Tribuna
Libre.- Personas
encerradas en casa se preguntan en estos días, ¿volverá la rutina a ser como
antes del Coronavirus? ¿O permanecerán las calles vacías, las escuelas sin
clases, las oficinas públicas y empresas privadas sin empleados, los parques,
plazas comerciales y centros de diversión con escasa afluencia? ¿Llegó la
pandemia para quedarse? ¿Se hablará de un antes y un después del COVID-19?
Las opiniones se hallan divididas en relación
a esta epidemia. Hay quienes con supina ignorancia pretenden atraer reflectores,
como Ricardo Salinas Pliego, y conminan a la gente a salir sin miedo y
continuar su vida normal como si nada grave ocurriera. Otros, como el
presidente Andrés Manuel López Obrador, recomiendan quedarse en casa para no
expandir el Coronavirus, el cual indefectiblemente acabará con miles de vidas
humanas.
Insisten algunos escépticos en que es puro
cuento propalado por sepa Dios quiénes y tampoco explican con qué aviesos
propósitos o para qué lo habrían inventado.
No sabemos cuánto durará esta crisis. Lo cierto
es que cobrará muchas víctimas en México y en el resto del planeta, la economía está desplomada y tardaremos años
en recuperarnos. Los daños son ya incalculables. Hay pequeños comercios
cerrados o con bajas ventas. ¿De qué va a vivir tanta gente sin ingresos?
Una buena noticia: el presidente López
Obrador por fin se apeó del macho de su
necedad y ha reconocido la gravedad del problema pidiendo a los mexicanos no
salir de su hogar sin necesidad. Eso sí, no pierde la oportunidad de arrimar el
caballo a sus adversarios conservadores, a quienes de cualquier modo arrojará
la culpa si la crisis se le sale de control al gobierno de la 4-T.
Por lo pronto, trabajadores en general,
pensionados, jubilados y desempleados, estudiantes, etcétera, empiezan a aburrirse
o ya lo están por el encierro o cuarentena. Desean salir y otros de plano
desobedecen las recomendaciones y acuden a sitios públicos.
Vivimos en una especie de novela o película
de ciencia ficción futurista que pensamos nunca atestiguaríamos en la vida
real.
El temido virus ya llegó también a Xalapa y
acaso tendremos que acostumbrarnos a convivir con él por lo menos mientras los
chinos u otros perfeccionen la vacuna que nos inmunice.
Nadie está a salvo. Más temprano que tarde el
COVID-19 iba alcanzarnos. Y para colmo de males, la violencia no ha disminuido
un ápice. La inseguridad va en aumento a pesar de la viral contingencia.