¨Tendremos un sistema de salud similar al
de los países escandinavos, al de Inglaterra y Canadá al final del
sexenio¨ Andrés Manuel López Obrador
dic 2018
José Miguel Cobián | 27 mayo de 2018
Tribuna Libre.- Los sistemas de salud
de esos países son los mejores del mundo, con un nivel muy razonable de
satisfacción de sus ciudadanos, con la menor mortalidad y con la mejor atención
a nivel mundial, le dan protección financiera a sus ciudadanos, logrando que
nadie se arruine por atender su salud, y además de ello con un costo muy
competitivo, de alrededor de 10 puntos del PIB contra los 18 puntos que le
cuesta su sistema de salud a los Estados Unidos y con mejores resultados. Todos aplaudimos el proyecto del presidente
López con la esperanza de llegar allí en cinco años y medio.
Las políticas que hoy se aplican en México y el camino que estamos
siguiendo, van en sentido contrario al modelo al que debemos aspirar según el
propio presidente.
Cuando uno lee los documentos generados en la SSA y a funcionarios, y se
percibe que el modelo de salud que se propone es uno muy similar al que
únicamente aplican tres países en el mundo, Cuba, Venezuela y Corea del
Norte. Aquí hay que aclarar que si
bien, Cuba redujo sustancialmente su mortalidad infantil, sus resultados en la
atención de adultos y adultos mayores están muy rezagados respecto al resto de
américa latina. Es decir, el mito que en México creemos respecto al sistema de
salud de Cuba, es desmentido por la realidad de su sistema de salud. En ellos
el estado nacional es el único prestador de servicios de salud, único y
monopólico. Venezuela es el única país
de américa latina en dónde la mortalidad infantil está aumentando, con una
crisis de salud, incluso con enfermedades que ya estaban controladas y ya hay
brotes.
Un
sistema de salud progresista, como el que plantea el presidente, es un modelo
público, pues el financiamiento de allí viene. Es un modelo plural, dónde con
reglas del juego establecidas claramente y vigiladas de manera estricta por el
propio estado, hay un espacio para que haya prestadores de servicios médicos
privados. La mayoría médicos generales que no son empleados del gobierno, sino
que reciben el pago de un honorario previamente establecido, por persona
atendida. Así, el usuario de servicios
médicos puede escoger a quien acudir, generando libre competencia y reducción
de costos. Esto en el primer nivel de atención y puede aplicarse también en el
segundo nivel. En contraste el modelo
que están aplicando va en el sentido de eliminar la libertad del usuario, quien
tendrá que acudir al médico que el estado decida que debe atenderlo. Toda la prestación del servicio está
centralizada en el gobierno nacional, con los problemas que la burocracia ya
conocida siempre genera.
Ningún país de los que menciona como modelo el presidente centraliza la
atención médica. En esos países los
médicos están acreditados y vigilados. En Canadá por ejemplo, los hospitales
son organismos privados no lucrativos, que negocian el pago por el servicio médico con el gobierno.
Lo
que se está planteando es re-centralizar los servicios para la población que
hoy no tiene acceso a seguridad social.
Se crea el IMSS-Bienestar, que va a atender al resto de la
población. El asegurado no ejerce la
libertad de elección, tiene que ir a dónde lo asignen. Mientras tanto, el resto
de la población tiene acceso a esa libertad, aun cuando le cueste. Al privar al derechohabiente de esa libertad
de elección el sistema lo deja como ciudadano de segunda clase.
Si
el presidente dijo la verdad, hoy el gobierno tiene la oportunidad de integrar
la prestación creando un sistema de salud donde la gente tenga libertad de
elección sobre dónde y con quien atenderse.
Hoy en México el 30% de los derechohabientes acuden a clínicas privadas
o a servicios de salud federales como los institutos federales de salud. El modelo que planteó el presidente es
similar al de todos los países de la
OCDE, es decir, es un modelo exitoso. Lamentablemente la realidad, los hechos,
muestran que se camina exactamente en sentido contrario a lo propuesto por AMLO
en diciembre.
Cuando el gobierno habla de sistema de salud gratuita engaña a los
ciudadanos. Quienes financian el sistema de salud son quienes pagan las
aportaciones o quienes pagan los impuestos.
Hablar de gratuito en el momento del uso sería clarificar la realidad en
lugar de generar clientelismo o un indebido agradecimiento.
Imaginemos que desde la ciudad de México se define la forma de atención
médica en un rincón del país. La
distancia entre el burócrata y el médico es tan amplia que reduce la calidad de
los servicios de salud, tal como sucedía en la Unión Soviética. Si quien rige la idea del sistema de salud no
es el compromiso del presidente en diciembre pasado, sino una ideología que ha
demostrado no dar resultados, es tiempo de que quienes hoy están definiendo el
sistema de salud mexicano, corrijan la influencia ideológica y comiencen a
aplicar modelos que garanticen calidad y buen precio para la Nación.
Aplicar el modelo prometido por el presidente es imperativo para crear
un solo seguro de atención de salud, con libertad del ciudadano para elegir
quien le atenderá.
Por último centralizar las compras de medicinas es adecuado para mejorar
las condiciones de compra. El problema
es el sistema que se utilice para definir la necesidad de cada clínica y
posteriormente el reparto de las mismas.
Es
indudable que hay robos (huachicol) en toda la cadena de distribución de
medicinas, instrumental y materiales. El
control administrativo muy estricto permitirá eliminar dichos robos. Reducir el presupuesto sin sistemas de
control administrativo rigurosos no sirve para evitar dichos robos.