* La
marcha, el reclamo * Ultimátum a la
violencia y a la impunidad * Fernando
Ruz, el DIF, la corrupción * Y operador
de Marcelo Montiel * A una semana,
Vasconcelos calla * Nahle entretiene a
petroleros * Capitán Ruiz: misoginia,
atropello, abuso de autoridad * Alfonso
Morales: nada que hacer * 12 secuestros,
fraguados desde una alcaldía
Mussio Cárdenas Arellano | 11 marzo de 2020
Tribuna
Libre.- Es
su voz y su ausencia, el dolor y el silencio. Son las muertas y aquellas de las
que nunca se volvió a saber. Es la angustia y el coraje por la saña brutal, la
violencia, la impunidad. Y es ahí donde radica su fuerza, en el grito y la
demanda de justicia que el Estado, el sistema no puede —no debe— ignorar.
Un día en las calles. Un día sin ellas. Un
día en que marchan y se hacen sentir. Un día para observar que sin las mujeres
México no es igual.
Un día, el domingo 8, en que sacuden las
estructuras del poder, unas con lemas que por agudos y profundos, inspirados y
ocurrentes, desafiantes y valientes, irreverentes y reflexivos, marcan el antes
y el después de la mujer, su lucha por ser, desterrando el miedo, por no
dejarse vencer.
Otro día, el lunes 9, la protesta es
ausencia. Calles, escuelas, centros de trabajo, transporte, mercados, plazas
comerciales, cines, restaurantes, lucen vacíos o diferentes, potenciando el
mensaje de que México, sin las mujeres, es otro México.
Las que marchan y alzan la voz, y las
ausentes del lunes 9, conjugan el verbo reclamar. Va su reclamo contra el
machismo que es ancestral. Va su reclamo contra el México desigual; desigual en
las ofertas de empleo, desigual en los cargos de dirección, desigual en el
sector público, desigual en la empresa privada. Va su reclamo por la violencia
brutal, por el acceso a la justicia, por la extinción de la impunidad.
Su eje es el feminicidio, la estadística
alarmante, el crecimiento del delito, la pasividad del aparato judicial. Cruzan
las imágenes, los datos, la que habla, en medios y redes sociales.
Marchan 80 mil, según la cifra oficial del
gobierno de la Ciudad de México. Marchan 150 mil, refieren ellas, las de blusas
y camisetas color morado por el Día Internacional de la Mujer, las de paliacate
verde que identifica a las que exigen la legalización del aborto, las de negro,
y un puñado que vandalizan monumentos, a las que ellas les gritan impostoras,
infiltradas, provocadoras.
Cada mujer reclama su razón, su dolor, su
ausencia de justicia, la indiferencia del aparato de Estado, la incapacidad de
los gobiernos de ayer y del gobierno de hoy, la impunidad del que acosa, del
que hostiga, del marido madreador. Acusan al sistema que invita a la denuncia
para no actuar después, que usa la ley para esquilmar a la víctima y al
acosador.
Sus proclamas tienen el poder de sacudir. Son
el reflejo de un vasto sector que el domingo 8, en el Día Internacional de la
Mujer, describen su terrible realidad.
“Nos queremos vivas, libres y sin miedo. Ni
una menos”.
“Nos matan pero ni así nos callan”.
“Por nuestras hijas, ni una más, ni una más,
ni una asesinada más”.
“Que ningún hombre violento goce de impunidad”.
“Si un día no aparezco que no prendan velas,
que prendan barricadas”.
“No somos violentas. Es autodefensa. Estamos
en resistencia. Ya no estamos indefensas”.
Uno de los colectivos, Crianza Feminista,
suelta el mensaje:
“Salimos otra vez. Un año más estamos aquí,
medio vivas aún y más furiosas aún. Las cifras de feminicidios aumentaron, nos
siguen asesinando con saña. Venimos de muchas ciudades para estar aquí,
reclamando cada centímetro de calle que nos ha sido negada”.
Hay cánticos, performance, niñas que
proclaman estar aprendiendo a no dejarse del varón. Hay fogatas, oradoras
megáfono en mano y las que se hacen escuchar con gritos destemplados. Cuando ya
cae la noche se ve una bandera negra izada en el asta bandera del zócalo de la
capital, simbolizando el luto, el dolor, la furia, la dignidad.
Se ve a jóvenes, mujeres, madres de víctimas
de feminicidio. Marchan mujeres indígenas y de la tercera edad. Todas repiten
que cese la violencia, el agravio, el acoso laboral, el ataque sexual.
Manchan el movimiento, en cambio, las que
rompen cristales, las que pintan la fachada de comercios, las ultras, las
radicales, las farsantes pagadas para distraer, desviar la atención, lanzar
bombas molotov sobre policías, muchas de ellas mujeres que resistieron estoicamente,
sobre paramédicos que corrían a sofocar el fuego.
Esas son parias en un movimiento genuino,
violentas en una marcha que condena la violencia. Su fin es opacar el mensaje,
fijar en la mente los disturbios, las pintas en la Puerta Mariana y en paredes
de Palacio Nacional, que nadie recuerde que el tema es la violencia criminal a
la mujer.
A la misión de las ultras, de las impostoras,
se suma el gobierno de la Ciudad de México que coloca barreras en las calles
aledañas al Zócalo, ahorcando el paso de las mujeres.
A la misión de las ultras se había sumado
antes, semanas atrás, Andrés Manuel López Obrador, descalificando el llamado,
acusando la manipulación del neoliberalismo, cuestionando si “la derecha”
resulta ahora ser defensora de los valores de la mujer.
Rebasado, el presidente no solo las ve en las
calles, el domingo 8, en una movilización histórica por el número de las
congregadas y por la fuerza del mensaje, sino por la violencia que 15 meses
después anda igual o peor que cuando los fifís tenían el poder. Servían más las
balas de aquellos que los abrazos de Andrés Manuel.
Hay pantomima pura en su (des) gobierno. Olga
Sánchez “Florero”, la secretaria de Gobernación, preside una conferencia de
prensa rodeada de titulares de secretarías. Gracias a esa gesta, México ve que
la paridad de género ahí sí se cumple. El punto es la incapacidad, la
mediocridad, la ineficiencia. Es más, ni siquiera saben hablar. Sanchez
“Florero” dice “las miembras” del gabinete. Nadine Gasman, titular del
Instituto Nacional de la Mujer, la termina de fregar: la “gabineta”.
Pregona la secretaria de Gobernación que las
mujeres están enojadas con “las violencias que sufren” pero “no están enojadas
con el gobierno”.
La farsa es insultante. Las “benditas redes
sociales” los destrozan. Las mujeres están enojadas por la violencia, por la
impunidad, por el machismo, por el feminicidio, por el olvido, por un aparato
judicial agresivo y traidor, que filtra quién denuncia y las deja en estado de
indefensión. Las mujeres están que trinan contra la inacción de Andrés Manuel,
la absurda estrategia de seguridad basada en “abrazos, no balazos” que
incrementa la impunidad del crimen organizado y de la delincuencia común.
El Dios Peje se resiste a proclamarse
feminista. “Soy humanista”, precisa Andrés Manuel. Y el movimiento lo ve ajeno.
Las mujeres se desencantan. Las mujeres toman distancia. Las mujeres le exigen.
“Nos están matando. AMLO nos estás fallando con tu indiferencia y pasividad”.
Frente a la retórica, la indiferencia, la descalificación,
está la estadística. Y las cifras son frías.
México, en promedio, registra 10 mujeres
violentadas por día. Y una buena parte de los ataques a la mujer no se
denuncian.
Enero de 2019, primer año de López Obrador,
75 feminicidios. En enero de 2020 ocurrieron 73, según el Secretariado
Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública.
Pero en enero de 2018, último de Enrique Peña
Nieto, la cifra fue de 69; en enero de 2017, el registro fue de 51; en enero de
2016, 44, y en enero de 2015, 33.
A lo largo de 2019 la cifra de feminicidios
fue de mil 10, mientras que en 2018 alcanzó 913.
El caos está ahí. No hay política de
seguridad. Por eso las mujeres marchan o se ausentan. Muestran su Rabia, su
dolor. Golpean con su silencio. Lloran a sus víctimas, las muertas y aquellas
de las que nadie volvió a Saber. Protestan por la saña brutal, por la
violencia, por la impunidad.
Un día andan en las calles, en la capital y
en todo el país. Otro, se guardan en sus hogares, no asisten a los centros de trabajo,
a las escuelas, al comercio, a las plazas.
Ahí radica su fuerza. Su voz las motiva. Su
dolor las une. La solidaridad a su causa es escudo ante un aparato de poder,
los fifí antes, los de la 4T hoy, que las han dejado en la indefensión.
Con ellas en las calles, no se les puede
ignorar.
Archivo muerto
Héctor Fernando Ruz Santamaría, uno de los
implicados en el escándalo de corrupción en el DIF estatal, fue pieza cercana,
punto clave, en el equipo de Marcelo Montiel en la Secretaría de Desarrollo
Social durante el duartismo. Su jefe, o por lo menos a quien le rendía cuentas,
era Joaquín Caballero Rosiñol, entonces director de Obras Públicas en la
Sedema, luego diputado federal y finalmente alcalde de Coatzacoalcos. A Ruz
Santamaría se le ubicó años después en la Secretaría de Infraestructura y Obras
Públicas como director de licitaciones y ahora da de qué hablar como director
administrativo del sistema DIF del gobierno morenista de Cuitláhuac García,
inhabilitado por la Contraloría del gobierno de Veracruz y sujeto a
investigación. Así la pandilla marcelista… Siete días después, Vasconcelos
guarda silencio. Hará una semana, un audio difundido en Distrito Rojo y
esparcido en las redes sociales, sacudió al priismo y, aún más, al
vasconcelismo. Su voz apunta a su renuncia al PRI y a su central obrera, la
CTM. Frente a decenas de testigos que confirmaron a este reportero la
autenticidad de sus palabras, Carlos Vasconcelos Guevara hace alarde de ir por
una candidatura independiente —“ya no tardo en dejar la CTM. Y ya no tardo en
separarme del PRI”— para contender por la alcaldía de Coatzacoalcos. Su voz
está registrada en otros dos audios más; uno de ellos es el que se difundió;
los otros volverán a sacudir a sus adeptos. Una de las reuniones en que Vasconcelos
anticipa su salida del PRI ocurrió en la colonia Frutos de la Revolución,
siendo testigos varias promotoras priistas. A ellas les dijo Carlos “La
Amenaza” Vasconcelos que irá como candidato independiente. Otra, donde le
expresan que trabajarán por “La Amenaza” aunque sea fuera del PRI. Y hay más…
¿Dónde quedó Lu-pilla Porras David? A la ex dirigente de la CNOP en Veracruz,
ex alcaldesa de Minatitlán, ni la extrañan ni la convocan a los eventos macro
del PRI. Ignorada, doña Lu-pilla no se vio entre los cuadros estelares del
tricolor que acompañaron y acuerparon a su dirigente nacional, Alejandro Moreno
Cárdenas, en el evento con el que el PRI conmemoró el Día Internacional de la
Mujer en la zona conurbada Veracruz-Boca del Río. Carga Lupe Porras con una
estela de corrupción, manejo sórdido de recursos, abuso de poder, disidentes
reprimidos, vacío de autoridad, cuentas que nunca le pudieron cuadrar. Sin los
recursos del erario, sin el respaldo de gobernadores —Fidel Herrera y Javier
Duarte— Lu-pilla Porras, madre de la ex primera dama de Coatzacoalcos, Lu-pilla
Félix, fue quedando en el olvido por sus desplantes, por sus alardes, por la
soberbia que le hizo no ver la realidad… Apagando fuegos, Rocío Nahle cae de
improviso en Coatzacoalcos. Uno de ellos, el despido de medio centenar de
petroleros, adeptos suyos, los de la Unión Nacional de Técnicos y
Profesionistas Petroleros (UNTYPP), que creyeron en Andrés Manuel López
Obrador, que promovieron el voto y que se tragaron el rollo de la Cuarta
Transformación. El otro, las denuncias por acoso laboral, misoginia, trato
déspota, violación a la normatividad en las actividades portuarias,
insubordinación, abuso de autoridad contra el capitán Roberto de Jesús Ruiz
Velazco, quien según versiones de prensa se ostenta y presume ser protegido de
la secretaria de Energía. Fiel a su costumbre, Nahle se entromete en temas que
no le atañen. El despido de petroleros no es materia de la Secretaría de
Energía y hasta donde corren las informaciones, la titular no halló a los responsables
del área laboral simplemente porque no le agendaron la visita y los
funcionarios en cuestión se hallaban en la Ciudad de México. Cuando venga, le
dijeron, avise. Por lo que hace a Ruiz Velazco, Rocío Nahle no tiene cómo
ayudarlo. Hay denuncias sustentadas de empresas proveedoras y prestadoras de
servicios que acreditan las arbitrariedades del mentado capitán; frases como
“las leyes son como las mujeres; se hicieron para violarlas”; audios en que se
advierte cómo contradice a sus superiores y vulnera la cadena de mando en la
Capitanía de Puerto; denuncias dirigidas al más alto mando en la Dirección de
Marina Mercante y al Órgano Interno de Control. Obviamente, el espinoso asunto
se va a la Secretaría de la Función Pública. Y Rocío Nahle llega y se mete
entre las patas de los caballos… Sumamente grave, Alfonso Morales Bustamante
viajó a la Ciudad de México en busca de un milagro. La cirrosis que padece está
en fase crítica. Ha perdido más de 30 kilos. En busca, pues, del milagro,
partió al DF y así, sin el milagro, regresó. Allá, en Picacho, el hospital de
Pemex de alta especialidad, le practicaron estudios y se determinó que no es
candidato al trasplante de hígado. Así, volvió el ex alcalde, ex síndico y ex
tesorero municipal a Coatzacoalcos. Nada que hacer… ¿Quién es esa ex autoridad
municipal cuyo nombre está clasificado en archivos de inteligencia y del
aparato policíaco como artífice de por lo menos 12 secuestros a políticos,
empresarios y todo aquel con recursos vastos, en los días en que detentaba y
ostentaba poder al amparo de un gobernador? Pista: encabezó una alcaldía del
sur de Veracruz…