional”. Luego añade: “Temor tenemos de que
el actual Presidente del Tribunal (Edel Álvarez Peña) radique en esa sala a
Magistrados que pudieran estar favoreciendo la posición del fiscal. Entonces
tenemos que ser cautos y bueno, la verdad los diputados tienen que ser cautos
en utilizar esa, eh… Qué estamos haciendo, aceleramos el procedi…, eh, la
elección de Magistrados para que existan mayores opiniones al interior del
Tribunal sobre el proceder o el futuro proceder de la Sala Constitucional”.
Precisa cómo habría que apretar a Winckler: “Son dos líneas: la modificación a
la Constitución, que va en marcha, va bien, en enero vamos a observar que va a
estar dispuesta esa esa modificación para para destitución (inaudible), y
también está el juicio político utilizando un artículo constitucional, en el
que lo único que había que arreglar ahí era esa formalidad de quitarlo, sin
necesidad del juicio político”. Abierta, burda, la intromisión de Cuitláhuac
García vicia el procedimiento contra Jorge Winckler. De ahí las asonadas contra
el Congreso cuando el yunismo aún gobernaba, un grupo de diputados mamarrachos,
hoy algunos de ellos convertidos en funcionarios del gabinete estatal,
apostados a las puertas de la sede legislativa, encadenando su acceso en
actitud golpista como si el recinto fuera de su propiedad. Con aquella gesta,
Morena impedía la designación de once magistrados y daba paso a que la
propuesta fuera del futuro gobernador que requiere de magistrados peleles en la
Sala Constitucional. Evidenciado en ese audio, Cuitláhuac García se ha de
cuestionar quién de aquellos a los que hablaba en confianza lo grabó. Del
juicio político a Winckler ni quien se acordó ayer. Y para terminar de agriarle
el día al gobernador, el juez federal Jesús Arturo Cuéllar Díaz determinó desde
julio de 2018 que la tortura, incomunicación, privación de la libertad y desaparición
forzada, denunciados por el jefe de escoltas del ex fiscal Luis Ángel Bravo
Contreras, no existieron, nunca se acreditaron en juicio. Y con ese caso se
pretende despedir a Winckler… Títere de todos —de Nahle, de Cuitláhuac y hasta
de sus corifeos que lo marean—, Víctor Carranza no halla cómo someter a Yazmín
Martínez Irigoyen, la síndica con la que llegó al poder. Confrontados por el
uso discrecional de recursos que ella denuncia, las huellas de la corrupción,
un acta falsa de cabildo, cero obra pública y mil 300 millones de pesos que se
esfumaron, decenas de ellos enmascarados en la partida de cultura, el crimen
organizado en la nómina —los parientes de La Yegua, Ayuso, Jafet y otros
malandros más— del ayuntamiento de Coatzacoalcos, quiere el alcalde que Morena
la expulse de sus filas. Tramita el caso ante la Comisión Nacional de
Honestidad y Justicia y su argumento es tan frágil como incriminatorio. Cuenta
Carranza que Yazmín practica el nepotismo y que sin pelarlo inscribió a su
“marido”, hermano, cuñada y yerno en la plantilla de trabajadores. Ventilado en
la última sesión de cabildo, el caso lo expuso la propia síndica, reclamando la
treta y el uso de actas de nacimiento de su familia en un tema político. Yazmín
lo reta a que presente evidencia de que Rouvier Ramírez es su esposo, pues dice
que no es casada. Carranza, por si no se lo dijeron sus asesores, violó la Ley
de Uso de Datos Personales al sustentar su alegato en actas de nacimiento y de
matrimonio de los familiares de la síndica, usados en un procedimiento legal de
Morena. Al yerno de Yazmín Martínez Irigoyen le llama “el amasio” de la hija de
la edil, lo que constituye un agravio personal a la joven. Su historia es un
búmerang. Lo lanza y se le revierte. Sostiene que desconocía el nepotismo de la
síndica, pero mes con mes el alcalde venía firmando la nómina, requisito para
que el tesorero municipal, Mario Pintos Guillén, pueda liberar los pagos. De
nepotismo está lleno Morena. Carranza mismo tiene parientes en la plantilla
laboral, unos a la vista de todos y otros enmascarados. Hay familias enteras de
militantes de Morena incrustados en las regidurías y oficinas administrativas
que llegaron con Carranza y de los que nada dice aún. El secretario del
ayuntamiento y el tesorero. Miguel y Mario Pintos, son hermanos. Va a enfrentar
el alcalde un férrea batalla en la CNHJ de Morena pero también en los
tribunales cuando le lluevan las denuncias por daño moral…