José Miguel Cobián | 24 junio de 2018
Tribuna Libre.- No voy a platicar contigo sobre como nos
discriminamos los unos a los otros en el país, porque es algo que todos sabemos
y entendemos, eso de comentar que el mirrey discrimina al godín y viceversa, o
el rico al pobre y viceversa, o el guapo al feo y viceversa, o el blanco al
moreno y viceversa, o el citadino al indígena y viceversa, o el hombre a la mujer
y viceversa, creo que ya está muy comentado en este país. ¿Qué te parece si hoy platicamos sobre cómo
discriminamos a nuestro prójimo?
México es un país en el cual la religión
predominante es la católica, más del 80% de los mexicanos son católicos, lo cual
hace pensar que si sumamos a ese porcentaje al resto de las religiones
derivadas de ésta, es decir, las cristianas, llegamos a un porcentaje del orden
del 90% de la población.
Resulta increíble pensar que una población
dónde el 90% de los habitantes tienen como regla básica y mandamiento principal
amara al prójimo como a ellos mismos, exista tanta discriminación, no sólo al
prójimo próximo, sino también al prójimo allende las fronteras.
Se comprende que los inmigrantes causen
infinidad de problemas en las comunidades donde se asientan pero de allí a
llegar que únicamente el 38% de la población mexicana ve con buenos ojos el
apoyo del gobierno de México a tres países centroamericanos, hay una gran
distancia.
Este comparativo de más de 90% seguidores de
Cristo contra 38% de mexicanos que aprueban la ayuda a Centroamérica habla de
una gran hipocresía en el país, de una escases de valores fundamentales brutal
y sobre todo de una absoluta ignorancia económica.
Los países de Centroamérica hoy sufren como
pocos los efectos del cambio climático.
Estos mismos países han sufrido a lo largo de su historia un saqueo
brutal por parte de empresas americanas, las cuales en muchas ocasiones tenían
más poder y dinero que los propios gobiernos.
Son países que han sufrido la intervención del imperialismo tanto del
americano como del soviético, el cubano, el europeo, el chino, etc.
En Centroamérica se han llevado a cabo mil y
una escaramuzas entre las potencias dominantes del momento. Sumado a ello, la cultura de la democracia
es muy débil. La cultura de la legalidad tiene menos fundamento que en México
(lo cual ya es mucho decir). Las pocas
veces que se ha tratado de desarrollar la zona, invariablemente los hombres fuertes
de cada país se han robado los recursos destinados a mejorar la economía de sus
países.
Y sin embargo, el único remedio para
Centroamérica, además de cambiar de religión (para mejorar el control
natal), es buscar desarrollar
económicamente la zona. No podemos negar
a nuestros hermanos centroamericanos la posibilidad de una vida mejor, lo cual
pasa invariablemente no sólo con regalar dinero, sino con ayudarlos a
industrializar sus países, a desarrollar sistemas educativos eficientes que les
permitan salir del subdesarrollo a la brevedad, de generar obra pública que
detone la economía facilitando los intercambios culturales, intelectuales, de
industria, comercio y servicios.
Ya sé, leyendo el párrafo anterior me van a
contestar que México, el México de hoy no es el mejor ejemplo para ello.
Contestaré que tienen razón, sin embargo esa es la fórmula, no sólo para
Centroamérica sino también para nuestro propio país.
El dinero va, faltan las letras chiquitas…
¿En que se va a invertir? ¿Quién rendirá cuentas? ¿Quién va a vigilar que no se
roben los recursos? Esas también
importan.
No hay duda, que la creación de empleos,
aunque sea temporales, en algo va a
ayudar. El Salvador debe de aprender de
los errores de México. Aquí el programa
sembrando vida promovió la deforestación de grandes extensiones de terreno,
pues había que justificar las hectáreas que se requieren, pero la proverbial
desconfianza del mexicano en sus instituciones obliga al campesino y al
terrateniente a no cometer el error de destinar sus actuales tierras
productivas.
También hay que resaltar, que pasados varios
meses, no había proyecto, no había plan de acción, ni tampoco capacitación a
los jóvenes que lideran a los grupos de productores. La intención de sembrar maíz y frijol es
buena, lo malo es que nadie sabe cómo, y por lo tanto no pueden capacitar a los
campesinos que jamás los han sembrado.
Los tiempos de siembra de maíz ya pasaron, y la semilla no ha llegado a
los productores. Durante varios meses
se pedía que se sembraran árboles, en particular, los que había disponibles,
sin considerar si eran óptimos para la zona.
Llegando a ridículos equivalentes (no es ejemplo real pero es muy
descriptivo) de proponer sembrar pinos de la zona alta de Río Frío en Tierra
Blanca (zona muy cálida y con escasa altura sobre el nivel del mar). Es decir, incurrir en los errores
soviéticos en los que un ignorante con poder detrás de un escritorio es quien
decide que se va a sembrar en cada lugar del país.
Cabe aclarar que todos estos errores ya se
han subsanado, sin embargo se perdió tiempo muy valioso. Además, hay que controlar muy bien los
presupuestos, pues puede suceder como se verá en México, que los recursos para
programas sociales no alcancen y en lugar de llegar doce mensualidades del
apoyo, lleguen seis y ocho.
Si amas a tu prójimo. Debes aplaudir el apoyo
que otorga nuestro gobierno a los países hermanos de Centroamérica. Lo demás… viene después.