José Miguel Cobián | 18 septiembre 2021
Tribuna
Libre.- Entiendo
tu historia. Comprendo que jamás has sido libre. Jamás has dejado de temer.
Jamás has la libertad y la democracia.
Jamás aprendiste a ser ciudadano. ¿No crees que ya es hora de cambiar?
No hay mexicano que desconozca que las
instituciones rara vez sirven para algo. Todos entendemos que la policía si
puede, actúa como el peor delincuente. Que la policía ministerial (como se llame
en cualquier estado) está al servicio de criminales, ya sean los criminales que
nos gobiernan, o los criminales sin puesto público. Todos sabemos que el poder judicial está en
manos de personas sin escrúpulos, que los jueces prefieren quedar bien con el
poderoso en turno o llevarse unos buenos centavos a su bolsa, que administrar
justicia en base a leyes muy buenas pero que solo en el 3% de los casos se
aplican.
Todos gritamos Viva México el 15 de
septiembre para celebrar el cumpleaños de Porfirio Diaz (191 apenas hace unos
días), pero a muy pocos nos importa México, o cuando menos los mexicanos. El concepto de Patria es algo que no se
entiende a lo largo y ancho del país. El
concepto de bienestar para todos es una frase vana. Justicia, paz social,
desarrollo económico, son palabras o frases huecas de tanto que las han
mencionado los políticos sin cumplir ni una sola de sus promesas. Todos decimos
amar a México y cada vez que uno llega a un puesto dónde puede, se apropia del
dinero público como si fuera propio. Y
lo que es peor, el resto de los mexicanos lo consideramos normal y
correcto. ¨Tonto sería si no robara
cuando lo ponen donde hay¨.
No sólo eso, hacemos apología de los
ladrones. Llega a tu entorno, un
funcionario público que todos sabemos que incrementó su patrimonio después de
ocupar un puesto público y le otorgamos respeto y admiración. Queremos
codearnos con él, queremos ser sus conocidos, porque sabemos que amigos no
tiene, solo intereses.
Para el mexicano ser amigo de un ladrón conocido
se convierte en un honor. Y no me
refiero a ser amigo de criminales de esos que actúan sin charola. Cuya amistad
también resulta útil en un país como éste.
Me refiero a que no existe repudio social a quien es de sobra conocido
que robó, saqueó o realizó peores actos escudado en el poder público.
Si presumes ser de izquierda, apoyas de
manera ciega e irrestricta las políticas de un político conservador como el
presidente de la república. Apoyas y
defiendes a un régimen como el cubano o el venezolano que una y otra vez violan
los derechos humanos de sus pueblos.
Aplaudes (como Claudia Sheimbaum) el discurso de un tirano a pesar de
haber vivido el 68 y la represión en México.
Exiges en tu país todos los derechos que en Cuba y en Venezuela los habitantes
no tienen. Incluso en algunos casos llegas hasta la lucha armada, para llevar
al poder a tiranos que impedirán y sofocarán de la manera más violenta posible
el ejercicio de los derechos por los cuales hoy afirmas luchar. Si eres mexicano, te dices de izquierda y
defiendes a esos regímenes, simplemente das pena.
Te presumes de derecha, pero temes expresar
tu opinión. Temes la represión del régimen.
Eres de los que protesta solo cuando se siente seguro. Eres tan valiente
que tu defensa de la libertad y la democracia la realizas en privado y entre
tus amigos, dónde te sientes seguro.
Te presumes religioso, y sales a manifestarte
en defensa de la vida, ya que así te convocó el sacerdote o aquél con quién
quieres quedar bien. Uno esperaría que
en tu defensa de la vida, y de la infancia también, protestaras en contra de
los pederastas, exigiendo a grupos religiosos y políticos penas más graves y
repudio social a quien toque a un niño. Pero no te ví manifestarte en contra de
la libertad de KamelNacif. Estuvieras en protesta permanente por la cantidad de
personas que mueren diariamente en tu patria por causa de actos de violencia
que el estado debería prevenir. Sueño
con que protestes todos los días por las muertes innecesarias debido al COVID
por falta de una estrategia científica y profesional del gobierno.
Quisiera verte apoyando con dinero y tiempo a
todos los orfanatos, públicos y privados, para defender la vida de todos esos
niños, ofreciéndoles un futuro mejor. Me
gustaría que defendieras la vida incluso adoptando uno o varios niños
huérfanos, que fueron abandonados por las madres que decidieron no
abortar. Aplaudo tu rechazo al aborto,
pero no te veo promoviendo el uso de anticonceptivos, ni educando a la
población sobre los métodos para tener una relación sexual segura sin provocar
embarazo.
A los que se presumen de izquierda y derecha
me encantaría verlos repudiando de entre su propio seno social a aquéllos que
se sabe han realizado actos de corrupción.
Esa sí sería una gran enseñanza de moral pública.
Mexicano, si de verdad te interesara tu
patria, te preocuparías por tener el mejor gobierno posible. Reclamarías
abiertamente cualquier acción de gobierno que no haga uso eficiente de los
recursos públicos. Te vería exigiendo
transparencia en el manejo de todo el dinero público, y denunciando EN
TRIBUNALES, cualquier mal manejo. Pero
no, te encanta el chisme de vecindad, te encanta señalar en privado, te fascina
no dar la cara, y cuando la das, das la otra cara, la que aplaude en todo al poderoso
en turno.
No, el problema de México no es el crimen
organizado, ni el gobierno (que muchas veces son lo mismo aunque no siempre se
dediquen a lo mismo), el problema de México son 130 millones de mexicanos que
solo hablan y no actúan. Que temen y
prefieren cuidarse de un peligro inexistente en lugar de enfrentar los
problemas de la patria para resolverlos y ofrecer un mejor futuro a los que hoy
vivimos y a las siguientes generaciones.
El problema está en cada quién que teniendo
la cola sucia, siempre mira la paja en el ojo ajeno, negándose a ver la viga en
el propio. A México le faltan muchas
cosas, pero sobre todo, le faltan patriotas.
www.josecobian.blogspot.comelbaldondecobian@gmail.com
@jmcmex
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