* La
pandemia y la irresponsabilidad * “No
dejen de salir” decía * Luego pidió
quedarse en casa * Y siguió con sus
giras * Carnaval del coronavirus * Lo
que Fernando Yunes debió impedir *
Revuelta en el PRI de Coatza * Denuncia
explosiva en Mina * Wade, Orozco,
Trujillo, Itesco, mencionados * Carranza
tuvo que recular * Ex novia del H en un
Registro Público de la Propiedad
Tribuna
Libre.- Dios
de papel, Andrés Manuel simula que rectifica, que olvida el “abrácense” y las
arengas —“no nos hacen nada las pandemias”— adoptando la nueva premisa —“sana
distancia”—, instando a quedarse en casa y dejar las calles. Y cuando cae el
telón, de vuelta a la necedad.
“No dejen de salir”, dijo en un video que
devela la irresponsabilidad ultra del hombre que gobierna al país.
Y al sexto día tuvo que recular:
“Lo mejor es quedarnos. Vamos a aguantar,
vamos a mantener este retiro que nos va a ayudar mucho”.
Y remató:
“Es mejor prevenir que lamentar”.
Suple el Dios Peje el alarde con un trozo de
falsa humildad. Paternal, impactado por la dimensión de la pandemia de
coronavirus —el disparo el número de contagios, el conteo de los muertos, la
parálisis de la vida común y la caída de la economía que de por sí ya había
llevado a nivel cero—, dice que hay que guardarse en el hogar.
Todos en la sana distancia, menos Andrés
Manuel.
Aferrado a su vocación salvadora, López
Obrador ha desafiado los efectos de la pandemia con frases y ocurrencias locas,
su ejemplo —mal ejemplo— de continuar en su rol de presidente que va por México
buscando a sus masas, sus aplausos, la selfie, los actos masivos, que son como
oxígeno al que se asfixia. Sin el beso y el abrazo literalmente no puede vivir.
Un día expresó que “no pasa nada” y que ante
el coronavirus México desplegaría su resistencia.
Otro, negó que cerraría fronteras. Admitiría
a quien quisiera venir. Y en un alarde demencial llegó a pregonar que vinieran
los infectados y que aquí se les podría curar.
Fue a Oaxaca y se le vio en la mesa de una
mujer. Habló de sus virtudes, de su gastronomía, de la fuerza de nuestra raza.
Y volvió a insistir en que hay que hacer vida normal.
“No dejen de salir, todavía estamos en la
primera fase (del contagio), yo les voy a decir cuándo no salgan.
“Los mexicanos, por nuestras culturas, somos
muy resistentes a todas las calamidades. Siempre hemos salido adelante. Nuestro
pueblo es poseedor, heredero de culturas milenarias, de grandes civilizaciones,
y en eso estriba nuestra fortaleza”.
“No hay que exagerar la nota. Tenemos que
estar preparados y no pensar que no nos va a afectar”.
El mundo girando en un sentido, evitar el
contagio y Andrés Manuel girando al revés.
No cesó, ni cesa, su hiperactividad política.
Desafiante, reta al destino. Sus conferencias mañaneras son sitio en que la
información se oculta. O ante la verdad, emplea los otros datos. Ahí se
capturan las contradicciones del presidente, la lentitud de sus frases,
espectáculo de lagunas mentales, de rabietas y de fobias, fustigando a los
conservadores, el PRIAN, la prensa vendida, el Reforma, su fantasma de
cabecera. Y ahí, en la carpa matinal, el bufón al frente, el retrato de su
inacción ante el reto de la pandemia.
Crece el contagio, aumentan los muertos y
Andrés Manuel pregona que el sistema de salud tiene capacidad para enfrentar el
desafío. Su subsecretario de Promoción de la Salud, Hugo López Gatell pasa de
ser un vocero con lenguaje claro y directo, a corifeo que secunda al presidente
en su necedad. Otros pueden contagiar, López Obrador no. Insta mantenerse en
casa. El período de contagio entra en fase crucial. Y Andrés Manuel prosigue
con sus giras.
Da positivo a coronavirus el gobernador de
Hidalgo, Omar Fayad, quien días antes acompañó a López Obrador en la mañanera.
Se cuestiona al subsecretario de Salud si López Obrador tendría que practicarse
un examen para constatar si no ha contraído el virus. López Gatell asegura que
el presidente no lo requiere. Cualquier mexicano sí, AMLO no.
Y así hasta que la realidad lo alcanza.
Desbordado el contagio, creciendo exponencialmente, a riesgo de ver a México
convertido en otra Italia, España, Estados Unidos, con cientos de miles de
contagiados y decenas de muertos, el Dios Peje es conminado a ceder. México ya
está en fase 2.
El actor varía el guión. Por tres segundos,
la carpa tiene capítulo nuevo. López Obrador, el que proclamaba “abrácense”,
ahora insta a mantener la sana distancia.
Andrés, el histrión, protagoniza el
burlesque. Es el show de la contradicción. A los que instaba a salir y que
siguieron su ejemplo, les pide guardarse en casa.
Frente al coronavirus, Andrés Manuel no tiene
estatura institucional. Llegó a la presidencia y su tarea central fue acabar
con todo. Halló corrupción en el sistema de salud y desapareció el Seguro
Popular, acusando desvío de recursos. Canceló compras de medicamentos aduciendo
negocios entre el que operaba la licitación y el proveedor. Disminuyó
presupuesto al sector salud. Afectó el salario de médicos y residentes y
vulneró la adquisición de insumos.
Suponía que así consolidaba la Cuarta
Transformación.
Destrozado el sistema de salud, con lo que
tiene debe enfrentar el efecto de la pandemia. Hay déficit de camas en los
hospitales, en ventiladores para la respiración asistida, mascarillas.
Hay denuncias por falta de pruebas para
determinar quién puede estar infectado. Hay criterios que imitan lo ocurrido en
Europa y Estados Unidos, donde la pandemia está fuera de control.
Y cuando el caos asoma, López Gatell aplica
un subterfugio de la comunicación política: alertar, infundir miedo, sacudir a
la sociedad para frenar la indiferencia.
Y Andrés Manuel vuelve a actuar.
Simulador nato, el presidente viaja a
Nayarit, Sinaloa, Baja California, Sonora. Saluda a distancia a gobernadores.
Pero su séquito lo rodea.
A la mamá del Chapo le estrecha la mano. Se
deja tomar del brazo por José Luis González Meza, abogado del narcotraficante
condenado a cadena perpetua en Estados Unidos. Acude a Badiraguato el día en
que Ovidio Guzmán, hijo del líder del Cártel de Sinaloa, cumple años. Hace pic
nic a un costado del camino de terracería, con su gente, sus gacelas encargadas
de su seguridad, su equipo de giras y logística. ¿Y la sana distancia?
Es cordial con la madre del capo. Le habla de
tú, detonando una golpiza brutal en redes y medios, sentando la imagen de que
el presidente de México tiene pacto con el narco.
Minúsculo, disminuido, López Obrador no se
percata del impacto del coronavirus en su gobierno, el precio de la indolencia,
el costo de la negligencia, los estragos que habrán de causar los contagios y
la muerte de cientos o miles.
Su mente sigue en la realidad virtual. Su
discurso prosigue en el pasado. Toma la palabra e invoca a los conservadores,
de quienes asegura que lo quieren ver aislado por el Covid-19 para generar un
vacío y que las fuerzas de la derecha tomen el poder. Así de psiquiátrico el
Pejedios.
Aferrado a su divinidad, Andrés Manuel simula
que rectifica, cede y se somete, olvidando el abrazo y las arengas, promoviendo
la “sana distancia”. Y cuando cae el telón, de nuevo a la necedad.
Uno, dos, tres segundos después, Andrés
Manuel vuele a ser igual.
Archivo
muerto
Como el Vive Latino, el Carnaval de Veracruz
no debió realizarse. Se avecinaba la pandemia por coronavirus, el riesgo de
contagio, la expansión del Covid-19 y el evento siguió. Llegaron miles al
puerto de Veracruz y entre ellos no hubo sana distancia. Y el alcalde panista
Fernando Yunes Márquez engatusado con el desfile de la reina y su corte, el
desenfreno en las calles del Puerto Mítico, los jóvenes y los viejos bebiendo y
bailando, las comparsas y el ritmo y la música y el contacto físico estrecho. Y
el coronavirus esperando su turno. Semanas atrás, Fernando Yunes recorría
Veracruz promoviendo el evento, la tarjeta Club Veracruz Te Quiero, ofreciendo
descuentos en hoteles, restaurantes, bares y negocios del puerto, ya fuera en el
Carnaval edición 2020, en Semana Santa, puentes, vacaciones de verano y de
diciembre. Fernando Yunes acudía a Xalapa, a Córdoba, a Coatzacoalcos y
Minatitlán, promoviendo el carnaval. Y en el escenario mundial el coronavirus,
asolando a China y para entonces advirtiendo que sería pandemia y el riesgo de
contagio mortal. Días después del evento en Veracruz, se dieron los primeros
casos sospechosos en la zona Veracruz-Boca del Río. Y luego la confirmación.
Oficialmente hay 26 casos en la entidad. De ellos 13 corresponden a Boca del
Río y cinco a Veracruz; o sea, 18. Otros tres en Poza Rica; Ixtaczoquitlán, 1;
Fortín, 1; Xalapa, 1, Coatzacoalcos, 1, y Tlacotalpan, 1. Éste último,
trabajador del Cecati, se convirtió en el primer caso en fallecer en la
entidad. Se le había diagnosticado como neumonía derivada de influenza y al
final se admitió como contagiado por Covid-19. Habrá que ver qué tanto influyó
la concentración de masas en el carnaval a los 18 casos correspondientes a la
zona Veracruz-Boca del Río. Y cómo lo va a embestir el gobierno de Cuitláhuac
García por su irresponsabilidad. Mientras, hay tiro entre el secretario de
Gobierno, Eric Cisneros Burgos, y el alcalde Fernando Yunes por las medidas
adoptadas por el edil para evitar el impacto económico en la sociedad por la
suspensión de actividades. Cuitláhuac, desastroso en sus mensajes sobre el
coronavirus, y Fernando Yunes con la carga de haber auspiciado un carnaval en
plena expansión de la pandemia… Soterrada, la revuelta asuela al PRI en
Coatzacoalcos. Por voz de Octavio Sen, el vasconcelismo enfrenta a la cúpula
estatal, a Marlon Ramírez y a la estructura piramidal que por siempre ha regido
al tricolor. Demanda el líder ranchero que no haya centralazo en la elección
del próximo comité municipal del PRI, que sean los sectores los que decidan,
que no se entrometan los grupos de poder. Desatado, el vasconcelismo no mide
sus ínfulas. Por eso la toma del PRI, las frases irreverentes, los desplantes y
una amenaza de muerte que una vez se sepa el nombre del destinatario va a
cimbrar al priismo en Veracruz. Revuelta verbal y revuelta en la sede del PRI,
con mensajes cifrados a Marlon Ramírez, el líder estatal, disponiendo de
oficinas, muebles y hasta el zacate que hay entre las losas de patio de atrás.
Carlos Vasconcelos pregonando que deja las filas del PRI y la CTM, su central
obrera, y el vasconcelismo dinamitando lo que queda del tricolor. ¿Para
beneficio de quién? ¿De Morena? ¿De los Robles? ¿De Podemos?… Replegado y
vapuleado, Víctor Carranza tuvo que recular. Confrontado con el cabildo, tres
ediles de Morena fuera de control, debió cumplir el acuerdo que garantiza a
trabajadores del ayuntamiento mayores de 60 años y mujeres embarazadas su pago
íntegro durante el mes que no asistirán a su empleo para evitar riesgo de
contagio por coronavirus. Como suele ser —bipolar, sin palabra—, el alcalde de
Coatzacoalcos primero aceptó pagar salario íntegro; luego ordenó que no, que se
les diera salario mínimo, violentando los protocolos que señalan que los grupos
de riesgo dejarían de acudir a su centro de trabajo sin menoscabo de sus
condiciones laborales, y al final, tras ser confrontado por los ediles y el
Sindicato Único de Empleados Municipales, tuvo que recular. Un oficio emitido
por el área de Recursos Humanos lo confirma. El salario, contra lo que diga el
inhumano alcalde Carranza, se respeta… Cinco nombres: un Wade, un Trujillo, un
Orozco, un Ortiz, un González. Una institución: el Itesco. Una denuncia: la que
formuló Humberto “C”, comerciante de Minatitlán, por extorsión, amenazas de
muerte, intento de despojo y la omisión del entonces director Catastro, Saúl
Wade León, a explicar por qué se le cobraba el impuesto predial a un tal José
Luis Bravo sin ser propietario de un inmueble. El local aludido, ubicado en la calle
Hidalgo 122, colonia Centro, era de Humberto “C”, según fe notarial, y de
pronto le apareció otro dueño. Y Wade León, pese a diversos requerimientos, no
dio la cara. Simultáneamente, jóvenes con uniforme del Instituto Tecnológico
Superior de Coatzacoalcos llegaban a sus locales y decían saber que eran
propiedad del “Señor Wade León y del Señor Ricardo Orozco”. A todos los
fotografió Humberto y ellos lo saben. Poco después, Humberto “C” los vio en
restaurantes de Minatitlán y Coatzacoalcos. A la par, recibía llamadas en su
teléfono celular y en la línea fija de su negocio conminándolo entregar los
locales “amenazándome que dichos locales los quieren los ‘Z’ y que debo de
entregarlos al señor Ignacio Trujillo Cortaza”. La denuncia es amplia. Tiene
fecha del 21 de noviembre de 2013. Está dirigida al procurador de Justicia de
Veracruz y marca copia para el titular de la 29 Zona Militar y para la Comisión
Estatal de Derechos Humanos. La denuncia ahí quedó y no se le dio curso. Hoy,
Minatitlán se sacude con una nimiedad: el caso de Reyna León y su hija, madre y
hermana de Saúl Wade, esposa e hija del líder real de la Sección 10 del
sindicato petrolero, Jorge Wade González, detenidas en Puebla, puestas tras las
rejas en el penal de Cholula, sujetas a proceso penal por cargos de
narcomenudeo. La terca memoria, caray… ¿Quién es esa titular de un Registro
Público de la Propiedad, con desplantes de diva, con múltiples atropellos a la
ley sólo porque fue novia de un famoso maloso al que conocen con el apelativo
del H? Vaya gobierno de Veracruz. Primero fue la fiscalita carnala, prima de La
Jefa zeta; ahora la funcionaria morenista que tuvo su amorío con el narco. ¿Qué
cártel es el “oficial”, el que se vincula con el gober bailarín?…