* En
2017 arremetió contra el ex director de Periciales * Gilberto Aguirre y las pruebas genéticas
desaparecidas * Marcelo Montiel alista
su regreso * Educadora pederasta en el
DIF * Esposa del alcalde, en la
mira * Cuitláhuac sigue endeudando a
Veracruz * Cae Joel Arellano, el vocero
del Comediante Supremo * Un yunista, el
Bermúdez Azul
Mussio Cárdenas Arellano |
04 abril de
2018
Tribuna Libre.- Solo e inerme, abandonado en su tragedia,
Abiram recibió un castigo brutal. Sobre el rostro los golpes, torturado con
saña, sufriendo el castigo, herido en el alma, dejando la vida hasta que una
descarga letal habría de partirle el cráneo, segando el dolor.
Aquel que alzó la voz, el que fustigó al
fiscal de Córdoba, el que habló y exigió, reclamó y se engalló, ya no está.
Aquel que imputaba a Gilberto Aguirre, ex de Servicios Periciales, la pérdida
orquestada, no extravío, pérdida deliberada de muestras genéticas para
identificar restos de desaparecidos, fue ultimado.
Aquel día —marzo 23 de 2017—, frente a Miguel
Ángel Yunes Linares, gobernador de Veracruz, Abiram Hernández Fernández hizo
suyo el reclamo de los colectivos dedicados a la búsqueda de desaparecidos, por
sus tretas y la contrajusticia de los esbirros de Javier Duarte, el engaño y el
dolo.
Increpó y cimbró al gobernador. Iba irritando
al hacerse escuchar, advirtiendo que ese fiscal de Córdoba, Gilberto Aguirre
Garza, fidelista y duartista, mantenido ahí para evitar que huyera, tenía
responsabilidad en la pérdida de muestras de ADN aportadas por familiares de
desaparecidos, las que son comparadas con las de los restos óseos hallados en
fosas clandestinas o en cualquier paraje de Veracruz.
Abiram —35 años entonces—, sociólogo,
fundador y acompañante de colectivos, integrante del Centro de Estudios y
Servicios Municipales Heriberto Jara, impulsor del Colectivo por la Paz, tocaba
la fibra que daría pauta a una de las investigaciones más demoledoras para
consolidar delitos por desaparición forzada del gobierno de Javier Duarte.
Fiscal en Córdoba, Gilberto Aguirre venía de
ser director de Servicios Periciales con Fisculín, alias Luis Ángel Bravo
Contreras, el fiscal del régimen duartista, hoy en prisión, sujeto a proceso
penal por desaparición forzada. Y Abiram lo reclamó:
“La mayoría de los perfiles genéticos que se
hicieron —expresó— están extraviados. El anterior responsable de la Fiscalía,
específicamente de la unidad de servicios periciales es una porquería, es una
cochinada pero además está premiado, el señor es Fiscal Regional de la fiscalía
de Córdoba (…), a los corruptos a los que hacen una porquería no se les
castiga, se les premia”.
Ese día Gilberto Aguirre renunció. Y un año
después —abril 3 de 2018— fue aprehendido bajo cargos de desaparición forzada.
Abiram volvió a hablar.
Sobre Gilberto debía investigarse por
negligencia: “Si lo sabía, es muy grave porque lo ocultó, pero si no lo sabía
es peor, porque de qué clase de director estamos hablando”.
Y pedía fincarle cargos al ex fiscal Bravo
Contreras por ser jefe directo de Aguirre Garza:
“Era el responsable de vigilar qué estaba
pasando ahí. No puede lavarse las manos y decir que el de atrás paga cuando
tenía un cargo y una responsabilidad. Es momento de llamarlo a cuentas”.
A Fisculín le habían demandado que se
investigara en La Barraca, municipio de Emiliano Zapata, colindante con Xalapa.
Ahí había indicios de cuerpos humanos.
“Ahora entendemos —dijo—por qué nunca se hizo
una inspección a fondo, ni una búsqueda seria”.
Y exigía que la cadena de mando en su
totalidad fuera llamada a declarar para esclarecer el por qué de la pérdida de
muestras genéticas.
Otros agraviados, familiares de desaparecidos
reclamaban entonces la descomunal treta de Gilberto Aguirre: desaparecía
muestras genéticas, extraviada libros con la información recabada,
confeccionaba nuevos libros, aparecían los libros extraviados y entre unos y
otros había discrepancias graves.
Más de 3 mil desapariciones habían ocurrido
oficialmente en el nefasto régimen duartista. Y de ellos ni el 10 por ciento
contaba con perfiles genéticos de familiares. Su misión fue borrar huellas.
“El 23 de febrero del 2017, los colectivos
denunciaron que de las más de 3 mil denuncias por desaparición, la FGE solo
procesó 266 perfiles genéticos de familiares. Durante años, la Dirección
General de Periciales mintió y nunca integró un banco estatal ni hizo
comparativa de perfiles genéticos con cuerpos encontrados”, refiere un despacho
de la Agencia Veracruzana de Comunicación (AVC).
Sobran los testimonios que describen a
Gilberto Aguirre, maestro en Ciencias Penales, como el autor de una infamia.
Ocultaba cuerpos; a otros, plenamente identificados, los enviaba a la fosa
común; unos más permanecían en el sepulcro común porque los jueces se negaban a
autorizar la exhumación ya que los familiares solicitaban llevar un perito
independiente por la desconfianza que sentían hacia el forense de la fiscalía.
Paró en la cárcel cuando se le implicó en la
desaparición de 13 personas, cuyos cuerpos fueron arrojados en la barranca La
Aurora. Se trataba de presuntos “halcones” informantes al servicio del crimen
organizado, levantados por los grupos de élite del ex secretario de Seguridad
Pública del gobierno de Javier Duarte, Arturo Bermúdez Zurita, alias Capitán
Tormenta.
Pieza clave en la trama de desaparición
forzada, Gilberto Aguirre es el ex fiscal de Córdoba al que Abiram Hernández
exhibió. Alzó la voz y cuestionó que se le hubiera premiado. Habló y cimbró al
gobierno de Veracruz y a la élite política, al yunismo azul, al entonces
gobernador, Miguel Ángel Yunes Linares. Y lo despeñó.
Un año libre y luego Gilberto Aguirre fue a
prisión.
Un año después, Abiram muere.
Golpeado con saña, brutal el castigo, sobre
el rostro la felpa y al final la descarga letal que le partió el cráneo y le
expuso la masa encefálica. Se infiere que algo le querían sacar. Y quizá habló.
Hallado en su hogar de Arboledas del
Sumidero, en Xalapa, el sábado 30 de marzo, el escándalo sacude a Veracruz.
Estruja los corazones de familiares de desaparecidos, compañeros de lucha con
los que marchó en la exigencia de justicia.
Por él, salen a las calles, marchan,
advierten y reclaman. Por Abiram alertan que la represión está ahí, asomando el
rostro, lanzando el mensaje, advirtiendo los riesgos al que hurga en la tierra,
al que desafía al sistema, al que al hallar al familiar desaparecido precipita
la justicia sobre el crimen organizado y el aparato policíaco y de justicia que
calla, protege y encubre al mal.
Golpe letal, el crimen de Abiram Hernández es
el punto rojo en la estadística de Cuitláhuac García. Tendrá que vivir el
gobernador con la carga de asesinato brutal, la tortura previa, del joven
activista social, cometido en el naciente régimen de Morena.
A Javier Duarte le ocurrió así.
Asesinada en su hogar, Regina Martínez era
una periodista sin par, acuciosa, profesional, corresponsal de la revista
Proceso, relatora de la realidad cruda de Veracruz, de los excesos de Fidel
Herrera Beltrán, de las locuras incipientes de Javier Duarte, de las
trapacerías de la clase política dominante y sus nexos con el crimen
organizado.
Marcó a Javier Duarte el crimen de Regina, el
28 de abril de 2012. Y se agravó cuando en su inmundo cerebro se perpetró la
infamia de enlodarla, armando una trama judicial deplorable, acusando a la
periodista de haber provocado su muerte, pues los asesinos —según el sucio
Duarte y el enfermo procurador Reynaldo Escobar— eran amigos, convivían, se
embriagaban. Y al intentar robarle, la golpearon y estrangularon.
Tras el crimen, tras la manipulación de los
hechos, tras el inmoral uso del aparato de justicia, Javier Duarte se comenzó a
desplomar.
Abiram ya no está. Quedan sus denuncias, su
índice de fuego, la fuerza moral que lo distinguió, acusando a los que ocultan
cuerpos, a los que tuercen la ley, al que extraviaba las pruebas genéticas, a
quienes le permitieron agraviar a toda una sociedad.
Abiram ya no está, pero Cuitláhuac sí.
Y su muerte tiene efecto letal.
Archivo muerto
Yerba mala, nunca muere. Y Marcelo Montiel
alista el regreso. Del inframundo en que se metió, nueve años serpenteando,
asestándole golpes al PRI, pactando con la oposición, opera su vuelta a la
alcaldía de Coatzacoalcos. Se reagrupa. Jala adeptos. Busca a quienes lo fueron
y los echó del harem. Bajan sus huestes —lo que queda de aquella estructura— a
colonias y enclaves, imaginándose que los demás no tienen memoria, los que lo
vieron tomar el botín y partir. Traidor al PRI, pactó en 2015 con Rocío Nahle y
la hizo —literalmente la hizo— diputada federal de Morena por Coatzacoalcos.
Operó el triunfo morenista en 2016, diputación local para Amado Cruz Malpica.
Le acarreó votos a Morena en 2017 y así llegó Víctor Manuel Carranza Rosaldo a
la alcaldía, sacrificando al líder cetemista Carlos Manuel Vasconcelos Guevara.
Operó de nuevo en 2018, el cinco de cinco que catapultó a Andrés Manuel López
Obrador, Tania Cruz, Amado Cruz Malpica, Cuitláhuac García y el Senado para
Ricardo Ahued y Rocío Nahle, hoy secretaria de Energía. Ahora cobra el favor.
Desplomándose Morena por las gestas del Comediante Supremo, Víctor Carranza,
vuelve Marcelo Montiel al escenario. Uno de sus alfiles irá por la candidatura
a la presidencia municipal en Morena, un caballo de Troya; al otro, Joaquín
Caballero, lo ubican en una diputación. Con la venia de Morena, el marcelismo
se reedita. Y el priismo en pleno, los que se quedaron a llorar las derrotas, sólo
lo verán llegar… Al Comediante Supremo le detonan los misiles en su trinchera.
Antes, un secuestrador y un narcomenudista ejecutado, un pervertidor de
hondureña y un falsificador de actas de cabildo, el vocero que exige moches y
varios funcionarios que acosan a las empleadas. Y ahora la educadora pederasta.
Sobre el Comediante Supremo —Víctor Manuel Carranza— se desatan tormentas de
miedo. Cuatro niñas en el Centro de Atención para el Desarrollo Infantil Eva
Sámano, del DIF, fueron agredidas sexualmente, detenida ya su directora, Luz
María “N”, por solapar y encubrir al fotógrafo Reyes “N”, presunto autor del
atroz agravio. Denunciados ambos, ya están en prisión, imputados y en los
umbrales de un proceso penal. Cuatro niñas y pueden ser más. Estalla el escándalo
y alcanza al presidente municipal de Coatzacoalcos y a su esposa Lucila Aguilar
Manjarrez, pues en el DIF nadie actuó a tiempo, nadie escuchó, todos desoyendo
las voces de alerta que algunos padres habían lanzado. Atrapa a Lucila Aguilar
y su marido, el alcalde Carranza, sólo atina a pedirle al cabildo su
comprensión. ¿Y la justicia para las niñas? Sabiendo o no, la titular del DIF
pronto sentirá que la ley la alcanza. Hay quienes están implicados por acción y
omisión, dice el fiscal general Jorge Winckler. Y el Comediante Supremo y su
esposa tiemblan… Lo adelantó Maryjose Gamboa y así es. Va Cuitláhuac García por
su tercer crédito, esta vez por mil 650 millones de pesos. Deuda pura que se
suma a los 4 mil 500 millones producto de otro crédito con Banobras y lo que
solicitó a cuenta de participaciones federales. Y eso que el gobernador
fustigaba a su antecesor Miguel Ángel Yunes Linares, acusándolo de endeudar a
Veracruz. Y eso que ofrecía en campaña que él no cometería tal abominación. Y
todo a espaldas del Congreso, aduciendo que mientras no rebase el 6 por ciento
del presupuesto para el 2019, no requiere el aval de la Legislatura. Algo
parecido al robo hormiga. Sutilmente lo perpetran. Sutilmente, Cuitláhuac
endeuda. Lo adelantó Maryjose Gamboa y lo confirma el secretario de Finanzas
del gobierno de Veracruz, José Luis Lima Franco… Corrosivo, Joel alcanzó el
clímax y se fue. O lo echaron. O lo echamos. Alcanza el cenit del oprobio, la
repulsa de todos, quejas y denuncias, las de un auto que no quería pagar y la
de Rosa Judith Marcelo Gallegos, fotógrafa del área de prensa a quien le robaba
la mitad del salario, o las felpas que se lleva el Comediante Supremo, alias el
alcalde, alias Víctor Manuel Carranza, por sus mil y un desatinos verbales, el
atropello al ciudadano, el abuso de poder, el derroche, la falta de obra y el
caso de pederastia en la guardería del DIF. Por lo que fuera, Joel Alejandro
Arellano Torres dejó la Dirección de Comunicación Social del ayuntamiento de
Coatzacoalcos. Ahí fue un tirano, irascible, procaz, lépero y vulgar, incapaz
de defender a su alcalde de las palizas diarias. Cuentan que su renuncia se
asocia al tuit infame de la Secretaría de Energía embistiendo a los senadores
que exhibían las miserias intelectuales y la ignorancia de los aspirantes a los
cuatro espacios en la Comisión Reguladora de Energía. Salió Rocío Nahle,
titular de aquella dependencia, a disculparse por un mensaje chairo en Twitter
que emitió la Sener cuando con ese lenguaje se expresa la yihad pejista. O sea,
el lodo es parte de la Cuarta Deformación, cosa que México entero sabe, pero
ahora hay evidencia legal. Sea como sea, Joel se fue. Y lo releve quien lo
releve, Carranza seguirá igual… ¿Quién es ese yunista al que ya apodan Bermúdez
Azul, que cimenta su negocio sobre la violencia y el dolor, el miedo al
secuestro, al homicidio, a la extorsión? Sabiendo que esto es cuento de nunca
acabar, lo suyo es brindar servicios de seguridad privada, porque los carteles,
los capos, sus sicarios nunca se irán. Y el negocio es un filón…