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marzo 29, 2019

Crónicas Ausentes… A propósito de la revolución moral que vive México, y las condiciones sine qua non para lograr la cuarta transformación de México


Manual para un comportamiento ciudadano critico constructivo más allá del dogma y una sana oposición política

Héctor Orlando Carmona Sánchez

Lenin Torres Antonio | 29 marzo de 2018
Tribuna Libre.- Restituir la Normalidad de la funcionalidad Institucional del Estado Mexicano no significa la cuarta transformación de México, ni mucho menos un cambio de paradigma de la rex pública (cosa pública). Lo que sí está ocurriendo, y lo encabeza inteligentemente nuestro presidente de la república, es una Revolución Moral y de Esperanza, y eso hay que señalarlo, Revolución de la Ejemplaridad en el proceso de restituir la normalidad perdida de la funcionalidad Institucional del Estado Mexicano.
El flagelo con que se resume esa inoperancia de la normalidad de la funcionalidad de las Instituciones del Estado Mexicano es y era la Corrupción, que se hizo formar parte de nuestro inconsciente colectivo, de nuestra cultura, “el que no tranza no avanza”. Sin embargo, también fue permeando todas las esferas de la vida pública, hasta llegar a convertirse en un metalenguaje que operaba sobre el poder público, y que legitimaba, de cierta forma, el uso personal de los mecanismos de poder y de las instituciones, volviendo inoperante el estado de derecho y el buen funcionamiento de las Instituciones.
Es necesario el diagnóstico monotemático, a saber, que la corrupción” tiene que extirparse de la vida institucional y social, y del poder público de México. Aunque esto no sea suficiente para hablar de una Cuarta Transformación, puesto que para que haya una verdadera Cuarta Transformación en México debe haber un rompimiento con el moldeo económico neoliberal, y se debe presentar una nuevo modelo social, político y económico, y fundamentalmente, la propuesta de una nueva noción de Estado y Nación; creemos que estamos en ciernes de hacerlo, porque México se encuentra atrapando, como la mayoría de los países del mundo, en el sistema económico neoliberal capitalista, que por si en su esencia no es justo, por lo que es una contradicción pensar que desde un modelo neoliberal capitalista, donde el Mercado no está regulado ni construido para la justicia social, y cabalga libremente imponiendo los precios de los productos de forma ad hoc, especulando de manera forma virtual con la economía y el valor de los productos del mercado, se puede pensar que ocurra una cuarta transformación que implique la justicia social, la libertad y la igualdad, y principalmente, el fortalecimiento de la democracia.
No hay que olvidar que el sistema neoliberal se sienta sobre un sistema de explotación donde unos cuantos países detentan todas la riquezas y el resto son explotados de una u otra manera; ya sea sirviendo para producir la materia prima adquirida a un costo por debajo de su precio real, ya sea para ser el lugar donde se instalan las empresas trasnacionales para explotar la mano de obra barata de esos países y generando capitales “golondrinos” que jamás se quedan en esos países y sirvan a su desarrollo, además que causan severos daños al mercado interno y al medio ambiente de forma irreversible.
En ese sentido, para que realmente México transite hacia una Cuarta Transformación implicaría un posicionamiento osado que no puede ser más que retomar una posición política, económica  y una nueva humanística social, esto implicaría que la Revolución Moral y de la Ejemplaridad que encabeza el gobierno del Estado Mexicano asumiera una posición ideológica y económica donde el Estado con esa ejemplaridad pudiera regular y detener el abuso y la especulación de ese mercado global, para que se evitara que no hubiera esa clase de exabruptos y contradicciones en un país donde unas cuantas familias siguen detentando todo el poder económico, incluso político y social, y la gran mayoría de los mexicanos paulatinamente se deslizan hacia la pobreza.
Es innegable que aparte de una posición ideológica radical y realmente de izquierdas el Estado Mexicano debe asumir una crítica al modelo global que ha fracasado y sólo ha servido para construir un mundo más injusto e inseguro, y apostar por una Revolución de la Representatividad como le he llamado, y fundamentalmente, hacia una refundación o regeneración del poder público a partir de la reconversión de la república y el pacto federal incorporando al Municipio como el elemento más importante de la república, es decir, construir una República Municipalista.  
Paradójicamente, nos encontramos exactamente en una especie de confusión epistémica en torno a la caída de la Clase Política que había ejercido el poder público por más de 8 décadas que nos ha llevado a ésta severa crisis social, económica, y de seguridad que vive México, y el relevo asumido abrumadoramente por la urnas de una nueva-vieja Clase Política que intenta marcar una diferenciación radical a través de una excesiva auto denominación que nos corresponde con la realidad y el proceso histórico que vive la sociedad mexicana.
Es así que las expectativas que la sociedad mexicana ha depositado en esa relevo debe ser prudente y sometido a un análisis más exhaustivo, primero, entendiendo lo que corresponde al contexto elemental de Restitución de la Funcionalidad Institucional del Estado Mexicano que es lo que se está intentando hacer, y consolidar una revolución moral necesaria para no regresar a las viejas prácticas corruptas que gangrenaron la vida institucional de México, y la exigencia de construir esa idea de nación más acorde a las condiciones demográficas, de la representatividad y la psicología social con que debe tratarse el tema de la regeneración del poder público,  y fundamentalmente, el proceso de transición conceptual y epistémica hacia la verdadera democracia y la real política.
Esto implica situarse ante el contexto político e histórico que vive México desde una posición crítica constructiva, dejando el dogma y la inercia de las pasiones para abrirse a nuevo campos teóricos sociales y político que permitan reconfigurar la episteme de lo público.
Si miramos atrás de forma simple, el pasado reciente nos puede arrojar una realidad pública que difícilmente podríamos aceptar que así sucedía, e incluso que todavía sucede pese a los esfuerzos titánicos y a veces en la soledad que hace el presidente Andrés Manuel López Obrador.
Aberrantemente, ese metalenguaje, que señalábamos más arriba, operaba independientemente de los intereses públicos, y manipulaba las Instituciones que el Estado Mexicano construyó para organizar la vida social y pública. Esto trajo, sumando también un relevo generacional de esa vieja clase política que dejó llegar al poder a una generación de políticos sin escrúpulos y sin oficio político que destruyeron “el equilibrio del poder”; atentando así contra el ecosistema que había permitido mantener a esa vieja clase política en una homeostasis idílica que duró varias décadas.
Sin embargo, el resto del país, los ciudadanos de a pie, se mantendrían sumergidos en una terrible crisis económica, en donde la única certeza era el decremento del poder adquisitivo y que impactó en el aumento de la pobreza y pobreza extrema.
A todo lo dicho, podemos sumarle lo que ha dado el tiro de gracia a los mexicanos, la terrible crisis de seguridad y violencia que vivimos. La cual tiene que ver fundamentalmente con la obsolescencia y la caducidad de muchas de las Instituciones públicas, no tan solo las encargadas de la administración social, sino también, las instituciones de procuración de justicia, el poder legislativo y ejecutivo.
En suma, podríamos decir que todo ese conjunto se tradujo en una crisis democrática que no permitió aprovechar las fortalezas de una sana e inteligente vida política, que permitieran haber hecho de nuestro México, con sus riquezas naturaleza, culturales, sociales y humanas, un país del primer mundo, de vanguardia y progreso. En otras palabras, podríamos decir que llanamente las Instituciones públicas y sociales dejaron de funcionar como deben de ser o como es, ni si quiera el aparato conceptual de la anterior política se puso en marcha y permitió que las instituciones funcionaran como debían ser, en un deber ser simple, que cada quien debiera haber hecho lo que debió ser y cada institución, entre ellos el estado, la iglesia, la familiar, las instituciones políticas, las instituciones morales, debieron operar con esa normalidad que implicaba la organización la administración de la res publica.
México dejó de funcionar como un Estado Institucional y lo que nosotros terminamos viendo era la impronta de la praxis fuera de la ley de los grupos de poder, también llamada “clase política”, que utilizaron las instituciones para sus intereses personales, para sus deseos de grupo, para ello, construyeron una estructura piramidal para el control del poder público, posibilitando en contubernio el robo de las arcas públicas, pirámide de poder depositada en un solo hombre cada seis años, quien durante esos seis años ostentaba absolutamente todo el poder, anulando la división de poderes y la funcionalidad institucional.
Como lo comentamos más arriba, como un factor determinante para la caída de esa vieja clase política, el papel de auténticos delincuentes rapaces el relevo generacional que puso a un grupo de políticos improvisados, sin experiencias, incapaces, y proclives a la corrupción, a la ligereza y la vanagloria, que finalmente provocaron el hartazgo de los mexicanos, y precipitaron la caída de esa vieja clase política, y la pérdida del poder público en las urnas, y permitieron que llegara a gobernar nuestro actual presidente de la república Andrés Manuel López Obrador.
Una vieja clase política que era realmente una asociación delictiva que se reorganizaba cada seis años, profesionales en el arte del engaño y el arte del equilibrio, se ponían de acuerdo para satisfacer sus propias necesidades personales, sus propias ambiciones, sus propios intereses, y, por otra parte, permitían que operara una serie de complicidades que venían desde arriba hacia abajo, de tal suerte, que el equilibrio se mantenía a expensa de un pueblo mexicano empobrecido y vejado.
Pero insisto que no basta Restituir la Normalidad Institucional al Estado Mexicano, y que eso no significa una alternativa para el desarrollo económico, el desarrollo político, y humano para optimista que se está en el camino correcto para resolver los graves problemas que padece la sociedad mexicana, puesto que nos sitúa ante un peligro, primero que la carga de la ejemplaridad está en los hombros de un solo hombre, una sola persona, sin una estructura humana que hablen el mismo lenguaje y prediquen con el ejemplo, y por el otro lado, no contamos con una oposición constructiva e inteligente, y una ciudadanía crítica y consciente.
Está reflexión que hacemos no va a encaminada a quitarle mérito al gran esfuerzo de nuestro ejemplar presidente de la república Andrés Manuel López Obrador, pero como hemos dicho, en ocasiones, parece que está sólo, gritando en el desierto de individualismos, egoísmos, y avaricias, donde no es escuchado y entendido, que la construcción de los espacios públicos es un asunto de corresponsabilidad.
Hay que reconocer que existe un peligro latente, que la cargar de esa transformación -tan anhelada de los mexicanos- esté en los hombros de un solo hombre; pero esto no debe ser así, ya que debemos acelerar la transformación con la incorporación de los hombros de todos.
La salud de la vida pública mexicana implicaría exactamente la renuncia a esa única visión de la realidad que nos han impuesto el sistema neoliberal dominantes que ha acrecentado las desigualdades y la pobreza, en volver a problematizar y a debatir sobre la naturaleza humana, y fundamentalmente, hasta donde ha llegado el proceso de alienación y dominio del sistema imperial global que ha sometido a una  injusticia radical  a las sociedades de nuestros pueblos a nivel mundial, por lo que el problema no es que no haya que comer, alimentos, riquezas  en este mundo, y en nuestras latitudes, el problema está en la especulación de las riquezas y la distribución inequitativa a partir de ese sistema político mundial excluyente.
Lamentablemente, si continuamos con esa misma visión neoliberal millones de mexicanos continuarán condenados a la pobreza, desde la cuna hasta la tumba; siendo éste es el síntoma fatídico de nuestros tiempos, una “solución final” puesta en marcha a partir de la segunda guerra mundial, la auto legitimación del imperio  a través de esa única gramática, y sus reglas sintácticas y semántica, que se repiten en la economía, en la política social, incluso en la moral, y que está demostrado que no deja de ser más que  una gramática insolvente, injusta y contradictoria, que pregona por un lado la igualdad, la justicia, la equidad, y por otro lado, no deja de ser más que un instrumento para el dominio y el engaño descarada del poder imperial.
Por lo que la única salida, es exactamente plantear una nueva gramática que tiene que ver exactamente con el verdadero marxismo, rescatando no tanto sólo el materialismo dialectico, sino el concepto fundamental de la igualdad y de la comunidad de oportunidades que todos tenemos que tener en una sociedad sin exclusión y, obviamente, contraviniendo toda idea neoliberal que nos sitúa una especie de convergencia en el cual millones pierden y pocos ganan, donde es común tener, como en nuestro México, un país lleno de gente que vive en la miseria, pero con el contraste de tener a algunos de los hombres más ricos del mundo. Lo anterior sin que ello represente una apuesta radical contra el mundo y las naciones económicas, no, simplemente restituyendo una visión que permita garantizar la vida digna de los hombres, ya que toda vida merece la pena ser vivida.
¿Desde dónde podemos comenzar esa refundación del Estado Mexicano? Primero, reconociendo que mirar hacia la organización global de las instituciones sería un error, puestos que como lo hemos comentado esos procesos globales han fracasado, pues han sido instrumentos hecho para el dominio; por lo que debemos apostar por un estado totalmente comunal que recupere la vieja noción de communitas (todos con la carga en común). Esto es importante señalarlo, porque creemos que desde ahí es donde podemos teorizar y volver a debatir y a luchar para que este mundo sea un mundo realmente justo, y que se tiene que revisar desde la demografía y la psicología social la democracia representativa, acercándonos a ejercer a una democracia directa.
Fundamentalmente, se trata de recuperar el concepto de las polis griega, la ciudad-estado, la República Municipal en el sentido del empoderamiento de lo local y del municipio, en otras palabras, voltear la pirámide del poder implicaría una nueva estructura jurídica, política, social y económica, la tarea de un Nuevo Constituyente que empodere lo local y el municipio como las estructuras elementales del Pacto Federal, de la República, está en juego las nuevas reglas de políticas de la representativa, por lo que viene bien hacer memoria histórica, el 31 de enero de 1824 se aprueba la Primera Acta Constitutiva de la Federación Mexicana, hace 195 años, y México tenía alrededor de 6,500,000 (notas sobre México, Joel R. Poinsett, 1824), en la actualidad, México tiene 133,326,827 (www.populationpyramid.net), por lo que la inclusión de la demografía es sumamente importante para esa nueva refundación del estado mexicano, incluso la revisión y el papel del concepto del pacto federal basado en los estados, cuando a simple vista, podemos observar la necesidad del empoderamiento del Municipio y su importante papel que debe tener dentro de un nuevo pacto federal que lo incluya formalmente.
Hay una agenda común política, social y moral ineludible que necesita ser reconocida por todos los actores de la vida pública mexicana, que es el reconocimiento que México vive un estado de excepción, y que demanda la participación de esos actores, no puede haber una oposición sana y leal a los intereses de la patria sin el reconocimiento de esa agenda común. Primer acto para una sana oposición política.
Vivimos tiempos en que las construcciones de nuestros espacios públicos implican la corresponsabilidad, y una actitud crítica fuera de todo dogma, así como la participación cívica de cada uno de los mexicanos.
En resumen, podemos decir, que la gobernabilidad republicana se dirige únicamente a Restituir la Funcionalidad Institucional, por lo que el diagnóstico monotemático: el Combate a la Corrupción tiene temporalidad, por lo que no servirá para responder a los graves problemas que vive el Estado mexicano, ni para mantenerla como estandarte de lucha y estrategia política.
A todas luces falta un Proyecto de Nación fundamentado en una nueva teoría política e ideológica, que sostenga el poder público de forma consecutiva, es decir, que las acciones de la función pública estén vinculadas con esta nueva teoría política e ideológica, teniendo la garantía que ésta nueva teoría política e ideológica sea capaz de enfrentar y resolver los graves problemas sociales, de certeza, económicos, educativos, y de seguridad, entre otros, que vive la sociedad mexicana; considerando que no debe entenderse como una posición puramente moral y ejemplar, sino como una perspectiva de ética y acción que involucre a la sociedad en general.
Hay un punto de coincidencia metodológico donde todos debemos participar y partir: La necesidad de la Refundación del Estado Mexicano a través de un Nuevo Constituyente.
Acuerdos republicanos mínimos del nuevo constituyente: Revertir el pacto federal, en un pacto federal entre los municipios, construir una república municipal, estos implica empoderar al municipio, construir una economía comunitaria (no marxista), y lograr una educación social universal, así como regenerar el poder político, fortalecer la democracia, fomentar una cultura del progreso, eliminar totalmente la pobreza y la marginación, justicia social universal, protección social universal a la familia, lograr una equidad integral de género, consolidar una justicia jurídica solidaria, y lograr una salud pública universal y de calidad.
¿Qué debe ser la cuarta transformación social y política de México?:
La Cuarta Transformación social y política de México no es sólo restituir la funcionalidad institucional perdida y gangrenada por la decadente clase política y los voceros del imperio.
La Cuarta Transformación social y política de México implica una refundación del Estado mexicano desde lo local, lo comunitario, tomando en cuenta la demografía y la psicología.
La Cuarta Transformación social y política de México representa invertir la pirámide, y es desde lo local donde debe construirse el poder público.
La Cuarta Transformación social y política de México representa renunciar a las viejas fórmulas de “la representatividad” hoy obsoletas y tomar en cuenta con todo la legitimidad y la legalidad del empoderamiento del municipio.
La Cuarta Transformación social y política de México implica construir una República Municipal y si queremos podemos ir más abajo, de jefe de manzana, de agentes municipales, de comisariados ejidales a fin de crear nuevas estructuras políticas y sociales.
La Cuarta Transformación social y política de México implica integrar la Educación Popular (social) como una de los ejes fundamentales del discurso político y las políticas públicas, la educación como el instrumento de la liberación y el progreso.
La Cuarta Transformación social y política de México implica una Revolución de la Representatividad, si queremos hacer frente al imperio y a los graves problemas que laceran el lazo social y nuestra viabilidad de futuro.

Marzo de 2019

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