Tribuna
Libre.- Imaginemos que ya estamos a fines de mayo
2020. Ya lo peor de la epidemia del
coronavirus pasó. Ahora estamos evaluando las decisiones que se tomaron en
diciembre, enero, febrero, marzo y abril.
Los muchos que sobrevivimos nos enteramos de alguien que murió por esta
enfermedad, o sospechamos que murió por ella, ya que sabemos que la información
fluyó lentamente y sin veracidad.
Hoy en mayo sabemos que fue un grave error
conformarnos pensando que somos un país del tercer mundo que no merece atención
de salud de calidad. A lo largo de los
días nos enteramos de renuncias de médicos y administradores en el sector salud
nacional, como queja por la falta de insumos, incluso los básicos.
Hoy ya sabemos que la línea telefónica que
estableció el gobierno no funcionó adecuadamente, por falta de capacitación de
los jóvenes contratados para atender ese Call center.
La población está muy molesta, pues hubo
medidas que se debieron de tomar y no se llevaron a cabo. Por ejemplo, la queja de que a pesar de tener
un período de tres meses, el gobierno no equipó a los hospitales con lo mínimo
indispensable. Eso de saber que no había
cubrebocas suficientes, ni guantes, ni lo más elemental tiene a la población
indignada.
Peor aún cuando se comprendió que muchos de
los que murieron, pudieron haberse
salvado si el gobierno desde enero hubiera dedicado recursos a adquirir respiradores
artificiales y a equipar salas de terapia intensiva. A incrementar el número de camas de los
hospitales, y a capacitar a todo el personal del sector salud. Eso de que la capacitación iniciara a partir
del 12 de marzo habla de mucha irresponsabilidad e incompetencia.
Entendimos que el presidente tenía que cuidar
la economía mientras se pudiera. Eso es algo con lo que la mayoría está de
acuerdo. Pero no perdonamos los graves
errores del experto subsecretario Hugo López Gatell, quien cometió otra vez,
los mismos errores por los cuales fue despedido cuando diseñó la estrategia
para enfrentar el AH1N1. Se confió
demasiado. Pensó que no pasaría nada, o
que el calor frenaría la transmisión del virus, cuando no hay una sola
evidencia al respecto.
Sabemos que el gobierno no se preparó
comprando millones de kits de detección del coronavirus… los pudo pedir desde
enero, y no hicieron nada. Repartieron a un laboratorio por estado los pocos
que había, y para el 15 de marzo, todavía no todos los laboratorios estatales
estaban surtidos. Cuando debía de haber
tenido la prueba disponible en todas las ciudades importantes para tomar
decisiones inmediatas.
Lo que menos se perdona, es el haber jugado
con la salud de todos un enorme volado.
Eso de no haber establecido controles mínimos en los puertos de entrada
al país. Para no molestar a los
viajeros… Vaya, ni siquiera detectores de temperatura, a sabiendas de que era
lo mínimo a realizar. La decisión de
recibir visitantes de todos los países, y convertir a México en el pabellón de
cuarentena de los Estados Unidos también fue muy mal visto por la población.
Entendemos que no querían crear pánico, mismo
que llegó cuando se decidió declarar la fase dos y luego la tres. Crearon más pánico aún, porque la gente no
sabía cómo enfrentar la pandemia. Pocos
fueron los enterados. Dejaron que los
rumores e información falsa circulara por todos lados ya que no había
información oficial disponible para todos. Los genios de la comunicación
siguieron usando sus redes de bots para justificar al gobierno, en lugar de
usar ese presupuesto para informar a la población
Cuando nos enteramos de que el virus
afectaban no sólo los pulmones, sino también el corazón y los riñones ya
estábamos más preocupados, sobre todo, porque hasta hoy no tenemos idea de si
deja secuelas o no. Y luego saber que
podía causar daños al sistema nervioso central, nos deja aún más intranquilos.
Entendemos que el virus llegaría de todas
maneras, pero también vimos que nada se hizo para dar seguimiento a visitantes
de países con la infección, y mucho menos se aisló a toda la cadena de
contagio. Ya entendimos que el virus
llegó mucho antes de que las autoridades dieran la voz de alarma con el primer
sospechoso de contagio.
No perdonamos la falta de respiradores. Hoy que todos somos expertos, sabemos que la
curva de infección puede ser acelerada, o lenta. Cuando es lenta o aplanada, nos infectamos
igual, pero a lo largo de un período mucho mayor de tiempo, lo que permite a
los servicios de salud, atender con mayor eficiencia a la población y sufriendo
un colapso menor al que vimos.
Como nada se hizo en el momento adecuado,
para reducir la velocidad de infección, los servicios de salud se vieron
extremadamente rebasados por ese 15% de casos graves, y por ese 3% de casos
mortales, que por las deficiencias en la atención llegaron al 5%, que es por
encima de la media de otros países.
De los miles de infectados y de las decenas
de muertos, ¿Cuántos se pudieron haber salvado con mejor atención e
información? Eso jamás lo sabremos, sin
embargo, queda en la memoria de todos, que se pudo hacer mucho más, y que no se
hizo, ya sea por ignorancia, por incapacidad, o por desdén hacia los mexicanos.
Hoy ni siquiera sabemos cuántos infectados y
cuántos muertos hubo. No había pruebas,
y el COVID-19 por protocolo de la OMS no debe de diagnosticarse únicamente por
medio de clínica, aunque al final fue lo que se hizo en México, pero siempre
con la orden a los médicos del sector salud de reducir en lo posible el número
de casos reportados. Para hacer quedar
bien al gobierno y para no desatar pánico… hasta que alguien de tu familia se
enfermara o se muriera.
Los decesos de adultos mayores, causaron
también indignación, porque el sector salud demoró mucho en solicitar que no se
mezclaran niños con abuelos, ya que la infección en los niños fue muy leve,
pero contagiaban igual que un adulto, y si los uníamos a adultos mayores,
entonces los niños se convirtieron en el factor de contagio de sus propios
abuelos. Por falta de información y por
negligencia del sector salud.
Pasaron muchas cosas que dejaron huella en el
corazón de muchos mexicanos. Otros muchos no se infectaron y pasaron más
tranquilos la emergencia. Que por
cierto, también mucho enfermo no cumplió con aislarse en su casa, lo que
provocó mayor contagio.
Esa política de quédese en su casa si está
enfermo, solo era una justificación ante la incapacidad del sector salud de
atener a los enfermos en hospitales, que de por sí, antes de la infección ya
estaban saturados y en malas condiciones.
Algo que también molestó mucho a la población.
En fin, ya estamos en mayo 2020, ya pasó lo
peor, y hay que seguir adelante, recuperar lo que se perdió por los días de
paro obligatorio y salir adelante como siempre, es decir, a pesar del gobierno
en turno.
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