José Miguel Cobián | 19 noviembre de 2020
Tribuna
Libre.- Yo si coincido con
muchos que piensan que tenemos uno de los peores gobiernos de la historia.
Partamos de allí. Ahora vamos a la parte
en la que la mayoría de los mexicanos no van a coincidir.
¿Cuánto de culpa tienes tú por el camino
recorrido por nuestro país? Quiero ser
claro contigo, y con los partidos políticos y organizaciones sociales. Fuimos muy pocos los que toda nuestra vida
luchamos contra la corrupción y contra el sistema de manera ética y buscando el
bienestar y la mejoría de las mayorías.
Hubo presuntos luchadores sociales, como los
panchos villas, o los de la CNTE, o lo del SME, pero en todos esos casos, lo
que buscaban era dañar a México, conservando e incrementando privilegios para
ellos, por encima de otros mexicanos.
Ellos sabían que lo que les tocaba de más a ellos, le tocaba de menos a
otros, y aun así se disfrazaron de luchadores sociales, disfraz que fue y es
creído por muchos mexicanos que no tienen la menor idea de lo que es la lucha
social.
Durante años, la mayoría de los mexicanos que
hoy se quejan de Morena, estuvieron muy cómodos en su posición de clase media o
clase alta. Algunos obtuvieron jugosos
negocios de gente en el poder, es decir, se beneficiaron de la corrupción
imperante. Otros simplemente tuvieron
suerte en la vida, y su esfuerzo se vio recompensado con un nivel
socioeconómico muy superior al de la mayoría de los mexicanos. Pero en ambos casos, jamás voltearon a ver
cómo vivía el resto de los mexicanos. Esos que se hartaron de no tener
posibilidad de nada.
Durante años los que sí nos preocupamos,
reclamamos la pérdida de poder adquisitivo del salario, y siempre nos
contestaban que había que aumentar en función de la productividad para no
generar inflación, sin embargo nadie podía comprobar que reducirlo por decreto
a lo largo de tres décadas benefició a la inflación. Lo que realmente se logró, fue que aun y
cuando la mayoría de los trabajadores no ganaba el mínimo, al ser éste una
referencia, redujo el ingreso de un gran porcentaje de la clase trabajadora
nacional, que cada día veía más difícil adquirir los satisfactores suficientes
para conservar su nivel de vida.
Esa reducción en los salarios, provocó que la
parte de creación de riqueza que debía corresponder a la fuerza de trabajo, se
desplazara a otros sectores económicos que por diversas razones que sería muy
largo explicar en este momento, resultaron privilegiado. Es decir, los trabajadores generaron un extra
de riqueza que a ellos correspondía y que se desplazó a quienes menos la
necesitaban, que eran o los propietarios de los bienes de producción o los
grandes consorcios, o los gobiernos que la desviaron para su propio peculio, es
decir, corrupción, ya sea en sector público o entre público y privado, mientras
que los que hoy se quejan, estuvieron cómodos y callados.
Así también la calidad de la educación no
creció al nivel de las necesidades que demandaba el avance del mundo. Con lo cual, la movilidad social que podía
obtenerse mediante el estudio y la educación resultó mermada. Y los que hoy se quejan, se quedaron
callados.
Los servicios de salud, se incrementaron, y
mejoraron, pero a un ritmo inferior del crecimiento de la población, lo cual a
su vez implicó menor calidad en el servicio de salud pública, y menor posibilidad
de obtener una cama en caso de enfermedad. Y los que hoy se quejan, se quedaron
callados.
La seguridad, para todos los niveles de la
población también comenzó a fallar cada vez más. La cuota de sangre, ha sido pagada en su
mayoría por los estratos económicos más bajos de la población, con sus
respectivas excepciones. Y los que hoy se quejan, se quedaron callados.
La falta de empatía y solidaridad de la
sociedad mexicana es una realidad, más allá de unos cuantos gestos contrarios,
como han sido desastres naturales, en los cuales tal parece que se hace moda la
solidaridad y la empatía…. por unos cuantos meses, para volver al egoísmo
cotidiano y dejar de pensar en el que menos tiene.
Cada vez que asistíamos a la cámara de
diputados a explicar los errores en los cambios a una ley se reían de
nosotros. Cuando publicábamos en
informábamos de daños causados por gobiernos municipales, estatales y
federales, se reían de nosotros. Cada
vez que convocábamos a una marcha, sin acarreos, sin lonche, sin pago por
movilizar, se reían de nosotros. Parece
que la decencia y la lucha por los demás, causa mucha risa a quienes están
acostumbrados a vivir del México corrupto, del chayote, del acarreo, de la
amenaza. Y cada vez que recibíamos
amenazas desde el poder, el ¨te lo dije¨ se volvía cotidiano, pero nadie nos
defendía, ni se unía, ni reclamaba, todos cómodos y felices en sus casitas.
Aunque algunas partes de México estuvieran hechas pedazos.
Algunos amigos insisten en que el problema
viene de una mentalidad místico-religiosa que hace pensar que todo lo que pasa
es voluntad de la divinidad, y por ello debe aceptarse sin cuestionarlo y mucho
menos sin intentar cambiarlo. Por ello,
según esta línea de pensamiento, cada quién está donde debe estar y sufre lo
que debe de sufrir. Y por ello no se mueve un dedo por los demás, y a veces, ni
por uno mismo.
Esos que hoy se quejan, y los otros, los que
aplauden y vociferan a favor del actual régimen, son iguales en el fondo. Cada
quien está cómodo en su posición, sin pensar y mucho menos actuar en función de
los intereses de las mayorías. Por un
lado las clases medias conservadoras por primera vez se aterran ante la
posibilidad de pérdida de su patrimonio, a pesar de que jamás se preocuparon
por los que no tienen nada que perder, porque no tienen nada. Por el otro los aplaudidores, ya sea por
rencor, por revanchismo, por ignorancia, o porque se ven beneficiados por el
actual régimen, actúan exactamente igual, y hoy que tienen algo que perder, se
olvidan de todos los mexicanos, incluso de ellos mismos, porque el daño que se
está llevando a cabo de manera meticulosa pero incansable e incesante al futuro
de México es brutal. Y ese daño nos va a
llegar a todos, a algunos más y a otros menos, conforme a la capacidad de cada
quien de defenderse ante lo que ya se sufre.
No concibo a los vociferantes aplaudiendo
tantos desaciertos que ya se cuentan en cientos de miles de vidas humanas,
pérdidas por errores del gobierno en turno.
Si antes se señalaba y se exigía, hoy también se debe de señalar y
exigir. Mucho me temo que si no
resolvemos las contradicciones económicas de nuestra sociedad, se logrará
calmar a algunos sectores, pero el caldo de cultivo para problemas sociales más
serios seguirá latente.
Mientras tanto, todo sigue igual. Siguen los grandes negocios al amparo del
gobierno. Siguen los grandes negocios de los grandes y pequeños funcionarios.
Hoy somos más honestos que antes, hoy queda claro que hay protección y relación
del gobierno con el crimen organizado, antes eran más discretos al
respecto. Hoy los errores
gubernamentales se confiesan en cadena nacional, sin que tenga el mínimo efecto
en una población ausente del análisis y de la crítica, incapaz de ver más allá
de los próximos diez minutos.
López se podrá ir, podrán volver los
gobiernos del PRI o del PAN, pero los errores, las injusticias, la presidencia
imperial, seguirán como siempre. Así ha
sido y así será. Porque a México le hace
falta algo primordial, le hacen falta patriotas que se preocupen por el bien de
todos los mexicanos. No por el bien
común que ha sido una frase desgastada y ensuciada por el PAN. No por el bien de todos, que también ha sido
ensuciada por Morena. Vendrán
emperadores sexenales que hagan su voluntad, como la han hecho siempre, a
espaldas de lo que los expertos saben que debe hacerse. No se les escucha en el pasado ni ahora.
Antes había rituales de magia en los Pinos
durante el reinado del Emperador Fox, hoy hay rituales ancestrales en palacio
nacional. Aunque digan que todo ha
cambiado, la verdad es que nada ha cambiado.
México sigue siendo México, un México sin patriotas, pero lleno de
gandayas buscando como medrar y beneficiarse de manera ilegítima de la
desgracia del otro.
www.josecobian.blogspot.com
Elbaldondecobian@gmail.com @jmcmex
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