José Miguel Cobián | 18 abril de 2020
Tribuna
Libre.- Todo
inicia cuando nueve días después de la declaratoria de pandemia por parte de la OMS que se realizó el 11 de
marzo, el comisionado nacional de bioética, el Dr. Manuel H. Chávez, presenta
su renuncia a su puesto.
Esta renuncia se justifica por motivos
personales, ya que el funcionario ¨deseaba retirarse¨, curiosamente después de
que el borrador de la ¨Guía Bioética de Asignación de Recursos de Medicina
Crítica¨, se dio a conocer, y después también de que la UNAM se deslindara de
haber participado en la elaboración de dicho documento.
En teoría, el mismo cuerpo colegiado que
participó en la elaboración del documento, expresó su desacuerdo con el mismo,
considerando que las expresiones son discriminatorias. El escándalo escaló a tal nivel que ya
bajaron de la página web del Consejo de Salubridad General.
La polémica surgió cuando la población se dio
cuenta de que lo que va a enfrentar
serán decisiones de vida o muerte en caso de necesidad de utilizar equipos
escasos con una enorme cantidad de pacientes que requieren usarlos, y por lo
tanto, alguien habrá de decidir de acuerdo a ciertos criterios que se habían
publicado en el borrador de la guía, quien vive y quien muere.
El consejo de Triaje, es el grupo de médicos
responsable de decidir quien vive y quien muere por falta de respiradores por
ejemplo. Imagine ud que llega a un
hospital y que tiene cuatro respiradores
y son siete las personas que requieren respirador. Se sabe además que a quien no le
proporcionen el respirador simplemente morirá asfixiado.
Si usted es el médico que tiene que tomar esa
decisión, su problema de conciencia será enorme, así que para ello, todos los
países elaboran guías que sugieren cómo tomar las decisiones.
Es prioritario aclarar que si se hubieran
comprado equipos desde enero en nuestro México, las decisiones de éste tipo a
que se van a enfrentar los médicos, serían menos de las que hoy y en los
próximos días habrán de enfrentar, precisamente por la falta de esos mismos
equipos que desde enero se sabía serían necesarios. Considere además que México ha padecido
desde siempre un déficit en equipos y que ningún gobierno, ni los pasados ni el
actual decidieron comprarlos y poner los servicios médicos a la altura de los
mejores del mundo. Eso sin excusar a quien a sabiendas de que venía la pandemia
no hizo nada para preparar a los hospitales públicos para enfrentarla.
Volviendo al tema del triaje. Imagine que usted es uno de los médicos que
tiene que decidir a quien le aplican los respiradores. La primera opción siempre será escoger entre
los pacientes a los médicos o personal de enfermería y ellos siempre tendrán
preferencia, ya que se considera que cada médico o enfermera que sobreviva,
podrá a su vez salvar más vidas adicionalmente.
Fuera de esa primera restricción que nos hizo
fruncir el ceño a más de uno, viene la siguiente. Depende de la edad del paciente. La Guía separaba por grupos de edades, y en
dos condiciones iguales de salud, siempre se optará por el más joven.
Si uno tiene una enfermedad terminal o que le
brindará mala calidad de vida por el tiempo que sobreviva y el otro está sano y
tendrá mejor calidad de vida, se optará por el sano.
Así, una y otra vez hay que tomar decisiones,
y en cada paso a evaluar se asigna un puntaje.
Al final de acuerdo al puntaje se toma la decisión de a que pacientes
dejar morir y a que pacientes tratar de ayudarlos a que sobrevivan.
Yo estoy poniendo como ejemplo el ventilador,
pero pueden ser uno y mil aparatos, uno y mil factores que definan si alguien muere o no. Por poner otro ejemplo, tiene acceso limitado
a una medicina que puede curar el COVID-19, y tiene 50 pacientes en estado
crítico pero sólo hay medicina para 10.
Tiene que escogerlos.
Una y otra vez el médico tiene que evaluar y
se vuelve una carga muy pesada, que aquél que estudió para salvar vidas, tenga
que tomar la decisión de a quien va a privar de la vida.
Si hay dos pacientes con el mismo estado de salud,
y mismo pronóstico, pero uno tiene hijos y el otro no, se escogerá al que tenga
hijos, porque su familia lo necesita.
Solo estoy escribiendo de manera aleatoria
alguno de las múltiples casos a los que se va a enfrentar un doctor, en caso de
carecer de todos los insumos, y para ayudarte a ti, amable lector a reflexionar
al respecto.
El escándalo surge cuando trasciende que se
dejará morir a los viejos y enfermos para dar preferencia a los jóvenes y que
si en algún caso el puntaje es igual para dos pacientes, se sugiere que
mediante un volado se decida quien muere y quien no. Es decir por un lado según los críticos, se
establece de facto la eutanasia, y por el otro lado con un volado se decide la
vida de una persona, lo cual suena muy poco profesional.
La mayoría de los países se están enfrentando
al mismo dilema. Y han tratado de
establecer guías para tomar las decisiones.
En México el influyentismo, la presión social, e incluso el que el
enfermo sea familiar de un narco que amenace a los médicos serán factores que
el comité de bioética no considera, pero que son una realidad en nuestro país.
Como dato, en algunos países, los hospitales
que atienden a los pacientes más graves, son administrados por el ejército,
quien recibe al paciente a la entrada del hospital y de ahí, los familiares no
lo vuelven a ver, hasta que se cura o hasta que reciben sus cenizas. Sin que exista la mínima posibilidad para
los familiares de saber si su familiar recibe toda la atención profesional
necesaria, o si el puntaje no le dio, y simplemente está agonizando en soledad,
esperando la muerte. Porque además, por
ser infectocontagiosa la enfermedad, no se puede convivir con el paciente. Incluso en algunos países, el enfermo
terminal se despide de su familia vía video conferencia.
¿Cree usted que el pueblo de México esté
preparado para conocer estos datos o hubiera sido mejor mantenerlos ocultos?