* Siete crímenes de periodistas en la era Cuitláhuac * No sembrar pruebas, pedía Ramiro Mollinedo * El narcoaudio cambió todo * “Es la voz de Johana” * Fiscalía requiere a Omar Vázquez * Discurso engañabobos del líder del PAN * Gersaín, sentenciado por violencia de género * Lizandro Pérez: softbol, alcohol y violencia
Mussio Cárdenas Arellano | 17 mayo 2022
Tribuna
Libre.- No
se disipa la pólvora, ni se limpia la sangre, ni se asimila el impacto por el
crimen de Yesenia y Johana, cuando ya Cuitláhuac revictimizó a las últimas
periodistas asesinadas en Veracruz y Andrés Manuel López Obrador se cargó hacia
el móvil de la liga con el narco.
“El estado no es cómplice ni omiso”, lagrimea
por esa escalada de violencia contra la prensa.
“No somos culpables”, se exime Cuitláhuac
García cuando ya son siete periodistas asesinados en los tres años y medio de
gobierno de Morena en Veracruz, 36 en México, en la era obradorista.
“No es nuestra responsabilidad (lo) que
suceda —aduce— porque nosotros estamos dejando en claro que vamos a ir tras los
responsables, sea quien sea”.
Y mientras va por los responsables, “sea
quien sea”, el gobernador lanza un dardo envenenado: dos de las cuatro líneas
de investigación implicarían a la directora de la cuenta en Facebook, El Veraz,
Yessenia Mollinedo Falconi, y su camarógrafa, Sheila Johana García, con grupos
criminales.
Una de esas líneas es la de los materiales
que servirían para consumo o venta de droga, hallados o sembrados en el
vehículo donde fueron acribilladas, y la otra, un audio con una conversación
donde se habla de jefes de plaza, jefes regionales, riesgo de muerte y hasta
del Mencho, Nemesio Oseguera, líder del Cártel Jalisco Nueva Generación, en
cuya nómina estaría Sheila Johana García Olivera.
Y Cuitláhuac García Jiménez lo desliza por
algo, calculadamente, enfatizando, dándole fuerza al tema del audio, el del
diálogo y las amenazas que vía telefónica profiere la mujer a dos individuos.
Y ante las condenas por revictimizar, el
gobernador recula, se exculpa. Y entonces toma la bola de fuego y se la lanza…
a los periodistas.
“Los audios surgieron entre periodistas”,
ataja. “Apenas estábamos en eso cuando ya un periodista había sacado que le
encontraron a la víctima ‘cosas’. Bueno, no un periodista, alguien que tiene un
espacio en Facebook, Twitter”.
Al filo de las 3:20 de la tarde, el lunes 9,
se escuchó el golpe seco. Uno y otros más. Eran balazos, las descargas, los
impactos en el pequeño automóvil, marca Ford; los disparos letales que
alcanzaron el rostro, el cuerpo de Yessenia Mollinedo Falconi y Sheila Johana
García Olivera.
Se hallaban en el estacionamiento de una
tienda Oxxo, sobre la calle Juárez, colonia Cerro Alto, en Cosoleacaque, cuando
dos sicarios, trepados en una motocicleta, perpetraron la ejecución.
Nadie se libra de un ataque así. El periódico
El País, de España, afirmó que hubo 16 disparos. Yessenia, según la prensa
local, presentaba un impacto en la sien. A Johana la alcanzaron cuatro balazos,
como si ella fuera el objetivo. O quizá lo fue.
Minutos después del ataque, el reportero
Ignacio Carvajal, de La Red y Blog Expediente, difundió el detalle que
sacudiría a todo Veracruz:
“Diversos focos flameados y pipas con residuos
de cristal/Krico, fueron encontrados en el coche que manejaban las dos mujeres
que fueron asesinadas este día en Cosoleacaque. Ambas portaban gafetes en los
que se acreditaban como reporteras del diario El Veraz, identificadas como
Yessenia Mollinedo Falconi y Sheila Johana García Olivera”.
A Ignacio Carvajal le llovió metralla. Un
sector de la prensa recriminó la publicación de la versión en su cuenta de
Facebook. Lo acusaron de difundir filtraciones de la policía, de ser empleado
de la Secretaría de Seguridad Pública de Veracruz. Otros reconocieron su labor
de informar.
Un día después, el 10 de mayo, Carvajal
abundó. Subió a Facebook el audio en que una de las mujeres hablaba con
presuntos narcos, aludiendo a una traición, a intrigas en una célula delictiva,
a su supremacía en la organización, por encima del jefe de plaza, entendiéndose
con el jefe regional, de estar en la nómina “del Mencho”, líder del Cártel
Jalisco Nueva Generación.
En el audio la mujer presumía de tener en sus
manos la vida de otros delincuentes. Los instaba a acudir a entregar cuentas a
otros mandos. Se advierte prepotencia y lenguaje vulgar y soez.
A ese audio hizo referencia Cuitláhuac García
cuando detalló que se seguían cuatro líneas de investigación: dos en torno al
momento de la ejecución (incluido lo hallado en el vehículo donde se perpetró
el crimen), una sobre la actividad periodística de Yessenia Mollinedo y Johana
García, y una más, relativa a la liga hacia la delincuencia organizada.
Ignacio Carvajal hizo entonces un comentario
con doble énfasis:
“También se toman en cuenta los audios que la
misma víctima dirigía a otras personas en la zona y que ya circulan
públicamente.
“Y entre las líneas de investigación, se
sabe, están abordado la posible implicación de Johana en el comercio de
estupefacientes”.
La respuesta de Ramiro Mollinedo, hermano de
la directora del portal El Veraz, fue directa: la voz que se escucha en el
audio “no es” la de su hermana.
"De la grabación que se está corriendo
—apuntó—, aquí está mi familia, aquí está mi gente que la conoce, y les decimos
que no es la voz de Yesenia. Se equivocan rotundamente quienes están diciendo
lo contrario”.
Y agregó que manipularon del teléfono celular
de Johana García. “El ataque fue perpetrado a las 15:20 horas aproximadamente,
pero el servicio de WhatsApp marcaba como última conexión las 16:00 horas”
(Diario Órale). Fue enfático: que no les siembren “malas pruebas”.
Pero al día siguiente, Ramiro Mollinedo
comenzó a divagar. Pidió que se investigaran las actividades de Johana García
Olivera, según publicó Diario del Istmo, porque lo que se escucha en el
narcoaudio “corresponde a la voz de Sheila”.
A Almudena Barragán, corresponsal del
periódico El País, Ramiro Mollinedo le dijo previamente que Johana mantenía una
relación sentimental con Yessenia. La periodista reseñó: “Además de trabajar
juntas, se veía que la pareja era feliz, cuenta Ramiro. ‘Encontraron amor en
medio de todo el caos y la violencia que las rodeaba’ ”.
Ramiro Mollinedo había insistido en que
Yessenia confrontaba amenazas desde hacía año y medio. Algunos videos sobre
corrupción de la Policía estatal, dijo, los tuvo que bajar. A El País le
expresó: a finales de abril, “unos tipos se le quedaron viendo y le dijeron:
‘Ya te ubicamos perra’ ”.
Ramiro Mollinedo refiere que el 5 de mayo, de
regreso a casa, un taxi con dos personas a bordo persiguieron a su hermana por
algunos kilómetros. Finalmente los despistó.
El periodista Omar Vázquez Valencia, de
Contacto Informativo, reveló que Yessenia Mollinedo había expresado que
pretendía entrar en contacto con el Ejército para atajar las amenazas.
¿A qué móvil obedeció el atentado? ¿Al
trabajo periodístico o a la hipótesis del crimen organizado? ¿Por qué Ramiro
Mollinedo varió súbitamente la versión y exige investigar a Johana García, la
camarógrafa? ¿Sabía Yessenia Mollinedo qué otra actividad desarrollaba Johana?
¿Supo algo sobre esas llamadas telefónicas con presuntos narcos, cuya voz, según
Ramiro, es la de Johana?
La hipótesis relativa a que el ataque haya
obedecido al trabajo periodístico, difícilmente se sostiene. El contenido
periodístico de El Veraz, que no es un sitio en internet sino una cuenta en
Facebook, es terso. La información es inocua, acrítica, nada puntillosa.
El Veraz dedica espacios a propaganda
gubernamental: eventos del ayuntamiento de Cosoleacaque en era de Cirilo
Vázquez Parissi y ahora su hermano Ponciano; actos públicos de la diputada
local de Morena, Magaly Armenta; entrevista con la alcaldesa de Minatitlán,
Carmen Medel Palma.
Lo único crítico en El Veraz son contados
abusos de la policía contra peatones. Ocasionalmente, un conflicto con algún
taxista. Nada sobre narcotráfico. Nada sobre malosos.
Y mientras, el gobierno obradorista, vía el
subsecretario de Seguridad y Protección Ciudadana, Ricardo Mejía Berdeja,
sostiene que el móvil es la delincuencia organizada. Es la coartada perfecta
para el gobierno de López Obrador. Periodistas asesinados pero no por lo que escriben.
Es la peor intención: periodistas ejecutados
por andar en malos pasos, por juntarse con narcos, por el noviazgo con la
persona equivocada, a la hora equivocada, en el lugar equivocado.
En ello se regodeó Cuitláhuac. Había que
revictimizar y revictimizó. Destacó la existencia del narcoaudio. Como
gobernador, violó la secrecía, usurpó la función de la Fiscalía de Veracruz. Y
luego lanzó la bola de fuego a la prensa. “Los audios surgieron entre
periodistas”, dijo el cobarde.
Aún olía a pólvora, impregnados de sangre los
cristales y las vestiduras, el tablero del auto, y ya se tenía la fórmula para
deslindar el crimen de Yessenia y Johana del ejercicio periodístico.
Desde la mañanera, se cargaron hacia el móvil
del narco.
Archivo
muerto
Nada resuelve la Fiscalía de Veracruz pero ya
quiere apretar a Omar Vázquez Valencia. No da una la fiscal espuria, Verónica
Hernández Giadáns, pero ya le giró citatorio —con fecha atrasada— al agudo
reportero que describió en tiempo real, vía Facebook, la escena en que yacían
asesinadas Yessenia Mollinedo Falconi y Sheila Johana García Olivera. Omar
Vázquez Valencia refirió que la directora de El Veraz buscaba acercarse al
Ejército por amenazas recibidas, el exceso de distancia en el área acordonada
por las fuerzas de seguridad, el riesgo de que se manipulara la escena del
crimen y una crítica directa al ambiente de hostilidad hacia la prensa desde
las mañaneras, la plataforma de los desfogues delirantes del presidente Andrés
Manuel López Obrador. Vázquez Valencia, director del sitio noticioso Contacto
Informativo, es conminado a comparecer ante la Fiscalía Especializada en
Delitos Cometidos Contra Periodistas, en Xalapa, pero el mentado citatorio fue
llevado a su hogar, este sábado 14 de mayo, y el requerimiento presenta fecha
para realizar la audiencia el “18 de abril de 2022”, o sea hace casi un mes. La
pifia es de antología. Así trabaja la Fiscalía de Veracruz. Omar Vázquez
Valencia enteró a la Comisión Estatal de Atención y Protección de los
Periodistas donde le indicaron que debe comparecer. Como si el titular de la
CEAPP se llamara Poncio Pilatos. La CEAPP debe brindarle asesoría jurídica,
como establece su norma interna. Vázquez Valencia está citado como testigo,
sabrá de qué pues su presencia en el lugar del crimen únicamente obedeció a su
labor periodística… Federico Salomón es la falsedad encarnada. Contador de
cuentos, el nuevo líder del PAN en Veracruz habla de perdón, reconciliación,
unidad, dorándole la píldora a la otra corriente, el antiyunismo que aglutina
al 49 por ciento del panismo veracruzano. Rollo hueco, ramplón, que contrasta
con las balandronadas de campaña, las acusaciones de que el bloque encabezado
por Joaquín Guzmán Avilés se entiende con el gobierno morenista, con Cuitláhuac
García. Les imputaron que si el Chapito Guzmán Avilés se reelegía, el PAN sería
cooptado, desmantelado, destruido. Y una vez que el Tribunal Electoral del
Poder Judicial de la Federación le concede el triunfo y le otorga la
presidencia del PAN en Veracruz al clan de los Yunes, su nuevo peón, Federico
Salomón Molina, se avienta un discurso de reconciliación que sólo los
miserables, sin principios, sin vergüenza dentro la corriente enemiga le
podrían creer. Con un PAN así, Morena no necesita enemigos… Fulminado por una
sentencia, Gersaín Hidalgo fue condenado por violencia política de género. La
“víctima” es Yolanda Sagrero Vargas, candidata derrotada a la agencia municipal
de Villa Allende. La sentencia del Tribunal Electoral de Veracruz, contenida en
el juicio TEV/JDC/336/2022, señala que Yolanda Sagrero fue objeto de un
señalamiento que vulneró sus derechos humanos cuando el regidor noveno del
ayuntamiento de Coatzacoalcos le imputó que “la hoy denunciante hizo campaña en
villa Allende con el dinero que se retuvo a los trabajadores sindicalizados en
2018”. En la sentencia sólo se condena a Gersaín Hidalgo a abstenerse de
realizar violencia política contra las mujeres… Al amparo del deporte, Lizandro
Pérez ha montado un jugoso negocio de alcohol. A “su” estadio, el H. Santos,
acuden fanáticos del beisbol y del softbol. Juegan con brío, con intensidad y
con algunos tequilas y güiquis adentro. Radio Hit, en el espacio de Pepe
Monfort, lo acredita con testigos y pruebas, una gresca fenomenal, con saldo hasta
de un menor de edad agredido. Alcoholizados, los consentidos de Lizandro Pérez,
el autonombrado director jurídico de Obras Públicas Municipales, abogado sin
título, tundieron a batazos a sus rivales de juego. Y cuando arribó la Policía
Municipal de Coatzacoalcos, las puertas del estadio permanecieron cerradas. O
sea, ante un hecho de violencia, en el feudo de Lizandro Pérez Hernández se
impide la intervención de la autoridad. Se trata de un inmueble municipal,
convertido en un área intocable, donde se fomenta el vicio, en la que se
permite que jugadores ebrios tomen parte en un certamen a riesgo de su propia
salud. En Radio Hit se cuestionan cuál es el rol que juega el titular de la
Dirección del Deporte Municipal, Roberto Pérez López, quien ha sido una
auténtica nulidad en los cargos que ha ejercido. Fuera de Radio Hit es sabido
que Roberto Pérez y el Dios Baco son almas gemelas y son célebres sus
francachelas apocalípticas. Pero hay algo peor: Lizandro Pérez no sólo es
solapado por Roberto Pérez, sino que éste lo hizo protegido de la secretaria de
Energía, Rocío Nahle. La fórmula softbol-alcohol-dinero en el H. Santos no va a
variar. Tiene la bendición de Rocío…
mussiocardenas_arellano@hotmail.com
https://mussiocardenas.com/informe-rojo/116645/yessenia-y-johana-y-al-final-la-pista-hacia-el-narco
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