José Miguel Cobián | 26 noviembre de 2020
Tribuna
Libre.- Cabe
aclarar que todo lo que aquí se va a contar sucede en un universo alternativo
al nuestro. Nada ha sucedido en el nuestro, y por lo tanto, todo puede ser
ficción, salvo prueba en contrario.
Érase una vez una agencia norteamericana
involucrada en el combate a las drogas, se llama la DEA, que durante años ha
trabajado evitando que algunos capos y algunas drogas entren a su país,
mientras que en otras ocasiones se ha dedicado a introducir drogas a su país,
justificando dicha actuación con presuntos intereses de seguridad nacional,
financiando a grupos adversarios de estados enemigos. La realidad es que en muchas ocasiones se
han visto envueltos en simples negocios de protección a narcos en su país y
fuera de él.
Esta agencia, tiene mucho tiempo enojada con
el ejército mexicano, porque no se subordina a sus deseos, o porque ha filtrado
a los capos mexicanos algunos operativos o porque ha protegido negocios de
narcotraficantes en México. Debido a
ello, han considerado que la escuela de las américas no ha funcionado para
tener militares al servicio del gran imperio y en particular de la DEA. Así que una y otra vez, han buscado acusar y
capturar a un militar mexicano para denigrar al ejército de México, sea o no sea
justa la detención.
Debido a ello, manejaron una detención del ex
secretario de la defensa nacional, a su llegada a territorio americano. Lo
detuvieron de una manera ofensiva y humillante, sorpresiva y sin informar al
gobierno mexicano. Por cierto, es al mismo personaje que un par de años antes,
sectores del gobierno americano habían aplaudido, apapachado y hasta
condecorado por su valor y servicios a la nación y al mundo.
En Estados Unidos, durante el reinado del
emperador Trump, todo el gobierno trabajó de manera absolutamente descordinada. La DEA aprovechó la ocasión, sobre todo que
estaban en vísperas de elecciones, y quiso darle un regalo al presidente Trump
que pudiera apoyarlo en su campaña de reelección, o cuando menos es lo que el
fiscal general William Barr creyó. Para
la DEA es una jugada de varias bandas, pues golpea al ejército americano, a la
agencia de seguridad nacional, a sus enemigos dentro del departamento de
estado, a la agencia central de inteligencia y a un número indeterminado de
agencias americanas que requieren de la amistad y confianza de los militares
mexicanos para cumplir sus funciones.
La DEA en su ignorancia, pensó que al
reelegirse el presidente Trump tendría un lugar privilegiado entre sus pares en
el gobierno, y jamás se le ocurrió investigar la opinión del resto de las
autoridades y agencias americanas.
Al parecer, por lo que se ha sabido, las
pruebas son de oídas, sin haber presentado evidencia dura de involucramiento
del general Cienfuegos en las acusaciones que se le fincan, sobre todo que en
la lógica racional tiran al absurdo. Un
secretario de la defensa nacional no tiene ninguna necesidad, pero sí tiene
muchos enemigos que usarían esa información en su contra, de aliarse con un
cártel en particular, y menos con uno tan pequeño como lo era el de los Beltrán
Leyva.
El ejército mexicano reaccionó de menos a
más. La indignación comenzó como un
goteo pequeño y acabó siendo un verdadero tsunami. Al grado que el propio presidente López tuvo
que recular respecto a su opinión inicial, que a bote pronto tomó la detención
como un arma política en contra del sexenio anterior, y acusó corrupción de
Cienfuegos y de sus colaboradores, olvidando que el actual secretario fue
colaborador muy cercano de Cienfuegos.
Después del jalón de orejas al presidente, la presión sobre cada una de
las agencias norteamericanas fue creciendo de manera alarmante para los
americanos, pues aunque México no compara su poderío militar con Estados
Unidos, somos imprescindibles para su seguridad nacional.
La idea de que el gobierno mexicano presionó
al gobierno americano suena ridícula, después de la sumisión con que se ha
comportado a los designios del presidente Trump, al grado de sonar absurdo
pensar que tuvieron elementos de presión o negociación para lograr la
liberación del general Cienfuegos. Así
que descartando esa teoría por lo absurda que resulta (no me imagino al
presidente Trump asustado cediendo a las presiones del presidente López).
Lo que resta concluir es obvio. En este
universo alternativo, el general Cienfuegos, conocedor a fondo de todos los
hilos que se han manejado tanto en la guerra contra las drogas, sabe que los hilos llegan a las entrañas del
poder tanto en México como en Estados Unidos.
Habiendo ganado la elección Joe Biden, le pregunta el juez si se declara
culpable o inocente, y el general con toda la dignidad del mundo se declara
inocente. Jamás se acobardó, jamás cedió
a las presiones de quienes lo amenazaban con pasar el resto de su vida en
prisión. Su decisión enfrentó a los
poderes y a las distintas agencias de Estados Unidos, pues un juicio público
llevaría a desmenuzar detalles muy interesantes del ejército, de la DEA, de la
NSA, de la CIA, y de quien sabe cuántas otras agencias americanas involucradas
en seguridad y en tráfico de drogas hacia Estados Unidos y tráfico de armas a
México.
Así, al momento en que el general se declaró inocente, acudieron
ante el fiscal general las distintas entidades americanas a solicitar que el
juicio se cancelara. Para salvar la
cara, el fiscal Barr decidió declarar que el acusado era culpable según sus
pruebas (jamás exhibidas) pero que por asuntos de seguridad nacional lo
mandarían a México para ser juzgado.
Esto a sabiendas de que las pruebas obtenidas por la DEA se
considerarían ilegales acorde a las leyes mexicanas, y sobre todo, porque no
mandó una sola evidencia, solo un fajo de setecientas y pico de hojas, que sin
pruebas ni evidencia, equivalen a mandar un libro de ciencia ficción para
acusar al general.
El gobierno de México quizá tuvo que ceder
algo a la administración Trump, quienes a sabiendas de que habría de ser
liberado el general, aprovecharon la oportunidad para chamaquear una vez más a
la administración mexicana y pedir algo, que de tan caro que es para el pueblo
de México, a la fecha no ha sido revelado, pero que saldrá a la luz en algún
momento.
Mientras tanto el Canciller Ebrard, a quien
le encomendó el presidente la delicada misión de liberar al general, o cuando
menos lograr que fuera lo mejor tratado posible, al darse cuenda de lo que
sucedía en las entrañas del gobierno americano, enterado también del triunfo de
Biden y recordando que el general Cienfuegos colaboró abiertamente y de manera
muy eficaz con la administración de Obama, aprovechó para hacer esa cara
negociación, para la cual llevaba carta blanca de un asustado presidente, -ante
las presiones del ejército- y regresa cuál Julio César con la misión cumplida y
recibiendo aplausos que no le corresponden, cuando menos en su totalidad, pero
que demuestran su olfato político.
El ejército mexicano logró su objetivo. Se posiciona además como un poder muy fuerte,
que controla cada vez más recursos económicos con plena y absoluta opacidad,
pues nadie revisa el manejo de los dineros que realiza el ejército. Se puede poner sus moños ante las agencias
norteamericanas, y lograr algunos beneficios y canonjías, pues tendrán que
obtener su confianza y su perdón, y todavía manda una señal muy delicada. No se aclara algo cuando no es necesario
aclararlo, y si algo se aclara significa que es chisme aclarado, o dos veces
agrandado. Cuando el general secretario
en su discurso en el monumento a la revolución dice que el ejército no busca el
poder, se encienden los focos rojos en una administración que le ha dado
demasiado control de demasiados recursos y poder al propio ejército mexicano,
pero que cada día se muestra más débil ante un empoderamiento inusual de los
militares durante un gobierno civil.
Para muestra un botón: Controlan las fuerzas
armadas. Controlan la Guardia Civil, construyen el aeropuerto de Santa Lucía,
controlan las pipas (si es que existen) que compraron durante la crisis de
huachicoleo (el desabasto provocado por Pemex y la Secretaría de Energía al
cancelar compras programadas de gasolina), controlan la seguridad nacional,
controlan puertos y aduanas sin tener la mínima experiencia y México pagará los
costos de su aprendizaje, etc.
En este universo alternativo, el mérito de la
liberación del general Cienfuegos recae en el propio general y en el ejército
mexicano.
www.josecobian.blogspot.com
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