José Miguel Cobián | 14 marzo de 2020
Tribuna
Libre.- Una
de las más grandes traiciones al pueblo de todos los gobernantes, es el
cumplimiento al pie de la letra de la regla que ordena mentir para mantener el
control político y social incluso a costa de la vida de los gobernados.
El ejemplo clásico, es la propaganda de
guerra. Aquélla en la cual a pesar del
avance de las tropas enemigas, y de que es manifiesto que la guerra está
perdida, insiste en hacer creer a la población que todo marcha bien en el
frente de batalla.
Hoy vivimos otras guerras en otros frentes de
batalla y la actitud del gobernante es la misma. Mentir para mantener la paz
social y el control político. En
Veracruz lo vivimos cada año, sabemos que se reportan menos casos de muertes
por dengue o por influenza. El gobierno
supone que así se mancha menos por un problema que no es causado por ellos,
pero que tampoco se ha enfrentado de la mejor manera, debido tanto a
incompetencia como a falta de recursos.
Lo mismo está sucediendo en México con el
asunto de la epidemia de coronavirus.
Imagina por un momento estar en los zapatos del presidente. Tienes una epidemia incontrolable, un virus
que se contagia muy fácilmente, es decir, literalmente será inevitable que
afecte a la mayor parte de la población de tu país. De ese virus sabes que quienes enfermen
gravemente van a colapsar tus instituciones de salud, pues no cuentas con la
capacidad hospitalaria suficiente para
atender a los casos graves, esos que requieren estar en terapia intensiva y con
respirador artificial. Y además, no cuentas
con los recursos para crear esa capacidad, pues has decidido que tu presupuesto
irá a otros rubros, y no a enfrentar esta mortandad que se acerca.
Por otro lado, sabes la mejor manera de
enfrentarlo es dosificar la infección, es decir, emitir medidas preventivas
para que la infección avance más lentamente, con el fin de que no sature tus
servicios de salud, pero eso tendrá un costo económico, y eres un presidente
que no quiere que la economía caiga aún más, ya que muchos mexicanos te acusan,
te señalan, afirman que tus malas decisiones han llevado a un estancamiento y
debilidad económica al país.
Así que ante el riesgo de que se propague más
rápido, y ante el riesgo de que los servicios de salud se colapsen por el
número de casos que requerirán tratamiento médico, tomas la decisión de hablar
a tu población y decirles que no se preocupen.
Total, los que mueran, ya no van a votar, y los que sobrevivan, en
muchos casos pensarán que tuvieron un catarro leve, y la enfermedad pasará sin
que se note mucho, siempre y cuando, tu sistema de salud no reporte el
crecimiento exponencial de casos.
También conoces a tu pueblo, sabes que las
necesidades económicas obligan a trabajar diariamente. Nadie aceptaría estar aislado en su casa a
partir del momento en que tiene síntomas,
hasta que éstos desaparezcan… Y lo peor, sabes también que el virus te
contagia hoy, y comienzas a tener síntomas entre siete y catorce días después,
es decir, durante la primera parte del período de infección, tu población se va
a dedicar a contagiar a otros.
Todas estas decisiones, si salen bien, van a
llevar a los mexicanos a presumir que el coronavirus les hizo lo que el viento
a Juárez. Unos cuantos, sobre todos los
que tengan cierto conocimiento de los síntomas, sabrán que su familiar murió
por falta de atención y previsión, pero esos, serán el 3 o 4% de la
población. El resto, afirmará al
estilo valentón de las películas de Jorge Negrete y Pedro Infante, que mata más
el miedo que la enfermedad.
Pero, si algo sale mal, si el crecimiento de
casos graves es exponencial, quedará de manifiesto que el no tomar medidas
preventivas para ralentizar el avance de la epidemia, costó vidas humanas. Muchos mexicanos verán que las prioridades del
gobierno en cuanto a gasto de presupuesto, no se orientaron hacia la vida y
salud de los mexicanos. Sobre todo,
cuando ya ha quedado de manifiesto, que el sistema de salud, de por sí
mediocre, ha sido debilitado aún más, por decisiones presupuestales, que en
nada toman en cuenta la opinión de los expertos en salud pública.
La apuesta del presidente es muy
arriesgada. Corea del Sur ha detectado a
muchos infectados por el virus, gracias a que posee el sistema de salud más
robusto del planeta. No hay ninguna
posibilidad de que en otros países el número de infecciones sea menor. La única
realidad es que simplemente no se tiene capacidad técnica para investigar los
casos posibles de COVID-19 como es es el caso de los países africanos, o no se
han tomado las medidas adecuadas y se cuenta con kits de detección
insuficientes y defectuosos como es el caso de Estados Unidos… o peor aún, es
una mezcla de decisión gubernamental de ignorar la enfermedad, falta de
infraestructura hospitalaria tanto para atender los casos graves, como para
atender las necesidades de aislamiento, falta de kits suficientes para realizar
las pruebas para determinar si alguien es portador o no del tipo de coronavirus
que hoy nos ocupa, y sobre todo aprovecharse de la ignorancia de una población
que se considera inmune a una amenaza de salud global.
México, está al nivel de Haití o de los
países africanos más atrasados, en cuanto a medidas de prevención. Eso a pesar de contar con especialistas
epidemiólogos y médicos capaces de detectar y enfrentar cualquier tipo de
epidemia, siempre y cuando reciban la orden de aplicar las medidas adecuadas.
Nuestro sistema de salud no es de lo mejor del mundo, pero a pesar de ello, es
suficientemente bueno para enfrentar este tipo de emergencias, como ya se hizo
con la AH1N1. La diferencia en cuanto a
cómo enfrentar un problema que costará vidas humanas, está en la decisión
política. Calderón se arriesgó con la
información que tenía y tomó decisiones equivocadas, que a fin de cuentas no
afectaron a su gobierno. Hoy López
Obrador toma un camino diferente, el tiempo nos dirá si tomó la decisión
adecuada o si a fin de cuentas causó algún efecto político su decisión… Porque
en salud pública estamos seguros de que habrá consecuencias.