* Del
periodismo escrito y televisivo a la alcaldía de Moloacán
* Celos
políticos, fuego amigo; Sergio Guzmán “está temeroso”
* Luego
una diputación o un cargo en el gobierno, o volver a escribir
—¿Sueño
o desafío? —pregunté en corto a Vicky Rasgado.
—Más
desafío que sueño —respondió en un instante, sin vacilar.
Tribuna
Libre.- Un
sueño, hacer carrera política. Una realidad, su paso por el periodismo. Un
reto, hoy inacabado, ser alcaldesa de Moloacán.
Sueño, el de Victoria —Vicky— Rasgado Pérez,
truncado por la pandemia, el coronavirus que diezmó su salud, que se la llevó
para no volver, pasando por la temida intubación, por las mediciones del nivel
de oxígeno que alarmaban a sus médicos y el desenlace fatal.
A eso de las 10:55 horas, este domingo 9, el
ciclo se cumplió. Vulnerada su salud, dejó la vida entre el azoro de unos, la
tristeza de los más, el asombro de sus lectores y la reflexión, el dolor de su
familia y sus amigos más cercanos, y la impotencia al ver el efecto letal del
Covid 19 que lleva a muchos a tener a la muerte frente a frente y no poderla
vencer.
Dos semanas antes, el lunes 27 de julio,
Vicky Rasgado comenzó a experimentar los síntomas del coronavirus. De inmediato
se hizo atender médicamente y se le internó en el Hospital General de
Especialidades Médicas, en el puerto de Veracruz.
Se le reportaba delicada pero estable. Por
momentos “respondía favorablemente” al tratamiento, decía el comunicado oficial
del ayuntamiento de Moloacán. Y entre los amigos, los periodistas y los que no,
la inquietud y la esperanza, las oraciones y el deseo de verla regresar.
El 1 de agosto, un comentario poco alentador.
Su presión arterial se mantenía baja y hubo que suministrarle medicamento para
compensar. El resto de sus signos vitales se observaban bien.
El viernes 7, uno de sus amigos más cercanos
me expresó: “Lamentablemente hoy amaneció con un pasito atrás. Bajó su
oxigenación un poco y tuvieron que controlar nuevamente su presión arterial.
Por lo demás, siguen igual sus órganos, funcionando bien pero el problema es el
pulmón”.
Otra fuente reveló que Vicky Rasgado se
hallaba intubada, luchando por superar la contundencia del virus.
Así hasta el domingo 9. Cerca del mediodía
trascendió el final infausto, su vida truncada, la batalla perdida.
LA RESISTENCIA DE LOS PETROLEROS
Llena de sueños, sueños políticos, se fijó
una tarea inmensa: servir a su pueblo, a su gente, a su origen, Moloacán.
—Nada que ver con el periodismo —le
cuestioné.
—Nada. Ahora estoy detrás del escritorio,
pero también en las calles, escuchando a la gente aunque consciente que no todo
se puede solucionar. Ya veremos hasta dónde podemos llegar.
—¿Y podrás con la grilla, con el celo
político, con la traición?
—Le cuento, pero déjeme ir por partes.
Dos días antes, vía WhatsApp, fijamos lugar y
hora de la charla. Se hallaba en la Ciudad de México. Sería el sábado 10 de
agosto, hace un año, en el restaurant Italianis de Plaza Forum, al poniente de
Coatzacoalcos.
“Me late ahí”, me respondió.
Le acompañaba un auxiliar que permaneció a
varias mesas de distancia. Con nosotros, mi hijo Zaíd. “Quédate aquí”, le dijo
Vicky.
—¿Hay resistencias?
—Sí, los petroleros y otros por ahí. Les
cuesta aceptar que pudiendo estar de nuevo en la alcaldía, les ganamos por
apenas unos cuantos votos.
—¿Hay bloqueo?
—Los petroleros son una fuerza y se hacen
sentir en el municipio. Hay cosas que sin la participación de ellos nada más no
marchan. Omar (Ricárdez Chang, líder de la Sección 16 del sindicato petrolero)
te ve, te saluda, te sonríe. Ofrece el respaldo de su organización pero hay
hechos que me muestran la otra cara de la moneda. Y para acabarla de fregar, un
día voy a un evento y el orador no menciona a Omar, quien se hallaba entre los
asistentes. Alguien lo puso fuera del presidium y encima lo ignoraron. Se
molestó y expresó que la omisión no fue casual.
Aquella mañana, Vicky Rasgado se explayaba
como nunca la había observado. Soltaba nombres, casos —“el enemigo está en
casa”—. Había piedras en el camino y las identificaba.
Muchos amigos, también, y simpatizantes
casados con su proyecto, que se mantenían en la primera línea para trabajar. Y
Vicky seguía: nombres, nombres, nombres de los que la querían ver fracasar. Y
uno en especial, uno. “Guárdeselo, por favor, para cuando crea que sea
necesario”, confió.
—El problema que me quita el sueño es el
agua. No hay fuentes de abastecimiento. Aquí no hay Yuribia ni pozos de
Canticas. Y la gente lo pide. “No sé cómo pero lo tenemos que arreglar”.
—¿Cómo vas con el gobernador?
—Me toma las llamadas y espero que me
respalde con obra. Algo de obra y con eso basta.
—¿Y el presidente López Obrador?
—Bien. Me ubica. Me expresó que su gobierno
tendría en sus planes a Moloacán. Confío en que sí.
Vicky Rasgado no se complicó con el sindicato
de empleados municipales, ni arremetió contra grupos políticos antagónicos, ni
envió señales negativas al inversionista, al que crea fuentes de empleo.
“La inversión que sea le va bien a Moloacán
—precisaba—. Así sea un Oxxo, es bueno. Son empleos y la economía se mueve”.
Destacaba los trabajos de Pemex en zonas
rurales del municipio, perforación de pozos de tipo exploratorio. “Es mano de
obra local y son ingresos para las familias”.
Inevitable hablar del celo político, la
grilla, el fuego amigo.
—No te quiere Sergio Guzmán Ricárdez (alcalde
de Agua Dulce, también morenista).
Arqueó las cejas, reviró los ojos y soltó:
—Quiere ser diputado. Qué bien. Creo que el
que trabaje bien por su pueblo tiene posibilidades de ser.
—Pero no te quiere.
—Eso dicen por ahí —respondió y volvió a
sonreír.
—¿Se van a enfrentar?
—Por mi parte, no. Es sencillo. Esto se
resuelve por trabajo, por arrastre popular y por género. Por trabajo voy
adelante y no tengo necesidad de gastar en publicidad. Ese dinero mejor se
aplica en lo que el pueblo requiere. La gente sabe si das resultados y eso te
hace popular. Y ahí va la otra: en cuestión de género, si el distrito local 30
es para una candidata mujer, voy. Si es para hombre, Sergio puede ser. Todo
depende de cómo se arma la configuración de las 30 candidaturas.
EL CELO POLÍTICO Y LA GUERRA MEDIÁTICA
A lo largo de un año, decenas de mensajes
cruzaron por nuestros WhatsApp. Vicky Rasgado capoteaba el vendaval mediático,
golpes arteros. Identificaba el origen y a los operadores, quienes diseminaban
informes adversos en columnas y gacetillas.
—Resérvese los nombres, por favor. Ya habrá
tiempo de darlos a conocer —pidió.
Más tardó en decirlo que en compartirme la
imagen de un impreso. Previo a su segundo informe de actividades, el 14 de
diciembre de 2019, el dardo se centraba en su “desobediencia” a Andrés Manuel
López Obrador, en la contratación del periodista Armando Ramos como titular de
la Unidad de Transparencia, que se acreditó que desarrollaba su labor muy al
margen de su trabajo como reportero y corresponsal, y en su salario como
alcaldesa. Y tres fotografías de Vicky Rasgado, dos de ellas con el hoy
presidente de México.
En la página de enfrente aparecía una reseña
elogiosa de Sergio Guzmán Ricárdez, alcalde de Agua Dulce, su potencial rival
por la candidatura a la diputación local por el distrito Coatzacoalcos Rural.
Le expuse: está temeroso de que la
candidatura te favorezca por género; te quiere demeritar. “Anda preocupado y te
ve como un obstáculo serio. Teme que la decisión sea por género y que se
mantenga lo de la candidatura para mujer. Es muy vulnerable. Un contacto de
Morena estatal me pregunta datos sobre él, sobre todo los antecedentes de
cuando fue policía. No les cuadra el perfil”.
—De verdad que sí está temeroso. Pobre hombre
—respondió la alcaldesa.
Tiempo después se leían sus respuestas a
señalamientos en comentarios en redes sociales.
—¿No te gusta la crítica? —le había
preguntado en Italianis.
—No me gustan los golpes pagados. La crítica
me sirve. Quizá yo pienso que me veo de una manera y la percepción de la gente
sea otra. Me sirve para corregir sobre las decisiones que tomo.
Un día, operando en corto, logró colocar a
dos de sus allegados como consejeros estatales de Morena: Maribel Morales
Trujillo y Benjamín Tecomal Rita, de Cuichapa y Nuevo Teapa.
—Hicimos unas alianzas —agregó—, buscamos a
otros grupos, movimos buenos votos y lo logramos. No se necesita mucho cuando
la gente te da su palabra y te cumple.
Eran los últimos días de diciembre y lanzó un
video que resumía su trabajo de un año, no todo pero lo más destacado de 2019.
Citaba 36 acciones: obras de agua potable colector pluvial, aula climatizada,
inauguración de tiendas, construcción de calles, reparación de lozas, y una
gran participación ciudadana. El video, dinámico y bien armado, con fechas,
mensaje, imágenes, superó con creces los alardes de otros alcaldes morenistas.
Y acrecentó el celo político.
EL AHOGAMIENTO FINANCIERO
Otro tópico era el financiero: la retención
del dinero y los informes del Órgano de Fiscalización Superior.
En enero de 2020 me reflejó que los recursos
no llegaban a Moloacán. Y llevaba varios meses así.
—Estos cabrones no sé qué piensan. Desde el
año pasado nos traen así. No depositan. A todos nos tienen fríos.
En la segunda revisión de ORFIS, Moloacán
disminuyó la observación de 4 millones 738 mil 768 pesos a 426 mil 244. Y aún
así, se hallaba indignada porque había solventado todo.
—Y aún más debe bajar el mío. No hay razón,
sin donativos de Pemex que no nos entregaron.
Agobiada por la escasez de recursos, el 12 de
junio me expresó: “recibimos apenas un millón de pesos, sólo pa’ la nómina”.
Drásticos, los protocolos establecidos por la
cuarentena la obligaron a mantener en casa a decenas de trabajadores. Debió
contratar a quien los sustituyera. A unos nos les podía dejar de pagar y a los
otros les asignó un salario.
“Tengo a la mitad de la gente en cuarentena
—explicaba—. Tuve que contratar eventuales. La mayoría son sindicalizados”.
El 7 de julio percibí en Vicky Rasgado rasgos
de angustia.
“La crisis es dura. No acompletamos ni pa’ la
nómina del mes”.
Y aún así no se rajaba.
“CUÍDATE, QUÉDATE EN CASA”
En plena pandemia, el 19 de mayo Vicky
Rasgado lanzó un video sensibilizando a la población a quedarse en casa.
Diversas voces expresaban el riesgo de no mantener la sana distancia ni hacer
conciencia de la letalidad del coronavirus, mientras se observaba la toma de
temperatura y difundir consejos elementales para evitar el contagio.
El 25 de mayo, un nuevo video. Resaltaba la
tradición del Día de Muertos y un mensaje claro: que el próximo 2 de noviembre
el muerto no fuera el ciudadano. “No pongas en riesgo a tu familia. Quédate en
casa”. Tuvo alta resonancia en medios de comunicación nacionales.
Un segundo llamado a cuidarse se dio en el
video del 30 de junio. Hablaba Priscila Guadalupe Ramírez Prieto, enfermera,
originaria de Villa Cuichapa, la congregación más importante de Moloacán,
conminando a extremar los cuidados.
Paradójicamente, Vicky Rasgado, quien
impulsaba hacer conciencia entre la población a no exponerse para evitar
contagios, fue una víctima fatal.
Moloacán contaba 36 casos positivos cuando la
alcaldesa enfermó, una de las cifras más bajas en contagio en el sur de
Veracruz. Vicky no la libró.
En agosto de 2016 coincidimos luego de varios
años sin trato alguno. Noé Zavaleta, corresponsal de Proceso, presentaba su
libro El Infierno de Javier Duarte, en Coatzacoalcos. Vicky Rasgado era
presidenta de la Asociación de Periodistas de Coatzacoalcos, que junto con la
Universidad Veracruzana auspiciaba el evento.
Comentábamos el libro Roberto Morales Ayala,
director del diario Presencia Sureste, de Las Choapas, y este reportero. Previo
a la presentación hubo múltiples jaloneos, retrasos, trabas, bloqueo. Al final,
Vicky cerró el evento con unas emotivas palabras que todos aplaudimos. Nos
despedimos cordialmente, sin sonrisas.
—¿Volverás al periodismo? —le pregunté a
manera de conclusión en Italianis aquella mañana del 10 de agosto de 2019.
—Volveré a escribir. No sé cuánto dure mi
paso por la política. Espero que mucho más que la alcaldía de Moloacán. Quizá
la diputación o algo más. Quizá un cargo en el gobierno. No sé. Pero cuando mi
parte política termine, que lo veo como una oportunidad de servir, cuando se
agote, vuelvo a escribir.
—¿Reportear o periodismo de opinión?
—Los dos. Creo que el buen periodista nunca
deja de reportear.
Pero ya no hubo más. Vicky Rasgado falleció
por el efecto del coronavirus el 9 de agosto.
Tuvo un sueño, hacer carrera política.
Una realidad, su paso por el periodismo,
documentando la realidad, exhibiendo desvíos públicos; un Premio Nacional de
Periodismo por la Fapermex, uno estatal por el Club de Periodistas de México,
centenares de notas y reportajes y una entrevista al entonces candidato
presidencial, Andrés Manuel López Obrador.