Crónicas Ausentes… Refundación del estado mexicano, y el relevo o la recuperación de la consciencia moral de la clase política
* La
única vía para que la cuarta transformación de México sea pacífica y viable.
Lenin Torres Antonio | 26 octubre de 2019
Tribuna Libre.- “El Poder” es seductor, atrayente, deseable,
morboso; es la otra parte de la naturaleza humana que no tiene nada que ver con
la razón, con la cordura, con la civilidad, con Apolo, que se acerca a la
instintivo, pulsional, inconsciente, a Dionisio, a los apetitos y a los humores, a esa la
lucha por escalar la pirámide de la evolución de las especies, a eso que tiene
que ver con ser el macho dominante, y con el goce de determinar y tener en la
mano el destino de los demás.
La Política paradójicamente es el escenario
donde ocurre esa contradicción humana, y digo paradójico, porque pareciera que
la política es “la ciencia” de la comunidad, y del castigo, y que debería con todos esos
supuestos teóricos estar vacunada del “poder por el poder”, más esto no es así,
y creo que nunca será así, por más que intentemos una y otra vez hacer
“ciencia” del hombre en la práctica social.
Leotan
La tesis que recupero del anterior texto que
escribí , y que creo representa la vía para dar certeza de futuro a la sociedad
mexicana, es que para que la Cuarta Transformación de México no sea violenta
pasa ineludiblemente por la refundación del Estado Mexicano y el relevo de la
clase política. Lamentablemente no hay otra vía, salvo que ocurriera un acto
espontaneo de conciencia social y moral de esa Clase Política.
Es hora de hacer ciencias políticas, y leer
bien las coordenadas conceptuales de la crisis social y pública que vive
México, así que primero hay que observar que recuperar la Funcionalidad
Institucional del Estado Mexicano, lograr una auténtica División de Poderes y
un Sistema de Partidos, y fundamentalmente, que la Democracia sirva como
instrumento de la igualdad, la libertad y el bienestar, no significa la Cuarto
Transformación Social de México, significa llanamente retomar lo que dejó de
funcionar del sistema democrático y del Estado, y que fue sustituido por una
praxis política que funcionaba fuera de los parámetros legales y democráticos,
dejando ver la vorágine pulsional individual narcisista del poder unipersonal que
se ha estado ejerciendo en el sistema presidencialista. Aunque lo que sí está
ocurriendo, y lo encabeza inteligentemente nuestra presidente de la república,
es una Revolución Moral y de la Esperanza, y eso hay que señalarlo, Revolución
de la Ejemplaridad en el proceso de restituir la normalidad perdida de la
funcionalidad Institucional del Estado Mexicano.
Es importante ahora recordar los tres
momentos de inflexión de la historia de México, la Independencia, la Reforma, y
la Revolución, los tres grandes movimientos sociales ocurridos en México,
movimientos sociales que hicieron transitar a México de “forma violenta” de un
estadio de cosas a otro totalmente diferente, la Independencia, de una
servidumbre a la península Ibérica a la autonomía y el intento de construcción
de un Estado propiamente mexicano, la Reforma, que establece la secularidad de
las instituciones públicas y el gobierno, la separación entre el Estado y la
Iglesia, y el fin de la dictadura de Santana, y la Revolución, un movimiento
violento que pone fin a la dictadura de Porfirio Díaz e inicia la instauración
del “Sistema Democrático” con el prejuicio (miedo) de la “no reelección”, y el
establecimiento de “las dictaduras perfectas”, y un sistema presidencialista.
Por lo que la Cuarta Transformación de
México, si queremos definirla como un movimiento político y social de cambio
estructural no violento, realmente está en un tiempo por venir, puesto que
necesitamos primero pasar por una propedéutica post revolucionaria que implica
recuperar la Funcionalidad Institucional del Estado que fue sustituida por una
perniciosa cultura de la simulación y el engaño de intereses privados,
encabezada por el grupo político en el poder en turno. Aunque no sea tarea
fácil enfrentar la “degradación de la funcionalidad institucional del estado
mexicano” porque esto implica recobrar cierta salud mental perdida, buena
voluntad, inteligencia, nacionalismo, y lo fundamental, hermandad. Por eso
viene bien saber cómo llegamos sin percatarnos a este estado de indefensión e
ingobernabilidad del estado mexicano y de nuestras instituciones públicas.
Hay un tiempo trascendental de inflexión en
la historia postrevolucionaria de México, a partir de que se instala la
dictadura perfecta o la democracia de la simulación, la clase política mexicana
logra perversamente mantener el poder a partir de un supuesto equilibrio entre
sus intereses privados y los públicos, que tanto hoy algunos retrogradas lo
añoran y apuestan a su retorno.
Esa clase política naturalmente se avejentó y
buscó un “relevo generacional”, para ubicarnos en la temporalidad, me refiero
al inicio de los últimos 5 sexenios (Salinas de Gortari, Zedillo, Fox, Calderón
y Peña Nieto), fue así como se apostó y se vio en los tecnócratas como la mejor
opción para ese “relevo generacional”, es pues el maquiavélico Carlos Salinas
de Gortari el que encabeza ese aciago “relevo generacional”, la crisis del 86 y
el movimiento zapatista despiertan violentamente a esa bisoña clase política
del sueño placido en que habían caído, del espejismos en que estaban seguros
que los habían elegido bien y eran los mejores para heredar la caja chica
(privada) del erario público mexicano sin problema alguno, es ahí donde
comienza una espiral sin retorno hasta llegar a la crisis social e institucional
que hoy vivimos.
Durante ese periodo reciente el PRIAM entraba
en un proceso de degeneración política y de descomposición, y se invalidaban de
ser interlocutores de la sociedad mexicana, el triunfo de AMLO lo confirmó. Si
bien con Salinas de Gortari se inicie la debacle de esa clase política, fue la
segunda oleada de “relevos generacionales” quienes les dieron el tiro de gracia
no tan sólo al PRIAN sino desgraciadamente también a México, no advirtieron,
por la confianza que depositaron en la maquinaria política perfecta de
complicidades y simulación, que se cernía una sustitución aun peor, unos
herederos aún más letales, una clase de políticos “sin oficio político: un
Zedillo que nació muerto, un Fox miope e ignorante, con su visión de empresario
minoritario que no le permitió ver la responsabilidad histórica de consolidar
una verdadera transición democrática y aprovechar las bonanzas petroleras para
cerrar un poco la brecha entre los dos México, el de la inmensa mayoría de
pobres y los pocos privilegiados ricos, un Calderón que envalentonado pensó que
gobernar era a través de las armas y la impostura, y por último, un Peña Nieto,
el presidente de telenovelas y la aberrante ignorancia y analfabetismo; se
decía que cuando menos esa “vieja casta política” entendía y practicaba un
equilibrio entre sus intereses privados y los públicos, aunque ese “oficio
político” que hacía parecer que se vivía en democracia y que la política servía
como instrumento para ordenar la vida pública de los mexicanos, no los eximió
de ser históricamente también los causantes director de la crisis social y
política que vive actualmente México.
Lo peor estuvo por venir, el arribo de las
hordas juveniles de pseudopolíticos (el patético relevo del relevo
generacional), voraces e inexpertas para la gobernanza, aupados principalmente
por los tecnócratas (salinas y compañía), pensando en perpetuarse en el poder,
y maquiavélicamente pensaron que jubilando o cuando menos quitándoles
protagonismo a esa “vieja clase política” lo podrían conseguir, fue así como
vimos durante los últimos 18 años, los dos sexenios panistas, y principalmente
durante el sexenio del impune Peña Nieto, el arribo de dicho “relevo del relevo
generacional”, que para desgracia de México dieron el tiro de gracia a la vida
pública de los mexicanos y dejaron a un Estado Mexicano débil e inoperante.
Si no queremos repetir la historia, la
ciudadana tiene que pensar que la participación política no termina en el
sufragio, y que la construcción del nuevo México no es cosa de los
profesionales de la política, o de un hombre por muy bien intencionado que sea.
Exactamente por esa actitud de silencio, por no pensar es por lo que ha
ocurrido lo que ha ocurrido.
Tenemos en nuestras manos realizar una
Transformación de México Pacifica que requiere el concurso y la sensatez de
todos los sectores sociales: partidos políticos, jóvenes, mujeres,
trabajadores, académicos, empresarios, campesinos, organizaciones civiles,
religiosos, docentes, estudiantes, etc.
Es importante señalar que desvelar la
decadencia de la “clase política” como el factor determinante de la crisis
social y política que vive el Estado Mexicano, no condiciona la posible
emergencia de un posible Proceso Civilizatorio de Transición Democrática y
Reconciliación Nacional, aunque éste si entraña la condición de que esa clase
política asuma la total responsabilidad de esa crisis sin excepciones, porque
no hay justificaciones validas, somos historias y nuestra historia nos define,
aunque por lo que vemos esa clase política no está dispuesta a dejar el poder
en manos de los ciudadanos, aun cuando saben que de facto vivimos un estado de
emergencia, y que es urgente sentarse a hablar en un plano de igualdad y
sinceridad para sentar las condiciones políticas, legales, reformistas, éticas,
y epistémicas que determinen el nuevo marco conceptual y los procesos
civilizatorias pertinentes que encamine al Estado Mexicano a su Regeneración, a
un nuevo Marco Conceptual y Procesos Civilizatorios condiciones sine qua non
para que el estado de derecho no se ponga entre dicho y funcione, además es
necesaria una hoja de ruta que garantice el cumplimiento de dicho proceso
civilizatorio de transición democrática y reconciliación nacional e impida que
se detenga el diálogo por la transformación de México, y continué operando el
puro poder excluyente.
La espiral de violencia, la ausencia de un
espíritu republicano sólido, el crecimiento económico nulo, la carencia de
certeza de futuro de nuestras nuevas generaciones de mexicanos, la ausencia de un
proyecto de nación incluyente y actual que permita con eficacia hacer frente a
los exabruptos de violencia, marginación y pobreza que vive la sociedad
mexicana, las prácticas políticas pobres que reproducen la simulación y la
lucha vacía por el poder, y la sustitución de los ideales positivos por actos
pulsionales, demuestran que la política no sirve y es obsoleta, puesto que
continua sirviendo y es una extensión de los intereses particulares y del
Imperio, evitando que se recupere la sana y eficiente funcionalidad del Estado
Mexicano para que se creen los instrumentos e instituciones públicas que
resuelva los graves problemas que paulatinamente han gangrenado la vida pública
en México.
No dejaré de insistir que nuestro buen
intencionado presidente de la república no puede cargar sólo al lomo con la
necesaria e ineludible transformación de México, porque la crisis social y
moral que vive México tiene su origen en el pasado y en el presente, y es un
tema que implica corresponsabilidad y espíritu demócrata, consciencia social
que hoy no existen.
La refundación del estado mexicano y el
relevo de esa clase política corrupta, perversa e ineficaz, pasa urgentemente
por convocar a los mexicanos a que elijamos un nuevo constituyente que permita
que TODOS los actores de la vida pública y moral de México se responsabilicen
de esa urgente y necesaria transformación de México. Es por eso que no basta la
coherencia democrática y el amor a nuestra patria, la Transformación de México
es un asunto que compete a todos, es un tema de una agenda común de todos y
cada uno de los mexicanos, es un compromiso de todos tanto moral como político,
no tan sólo del gobierno de la república.
Los mexicanos continuamos viviendo entre un
fuego cruzado entre los pocos bien intencionados que encabezan el intento de
Transformar a México pacíficamente, y la vieja clase política (sus herederos) y
las élites económicas que apuestan a un retorno de la simulación y el
equilibrio pernicioso entre intereses particulares y los públicos. La lucha por
el poder se ha exacerbada e intensificada, quizás son los últimos estertores
del sistema falleciente y hay que aguantar, no nos olvidemos que por más de 100
años ese Modelo post revolucionario construyó el México contradictorio, pobre,
desgastado, peligroso y sin orgullo que hoy vivimos los empequeñecidos
mexicanos, ¿cuándo despertaremos de nuestro sueño de apropiaciones y
sometimientos los mexicanos?, ¿cuándo desertará el espíritu de la tercera raza
mexicana vasconcelista para adueñarse de su propio destino?
No deja de ser patético observar como la
oposición sólo ha basado su participación política a expensa de los errores que
cree son responsabilidad únicamente del gobierno de la república que encabeza
Andrés Manuel López Obrador, omitiendo perversamente, y comportándose como si
no supieran que ese estado de degeneración del poder público y los graves
problemas fueron encubados y creados por el uso que hicieron personal del poder
público, ¡no había Estado!, sólo esos grupos de gavillas y buitres ejerciendo
el poder público de forma personal, por eso ahora no tienen la calidad moral
para señalar a AMLO de ser la causa de estos graves problemas que vive México,
y situar en el presente la ineficiencia del Estado Mexicano.
Señores y señoras, apenas se está tratando de
recuperar la funcionalidad del Estado Mexicano, antes no la había, por lo que
la vuelta al pasado de esos retrogradas no es una opción ni una alternativa, el
camino está trazado, primero, recuperar la Funcionalidad del Estado Mexicano,
después, podemos luchar democráticamente por la idea de nación, sociedad y
hombre que sea la mejor para nuestra patria a través de un nuevo Constituyente.
No podemos continuar topándonos con la pared,
con las falsas expectativas del mundo global, con la carencia de una identidad
de la mexicanidad, con una sociedad ajena a las responsabilidades de la Res
Publica (Cosa Pública), con la irresponsable y avariciosa oligarquía que es la
única que siempre sale indemne de estas crisis y cambios sociales, con el
acecho de los herederos insanos de la praxis política de la vieja clase
política y con una clase política todavía decadente, con esa Herencia Maldita
de degeneración que nos dejó esa Dictadura Perfecta que hace que comencemos
literalmente de “cero”, sin una cultura de la legalidad y la paz, sin una
conciencia social que nos corresponsabilice de la construcción de nuestros
espacios públicos, sin un sistema de partidos moralmente correctos puesto que
sólo fueron educados para la lucha por el poder por el poder, con una sociedad
acrítica y pasiva.
Hay un punto donde todos debemos coincidir,
donde todos debemos participar y partir: La necesidad de la refundación del
Estado Mexicano a través de un Nuevo Constituyente.
¿Qué debemos hacer para que esa Cuarta
Transformación Social y Política de México no sea violenta?:
La Cuarta Transformación social y política de
México no tan sólo pasa por restituir la funcionalidad institucional del Estado
Mexicano perdida y gangrenada por la decadente clase política y los voceros del
imperio, de quienes no hay que olvidar obedecen al sistema neoliberal que se
sienta sobre un estructura de poder para la explotación y de esta forma hacer
que unos cuantos países continúen detentando todas la riquezas, y para que la
mayoría de los demás países sean explotados de una u otra manera, ya sea
sirviendo para producir la materia prima adquirida a un costo por debajo de su
precio real, ya sea para ser el lugar donde se instalen las empresas
trasnacionales para explotar la mano de obra barata de esos países y generar
capitales “golondrinos” que jamás se quedan en esos países y sirvan a su
desarrollo, además de causar severos daños al mercado interno y al medio
ambiente de forma irreversible.
La Cuarta Transformación social y política de
México conlleva una posición ideológica radical y realmente de izquierdas, el
nuevo Estado Mexicano debe asumir una crítica al modelo global que ha fracasado
y sólo ha servido para construir un mundo más injusto e inseguro, y apostar por
una Revolución de la Representatividad como le he llamado , y fundamentalmente,
hacia una refundación o regeneración del poder público a partir de la
reconversión de la república y el pacto federal, incorporando al Municipio como
el elemento más importante de la república, es decir, construir una República
Municipalista, y de esta forma tomar en cuenta con toda legitimidad y legalidad
el empoderamiento del municipio.
La Cuarta Transformación social y política de
México representa invertir la pirámide presidencial del poder público, y es desde
lo local donde debe construirse el poder público; pasar de una democracia
indirecta y representativa a una directa y ciudadana, tomando en cuenta las
formas de representación pública más cercanas a la comunidad, los jefes de
manzana, los agentes municipales, y otras formas de representación ciudadana
que podrían construirse.
La Cuarta Transformación social y política de
México implica una refundación del Estado mexicano desde lo local, lo
comunitario, tomando en cuenta la demografía y la psicología, porque
simplemente México es otro, para ello viene bien hacer memoria histórica, el 31
de enero de 1824 se aprueba la Primera Acta Constitutiva de la Federación
Mexicana, hace 195 años, y México tenía alrededor de 6,500,000 (notas sobre
México, Joel R. Poinsett, 1824), en la actualidad, México tiene 133,326,827
(www.populationpyramid.net), por lo que la inclusión de la demografía es
sumamente importante para esa nueva refundación del estado mexicano, además de
recuperar el concepto de la polis griega, la ciudad-estado, la República
Municipal en el sentido del empoderamiento de lo local y del municipio, en
otras palabras, voltear la pirámide del poder implicaría una nueva estructura
jurídica, política, social y económica, la tarea de un Nuevo Constituyente que
empodere lo local y el municipio como las estructuras elementales del Pacto
Federal, de la República, está en juego las nuevas reglas políticas de la
representativa, por lo que, incluso la revisión y el papel del concepto del
pacto federal basado en los estados es fundamental, cuando a simple vista,
podemos observar la necesidad del empoderamiento del Municipio y su importante
papel que debe tener dentro de un nuevo pacto federal que lo incluya
formalmente.
La Cuarta Transformación social y política de
México implica integrar la Educación Popular (social) como una de los ejes
fundamentales del discurso político y las políticas públicas, la educación como
el instrumento de la liberación y el progreso.
Aún tenemos tiempo de evitar más sangre, más
sufrimiento, más lágrimas, y esto se logrará si y solo si:
Si los actores políticos y la misma sociedad
mexicana logran tener plena consciencia de la situación in extremis que vive
nuestro país.
Si la clase política demuestra miras de
altura que le permita ver que lo que está en juego es viabilidad de México como
una nación independiente, soberana e inteligente capaz de hacerse responsable
de construirse su historia en civilidad, progreso y paz.
Si lo que esté en disputa no sea el Erario
Público.
Si en el centro del debate público esté El
Bienestar del Ciudadano y su Familia, y la recuperación de la Certeza de Futuro
de las nuevas generaciones, y la Cicatrización de las heridas profundas
infringidas por nosotros mismos.
Si se toman en cuenta que estamos ante el duelo
de miles de desaparecidos, el rescate de la marginación de miles de pobres cada
día en aumento, la recuperación de la certeza de futuro perdida de nuestros
jóvenes y niños, la exigencia de castigo a los que han hecho de la cultura de
la corrupción que lo poco que se haya tenido haya parado en los bolsos de unos
cuantos.
Si hay un sincero arrepintiendo de la
oligarquía que se ha aprovechado de esa crisis para continuar protegiendo su
pequeño mundo de privilegios a expensas del dolor y la marginación de millones
de mexicanos.
Es cuanto, lectores