Ciudad, de México. | 04 agosto de 2020
Tribuna
Libre.- La
Organización Mundial de la Salud (OMS) a través de su director general declaró
este lunes Tedros Adhanom Ghebreyesus que quizá “nunca haya una solución” para
la COVID-19.
A seis meses de que la OMS decretara la
emergencia mundial, la propagación del coronavirus se está acelerando.
“No hay solución y quizás nunca la haya”,
declaró este lunes el director general de la OMS, Tedros Adhanom Ghebreyesus.
Mientras Melbourne, la segunda mayor ciudad
de Australia, comenzó un toque de queda de seis semanas para frenar al virus
que ha infectado a 18 millones de personas y causado 700 mil decesos en todo el
mundo.
“Los ensayos clínicos nos dan esperanza, pero
esto no significa necesariamente que obtengamos una vacuna” eficaz, advirtió.
Europa, con 210,576 muertos y 3,196.370
casos, es la región más devastada por la enfermedad, seguida de América Latina
y el Caribe, que suma más de 201,000 fallecidos y supera los 4.9 millones de
contagios.
En Estados Unidos, una asesora de la Casa
Blanca advirtió que el virus está “extraordinariamente extendido” en el país,
el más castigado por la pandemia, con 4.6 millones de casos y unos 155,000
decesos.
“Lo que vemos ahora es distinto a lo de marzo
y abril”, dijo Deborah Brix, que dirige el grupo de trabajo sobre el virus de
la presidencia estadounidense.
Países que parecían haber controlado la
epidemia están sufriendo repuntes preocupantes, como España, Francia o Bélgica.
“El virus circula intensamente en nuestro
territorio. Las cifras continúan subiendo”, lamentó el lunes Frédérique Jacobs,
una portavoz del centro de crisis de Bélgica.
En América Latina y el Caribe la pandemia no
cesa. Brasil (94,104 muertos) y México (47,746, hasta este domingo) son los
países más afectados de la región, seguidos de Perú (19,614), Colombia (10,650)
y Chile (9,608).
Argentina, que el domingo anunció que había
superado los 200 mil casos de COVID-19, así como 3,648 fallecidos, prohibió las
reuniones sociales a partir de este lunes en todo el país.
Ante el aumento de contagios y el temor a
saturar los hospitales, las autoridades habían suspendido la flexibilización
paulatina del confinamiento, que estaba previsto este lunes en Buenos Aires y
su periferia.
Bolivia, con más de 80 mil casos y 3,153
fallecidos, dio por terminado el domingo el año escolar, que debía extenderse
hasta diciembre.
Más allá del coste humano, la pandemia ha
provocado un hundimiento de la economía mundial y a la destrucción de millones
de empleos.
Sin un tratamiento se reducen las
posibilidades para contener la epidemia y detener las consecuencias económicas
y las restricciones, impopulares en muchos lugares.
En Europa, el primer ministro francés, Jean
Castex, instó este lunes a sus conciudadanos y al Estado a “no bajar la
guardia” porque “el virus no está de vacaciones” y se trata de evitar un
“reconfinamiento generalizado”, explicó.
También es el caso de Australia, donde se han
introducido nuevas restricciones en el estado de Victoria, a pesar de las duras
consecuencias económicas que esto conlleva.
Las medidas incluyen un toque de queda
nocturno en Melbourne durante las próximas seis semanas, y el cierre de los
negocios y empresas no esenciales, así como una prohibición de bodas.
La ciudad había continuado registrando
cientos de nuevos casos diarios, cuando en otros estados del país se
documentaban muy pocos.
Filipinas anunció un nuevo confinamiento de
dos semanas para más 27 millones de personas, incluida la capital Manila,
después de que los contagios se hayan multiplicado por cinco, superando los
100.000.
Las formas de luchar contra el virus, como la
distancia social, cambió el modo de manejar grandes concentraciones, desde
manifestaciones religiosas a eventos deportivos y culturales.
El festival anual de cerveza de Qingdao, en
China, comenzó el viernes con una capacidad limitada al 30%. Aún así, muchos
estaban felices de poder asistir.
“Ha pasado medio año desde la última vez que
viajé”, declaró Wang Hua, una turista, a la cadena CCTV. “Me siento feliz y
relajada ahora mismo”.
En España, muy dependiente del turismo y que
lucha para reactivar su economía y contener los rebrotes, la isla de Ibiza,
famosa por sus fiestas y bares, el gobierno permitió la apertura de clubes con
una capacidad reducida a 300 personas o menos. Las grandes discotecas
permanecerán cerradas.