"Para aquel que no sabe a dónde va, cualquier viento le es contrario." (Séneca)
José Miguel Cobián | 03 noviembre de 2020
Tribuna
Libre.- El
ignorante es el que desconoce algo.
Cuando se desconocen los fines últimos de cualquier estrategia, el ser
humano se convierte en un tonto útil, que es capaz de dañar hasta lo que ama, que es su propia familia y su
patrimonio.
En la época en que la inteligencia artificial
es capaz de determinar cuáles son los botones que hay que presionar en la
psique del ser humano para poder controlar sus emociones y formar su opinión en
el sentido que desea quien controla esa inteligencia artificial, resalta la
actitud de personajes que se consideran a sí mismos patriotas, trabajando
gratuitamente para destruir su propia patria.
Aunque en México estamos muy acostumbrados a
las traiciones y a que la patria no esté en la lista de prioridades de los
mexicanos, siempre detrás de los propios intereses, lo que observamos en estos
tiempos es dramático, pues ahora la manipulación se da sin que se obtengan
beneficios directos para los traidores.
Es innegable que México está inmerso en una
guerra de baja intensidad que llevan a cabo las potencias. Estados Unidos, Rusia y China principalmente,
aunque también Japón, Irán, Corea del Norte y las potencias europeas tienen sus
propios intereses, al igual que Israel y las monarquías árabes, entre otros.
Si en Estados Unidos observamos a una enorme
cantidad de bobos que se consideran a sí mismos patriotas y defensores del
American Way of Life convertirse en tontos útiles al servicio de Putin
defendiendo la posible reelección de Donald Trump, la cual por el solo hecho de
convenir a Putin debería de dejar claro que no conviene a los Estados Unidos.
Si vemos que los americanos continúan mirándose el ombligo y no comprenden que
ahora son ellos presas fáciles de la propaganda que con tanto éxito su país
utilizó en contra de los satélites soviéticos en la guerra fría, y que en el
propio corazón del imperio, se han sembrado ideas contrarias a los intereses de
su imperio, imposible considerar la
posibilidad que habitantes del resto de américa, con un menor entendimiento de
asuntos mundiales, perciban que también son utilizados por los enemigos de
Estados Unidos para debilitarlo.
México es por su condición geográfica, un
país satélite de Estados Unidos. La soberanía debemos dejarla para los libros
de texto, y entender lo que la realidad muestra claramente. De hecho, toda Latinoamérica salvo bastiones
que ha logrado intervenir Rusia o China, es satélite de los americanos,
comprobando que la doctrina Monroe sigue vigente.
Al ser México el país fronterizo con Estados
Unidos, desestabilizar México afecta directamente a los americanos, motivo por
el cual, es de interés de los enemigos del imperio causar la mayor cantidad de
problemas políticos y sociales en el país.
Su población de ciento treinta millones de habitantes y la animadversión
histórica a la potencia que ha tenido al país a sus pies proporcionan el caldo
de cultivo adecuado para ello. Salvo por un pequeño detalle, que es que a
México y a los mexicanos no les conviene que Estados Unidos se debilite, pues
con ellos, México se debilitaría aún más y quedaría mucho mas expuesto a los
juegos de geopolítica de las superpotencias enemigas.
Considerar que un mal para Estados Unidos es
un bien para México es una tontería monumental.
Equivale a considerar que en México un mal para la iniciativa privada
llevaría a un bien a la clase trabajadora, cuando la historia ha demostrado que
si le va mal a los empresarios, le va mucho peor a los trabajadores. Y sin embargo, ambas ideas han sido
implantadas en el inconsciente de muchísimos mexicanos. Aprovechando intereses de grupos de poder,
fanatismos religiosos y políticos, las potencias han exacerbado la división y
las creencias populares (que no por ser populares son ciertas), que tanto dañan
a México.
Sin duda, muchos de los reclamos sociales en
cuanto a un reparto más equitativo de la riqueza son legítimos. El problema es que se pierde de vista, que la
creación de riqueza va aparejada a certidumbre, seguridad, respeto al estado de
derecho, y sobre todo a la toma de decisiones públicas con base al conocimiento
y a la técnica. Las potencias se
aprovechan, y manipulan a los mexicanos, no porque los mexicanos interesen
mucho, sino para debilitar a los vecinos del norte.
Así caemos en falacias como considerar que un
gobierno que destruye riqueza y destruye inversiones y empleos, dará resultados
a largo plazo creando riqueza, inversión y empleo. Sin saber bien a bien cómo lo podría hacer,
millones de mexicanos cifran su esperanza, -desde su ignorancia-, en que sabrán
cómo hacerlo, a pesar de que los hechos demuestran una y otra vez que no saben.
Pensar que quienes forman parte de la
ideología del foro de Sao Paulo van a mejorar las condiciones de vida de los
mexicanos, es tan estúpido, como creer que los venezolanos, los cubanos o los
bolivianos gozan de un mejor nivel de vida que los mexicanos.
Muchos personajes que hoy están en el
gobierno son traidores a la patria, pues traicionan con sus actos los intereses
de las mayorías. Nada nuevo. Así ha sido desde que México logró la
independencia. Ya sea por intereses propios,
por haber sido manipulados, o por su propia ignorancia, México tiene una larga
historia de gobernantes traidores a la patria.
El pueblo que ni siquiera conoce a fondo la verdadera historia del país
lo desconoce, y sigue siendo manipulado, para cavar su propia tumba.
Argentina desde el punto de vista económico
fue el país más exitoso del planeta a fines del siglo XIX, Chile ha sido la
economía más exitosa para reducir la brecha de desigualdad desde la caída de
Pinochet. Sin embargo, traidores dentro
de sus propios regímenes impidieron un desarrollo mayor. Hoy Argentina es un país subdesarrollado, y
Chile con la aprobación de su nueva constitución, inicia el camino cuesta
abajo, cuando su propia sociedad y sus dirigentes lo aplauden.
Parece que el destino de los países
latinoamericanos es ser presa fácil de la manipulación de las potencias,
instalar traidores conscientes o inconscientes en el poder y dañar su presente
y su futuro. Espero que algún día los
mexicanos dirijamos nuestro destino en función del bien de la patria, y no de
intereses personales o por la vía de gobernantes títeres de la guerra entre las
potencias.
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