*A sus
17 años Saúl “el capataz” ya había creado un programa informático y buscaba una
beca para cursar la universidad.
Tribuna Libre.- Saúl soñaba con estudiar en el Tecnológico
de Monterrey. La ilusión estaba a un año y medio de cumplirse, ni sus maestros,
su familia o sus compañeros imaginaban que la violencia que impera en el estado
de Veracruz cortaría con la vida del joven, que era considerado un genio en la
informática.
Con sólo 17 años de edad, junto a otros
estudiantes, creó un programa de ingresos y egresos empresariales que le
abrieron la puerta para presentar el examen de admisión y aspirar a una beca
total en la universidad.
El equipo con el que estudiaba en el Colegio
Nacional de Educación Profesional Técnica (Conalep), en la colonia Los Pinos,
en el norte de la ciudad de Veracruz, lo conocía como el "capataz",
por su tenacidad y seriedad para terminar las encomiendas escolares.
Sin embargo, el 27 de marzo de este 2019,
cuando estaba en su casa en la colonia Astilleros, muy cerca del plantel donde
asistía, sus familiares lo encontraron muerto, sobre su misma cama.
Según los reportes ministeriales, Saúl tenía
heridas de arma blanca en diferentes partes del cuerpo, incluyendo su pecho y
el cuello, que le habría provocado la muerte en pocos segundos después del
ataque.
La Fiscalía General del Estado de Veracruz
abrió una carpeta de investigación para dar con él o los responsables, pero el
Fiscal Jorge Winckler Ortiz no quiere dar detalles del caso, argumentando que
debe mantener la secrecía por temas legales que pudieran afectar el debido
proceso.
El 1 de abril, cientos de estudiantes del
Conalep realizaron un homenaje en su memoria, sus padres estaban presentes,
destrozados, agradeciendo el gesto al resto de los adolescentes que arrojaron
globos blancos al cielo, con mensajes para su excompañero.
Una de sus amigas más cercanas recuerda que
cuando trabajaban en el proyecto del programa empresarial, tras una noche de
desvelo pensaban que habían terminado.
El programador que afinaba los últimos
detalles les dijo que había un error, que algo no servía y tendrían que
regresar a trabajar. Saúl tomó sus cosas y se fue enojado, mientras todos reían
de la pifia que cometieron.
"Estábamos dormidos cuando uno de los
miembros daba toque final al proyecto. Nuestro capataz estaba feliz, hasta que
dijo que no funcionaba el proyecto, estaba dañado, nos miraba molesto, él se
fue enojado mientras todos reían. Pero el proyecto nos unió y nos dejó muchas
enseñanzas, nos sacó muchas sonrisas y sobre todo lo que él decía: que las
cosas se hacen más de una vez", dijo una de las menores.
En general, sus maestros, amigos y compañeros
lo recuerdan como una persona bondadosa, un hijo ejemplar que estaba dispuesto
a quitarse la comida de la boca para dársela al necesitado.
Sin embargo, su llegada al Conalep no fue la
mejor, según los mismos estudiantes, como alumno y jefe de su grupo enfrentó
risas y burlas de otros jóvenes por su forma seria y responsable de tomarse las
cosas, tanto que para otros era incomprensible.
"Me encontraba en una etapa difícil y él
acudió a mí, me preguntó qué es lo que pasaba. Le conté mis problemas y él me
dijo que él siempre estuvo pasando problemas difíciles (...) me dijo que, si él
podía con eso, que se daba valor todos los días para ser mejor, que por qué yo
no, que nada me lo impedía. me enseñó a que, si él pudo, todos podemos",
relató una de sus amigas.
El día de su muerte, para las autoridades,
Saúl pasó a formar parte de los más de 500 homicidios registrados en el estado
de Veracruz, desde la llegada como gobernador del morenista Cuitláhuac García
Jiménez. Aunque, para sus maestros, el joven era más que una cifra, con su
muerte se diluyó una promesa, un genio en la informática.