* Desacata amparo y le imputa nuevos delitos * Cuitláhuac: lo suyo es liberar duartistas * Sigue el caos en el Poder Judicial * Castañeda exhibe a Isabel e Isabel la pasa a retiro * Asesinan al periodista Jacinto Romero * Señaló a un policía y le soltaron la amenaza * Regresa el robo de tierras en Coatza * Como en tiempos de Fidel y Tony Macías
Mussio Cárdenas Arellano | 21 agosto 2021
Tribuna
Libre.- Forjado
en los congales, en los antros, en el baile y el cañabar, Cuitláhuac se mueve
por igual en el bajo mundo que en las cloacas del poder, con los Duartes y los
Bermúdez, usando la ley para cobrar afrentas ajenas y retener en las cárceles a
Rogelio Franco, Bernardo Segura, Goyo Gómez y Nicolás Ruiz, los presos
políticos del gobernador.
A Franco no lo quiso soltar, violando el
amparo emitido por un juez federal que tiró la vinculación a proceso y prisión
preventiva de ocho meses, arrimándole más delitos para mantenerlo en prisión.
A Bernardo Segura, ex subsecretario de
Finanzas en el yunismo, le inventa tantos delitos como días tiene el
calendario.
A Goyo Gómez, ex candidato a alcalde de
Tihuatlán por la coalición PRI-PAN-PRD, lo levantan policías ministeriales al
estilo narco, el arma en la mano, tirando madrazos, arrastrando a su víctima,
para luego, una vez evidenciados en videos, entregarlo a un juez.
A Nico Ruiz, e candidato a presidente
municipal de Minatitlán, le imputan una privación ilegal de la libertad y lo
envían a un penal de Oaxaca donde permanece aún.
Es la
represión política grado 4T.
Abusivo del poder, Cuitláhuac García Jiménez
ha hecho del Caso Franco un vodevil infame, bailando sobre la sentencia de
amparo que ordenaba la libertad del ex secretario de gobierno yunista, sin
calcular que le detonaría una mina explosiva que lo exhibe como tapete y
trapeador del duartismo, cómplice de la liberación de ladrones y criminales que
sirvieron —y sirven— al convicto saqueador Javier Duarte.
Un juez federal, Ricardo Mercado Oaxaca,
concedió a regañadientes el amparo a Rogelio Franco Castán. Dilató la sentencia
cuanto pudo —135 días— y ya con la presión encima, las marchas y los mítines,
la voz de las hijas del perredista acusando que un montaje policíaco servía
para retenerlo en prisión intentando evitar, primero, que fuera candidato a
diputado federal y luego que llegara a San Lázaro, tuvo que ceder.
La sentencia valió poco. Cuitláhuac lo retuvo
en prisión. Pasaron las horas, los días, extinguiéndose la esperanza, viendo la
libertad desvanecerse hasta sentir la nueva trastada del gobernador. Vía la
Fiscalía de Veracruz, le imputa tres nuevos cargos: abuso de autoridad,
extorsión y delitos cometidos por servidores públicos. La línea es retenerlo y
no dejarlo ir.
La duda se disipa. A Cuitláhuac le gustan los
presos. Y los presos políticos más. Colecciona presos políticos como los
dictadores infames de gorilatos militares y los sátrapas con poder, como los
farsantes mesiánicos y los tarados funcionales, violentando leyes, usando a
jueces de utilería que sin chistar emiten nuevas órdenes de aprehensión,
vinculaciones a proceso, prisión preventiva oficiosa que serán revertidas en
otras instancias de la trama judicial.
Bailarín de cantina, gobernador por
accidente, Cuitláhuac García no podría haber invocado peor argumento para
retener a Rogelio Franco en prisión que traer al teatro del asco a Arturo
Bermúdez Zurita, ex secretario de Seguridad de Javier Duarte, y vestirlo de
víctima, disfrazarlo de ángel, venderle a los veracruzanos que Bermúdez no es
el tirano que sí es. Franco, según el gobernador, agravio los derechos de
Bermúdez al validar el rescate de bienes adquiridos con recursos del gobierno
de Veracruz.
Alias Capitán Tormenta, Bermúdez encarna el
lado más siniestro del régimen duartista. Lo más suave ha sido el
enriquecimiento bárbaro. Lo más ilustrativo, la tortura y el crimen, la
desaparición forzada, los cuerpos de élite en Seguridad Pública —Fuerza de
Reacción de la División y Fuerzas Especiales “Los Fieles”— cuya misión fue
capturar, exprimir, silenciar, asesinar y borrar todo rastro de la gente
—civiles, policías, presuntos halcones, presuntos zetas— que caía en sus manos.
Esa es
la “víctima” por la que se inmola el gobernador morenista.
Bermúdez Zurita carga con el crimen de Tierra
Blanca. Ahí, su policía levantó a cinco jóvenes que se trasladaban del puerto
de Veracruz a su natal Playa Vicente. Los entregó a una célula del Cártel
Jalisco Nueva Generación en un rancho de un operador duartista, ligado al ex
tesorero del estado, Antonio Tarek Abdala Saad, el consentido de Karime Macías
Tubilla, aunque ahora el ex gobernador Javier Duarte de Ochoa lo llama traidor.
De los jóvenes nada quedó, si acaso una
camisa con una mancha de sangre y un fragmento de hueso. De los testimonios de
los detenidos surgió la hipótesis de que fueron confundidos con zetas,
torturados, asesinados y disueltos en ácido.
Aquella policía operaba bajo el mando de
Marcos Conde Hernández, el superpolicía de historial siniestro al que Bermúdez
le permitía todo, absolutamente todo.
Y qué decir de los ocho policías municipales
en Úrsulo Galván, levantados por las fuerzas de élite de Seguridad Pública de
los que nadie volvió a saber. Sus esposas, sus madres, sus hijos claman por
ellos, lloran por ellos, se duelen por ellos y exigen saber quién se los llevó
y por qué.
Unos y otros desaparecieron, o fueron
torturados, o se les arrancó la vida de tajo. Y de ahí el delito lesa humanidad
que alcanza a Bermúdez, que no prescribe y que irremediablemente enfrentará en
cortes internacionales.
Esa es la “víctima” con la Cuitláhuac retiene
a Rogelio Franco en prisión.
Duartista de cepa, el gobernador se aplica en
imputarle al yunismo un pacto con Javier Duarte y su banda criminal. Difunde
fotografías en que se observa a Miguel Ángel Yunes Márquez junto al ex
gobernador Duarte; una más de Chiquiyunes con la ex presidenta del Congreso de Veracruz,
la fidelista Carolina Gudiño Corro.
La patraña es de risa. No es lo mismo un
pacto político —un aberrante pacto entre PRI y PAN, entre yunistas y
fidelistas— que un pacto criminal como los que suscribe el gobernador.
La fotografía de Duarte y Chiquiyunes
corresponde a cuando uno era gobernador y el otro delegado de Oportunidades en
Veracruz; es una foto institucional. Años después vendría la embestida yunista
que quebró el proyecto Fidel-Duarte para perpetuarse 30 años en el poder, la
derrota del PRI en 2016 y la cacería de Javier Duarte hasta refundirlo en
prisión.
La imagen de Chiquiyunes y Carolina Gudiño es
un evento de campaña de la coalición PRI-PAN-PRD este 2021. Yunes Márquez,
propuesto por el PAN, contendía por la alcaldía de Veracruz hasta que los
tribunales electorales lo declararon inelegible por falta de residencia
efectiva; Carolina, postulada por el PRI, era candidata a diputada local por el
distrito XV, que finalmente perdió.
Fue un pacto político que mereció una
avalancha de críticas. El pragmatismo de unos y otros, los Yunes y los hijos
políticos de Fidel Herrera, exhibió el cinismo y la apuesta a la desmemoria
ciudadana como si los veracruzanos olvidaran que Miguel Ángel Yunes Linares, el
jefe clan panista, acusó y acreditó que la campaña de Herrera Beltrán, en 2004,
recibió recursos del Cártel del Golfo.
Pacto político, también, el de Morena con
priistas, panistas, perredistas; con fidelistas y duartistas. Pacto con la
bendición de Andrés Manuel López Obrador cuando en Xalapa Morena montó pasarela
e hizo desfilar a Domingo Bahena (PAN) y Alberto Mijangos (PRI).
Entregó parte de la operación electoral a los
fidelistas Erick Lagos y Jorge Carvallo; al ex alcalde de Coatzacoalcos, el
priista Marcelo Montiel, a Mónica Robles, ex diputada local que llegara al
Congreso en tiempo de Javier Duarte bajo las siglas del PRI-PVEM; a los líderes
petroleros de Minatitlán, Agua Dulce, Poza Rica, donde Morena ganó las
presidencias municipales.
Cuitláhuac se dio un tiro en el pie. El
duartista es él. El que libera duartistas es él. El que facilita que los
Bermúdez, los Fisculines (Luis Ángel Bravo Contreras), los Audirac, los
Flavinos, los Valencias y las Ginas dejen la prisión de Pacho Viejo, es él.
A los policías imputados de desaparición forzada,
implicados en tortura, asesinato de compañeros de corporación y de civiles,
presuntos halcones, y de ciudadanos sin delito que acreditarles, Cuitláhuac
García les abrió las puertas de la cárcel, el 24 de diciembre de 2019, como le
señaló la diputada Maryjose Gamboa Torales.
Y el 15 de enero de 2020 la Fiscalía General
de Veracruz, controlada por Cuitláhuac García, retiró cargos por tráfico de
influencias y enriquecimiento ilícito al Capitán Tormenta, alias Arturo
Bermúdez.
Un caso, el de Rogelio Franco, lo obsesiona.
Es su preso político de cabecera. Y en su delirio detona escaramuzas políticas
y la reacción de sus adversarios, aflorando la evidencia, los nombres, las
fechas, los datos, la complicidad y el uso del poder que acreditan que el duartista
es el gobernador.
Abierta la Caja de Pandora, Cuitláhuac no
avizora, aún, lo que está por venir.
Archivo muerto
De tú a tú, las magistradas se dan con todo.
Yolanda Cecilia Castañeda Palmeros le dice a Isabel Romero Cruz, presidenta del
Poder Judicial, desmemoriada y súbdita del gobernador y de su mafia del poder,
ignorante en lo más elemental. Y en reciprocidad, Isabel la echa del Tribunal.
Pasa a retiro por edad —70 años— la prestigiada magistrada, de carrera
brillante y exabruptos geniales, algunos procaces —“ahora cualquier pendejo
puede ser magistrado”— que retratan de qué lodos está construido el Poder
Judicial de Veracruz. La pasan a retiro cuando la magistrada Castañeda ya había
externado su fastidio por el rejuego político del Tribunal Superior de
Justicia, las corruptelas, el desfalco de las arcas, la desaparición de
reservas, la complicidad con los ladrones, la simulación de disminuir salarios
cuando el boquete financiero tiene otra solución —pagarían los magistrados lo
que otros se robaron—. Puntillosa con Isabel Romero Cruz, Cecilia Castañeda
expresó que a la presidenta del Tribunal se le olvidan los rostros y se apoya
en un auxiliar que es su guía y su luz. Harta de todo, advirtió que se iría y
su contraparte le dijo que para luego es tarde. Y ordenó vaciar su oficina,
revisar cada rincón, apretando con la contraloría interna como si a Yolanda
Cecilia Castañeda alguien le pudiera cuestionar su honestidad. Caótico, el
máximo tribunal es un circo de tres pistas, payasos y maromeros, fiel reflejo
de un gobernador inútil, Cuitláhuac García, de una pandilla que lo ayuda a
atropellar la ley —una magistrada presidenta títere— y a manejar con torpeza
brutal al Poder Judicial de Veracruz… Seis meses antes del ataque, la amenaza
llegó puntual. “Que no te metas con mi gente hijo de tu puta madre, deja de
escribir mamada. Por eso se los carga la v…ga. Ya debes muchas Jacinto Romero.
Y esta fue tu última”. Jacinto Romero Flores circulaba en su automóvil compacto
sobre el bulevar Potrerillo, en Córdoba, cuando a eso de las 10:45 de la
mañana, este jueves 19, fue alcanzado por las balas que lo ultimaron. Era autor
de la columna El Enano del Tapanco y conductor del programa de radio Dígalo sin
Miedo para la estación Oriesterio. Solía cubrir la región de Zongolica donde
ventilaba los problemas sociales de aquellas comunidades. Una de sus
publicaciones causó un revuelo inusitado cuando señaló al policía Cristian
Anastasio Quechulpa, sobrino de la síndica de Texhuacan, Salustia Romero
Anastasio, de haber disparado contra un joven de nombre Efrén Cano Tepole. El
asesinato de Jacinto Romero, quien contaba con 61 años de edad, suscitó una
reacción airada, condenas en el medio periodístico y pronunciamientos de
organismos internacionales como Reporteros Sin Fronteras que exige una
investigación a fondo. Veracruz es la entidad más peligrosa para el ejercicio
del periodismo, contando con el mayor número de comunicadores asesinados en
México… Como en los tiempos de Fidel Herrera y Tony Macías, el robo tierras va
in crescendo. Corifeos del gobierno morenista de Veracruz, orquestan la compra
ficticia de un predio al poniente de Coatzacoalcos, valiéndose de un contrato
privado que adolece de datos falsos, firmas chuecas, notificaciones judiciales
que nunca se realizaron de acuerdo al protocolo. Ubicado sobre avenida
Universidad, frente a Chedraui 3, el terreno es codiciado por su dimensión —11
mil 400 metros cuadrados— y por su valor comercial. Es parte de la Sucesión
Bringas, pero se lo quieren tirar hacia el patrimonio personal de los
sedicentes transformadores de Veracruz. El contrato privado lleva como fecha
falsa el 17 de julio de 1992 y en él se simula que Raúl Bringas Burelo,
entonces albacea de la Sucesión Bringas, habría vendido el predio. El documento
es tan burdo que cita calles y colindancias que en esas fechas no existían. El
voraz “comprador” sería Juan Rivera, alias Juan Tampico, un conocido
vendelotes. De acuerdo con los abogados, la firma de Raúl Bringas es a todas
luces falsa. Otro abogado, ligado inicialmente al caso, conoció los esfuerzos
realizados para falsificar la firma de Raúl Bringas y a qué notario ya retirado
se le encargó la treta, el cual recibió un jugoso pago de 2 millones de pesos.
La segunda parte de la trama detona en los juzgados en materia civil de
Coatzacoalcos donde fue a parar la falsa operación de compraventa. Por años se
pretendió inscribir la “compraventa” en el Registro Público de la Propiedad de
Coatzacoalcos, sin lograrlo porque el documento es un auténtico embuste. El
notario número uno de San Andrés Tuxtla, Jaime Cerdán Hierro, fue requerido por
la Fiscalía de Veracruz y en su informe consta que en 1995 se registró una
“donación” entre Raúl Bringas y Juan Rivera, alias Juan Tampico, pero nada que
ver con una “compraventa”. O sea, dos documentos: uno sobre una donación y otro
por una compraventa; y el predio es el mismo. Un galimatías, un enredo, un
fraude maquinado que implica a un connotado miembro del clan morenista,
cercanísimo al gobernador Cuitláhuac García Jiménez, notarios, fiscales y
personal de los juzgados civiles de Coatzacoalcos…
mussiocardenas_arellano@hotmail.com
https://mussiocardenas.com/informe-rojo/116416/caso-franco-la-enfermiza-obsesion-del-gobernador
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