José Miguel Cobián | 05 febrero de 2021
Tribuna
Libre.- Oligarquía:
Sistema de gobierno en la que el poder está en manos de unas pocas personas
pertenecientes a una clase social privilegiada.
Cuando Andrés Manuel ganó la elección en
2018, lo hizo gracias al hartazgo que había en un enorme sector de la población
respecto del actuar y forma de gobierno de los dos principales partidos
políticos de entonces, el rechazo fue brutal hacia el PRI y el PAN.
En sí, el rechazo en las urnas no se debió a
la ideología de los partidos, sino a la forma en que se habían desempeñado en
sus acciones de gobierno, y al reparto de puestos y prebendas, lo que yo he
llamado el reparto del botín que significa llegar al poder. Tanto en puestos públicos como y sobre todo,
en los negocios derivados de llegar al poder.
El manejo discrecional del presupuesto público para beneficiar a una
oligarquía privilegiada, beneficio a costas del resto de la población.
Tan aplastante fue la derrota, tan directo
fue el mensaje de la población mexicana que cualquiera esperaría un cambio en
la forma como esos partidos reaccionarían en la próxima elección. Lo que algunos hemos dado en llamar el acto
de contrición, el reconocimiento de los errores cometidos en el pasado, y el
consiguiente cambio de oferta política hacia nuevos rumbos y metas. Eso era lo esperado…
La realidad se impone, y parece que cada
partido político tiene una oligarquía de hierro. Inamovible, incapaz de cambiar
su forma de hacer las cosas, arrogante y soberbia a extremos literalmente
suicidas.
Muchos mexicanos hemos visto que Morena
cometió un gravísimo error, una vez que llegó al poder, pues en lugar de
escoger a los mejores hombres y mujeres para ocupar puestos públicos, escogió a
los incondicionales acorde a los méritos de campaña. Sin comprender jamás que un buen integrante
de un movimiento de oposición no siempre es un buen funcionario público. Morena siguió haciendo política al estilo
mexicano y también repartió el botín entre sus incondicionales.
Ante las fallas y pifias de gobierno
ocasionadas por la inexperiencia, incapacidad, incompetencia o franca
negligencia de los funcionarios públicos emanados de Morena, los partidos
políticos de siempre, esperan recuperar una parte del poder perdido en la
elección del 6 de junio, con una oferta política que solo implica regresar al
pasado ya rechazado por los mexicanos y sobre todo, lo que más ofende e
indigna, es que continúan con el acostumbrado reparto del botín.
La señal que mandan a los electores se resume
en los siguientes puntos: 1- Ustedes nos rechazaron en el 2018, hoy no tienen
más opción de continuar con Morena o regresar con nosotros. (Arrogancia y
Soberbia). 2.- No cambiamos, no
reconocemos nuestros errores, no corregimos el rumbo, ustedes votantes están
desesperados, a muchos les hemos metido suficiente miedo como para que voten a
ciegas por quien sea que pueda derrotar a Morena, sin importar si es mejor,
igual o peor que aquél que rechazan.
3.- Hemos decidido continuar cerrados, el poder se reparte entre nosotros
y para nosotros. Si acaso en algunos lugares escogeremos candidatos populares,
pero en la mayoría de los puestos públicos, vamos a asignar a quién nos
conviene a nosotros, porque en caso de llegar nos va a traer negocios y poder….
A NOSOTROS. 4.- Votante tú sabes que
Morena hace lo mismo que nosotros, solo que nosotros aunque corruptos,
incompetentes, abusivos, rentistas, y cualquier otro adjetivo que con gusto
aceptamos, somos mejores gobernando que Morena, así que estimado votante, no te
queda más opción que votar por nosotros.
Estas señales que mandan los partidos de
oposición enfrentan al elector a un dilema en el cual debe decidir votar por la
oposición sin que ésta haya cambiado ni un ápice, y esperar que en un futuro se
repitan los problemas que llevaron al poder a alguien como Andrés Manuel, o
continuar castigando a los dos principales partidos de oposición y votar por
Morena, aguantando un gobierno incapaz e incompetente, con el riesgo de que la
ideología más retrógrada realice cambios que a lo largo de los próximos años
sea muy difícil revertir.
Tal parece que podemos llegar a una especie
de empate técnico, en el cual Morena siga gobernando, con la ventaja de tener
una oposición a la cual culpar cuando las cosas salgan mal, (como seguramente
va a suceder), y tener un gobierno de Morena por muchos años más; o pensar en
el largo plazo y hacer notorio el rechazo a más de lo mismo en Acción Nacional
y en el Revolucionario Institucional, con la esperanza de que esa pared de
hierro de quienes detentan el poder en ambos partidos se fracture y se logre un
cambio de rumbo, hacia intereses de la ciudadanía, en contraposición con los
intereses de grupo o facción que hoy reinan en ambos partidos políticos.
Quien tema y crea que podemos llegar a ser
Venezuela en el corto plazo, votará por la oposición, sea quien sea quién la
represente, y quien viva todavía en medio del rencor contra el daño que esos
partidos políticos votará en contra de ellos y a favor de los candidatos de
Morena.
Hay un tercer sector de votantes, los que
rechazamos el pasado porque conocemos el daño que le hizo al país, y también
rechazamos el presente, por el daño que le está haciendo al país. A este sector de votantes ningún partido
político lo atiende. Ningún partido
político ha decidido escuchar las demandas de cambio, de ética, de eficiencia,
de dignidad humana, y sobre todo de amor patrio que exigimos, y tal parece que
nos dejan en una disyuntiva terrible: O
no votamos, o tenemos que escoger entre lo menos malo.
Quizá incluso, debemos escoger entre un
futuro mediato de corto plazo para frenar algunos cambios que pueden venir de
Morena, premiando con ello a unos partidos políticos que no cambian y que
rechazamos los mexicanos en el 2018, o escoger la opción de castigar a la
oposición de tal manera que comprendan que la única opción que tienen es
cambiar, escuchar, atender, preocuparse por los mexicanos, si quieren
sobrevivir, y con ello correr el riesgo ya sea de aumentar el abstencionismo o
de que en Morena los más radicales triunfen sobre los pragmáticos y nos acerquemos
más a un comunismo tropical que más parecerá dictadura que ideología de
beneficio general. Comunismo que por
cierto ya quedó descartado en la historia, pues ha sido un enorme fracaso y
causado enorme dolor en las sociedades donde se ha implementado.
La sociedad disfuncional mexicana tendrá la
última palabra. ¿Aceptará votar por candidatos de oposición impresentables, tan
solo por el miedo inculcado por la propaganda antisistema? ¿Votará por incompetentes e impresentables
tan solo porque son candidatos de Morena y sus satélites? ¿Algún día entenderá
la sociedad mexicana que la opción de candidatos independientes, cuando no sean
comparsa de un partido político, puede ser una salida de la partidocracia que
tanto nos oprime?
El tiempo lo dirá.
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