Lenin Torres Antonio | 20 diciembre de 2019
Tribuna
Libre.- El
psicoanálisis nos descubre al ser humano como un sujeto en falta, es decir, que
su estructura psíquica tiene la condición de un ser en el no-ser, siempre en la
consecución de llenar esa falta original que le permita darle sentido a su vida
y, fundamentalmente, “ser”, aunque para ello tenga que “no ser”.
Estos días comenzó el show, el Teletón, de
los teletonicos, el evento anual que hacen los ricos para apoyar y dar algo de
gracia a los pobres de México. Teniendo presente la metapsicología freudiana,
veo que ese espectáculo grotesco y paradójico, gira fundamentalmente sobre esa
falta fundamental, esa carencia.
Por eso vemos que lo esencial es llenar esa
falta, ese hueco; ellos dirán “llegar a una meta económica”, llenar con esa
suma, que se traducirá centros de rehabilitación, un hueco, el asunto pendiente
de darles a los pobres algo, aunque ese algo no alcance para todos los
necesitados. Noble labor de proteger a las futuras generaciones, a los niños,
principalmente, a los niños enfermos, olvidando las verdaderas causas de esas
enfermedades, que tienen que ver con la desigualdad, la desnutrición, la
pobreza, la falta de atención médica, la falta de higiene, la ignorancia, en
fin, la falta de justicia social. No quisiera generalizar, porque la llamada
cientificidad nos habla de otras causas, que son las únicas reconocidas por
esos eventos, entre ellas la genética, etcétera.
Y la historia se repetirá infinitamente,
seguro durante las últimas horas, ese patético espectáculo, en los últimos
minutos, de forma dramática, cumplirá con sus metas; de llenar la falta (la
meta económica), incluso, se rebasará la meta. Al final del evento,
contemplaremos entre llantos y risas cómo se cumple con la ansiada meta, para
los que “menos tienen (la mayoría)”, reciban un regalo de los generosos “(los
pocos) que tienen todo”.
Con toda esa evidente dolorosa verdad, una
vez más se quiere demostrar que todavía hay buenos samaritanos, bondadosos
hombres y esencialmente, se le atribuye ese logro a todo el pueblo de México,
aunque las principales y muy generosas donaciones, exentas de impuestos, sean
de esos entes públicos que llamamos empresas, bancos, etc., y de los monopolios
personales, de los muy pocos afortunados que “con el fruto de sus esfuerzos” y
visión, sirven de ejemplo y confirman con sus riquezas que en este país, “si
uno se esfuerza puede salir adelante”, como lo hicieron Juárez y ellos; salvo
que Juárez, lo hizo en política con la visión de construir una sociedad justa,
donde todos pudiéramos vivir en paz y bien; y los segundos, en el mundo de la
política, de los negocios (business en el idioma del imperio), con la visión,
no sé si consciente, que sería perverso, o inconsciente, que sería fatal, de
mantener un mundo desigual, donde todos y todas siguiendo el prurito de la
igualdad de género, que nos heredó nuestro
flamante señor ex presidente Fox; frase que, por cierto, es con lo único
que se le recuerda, olvidando que en su periodo de las bonanzas petroleras,
hubo corrupción y derroche de las riquezas de un pueblo, para mala fortuna del
señor Fox, su visita a la basílica de Nuestra Señora de Guadalupe, no le salvó
de ser el responsable del robo y daño que le hizo a México nos conformemos con
estas nobles causas y muestras de benevolencia.
Es intolerable, patético y deprimente ver
cómo el portavoz en turno de esa clase de hombres, el menos del 0.5 % de la
población, casi llorando, lanzaba estentóreas frases de exhorto, de súplica a
los televidentes, dirigiendo ese llamado al pueblo de México, a los mexicanos y
mexicanas, pidiendo que demostremos que somos generosos y moralmente correctos,
y que hiciéramos el sacrificio de desprendernos de algo para “los que menos
tienen”, aunque la mayoría de ese pueblo sea de ésos que menos tienen y no
tenga ni ese algo para llegar a fin de mes unos, y otros, que son una
significativa parte, más de 52 millones, la mayoría de la mayoría, no tengan ni
siquiera para comer. Resulta, después de todo, paradójico pedirles a los pobres
para los pobres.
Los auténticos generosos de México, los
grandes donadores, con esos actos de benevolencia, aparte de exentar impuestos,
intentan cubrir su falta, consciente e inconscientemente, y me voy por la
primera, no en el sentido de conciencia de culpa, de la falta cometida, sino en
el de la simple posesión de un saber perfectamente articulado para continuar
con sus privilegios y riquezas, porque saben perfectamente lo que hacen, y
quieren.
Al final del evento, vemos cómo retornarán a
sus mansiones y palacetes a celebrar por los pobres, y éstos, a continuar con
su eterno martirio Sisifico.
Ese estado de conciencia, insisto, no es el
de la conciencia de sí hegeliano, sino un saber perverso que permite mantener
ese estado de cosas en este país. Por eso es pertinente pensar, como decía
Marx, que tanto la riqueza como la pobreza son estados de enajenación, que
estos sistemas sociales, como el nuestro, construyen al sujeto necesario que
reproduce el sistema dominante se justifica la riqueza de los hombres como una
condición dialéctica de la pobreza y riqueza. Esto convierte a la pobreza en un
destino, y eso es lo peor, no hay opción para la gran mayoría de los mexicanos
y mexicanas, que antes de nacer su destino sea la pobreza, a diferencia de
otros sistemas, que permiten que ésta sea una elección, como cuando un sujeto
decide ser pobre por ser nihilista, pesimista o estoico.
Pero cómo hacer entender a quienes sólo han
conocido un solo México, ya que el otro, sólo lo conciben extraños con mira de
ficción, como en el filme de Los Olvidados de Luis Buñuel; cómo entender el
–otro México–, el de las numerosas familias que tienen que vivir con un salario
mínimo, para quienes un incremento “pusilánime” de 6 pesos a la tortilla o al
pasaje del autobús o la pecera, causados por el aumento de la gasolina, es un
artero ataque vital. No se dan cuenta de que penden de un hilo sus existencias,
y eso es real, no ficción.
Termino con lo que hace un tiempo escribí;
Ya vendrán mejores tiempos para los pobres,
porque los ricos misericordiosos y benévolos Teletónicos, trabajan para que las
ganancias alcancen para los pobres, y estos sean menos pobres, y si ahora
tienen que limitarse a ganar menos millones de dólares y sus vacaciones son
recortadas ya no a las islas Fiji, sino a las Europas, pues harán el
sacrificio, todo sea por los que menos tienen. Ironías y desfachatez, así es el
México surrealista que vivimos.