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marzo 12, 2019

Informe rojo… Veracruz: siete cárteles y un mini gobernador


* Cuitláhuac dice que la SSP no sirve  * Los seis cárteles  * El séptimo presagia violencia  * Si La Liebre canta, el H no sale  * Congreso avaló concesión a Ember  * Del “acta falsa” de Carranza ni rastro  * Cheba habla y no sabe  * Laureano, sin cédula profesional  * Holiday Inn: la estafa casi maestra de Fidel  * Secretario de Cuit: aquellas pantimedias


Mussio Cárdenas Arellano | 12 marzo de 2018 


Tribuna Libre.- Embelesado con el beis —la bola dura y el bat—, Cuitláhuac sabe que lo suyo es el relax, la vida en rosa, así Veracruz se tiña de sangre, se sacuda con la irrupción de un nuevo cártel, el Cártel del Siglo, que se anuncia con dos encajuelados, decapitados, masacrados, y un mensaje siniestro que presagia más violencia, una violencia brutal.

Ríe y bromea el gobernador, a sus anchas, desparpajado entre los prospectos a Ligas Mayores, y los cazatalentos, mientras el secuestro se dispara, las ejecuciones cimbran, disputándose a bala y fuego la plaza, cayendo malosos, cayendo inocentes también.

Terriblemente frívolo, Cuitláhuac García Jiménez trasluce impotencia ante el Veracruz que se incendia, la violencia que no puede contener.

Seis cárteles —admite el gobernador— operan en Veracruz. Y no hay cómo pararlos. Y no hay infraestructura. Y “no tenemos capacidad operativa —dice— para enfrentar al narcotráfico”.

Muy grande la silla, diminuto el gobernador, se retrata grotesco ante la creciente inseguridad, situado Veracruz en el podium de la criminalidad, primerísimo lugar en secuestro, primerísimo espacio en homicidios dolosos.

“No tenemos capacidad operativa”.

Es la selfie del caos.

Brutal, Cuitláhuac se muestra postrado ante los psicópatas de la violencia, los sicarios con sed de muerte. Es la imagen indignante de un gobernador agazapado, empequeñecido, escondido en los drenajes del poder.

“No tenemos capacidad operativa”.

Seis cárteles operan en Veracruz, acepta Cuitláhuac, y no sabe qué hacer.

Y suma uno más, el Cártel del Siglo, cuya aparición se da al estilo de los violentos: un auto compacto a pie de carretera, entre Coatepec y Xalapa, la capital de Veracruz, sangre que escurre de su interior, dos cuerpos, dos cabezas desprendidas y un mensaje amenazador.

Son malos y se hacen llamar El Cártel del Siglo. Y sobre una cartulina se leen los alias de una veintena de líderes y sicarios de células enemigas, sentenciados a muerte.

Días después, advertido de la pifia monumental, el discurso de rendición que nunca debió pronunciar, la aceptación de que su Secretaría de Seguridad no tiene con qué, el gobernador niega la existencia del Cártel del Siglo.

No explica en qué se sustenta. No son, no existen y ya. No aporta datos. No precisa por qué de la cartulina, el mensaje, la amenaza, los apodos de las próximas víctimas, los dos muertos, los dos descabezados.

Imita en eso a Fidel Herrera, el que negó una y otra vez que hubiera zetas y con ellos gobernó, el que hizo de Veracruz un santuario de los narcos.

Allá en el arranque del año, Cuitláhuac acudió a la Cámara de Diputados a justificar la creación de la Guardia Nacional, el proyecto militarista de Andrés Manuel López Obrador, aquel que en sus días de opositor acusaba a soldados y navales de violar derechos humanos, el que con lenguaje insultante recomendó al general Salvador Cienfuegos, entonces secretario de la Defensa Nacional, que se pusiera a trabajar.

Ese día —enero 8—, en las Audiencias Públicas sobre la Guardia Nacional, Cuitláhuac muestra al Veracruz que desgobierna, inerme, y a la Secretaría de Seguridad Pública, rebasada.

Hay seis cárteles operando, llega a decir. Y no hay capacidad para enfrentarlos.

“El estado no cuenta con la capacidad para hacerles frente con sus fuerzas policíacas estatales”, suelta sin advertir el tamaño del diagnóstico, la degradada infame a la Secretaría de Seguridad.

Y en consecuencia, apela al Ejército y la Marina, quienes —dice Cuitláhuac— sí tienen la capacidad para enfrentar al crimen organizado.

“No tenemos esa capacidad, por eso recurrimos a quienes si tienen la capacidad de combatir, disuadir e inhibir a esos grupos delictivos. Veracruz, como estado está en el paso de la droga, operan seis cárteles, todos con un poderío que superan a la policía”, suelta el gobernador.

Cumple cien días y su gobierno es un fiasco, desastrosas sus cifras, el secuestro, el homicidio en primer lugar nacional, y Cuitláhuac tirándose la maroma de demeritar a su Secretaría de Seguridad para justificar a la Guardia Nacional, tácitamente una militarización.

Operan en Veracruz el Cártel del Golfo, Los Zetas, Cártel Jalisco Nueva Generación, Grupo Sombra, Sangre Nueva Zetas y las bandas de huachicoleros. Y a ellos se suma El Cártel del Siglo.

Mandan los malos, no el mini gobernador.

Y peor cuando pronuncia un término clave: “no tenemos esa capacidad” para enfrentarlos.

La falacia de Cuitláhuac García es monumental. Fuerza Civil es la segunda corporación policíaca mejor armada de México. Es un cuerpo de élite, entrenado para actuar en eventos de alto impacto. Pero abusa de su poder.

Con los débiles impone la fuerza, con los cárteles, según Cuitláhuac, no tiene qué hacer.

A siete ciudadanos, uno con residencia en Estados Unidos y el resto nativos del país vecino, los arrolló la Fuerza Civil en Actopan, a unos kilómetros de Xalapa, el 1 de enero.

Arremetió contra los “gringos”, allanado un domicilio, sembrando armas, golpeando a mansalva e incurriendo en una detención arbitraria.

Fue un exceso con implicaciones diplomáticas. Intervino la embajada de Estados Unidos y la Fiscalía General de la República y los detenidos fueron liberados. Y el secretario de Seguridad Pública se negó a presentar a los policías señalados del atropello.

Y la Fuerza Civil, esa que Cuitláhuac dice que no tiene capacidad, mostrando poder.

No sirve, según el gobernador, para enfrentar al crimen organizado. No sirve su armamento, su adiestramiento, las tanquetas y el apoyo aéreo. Pero para golpear al pueblo, sí.

Sin brújula y sin rumbo, Veracruz por voz de su gobernador carece de fuerza de seguridad capaz de enfrentar a la delincuencia. Los malosos son superiores. Seguridad Pública, rebasada.

Con una SSP jodida, se requiere del Ejército y la Marina. Así justifica la creación de la Guardia Nacional, con el aval de su gobierno. O sea, la militarización de la seguridad.

Arrugado, arrinconado, el desgobernador admite la existencia de seis cárteles. Y el Cártel del Siglo, aunque lo niegue, se anuncia ya.

Amenaza, sentencia, amaga. Deja dos decapitados, un auto del que brotan hilos de sangre, un mensaje, los alias de las capos y sicarios de otras células que pronto morirán.

Presagia, pues, más violencia, violencia brutal.


Archivo muerto


Desalmado, vival, por las venas de La Liebre no corre sangre. Ni sentimiento. Ni un gramo de piedad. Irrumpió un día en la vida de Clemente Martínez y la segó. Un instante atrás descargó el arma sobre los cuarto niños y luego sobre Martha, la esposa, sometiendo a su víctima a un sufrimiento desgarrador. Que llore por los pequeños, lo instruyó el H. Que sufra por la esposa, insistió el jefe zeta. Y luego, que muera él. Así cumplió la orden el matón. Y Alaín López, La Liebre, se esfumó. A salto de mata vivió por casi dos años, desde aquel 24 de junio de 2017 en que acató la orden de Hernán Martínez Zavaleta, el jefe zeta que en su venganza por el homicidio de Bernardo Cruz Mota, a quien quería como a un hijo, ordenó el crimen bestial. La Liebre se fue, señalado como autor material. El Comandante H intentó la fuga, siendo atrapado en el municipio de Cárdenas, Tabasco, remitido a la Ciudad de México, arraigado en la SEIDO de la entonces PGR, y trasladado al penal de Villa Aldama, Veracruz, donde enfrenta proceso penal. Con La Liebre en el sur, volvió la sangre y el miedo, ejecuciones en cascada, secuestros brutales, cercenados, decapitados, cobro de piso al alza. Así hasta el domingo 3 en que elementos de la Marina lo atraparon. Si canta, el H no sale. Si La Liebre revela quién le ordenó el crimen de los niños, Hernán Martínez Zavaleta pasará el resto de su vida en prisión… Un oficio fue remitido a Anilú Ingram. Otro, a Octavia Ortega. Ambos tienen sellos de la presidencia y la secretaría general del Congreso de Veracruz. Y en ellos consta el trámite de aprobación de la concesión a Ember Ballinas, sus derechos por 11 años sobre la cancha de futbol rápido en la Unidad Deportiva Miguel Hidalgo, de Coatzacoalcos, según el acuerdo de cabildo del 24 de octubre de 2014, refrendando el aval que diera el ayuntamiento presidido por Marcos Theurel Cotero, y la rectificación del plazo de la concesión, en diciembre de 2015. Por si faltaba algo, el 27 de octubre de 2016 la Comisión Permanente del Congreso de Veracruz aprobó la concesión en definitiva, tal como consta en el Diario de los Debates. Todo, con el acta de cabildo que favorece en el punto 5 a Ember Ballinas como concesionario. Del “acta falsa”, la que certificó el secretario del ayuntamiento de Coatzacoalcos, Miguel Pintos Guillén, no hay nada en el Congreso. No existe. No tiene valor legal y no se usó para trámite alguno. Mientras, el alcalde Víctor Carranza y su pandilla enfrentan una denuncia penal por robo, daños, abuso de autoridad. Deriva de la irrupción y destrucción de las canchas de la Liga Municipal de Futbol, violando el juicio amparo, cuya sentencia no había causado estado. La denuncia se ventila en la Fiscalía Especializada para Delitos Cometidos por Servidores Públicos, implicados el coordinador jurídico, Agustín Jiménez, de pasos turbios en la UPAV; sus abogados; el secretario de Obras, Leopoldo Suárez, y la empresa Fosmon. Sólo el alcalde tiene fuero; los demás no. Y cuando sea desaforado, irá a juicio… Lanzada al matadero, Eusebia Cortés habla de lo que ni sabe ni entiende. Exige la regidora una disculpa por la imputación del acta falsa de cabildo, que sí lo es. Reclama sobre un peritaje confuso y difuso, impugnable, basado en un acta presuntamente hallada en un libro del ayuntamiento de Coatzacoalcos “sin sellos ni firmas”, como sostiene el coordinador jurídico municipal, Agustín Jiménez, en oficio enviado al juez noveno de distrito, el 20 de diciembre de 2018. Según el perito Francisco Javier Ortiz Martínez, el acta de cabildo presenta firmas auténticas de los regidores que integraron el ayuntamiento de Coatzacoalcos en 2015. Y eso le sirve a la regidora de Morena, ex del PRD, para exigir una disculpa pública por imputarle a la pandilla que pulula en el ayuntamiento que ahí hubo falsedad. Pues la hay. Es el acta apócrifa que nunca llegó al Congreso de Veracruz, la que contiene una compraventa que la Legislatura no avaló. En breve habrá acciones legales que sustenten que el peritaje es parcial, contradictorio y basado, según la afirmación del “delegado” jurídico Agustín Jiménez, en un acta extraída de un libro “sin sellos ni firmas”. Luego diría el alcalde Víctor Carranza que el acta fue robada del libro o florete azul, violando la cerradura de al puerta de la oficina del secretario del ayuntamiento, Miguel Pintos Guillén. ¿Y la denuncia por qué no se presentó en instancias judiciales? Y a Cheba la envían a matarse sola. Lo que es hablar por hablar… Tácitamente, Laureano Malpica gana pleitos sin cédula profesional. Y hace fortuna. Afamado en el medio, reconocido por muchos, a lo largo de los años ha defendido a trabajadores que reclaman justicia laboral. Y lo logra. Hoy se mueve en la otra otra orilla, defensor de patrones, asesor de Víctor Carranza en la alcaldía de Coatzacoalcos y de Nicolás Reyes en Minatitlán, dos ayuntamientos desastrosos. Su equipo legal, cambiante a lo largo del tiempo —Amado Cruz Malpica, María del Carmen Sánchez Sosa, Abel Jiménez Hernández, entre otros— aportaba conocimientos, entrega, colmillo y cédula profesional. Laureano, un estudioso del derecho laboral, ícono de la defensa del obrero —los azufreros que enfrentaron a los hijos de Fidel Velázquez, los despedidos de Pemex—, hoy muestra las tablas, la dilación de sentencias como argucia legal. Y todo sin cédula profesional. Vasta su experiencia, cuentan los insiders que algo ya no cuajó en el ánimo de quienes controlan al alcalde Carranza y pronto concluirá sus días llevando lo laboral y hasta lo que no… Estafa casi maestra la de Fidel. Siendo gobernador le vendió al Holiday Inn un predio que no era propiedad del gobierno de Veracruz. Fidel Herrera sostuvo que sí. Vendió e Invivienda cerró la operación. Vendió a precio de regalo, incurriendo en daño patrimonial, fraude vil. Escrituró y persiguió a los dueños del predio, ubicado entre la playa y el malecón de Coatzacoalcos. Y el Holiday Inn comenzó a operar, sin que el litigio termine aún. Un oficio, cursado por la SEDATU a la Presidencia de México —27 de octubre de 2016— establece que ahí, donde se fincó el hotel, no es parte de la reserva territorial. Fue una “estafa casi maestra” de Fidel. Fue un engaño. Fue una treta marca Fidel. El documento, en breve. Y el escándalo también… ¿Quién es ese secretario de Cuitláhuac García, sorprendido hará varios años ya en el interior de un auto compacto, dándose tremendo atracón, vestidos ambos con pantimedias caladas, al estilo de las chicas que bailan en torno al tubo, de las que venden caricias, no amor, conducidos a los separos de la policía municipal, fichado pese a ser funcionario de un ayuntamiento? Dos pistas: es del sur y la fotografía circula por ahí y por aquí…







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