A propósito de Venezuela y el Imperio
Tenemos que generaron
un alto conocimiento
que posibilite
atender nuestros males,
podemos ser un país
(México) de éxito comunitario y
no de unos cuantos exitosos.
Texto Propio .
Tribuna Libre.- Siglo XIX, el libertador Simón Bolívar
escribe “los Estados Unidos parecen destinados por la Providencia a plagar la
América de miseria en nombre de la libertad”, frase que parece tan reciente,
tan cercana, tan incómoda, tan impertinente, que raudos nos parece una buena
frase para un panfleto propagandístico de una izquierda rancia que se niega a
aceptar el mundo global y que el debate ideológico ya no existe, pues hay una
sola interpretación de la condición humana, y no una frase lapidaria sobre
nuestra condición de un orden mundial injusto y una vida social en la
simulación y el engaño, una frase para iniciar una nueva significación de la
cosa pública que elimine las contradicciones en que vivimos y condenan a
nuestros pueblos y ciudadanos a la esclavitud y a procesos de alienación que
desfiguran nuestras identidades y nuestra viabilidad y certeza de futuro en
mejores condiciones de vida para todos, tan simple como pensar que el problema
del hambre y la pobreza no es que no haya riquezas y alimentos sino que estas
están en las manos de unas cuantas naciones encabezadas por los Estados Unidos
y su política exterior de atropello y fuerza.
La democracia, la libertad, etc., sin ellos
el sentido de pertenencia no tendría sentido, somos en la medida que son reales
esos mitos constitutivos de los social, y que vamos en pos de ese paraíso
perdido por esos rancios y populistas, que tuvieron su oportunidad y sólo
trajeron “pobreza y miserias a sus pueblos”, la caída de las ideologías lo
comprueba, el mundo es uno sólo y tiene una sola lectura nos machaca el
imperio.
La introyección neoliberal está consumada, la
subjetividad colectiva está dada desde un principio hacía una única dirección,
aun cuando podamos presentar las pruebas de la afrenta y el dominio, de la
esclavitud y las consecuencias de ese mundo global imperial, de esos rostros
rubios nauseabundos que tiene el poder de la gramática, y de las armas.
En respuesta a la crítica al imperio (Estados
Unidos) de su intromisión en Venezuela, señalando el infame bloqueo económico,
la confiscación de bienes, empresa y dinero al gobierno venezolano, el
despliegue de una despiadada campaña propagandística por todos los medios de
comunicación contra lo que queda del chavismo y sus logros sociales, y la
resistencia al Imperio, sin negar la crisis humanitaria que vive el pueblo
venezolano, señalo que el Imperio no tiene la calidad moral para hablar de
democracia y libertad, y mucho menos de ser vocero mundial de la democracia, y
encabezar la reinstalación de la misma en Venezuela, una persona me responde:
“Lenin nosotros somos demócratas”, repitiendo la retahíla ideológica neoliberal
de esos mitos constitutivos conceptuales con que se ha escudado el Imperio para
mantener el dominio de su orden mundial, y la ingenuidad de mi interlocutor
pensando que lo que pasa en Venezuela tiene que ver tan sólo con el futuro del
Chavismo o de Maduro, sino con la re escenificación de la “bota militar”
sometiendo al mundo a sus anchas, con un discurso contradictorio que pensamos
era del pasado siglo, cómo entender que aún las cosas se resuelvan a través de
la fuerza, ahora mediática y económica, y si nos les funciona, militar; cómo no
aprender del pasado y no ser capaces los países latinoamericanos de
solidarizarnos con nuestros pueblos para buscar el respeto a la dignidad, al
estado de derecho, a la democracia; hay
que tener bien claro que la inoperancia del gobierno de Maduro es el resultado
de la intervención americana, que en un principio aposto que con sólo la muerte
de Chávez sería suficiente y todo lo demás caería, y que el crepúsculo de
terratenientes, banqueros y dueños de los medios de comunicación tomarían el
poder con facilidad para continuar obedeciendo a los intereses del imperio, que
pensó que las cosas no se complicarían, y que ahora tiene que tomar otras
medidas para ahogar la economía venezolana y a su gobierno, no importándole que
se trajera entre las patas a los pueblos venezolanos. Esa crisis social,
económica y política de Venezuela no es el resultado de un deterioro de una
propuesta de izquierdas bolivariana sino del intervencionismo imperial.
No hay otra alternativa desde dónde responder
y hacer oposición al imperio, la izquierda se perdió en su ensoñación del
advenimiento de una única clase, la trabajadora; y su materialismo dialéctico e
histórico sirvieron para aupar no a esa clase de las mayorías sino a la clase
del 1% que detenta el poder y las riquezas en el mundo, y lo peor aún, es que
detenta la única gramática con que se mide la realidad, la verdad y la ética
del hombre.
La caída de las ideologías, y principalmente,
la inoperancia social y política de la izquierda marxista dejó al mundo en una
orfandad, y convirtió el destino y el sentido del hombre en un plus
insustancial y hueco, es tiempo ahora de buscar otra lectura a las coordenadas
conceptuales y epistémica de la rex publica, el fracaso de los procesos
globalizantes que han dejado una estela de muerte y abandono a los pueblos del
mundo, que en un ejemplo local podemos constatar la dimensión: México un país
con uno de los hombres más ricos del mundo convive con 55 millones de pobre
extremos, y con una clase media venida a menos, un sistema económico neoliberal ahora virtual y especulativo que
se adueña hasta de nuestras perspectivas del frutos del trabajo de nuestros
campesinos, obreros, pequeños comerciantes, intelectuales, etc., un Imperio
(Estados Unidos, Inglaterra y Francia) cada día más descarado y agresivo.
El mundo debe volver a lo local, a la “ciudad
estado” de las polis griegas, a una izquierda marxista desde lo comunitario, a
reconceptualizar los fines de la vida, a revisar el corpus epistémico con que
hemos construido y administrado la rex publica, a volver a pensar el concepto
de hombre, a por una clínica de lo social, a incorporar la dignidad y la
solidaridad con la misma legitimidad y legalidad que la libertad, la igualdad y
la justicia.
México tan lejos de dios y tan cerca de los
Estados Unidos, con Trump se ha convertido en una mortífera convivencia
vecinal. El respeto y la diplomacia se han extinguido, nos tilda de ignorantes,
salvajes, y malos; y aun así lo espetamos respeto y consideración.
La Cuarta Transformación no es sólo restituir
la funcionalidad institucional perdida y gangrenada por la decadente clase
política y los voceros del imperio, la cuarta transformación implica una
refundación del estado mexicano desde lo local, lo comunitario, tomando en
cuenta la demografía y la psicología, representa invertir la pirámide, y se
desde lo local desde donde debe construirse el poder público, representa
renunciar a la las viejas fórmulas de “la representatividad” hoy obsoletas y
tomar en cuenta con todo la legitimidad y la legalidad del empoderamiento del
municipio, es decir, construir una República Municipal y si queremos podemos ir
más abajo, al jefe de manzana, el agente municipal, comisariado ejidal; en
suma, una revolución de la representatividad, si queremos hacer frente al
imperio y a los graves problemas que laceran el lazo social y nuestra
viabilidad de futuro.
Queda pues en un tiempo por venir la
verdadera política y la justicia social.
Febrero de 2019