Xalapa, Ver | 02 junio 2022
Tribuna
Libre.- La
Arquidiócesis de Xalapa, siendo consecuente con su naturaleza, misión y doctrina
declara que: el matrimonio sólo puede darse entre un hombre y una mujer.
El término matrimonio viene del latín
“matrimonium” que quiere decir: oficio o condición de la mujer (Madre), este
oficio o condición femenina se fundamenta en la posesión de la matriz. La
matriz es un órgano reproductor con el que la mujer procrea.
Por lo tanto, la unión de dos varones que no
pueden procrear, nunca puede ser matrimonio por rotunda imposibilidad física y
biológica, ya que ninguno de los dos contrayentes posee matriz.
En el caso de ser dos mujeres, que no logran
realizar su condición de posibles madres, al no poder fertilizar sus matrices
entre sí, tampoco se puede emplear ese término.
La posesión de la matriz, es pues el
condicionante fundamental que se da para que pueda constituirse un verdadero
matrimonio, desde el punto de vista físico, biológico y etimológico.
La historia y tradición de la humanidad, nos
ha enseñado que el matrimonio tiene una naturaleza propia, finalidades
específicas y propiedades esenciales, que una relación entre personas del mismo
sexo, aunque venga reconocida civilmente, nunca podrá alcanzar.
No se puede denominar matrimonio a una
relación socio-asistencial, sexual o meramente afectiva.
Llamar “matrimonio” a las uniones civiles
entre personas del mismo sexo es algo contradictorio, una realidad contra
natura, y algo que ofende a la humanidad.
Las personas homosexuales o lesbianas tienen
todo el derecho a proteger civilmente su patrimonio, su bienestar y su estilo
de vida, para ello ya el Estado contempla diferentes formas jurídicas.
La desaprobación y rechazo de llamar
“matrimonio” a una unión entre personas del mismo sexo, no significa de ninguna
manera discriminar a las personas homosexuales.
Ellos merecen todo nuestro respeto porque son
personas; respetamos las decisiones que tomen sobre sus vidas, les reiteramos
nuestro aprecio.
La Iglesia mantiene abiertas sus puertas a
todas las personas, con sus debilidades y defectos, con sus grandezas y
miserias y trata de ayudarlos; a los que tienen virtudes más fuertes para
profundizarlas, y a los que tienen debilidades para tratar de superarlas con la
ayuda de la gracia.
La decisión de la Corte o de un Congreso de
llamar “matrimonio” a las uniones entre personas del mismo sexo, suena más a un
caciquismo legislativo, a una imposición ideológica o un cambio de paradigma
que responde más bien a una ideología que a los derechos humanos; ese veredicto
lesiona el concepto de familia y crea malestar en la sociedad mexicana.
El reconocimiento de esa unión civil como
“matrimonio” va contra el bienestar público y contra el equilibrio y desarrollo
de los niños. Cambiar el paradigma del matrimonio dado sólo entre un hombre y
una mujer resulta irresponsable y peligroso para la sociedad.
Quienes defienden esto o lo desean imponer,
lo hacen por razones ideológicas de rechazo a la familia y no por razones
científicas y ni siquiera de demanda social.
Hoy más que nunca necesitamos fortalecer el
matrimonio y la familia que han sido siempre la principal escuela de los valores,
el espacio donde uno aprende lo fundamental de la vida; El matrimonio y la
familia es el espacio donde se transmiten los valores humanos.
Una relación entre personas del mismo sexo
nunca podrá equipararse a la dignidad y grandeza que tiene el matrimonio, eso
sólo adultera el concepto de familia y lejos de enriquecerlo o aportarle algún
beneficio sólo lo empobrece y deteriora.
El estado de Veracruz debería proteger la
institución natural del matrimonio de otra manera triunfará el caciquismo
legislativo, la imposición ideológica y el deterioro de la sociedad y de los
valores.
(Pbro.
José Manuel Suazo Reyes Director Oficina de Comunicación Social Arquidiócesis
de Xalapa)
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